Texto de la Declaración de Independencia del Estado de Palestina
En el nombre de Dios Clemente y Misericordioso
Palestina, tierra de las tres religiones monoteístas, es el lugar en el cual nació el Pueblo Árabe Palestino, donde creció, se desarrolló y sobresalió. El Pueblo Palestino jamás fue separado de su tierra, ni fueron disminuidos sus lazos integrales con Palestina. Así por este el Pueblo Palestino aseguró para sí una unión eterna, su tierra y su historia.
Con determinación a través de la historia, el Pueblo Árabe Palestino forjó su identidad nacional, alcanzando niveles jamás imaginados en su defensa frente a la invasión y a los proyectos extranjeros, los cuales intervinieron para privar a este pueblo de su independencia política. Sin embargo la unión inmortal entre Palestina y su pueblo le aseguran a la tierra su carácter y al pueblo su particularidad nacional.
Nutrido por distintas series de civilizaciones y culturas inspirado por una herencia rica en variedad y tipo, el Pueblo Árabe Palestino sumó a su estatura consolidando la unidad entre sí y su tierra patrimonial. El llamado surgió desde el Templo, la Iglesia y la Mezquita manifestando adorar al Creador, practicando la compasión y la paz, era en verdad el mensaje de Palestina. Y durante generación tras generación el Pueblo Árabe Palestino se ha entregado inclaudicablemente a la valiente batalla por la liberación y por la Patria. ¿Pues, qué otro ha significado la cadena de nuestras rebeliones populares sino la corporalización heroica de nuestra voluntad de lograr la independencia nacional? De este modo el pueblo ha sostenido en su lucha por permanecer y prevalecer.
Durante el curso de los tiempos modernos, cuando un nuevo orden fue declarado con normas y valores justos para todos, el Pueblo Árabe Palestino fue excluido de aquel destino perteneciente a todos los pueblos por una formación hostil de poderes extranjeros y locales. Una vez más se probó que la justicia sola y sin ayuda era insuficiente para guiar a la historia mundial por el sendero preferido.
Y fue el Pueblo Árabe Palestino, ya herido corporalmente, quien fuera sometido a otro tipo de ocupación sobre la cual flotaba el falso lema: “Palestina es una tierra sin pueblo”. Mientras esta noción era impuesta sobre algunos en distintas partes del mundo, en el articulo 22 del convenio de la Liga de las Naciones (1919) y el tratado de Lausana (1923), la comunidad de naciones reconocía que todos los territorios árabes incluyendo Palestina, anteriormente provincias Otomanas, debían recibir su libertad como naciones independientes.
A pesar de la injusticia histórica sufrida por el Pueblo Árabe Palestino resultando en su dispersión y en la privación de su derecho a la autodeterminación, luego de aprobada la resolución 181 (1947) de la Asamblea General de las Naciones Unidas –que partió a Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío- es esta misma resolución la que le provee al Pueblo Árabe Palestino las condiciones de legitimidad internacional asegurándole el derecho a la soberanía y a la independencia nacional.
A través de distintas etapas, se fue cumpliendo la ocupación de Palestina y porciones de otros territorios árabes por parte de las fuerzas israelíes. El objetivo de desposeer y expulsar a la mayoría de los habitantes civiles de Palestina de sus tierras ancestrales fue logrado a través de terrorismo organizado. Aquellos palestinos que lograron permanecer en su tierra sufrieron la opresión en su propia Patria, fueron perseguidos y obligados a presenciar la destrucción de su vida nacional.
Así fueron violados los principios de legitimidad internacional. Así fueron desfiguradas las resoluciones y la carta de las Naciones Unidas, pues ellas ya habían reconocido los derechos nacionales del Pueblo Árabe Palestino, incluyendo el derecho al retorno, el derecho a la independencia, el derecho de soberanía sobre territorio y patria.
Dentro y fuera de Palestina, en el exilio distante y cercano, el Pueblo Árabe Palestino jamás claudicó y nunca abandonó su convicción en su derecho al retorno y a la independencia. La ocupación, las masacres y la dispersión no lograron suprimir la conciencia palestina de identidad política, a la vez que los palestinos continuaron avanzando junto a su destino, indoblegables e imbatibles. De los largos años de creciente lucha surgió la identidad política de Palestina aún más consolidada y confirmada. Y la común voluntad nacional palestina formó para sí misma un cuerpo político, la Organización para la Liberación de Palestina-OLP, su única y legítima representante, reconocida por toda comunidad mundial, como así también por instituciones regionales e internacionales. Afirmada sobre la roca de la convicción del Pueblo Árabe Palestino en sus derechos inalienables y sobre el predio del consenso árabe y la legitimidad internacional, la Organización para la Liberación de Palestina-OLP, lideró las campañas de su gran pueblo, moldeando su esfuerzo hacia un propósito unido y poderoso, uno e indivisible en los triunfos como así también durante los cercos y las masacres sufridas dentro y fuera de la Patria. Y es así como la Resistencia Palestina fue calificada y llevada a la cumbre del conocimiento árabe mundial, mientras que la lucha del Pueblo Árabe Palestino alcanzaba una primordial importancia entre los distintos movimientos de liberación en el mundo.
