Eulalia Corralero, fundadora de Las Kellys: “Estábamos hartas de que no se nos viera, de que no se nos escuchara”
La extremeña Eulalia Corralero, fundadora del movimiento en 2014, repasa las conquistas de las camareras de pisos y habla sobre el empoderamiento de las trabajadoras del sector, tras participar en Jerez en la escuela de verano municipalista ‘La Común’
“Nadie se esperaba que cuatro limpiadoras fueran capaces de hacer lo que estamos haciendo”, expresa sonriente Eulalia Corralero (Plasencia, 1963), trabajadora de limpieza en hoteles de Lloret, portavoz de Las Kellys Confederadas y una de las fundadoras del movimiento ‘Las Kellys’, grupo que surgió en 2014 para luchar por los derechos laborales y sociales de las camareras de pisos. “Y somos conscientes de que somos el reflejo de que otros colectivos hayan empezado a organizarse”, continúa Corralero.
Todo comenzó hace cuatro años porque “estábamos hartas de que no se nos viera, de que no se nos escuchara, de que no se nos pagara como merecíamos…”. Según cuenta la extremeña, que lleva 25 años consecutivos como camarera de pisos, la situación laboral de este sector “siempre ha sido muy duro, pero en 2014 empeoró por la última reforma laboral del PP”. “Esta daba prioridad a los convenios de empresa. Esto, que en un principio se hizo con buena fe para que las empresas que atravesaban problemas tuviesen más flexibilidad, los malos empresarios, que desgraciadamente en nuestro país hay muchos, le dieron un mal uso y empezaron a abaratar costes, a hacer convenios que no se ajustaban para nada a la situación real del sector turístico y las primeras víctimas fuimos las camareras de pisos”, explica.
Ellas, que por aquel entonces ya no tenían nada que perder, se reunieron unas 20 trabajadoras para ser la protagonistas de una entrevista. “Y a raíz de ahí, nos preguntamos, ¿ahora qué hacemos?”, cuenta Corralero. Fue entonces cuando decidieron volcarse en las redes y abrir un grupo de Facebook. “Vimos que no eran problemas aislados, sino que cada una teníamos las mismas sensaciones, preocupaciones… En todos los lugares de España. Y a través del grupo surgió la primera asociación en 2016, luego en 2017 empezamos a crear la confederación de asociaciones… Y aquí estamos ahora”, ríe.
‘Las Kellys’ habéis conseguido el reconocimiento de algunas de las enfermedades profesionales y el Gobierno ha prometido la modificación del artículo 42.1, para igualar las condiciones laborales, ¿qué os queda por conquistar?
Incidimos mucho en la sobrecarga de trabajo. Está bien que se nos reconozca que enfermamos trabajando. Está muy bien. Pero es que lo que no queremos es enfermar trabajando. Queremos que tomen medidas, que los hoteles no se construyan solo pensando en los clientes que van a disfrutar, sino también en la persona que va a cuidar del disfrute de esas personas. Tienen todo el derecho del mundo a que se les trate bien, a que se les cuide, pero para eso hay que cuidar también a las personas que cuidan de estos clientes. Eso es uno de nuestros puntos reivindicativos. Luego, la jubilación, no llegamos. Es prácticamente una utopía pensar que una mujer que lleva dedicándose a esto desde los 14 años, con tanto desgaste físico, pueda permanecer hasta los 67 años trabajando para tener una jubilación digna. Se están creando muchas bolsas de pobreza, se está feminizando la pobreza, porque hemos estado trabajando para un sector que se ha lucrado mucho, pero que a nosotras no nos ha llegado.
“Lo más importante que me enseñó mi madre en la vida es la salud, y nosotras nos la estamos dejando en el trabajo”, dice Eulalia Corralero, quien tiene que limpiar unas 24 habitaciones en seis horas. “El perfil de Las Kellys es de mujeres de 50 y tantos años que nunca habían pensado que harían su vida laboral completa como camarera de pisos, porque lo normal es que a los 50 años te retires porque ves que no puedes seguir con ese ritmo de trabajo…”, comparte.
