







Veinte años antes del advenimiento de la Comuna, tras la derrota de la insurrección obrera en junio de 1848, el golpe militar del 2 de diciembre de 1851 llevó al poder al emperador Napoleón III. A finales de la década de los sesenta, sin embargo, el fin del auge económico y la recuperación del movimiento obrero debilitaron seriamente al régimen. En agosto de 1870 los ejércitos de Napoleón III marcharon contra Bismarck. La guerra, según Napoleón III, permitiría a Francia conquistar nuevos territorios, debilitar a los enemigos internos y poner fin a la crisis financiera e industrial que asolaba el país.
Guerra y revolución
El intento de Napoleón III de invadir Alemania fue su perdición. El 2 de septiembre, en Sedán – frontera oriental de Francia- el ejército de Bismarck capturó al emperador junto a 100.000 soldados. En París, las masas tomaron las calles de la capital para exigir el fin del imperio y la proclamación de una república democrática.
La llamada oposición republicana estaba aterrorizada por este movimiento de las masas, pero a pesar de todo, el 4 de septiembre se vieron obligados a declarar la república y a formar un “gobierno de defensa nacional”. Las tropas alemanas rápidamente rodearon París y establecieron un cerco sobre la ciudad. El pueblo apoyó inicialmente al nuevo gobierno en nombre de la “unidad” contra un enemigo extranjero. Sin embargo, esta unidad tardó poco en romperse.
Fuera del ejército regular, una milicia formada por 200.000 personas -la Guardia Nacional, formada mayoritariamente por trabajadores- estaba decidida a defender París. Pero los trabajadores armados dentro de París eran una amenaza mayor para los intereses de clase de los capitalistas franceses que el ejército extranjero que estaba a las puertas de la ciudad. El gobierno decidió que lo mejor sería capitular ante Bismarck tan pronto como fuera posible.
París y la Asamblea Nacional
Las zonas rurales de Francia estaban a favor de la paz y los votos del campesinado en las elecciones de la Asamblea Nacional de febrero dieron la mayoría a los candidatos conservadores y monárquicos. La Asamblea nombró jefe de gobierno a un empedernido reaccionario: Adolphe Thiers. El choque entre París y la mayoría “rural” de la Asamblea era inevitable.
La reaccionaria Asamblea Nacional provocaba constantemente a los parisinos, a los que calificaba de criminales y asesinos. París se vio privada de su estatus como capital de Francia, transferida a Versalles.
Transformación de la Guardia Nacional
La Guardia Nacional eligió un “Comité Central de la Federación de Guardias Nacionales” que representaba a 215 batallones, equipados con 2.000 cañones y 450.000 armas de fuego. Declararon “el derecho absoluto de los Guardias Nacionales a elegir sus dirigentes y revocarlos tan pronto como perdieran la confianza de sus electores”. En esencia, el Comité Central y sus correspondientes estructuras en cada batallón fueron precursores de los soviets de trabajadores y soldados, que aparecieron en Rusia durante las revoluciones de 1905 y 1917.Para Thiers, su tarea inmediata era poner fin a la situación de “doble poder” en París. Los cañones bajo la dirección de la Guardia Nacional eran toda una amenaza a la “ley y el orden” capitalistas. A las 3 de la madrugada del 18 de marzo, el gobierno envió soldados regulares a tomar estos cañones. Sin embargo, el ejército se desmoronó ante los Guardias Nacionales sin ofrecer la menor resistencia.
Thiers no había previsto la deserción de sus tropas. Presa del pánico, huyó de París y ordenó al ejército abandonar la ciudad. Quería salvar lo que quedaba del ejército y evitar el contagio del París revolucionario.
El viejo aparato del Estado estaba fuera de juego y la Guardia Nacional tomó los puntos estratégicos de la ciudad sin encontrar ninguna resistencia. El día 18 de marzo por la tarde, se formó un nuevo gobierno revolucionario basado en el poder armado de la Guardia Nacional.
Gobierno revolucionario
La primera disyuntiva a la que se enfrentó el Comité Central fue qué hacer con el poder. Después de mucha discusión se acordó organizar elecciones en los barrios (comunas). Al grito de “¡viva la Comuna!” los miembros del Comité Central expresaban el deseo de delegar el poder cuanto antes. La cuestión inmediata sobre la que decidir era qué hacer con Thiers y el ejército, en retirada hacia Versalles. Algunos propusieron perseguirlos para acabar con lo que quedaba de las fuerzas de Thiers. Pero sus llamamientos cayeron en saco roto.
Thiers aprovechó las vacilaciones de los comuneros utilizó para iniciar una campaña de propaganda y mentiras contra París, dirigida a las provincias, y, con la ayuda de Bismarck, reforzó la cantidad de armas y soldados para preparar un nuevo ataque sobre París.
La recién elegida Comuna, el 28 de marzo, sustituyó la dirección de la Guardia Nacional por un gobierno oficial del París revolucionario. El gobierno estaba formado por personas relacionadas con el movimiento revolucionario de una u otra forma. De sus 90 miembros, 25 eran trabajadores, 13 pertenecían al Comité Central de la Guardia Nacional y 15 a la Asociación Internacional de Trabajadores. Los blanquistas, hombres enérgicos siempre dispuestos a medidas extremas y dramáticas pero con ideas políticas muy vagas, y los internacionalistas, eran una cuarta parte de la Comuna.
Construyendo una nueva sociedad
La Comuna eliminó todos los privilegios de los funcionarios, congeló los alquileres, los talleres abandonados pasaron a estar controlados por los trabajadores, limitó el trabajo nocturno, garantizó la subsistencia de los pobres y los enfermos. La Comuna declaró que su objetivo era poner fin a “la anarquía y la competencia ruinosa entre los trabajadores por el beneficio de los capitalistas” y la “diseminación de los ideales socialistas”. Se ilegalizaron los ejércitos “separados y aparte del pueblo”. Se requisaron los edificios públicos para aquellos que no tenían un techo bajo el que cobijarse. La educación pública era para todos, lo mismo ocurría con los teatros, los centros de cultura y aprendizaje. A los trabajadores extranjeros se los trataba como hermanos y hermanas, como soldados de la “república universal del trabajo internacional”. Se celebraban reuniones día y noche, en ellas miles de hombres y mujeres normales debatían sobre todos y cada uno de los aspectos de la vida social y sobre cómo organizar la sociedad en interés del bien común.
El carácter social y político de esa sociedad, era incuestionablemente socialista
Se ha escrito mucho sobre la incoherencia, la pérdida de tiempo y energía, sobre los errores del pueblo parisino en las diez semanas que estuvo en el poder dentro de los muros de una ciudad asediada. La mayoría son verdad. Marx y Engels fueron muy críticos con los comuneros por no tomar el control del Banco de Francia, que seguía pagando millones de francos a Thiers para armarse contra París. Sin embargo, la mayoría de las iniciativas importantes tomadas por los trabajadores apuntaban en dirección a la completa emancipación social y económica de la población asalariada como clase. Ante todo, a la Comuna le faltó tiempo. El camino hacia el socialismo fue cortado por el regreso del ejército de Versalles y el terrible baño de sangre que puso fin a la Comuna.
El aplastamiento de la Comuna
Sin duda, la Comuna subestimó la amenaza que representaba Versalles, ni intentó atacar ni tampoco se preparó seriamente para su defensa. A pesar del entusiasmo de los batallones de comuneros, éstos carecían de preparación política y militar serios.
El ejército de Versalles entró en París el 21 de mayo de 1871. Los comuneros lucharon con tremendo valor y finalmente el 28 de mayo fueron derrotados. Las fuerzas de Thiers provocaron una terrible carnicería en la que murieron más de 30.000 hombres, mujeres y niños, en las semanas siguientes asesinaron aproximadamente a otras 20.000 personas.
Marx y Engels siguieron de cerca los acontecimientos de la Comuna y sacaron muchas lecciones del primer intento de construir un Estado obrero. Sus conclusiones se pueden encontrar en los escritos publicados bajo el título “La guerra civil en Francia”. Antes del 18 de marzo declararon que, debido a las circunstancias desfavorables, la toma del poder representaba “una locura desesperada”. Sin embargo, tras los acontecimientos del 18 de marzo y el inicio de la revolución, saludaron la Comuna con un entusiasmo incondicional.
(Fuente: Centro Marx.org)




