Los independentistas de Yemen del Sur toman Aden, su capital, y abren una nueva división interna dentro de la coalición pro saudí
El polvorín yemení abre una nueva herida. Una guerra civil dentro de la guerra civil acaba de estallar en la sureña ciudad de Aden, el cuartel del Gobierno reconocido internacionalmente. Los separatistas, partidarios de la independencia del sur, han tomado el control de la urbe tras conquistar las bases militares y el palacio presidencial en un movimiento que amenaza con fracturar la coalición saudí y emiratí contra el grupo rebelde chií de los hutíes y complicar las negociaciones de paz.
En teoría coaligados contra los huthíes, se han enfrentado militarmente durante cuatro días en una batalla por el control de la estratégica ciudad de Aden que ha dejado docenas de muertos. Según la ONU, al menos 40 civiles han muerto y otros 260 han resultado heridos en la ciudad portuaria desde que el pasado jueves se iniciaran los combates entre fuerzas hasta ahora aliadas, los separatistas reunidos en torno al Consejo de Transición del Sur -entrenados y financiados por Emiratos Árabes Unidos- y las tropas leales al presidente en el exilio Abu Rabu Mansur Hadi, respaldadas por Arabia Saudí.
“Resulta desgarrador que durante el ‘Eid al Adha’ [la fiesta musulmana del sacrificio] las familias estén llorando la muerte de sus seres queridos en lugar de celebrarlo en paz y armonía”, denuncia Lise Grande, coordinadora humanitaria de la ONU en Yemen, escenario de la mayor crisis del planeta con la hambruna o el cólera campando a sus anchas.
Como prueba de la escalada, la coalición forjada por Riad en 2015 para tratar de derrotar a los hutíes -que aún controlan Saná y los principales núcleos urbanos del país- ha lanzado este domingo un ataque aéreo sobre posiciones separatistas en Aden después de que durante la víspera la milicia se hiciera con el control de cuarteles militares y el palacio presidencial en un paso que el Gobierno reconocido internacionalmente calificó de “golpe contra las instituciones del Estado legítimo”.
“La coalición atacó una de las áreas que constituye una amenaza directa para una importante ubicación gubernamental“, ha informado sin proporcionar más detalles un comunicado de la coalición divulgado por la televisión estatal saudí. “Es solo la primera operación y estará seguida de otras. El Consejo de Transición del Sur tiene aún la oportunidad de retirarse”, ha agregado la nota en un reconocimiento público de unas tensiones hasta ahora más o menos larvadas que han saltado por los aires. Los insurgentes han anunciado que “no negociarán bajo coacción”.
Unidos por su rechazo a los hutíes y su asalto a las instituciones en 2014, los separatistas y los afines de Hadi sostienen agendas opuestas sobre el porvenir de la nación más pobre del golfo Pérsico. Hadi y su Ejecutivo -que goza de escasas simpatías entre la maltratada población local- ansían recuperar el control del norte y mantener el país unificado.
En cambio, el movimiento separatista reivindica la recuperación de la independencia de las provincias del sur del país (Aden, Lahech, Shebua, Al Dalea y Hadramut). Desde 1967, tras la independencia de los británicos, y hasta 1990, tras la unificación, el sur de Yemen fue un Estado independiente bajo la denominación de República Democrática Popular del Yemen, con un régimen socialista alineado con la Unión Soviética.
La unificación, presidida por el fallecido Ali Abdalá Saleh, no detuvo sus reclamaciones. Las denuncias de corrupción, fraude electoral y hegemonía del norte alentaron la guerra civil de 1994, que concluyó con la derrota sureña y una amplia purga. Desde entonces, la discriminación del norte hacia al sur ha mantenido viva la llama, alimentada también por el caos en el que permanece sumido el país.
Los separatistas ni siquiera han participado en las embrionarias negociaciones de paz auspiciadas por la ONU entre hutíes y el Gobierno yemení que arrancaron el pasado diciembre en Estocolmo y que apenas han registrado avances desde entonces. “El movimiento del sur debería haber sido parte del proceso. Una vez concluida la actual ronda de negociaciones, se debían plantear otros asuntos, entre ellas, las reivindicaciones del sur”, señala a EL MUNDO Baraa Shiban, miembro del grupo de justicia transaccional de la Conferencia del Diálogo Nacional de Yemen. “Parte del movimiento considera que apoyaba al Gobierno por un tiempo determinado. No se puede lograr la paz si ellos no están en la mesa”.
Las intensas refriegas que han irrumpido en el callejero de Aden, escenario de otro conflicto interno a principios de 2018, tienen su génesis en la acusación lanzada por los separatistas de que Islah, un partido islamista próximo a los Hermanos Musulmanes y aliado de Hadi, cooperó en el ataque con misiles que los hutíes firmaron el pasado 1 de agosto contra un desfile militar de sus tropas en Aden cobrándose más de un treintena de vidas.
La violencia es una prueba de fuego para la coalición árabe fundada por Riad e integrada por Abu Dabi que desde marzo de 2015 ha bombardeado enclaves hutíes. Ambos países han apoyado a los grupos ahora enfrentados. Emiratos, que anunció recientemente una reducción de su despliegue tras el acuerdo alcanzado en el estratégico puerto de Hodeida, ha entrenado a más de 90.000 miembros de diferentes milicias, entre ellas, los separatistas.
Alarmados por la confrontación, Abu Dabi ha instado a la calma mientras que Riad -que se juega la credibilidad de la controvertida intervención armada que inició hace cerca de un lustro- ha convocado reuniones de urgencia con el objetivo de restaurar el orden. El Gobierno de Hadi, que se halla exiliado en Riad, ha solicitado a Emiratos -con el que ha mantenido rifirrafes continuos- que retire su respaldo a los separatistas.
Los hutíes han celebrado este nuevo conflicto entre sus enemigos como una demostración de la falta de solidez y apoyos del Gobierno de Hadi y ha llamado a inaugurar un diálogo más amplío con otros actores en el país con la misión de establecer una federación bajo “un marco nacional unificado”.
“No es el primer enfrentamiento entre fuerzas respaldadas por Arabia Saudí y Emiratos en Yemen pero, si prosigue, podría ser el más destructivo”, advierten desde Crisis Group. “Existe el riesgo de que se propague a otras partes del sur. (…) Tal giro de los acontecimientos podría perjudicar los esfuerzos de la ONU para negociar un acuerdo que ponga fin a la guerra con los hutíes”, vaticinan.
Los primeros efectos del choque ya se sienten en Aden. El aeropuerto ha echado el cierre y los hospitales se encuentran colapsados. “La ciudad es un campo de batalla. Podemos escuchar el sonido de la artillería pesada y los tanques moviéndose por las calles”, apunta Caroline Seguin, jefa de programas de Médicos Sin Fronteras en Yemen. “Nuestro hospital está al límite. Los equipos trabajan las 24 horas para atender a los heridos por los combates. La ciudad está paralizada y algunos miembros del personal no pueden llegar al hospital porque los combates son feroces y las carreteras se hallan cortadas”.
(Fuente: El Mundo / Autor: Francisco Carrión)
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