Se produce el Motín de las Mujeres en Nerva

Cuando:
10/05/2023 todo el día
2023-05-10T00:00:00+02:00
2023-05-11T00:00:00+02:00
Las carencias de Nerva. Distribución extraordinaria de Socorros, en la puerta del Círculo La Unión de Mineros, actual Sociedad Círculo Comercial, El Mercantil, en torno a 1900.

Las carencias de Nerva. Distribución extraordinaria de Socorros, en la puerta del Círculo La Unión de Mineros, actual Sociedad Círculo Comercial, El Mercantil, en torno a 1900.

Después del asesinato en Riotinto de 200 personas en 1888, diez años más tarde las esposas de los mineros de Nerva se levantaron en 1898 contra los desmanes de los caciques de la explotación de Riotinto y el elevado precio de los alimentos.
Aquel martes 10 de mayo de 1898, llevando sobre sus hombros la rabia y las injusticias soportadas durante décadas, las mujeres de Nerva se manifiestan desde bien temprano por las principales plazas y calles del pueblo, primero unas pocas y después cada vez más y más, hasta erigirse en una multitud, que se mantuvo orgullosa, alzando la voz por la bajada de los precios del pan y de los consumos.
Toda aquella indignación e impotencia se materializa cortando el suministro eléctrico, asaltando los estancos, apedreando las panaderías, cayendo los postes del teléfono y dirigiéndose a las afueras, para prender fuego y destruir los Fielatos donde se cobraban los arbitrios. No pretendían robar nada, sólo llamar la atención. A pesar del hambre que había en sus hogares desparramaron por el suelo 14 sacos de harina, que quitaron a un panadero. Fue una de las muchas muestras de perseguir la justicia y no la inmoralidad que dieron aquellas mujeres.
Para intentar sofocar aquellas protestas no bastaron las promesas de la Compañía anunciando que el pan se expendería a 45 céntimos el kilo y que ellos se harían cargo ante los panaderos de la diferencia que se produjese. Tuvieron que desplazarse fuerzas de la Guardia Civil y Carabineros desde Huelva, poniéndose al frente el mismísimo gobernador militar de la provincia. De tal magnitud fue la protesta que a petición del Ayuntamiento se construyó inmediatamente un nuevo cuartel de la Benemérita.
En aquel corto espacio de tiempo, la primavera del 98, su victoria fue efímera, pero en la lucha interminable de la igualdad de géneros las mujeres de Nerva escribieron un episodio digno y valiente, que desde estas páginas rescatamos del anonimato, para que recuperen el lugar que por su arrojo y sacrificio le corresponde.
Sin embargo, y aunque afortunadamente las crónicas están cada vez más pobladas de acontecimientos que marcaron un hito en la eterna lucha por la igualdad, esta historia inacabada, también se escribió en muchos lugares anónimos, como en Nerva, capital social y principal escenario revolucionario de la comarca minera del río Tinto, donde en 1898 las mujeres se amotinaron contra el elevado precio que alcanzaron los alimentos básicos para la subsistencia.
Y aunque en realidad el motín no era una novedad, pues a lo largo de aquella primavera venían produciéndose levantamientos en numerosas localidades como en Gijón, Talavera o Tarazona, el de Nerva tuvo unas connotaciones que contribuyeron significativamente a ensalzar aún más, si cabe, el merito del Motín de sus mujeres.
Más allá de estos aspectos comunes, cabe poner en valor las especiales condiciones que rodeaban a los habitantes de Nerva y las demás poblaciones mineras de la comarca, su condición de vasallos feudatarios al servicio de la todopoderosa Rio Tinto Company Limited, desde que esta comprase las minas y, con ellas, todo lo que sus límites territoriales contuviesen.
La propiedad de la empresa británica provocaba una descomunal influencia sobre sus habitantes. La Compañía, como era conocida, dirimía quién trabajaba y quién no, y extendía sus potentes tentáculos, abrazando humillantemente a todos los poderes establecidos, desde los necesitados ayuntamientos a los hambrientos gobernadores. De tal forma ejercía su poder, que en aquel pedazo de tierra roja, situado en las estribaciones de la sierra onubense, no se movía una brizna de hierba sin su consentimiento.
Aquellas revueltas tenían un origen común que hundía sus raíces en una longeva tradición de protesta popular, agravada por el malestar producido por la confluencia de una doble situación angustiosa de las clases bajas: el encarecimiento de las subsistencias y el creciente descontento contra de la presión fiscal.

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