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El 5 de Junio de 1967, Israel lanzó un ataque preventivo contra Egipto, Jordania, Irak y Siria. Después de acabar con las defensas aéreas de esos países, Israel ocupó Jerusalén Este, Cisjordania y la Franja de Gaza, así como los Altos del Golán sirios y la península del Sinaí egipcia. De este modo, Israel pudo hacerse con el control del 22% de la Palestina histórica que no pudo ocupar en 1948.
Unos 400.000 palestinos se unieron a los cientos de miles de refugiados desplazados de 1948, y sus pueblos y casas fueron arrasados por las fuerzas militares israelíes. En torno a la mitad de ellos se veían como desplazados por segunda vez en menos de 20 años. La limpieza étnica de Palestina por parte de Israel había comenzado (y sigue hasta el día de hoy).
El número de refugiados palestinos en los campos de refugiados habilitados por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA) en Cisjordania, Gaza, Jordania, Siria y Líbano creció rápidamente.
La Naksa viene a referirse por tanto el trágico revés sufrido en 1967 para la lucha palestina por la libertad y la autodeterminación.
¿Qué pasó después?
El éxito de Israel en la guerra fue percibido por muchos de sus ciudadanos y defensores como el cumplimiento de la promesa de Dios. La anexión por parte de Israel de un 44% del territorio reservado para un Estado palestino en el Plan de Partición de la ONU, junto al 56% del territorio ya asignado al Estado judío, supuso una nueva realidad tanto para Israel como para unos palestinos carentes de Estado.
20 años después de haber sido reconocido como un Estado independiente, Israel comenzó un proceso de ocupación militar que se convertiría en el más largo de la historia moderna, habiendo cumplido 50 años y sin visos de desaparecer. Los palestinos de los “Territorios palestinos ocupados” se vieron sometidos a una brutal ocupación militar israelí así como a estar a expensas de los ataques de colonos judíos fundamentalistas armados que consideran que la victoria de Israel fue un símbolo de Dios que les da derecho a colonizar toda la tierra de Palestina, de la que creen que les fue prometida a ellos y exclusivamente a ellos.