El movimiento ha llegado lejos, tanto, que Mariano Rajoy, el entonces presidente del Gobierno, las recibió en la Moncloa para conocer las necesidades de estas trabajadoras. “Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que estábamos haciendo historia. Nunca se había dejado entrar a un colectivo de limpiadoras en la Moncloa. Ya ahí estábamos muy visibilizadas. Pero al principio ninguna queríamos salir delante de la cámara y decir: Oiga, que es que a mí me están explotando“.
Y con la visibilización del sufrimiento del colectivo, llegó el empoderamiento de las trabajadoras. “Cuando empezamos a ser oídas, escuchadas, valoradas, tenidas en cuenta… muchas mujeres se dieron cuenta de que, de pronto, de pasar a ser la que limpiaba en el hotel, que nadie la tenía en cuenta, el alcalde de su ciudad o el agente sindical, la llamaba para tener una entrevista con ella, para escucharla. Ahí muchas mujeres se sintieron importantes…”, destaca Corralero.
¿Cómo vivieron ‘Las Kellys’ el histórico 8M?
En el 8M hubo un poco de división. El perfil de Las Kellys es la mujer de servir, de alguna manera somos muy cuidadoras. Entonces no nos identificamos mucho con los movimientos feministas. Porque el feminismo, como nos ha llegado a nosotras, son cuatro mujeres que están ahí pegando voces… Y no nos identificamos mucho con ese sentimiento. Pero sí hubo una parte que sí que se sumó a las reivindicaciones, y cada vez son más las que piensan que están entendiendo mal los valores del feminismo, que no es yo grito, y ya está, sino que hay una defensa de los derechos de la mujer. Y hay muchas que ahora dicen: Bueno, yo decía que no era feminista, pero a lo mejor sí que soy feminista, porque lo que yo estoy haciendo es luchar por mis derechos, pero también como mujer, porque mis derechos como mujer estaban muy capados, muy condicionados por la educación, por la carga, porque siempre, la mujer, hemos sido muy condicionadas para hacer ese trabajo. Por eso no se veía, porque nosotras mismas no nos valorábamos, porque no veíamos lo que valíamos.
Hay muchas que siempre decían, no si yo he hecho la temporada de verano para ayudar a mi marido. Y a ver, ¿por qué tu marido no te ayuda a ti en casa? En mi caso, mi marido es albañil y se quedó sin trabajo. Trabajaba en una constructora muy potente, y tuvimos que intercambiarnos los papeles. Yo era la que salía de casa y él el que se quedaba, haciendo las faenas y cuidando de la criatura. Y ahí él se dio cuenta y valoró lo que yo hacía. Hubo un entendimiento entre ambos debido a la situación social que estábamos viviendo en ese momento. Un acercamiento entre hombre y mujer. Y hay muchas que han tenido la misma experiencia.
¿Qué situaciones de discriminación, vejación…, suele sufrir una camarera de pisos?
Se da mucho las circunstancias de que son las propias gobernantas las que suelen humillar mucho a las empleadas. Nos encontramos con un perfil de gobernanta que no es de formación. Los hosteleros no buscan gobernantas preparadas, con titulación. Lo que ellos buscan es la que tiene más carácter, por decirlo de alguna forma, que pueda hacer que las trabajadoras hagan lo que el empresario quiera. Son mujeres con un carácter fuerte a veces difícil de controlar.
¿Un poco masculinizadas?
Sí, se podría decir así.
De falta de empatía, alejada de los cuidados…
Sí, y es curioso porque algunas han sido camareras de pisos. Pero bueno, como se dice, nunca sirvas a quién sirvió. Y a menudo hemos sido muy humilladas por este tipo de gobernantas. Faltándote al respeto, hablándote a gritos, utilizando calificativos que no venían a cuento… Siempre está la típica frase de: “Si no quieres, ahí está la puerta. Ya hay 40 esperando”. Y duele, porque te está diciendo que mañana mismo hay otra aquí para hacer lo mismo que tú y eso, hasta hace muy poquito, era cierto. Ahora ya no hemos dado cuenta de que no, no todo el mundo vale para limpiar y no todo el mundo aguanta. Entonces nos hemos dado cuenta de que ellos también nos necesitan. Y hay muchos empresarios que empiezan a darse cuenta y empiezan a apoyarnos.
(Fuente: La Voz del Sur / Autora: Claudia González Romero)
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