Para los palestinos, la combinación de la derrota árabe durante la “Guerra de los Seis Días”, los repetidos fracasos de la comunidad internacional para defender sus derechos humanos y la colonización total de Palestina por parte de Israel hizo que se produjera una reevaluación total de su situación. Habiendo sido testigos de lo inútil de confiar en terceras partes para poner fin a la humillación que llevaban sufriendo durante décadas, comenzaron a organizarse políticamente en un intento de revertir las derrotas de 1948 y poner fin a su miseria y su condición de apátridas.
En los años siguientes a la Naksa, las comunidades palestinas en los campos de refugiados y en la diáspora empezaron a organizarse entre ellas social y políticamente. Los numerosos golpes contra la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) no les detuvieron. Algunas de esas actividades sociales llevaron a finales de los años ochenta a la formación del Movimiento Islámico de Resistencia (Hamás, por su acrónimo en árabe); así como a la insurrección popular conocida como la Primera Intifada, o la obtención del reconocimiento por parte de Israel y sus aliados de la condición de ” único representante del pueblo palestino” para la OLP bajo control del partido laico Fatah. Esta fase del proceso político culminó con los Acuerdos de Oslo de 1994, que concedían a los palestinos de Cisjordania y Gaza “soluciones temporales de autogobierno”.
Fuente: www.monitordeoriente.com
Tras la derrota otomana en la I Guerra Mundial los imperialistas se apoderarían del Próximo Oriente, frustrando el proyecto, que décadas después intentaría resucitar el nacionalismo panarabista de movimientos como el naserista o el baasista, ampliándolo además al norte de África.
La bandera adjunta era la que enarboló dicha revuelta y que fue el origen de muchas de las banderas de los estado árabes actuales.




Extremadura. A committee of peasants saluting, with their fists, militians leaving to join the forces in Madrid. 1936.
El 5 de junio de 1934, aprovechando el periodo de cosecha, comenzó una huelga generañ campesina con especial incidencia en el país andaluz como respuesta a las políticas contrarreformistas del gobierno de la CEDA que desde finales de 1933 venía aprobando en materia sociolaboral agraria. Afectó a más de 700 municipio de 38 demarcaciones provinciales del Estado español, teniendo especial relevancia en Andalucía (incluídas las comarcas andaluzas de Badajoz) y el sur de Castilla. La duración de la misma fue de entre una semana, por lo general, y dos en aquellas zonas con mayor arraigo de la UGT o en las que tomó forma el Frente Único Campesino en alianza con la CNT.
Se produjeron cerca de 13 muertos y más de 200 heridos, principalmente por enfrentamientos entre huelguistas y esquiroles. Numerosos ayuntamientos fueron suprimidos y más de 7000 campesinos fueron encarcelados permaneciendo muchos de ellos hasta un mes en la cárcel.


El fracaso de Pí y Margal en su intento de gobierno federalista y de la conformación de esa artificiosa y contradictoria República Federal, española, de arriba a abajo e impuesta, que justificaba en nombre del consenso y la paz, y ante la oposición frontal del republicanismo españolista, los llamados “moderados”, partidarios del centralismo jacobino y el nacionalismo de estado español, precipitaría tras su dimisión como Presidente del Gobierno, el desencadenamiento de la Revolución Cantonalista Andaluza, que declararía el 21 de julio de 1873 la independencia del Estado Andaluz, y que sería ahogada en sangre por el republicanismo españolista a través de la actuación de un ejército contrarevolucionario al mando del General Pavía.
Vídeos para conocer más sobre la Revolución Cantonal andaluza:
- Miguel Cano (secretario de representación del Sindicato Unitario de Andalucía) ante el 145º aniversario de la declaración de independencia de Andalucía
Carlos Ríos (coordinador nacional de Nación Andaluza) ante el 145º aniversario de la declaración de independencia de Andalucía
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