Este masivo levantamiento nacional, la Intifada, que hoy intensifica su poder y enfoque acumulativo sobre los territorios palestinos ocupados, como así también la inquebrantable resistencia en los campos de refugiados en el exterior de la Patria, han amplificado el nivel de concientización sobre el derecho y la verdad palestina, llegando a dominios aún más elevados de compresión y actualidad. Hoy al fin cae la cortina sobre la época de privaciones y engaños. La Intifada ha sitiado la mentalidad del Israel oficial, que por mucho tiempo se ha apoyado exclusivamente sobre el mito y el terror para mellar la existencia palestina. Como resultado de la Intifada y a causa de su irreversible impulso revolucionario la historia de Palestina ha llegado a esta coyuntura decisiva.
Así es que el Pueblo Árabe Palestino reafirma definitivamente sus derechos inalienables en la tierra de su patrimonio:
-Hoy por virtud de los derechos naturales, y del ejercicio de esos derechos, derechos legales e históricos y del sacrificio de generaciones sucesivas que se brindaron en aras de la libertad y la independencia de su Patria.
-De acuerdo con las resoluciones adoptadas por la Conferencia de la Cumbre Árabe y apoyándonos en la autoridad otorgada por la legitimidad internacional incorporada a las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas desde 1947.
-Y en ejercicio del derecho del Pueblo Árabe Palestino a la autodeterminación, a la independencia política, a la independencia política y a la soberanía sobre su territorio.
-El Consejo Nacional Palestino en el nombre de Dios y en el nombre del Pueblo Árabe Palestino, proclama el establecimiento del Estado de Palestina sobre nuestro territorio Palestino con su capital en Jerusalem (Al Quds Ash Sharif).
El Estado de Palestina es el Estado de los palestinos donde quiera que ellos se encuentran. El Estado es suyo para ser disfrutado dentro de la identidad cultural y nacional colectiva, es suyo para que en él construyan la completa igualdad de derechos. En él serán salvaguardadas sus convicciones políticas y religiosas y su dignidad humana a través de un sistema de gobierno democrático parlamentario, basado en la libertad de formar partidos. Los derechos de las minorías serán respetadas por la mayoría como asimismo las minorías respetarán las decisiones de la mayoría. El gobierno se basará sobre los principios de justicia social, igualdad y la no-discriminación en derechos públicos –para hombres o mujeres- sobre fundamentos de raza, religión color o sexo, bajo la égida de una constitución que asegure el reino de la ley y un sistema judicial independiente. Así es que estos principios no permiten desvíos de la antigua herencia espiritual y civilizadora de tolerancia y coexistencia religiosa.
El Estado de Palestina es un estado árabe, una parte integral e indivisible de la nación árabe, una sola junto a esa nación en herencia y civilización, junto a ella también es una sola en su aspiración a la liberación, el progreso, la democracia y la unidad. El Estado de Palestina afirma su obligación de regirse por la carta de la Liga de los Estados Árabes. El Estado de Palestina hace un llamado a los compatriotas árabes para que ayuden a consolidar y acrecentar el surgimiento de nuestro Estado a la realidad, para que movilicen potenciales e intensifiquen esfuerzos con la meta de poner fin ala ocupación israelí.
El Estado de Palestina proclama su compromiso frente a los principios y propósitos de las Naciones Unidas, y a la declaración universal de los Derechos Humanos. Proclama además su compromiso con los principios y políticas del Movimiento de los No-Alineados.
Asimismo anuncia ser un Estado amante de la paz, adherido a los principios de la coexistencia de paz. Estrechará filas con todos los Estados y pueblos con el objetivo de asegurar una paz permanente basada en la justicia y el respeto hacia los derechos ajenos para que el potencial por el bienestar de la humanidad esté asegurado, para que se establezca y mantenga una búsqueda por lograr la excelencia, en la cual la fe en el futuro hará desaparecer el miedo en aquellos que son justos y para quienes la justicia es el único recurso.
En el contexto de su lucha por la paz en la tierra del amor y de la paz, el Estado de Palestina llama a las Naciones Unidas pidiendo se arrogue una responsabilidad especial hacia el Pueblo Árabe Palestino y su Patria. Hace un llamado a todos los pueblos y estados amantes de la paz y la libertad pidiendo se le asista en el logro de sus objetivos, proveerle seguridad, aliviar la tragedia de su pueblo, y ayudarle a poner fin a la ocupación de Israel sobre los territorios palestinos.
El Estado de Palestina declara que cree en la solución de los conflictos regionales e internacionales a través de medios pacíficos según la carta y las resoluciones de la Naciones Unidas. Sin que ello perjudique su derecho natural a defender su independencia política o su integridad territorial; por lo tanto rechaza las amenazas o utilización de la fuerza, la violencia y el terrorismo en contra de su independencia política o integridad territorial, como también se rechaza su utilización contra la integridad territorial de otros Estados.
Por lo tanto en este día, distintos a todos los demás, 15 de noviembre de 1988, mientras permanecemos de pie frente al umbral de un nuevo amanecer, humildemente inclinamos nuestros rostros en honor a los sagrados espíritus de nuestros caídos, palestinos y árabes, a la pureza de aquellos que se sacrificaron por la Patria iluminando nuestro cielo y dándole vida a nuestra tierra. Nuestros corazones están elevados e irradiados por la luz de la sagrada Intifada, de aquellos que han resistido y combatido en las luchas de los campamentos, en la diáspora, en el exilio, de aquellos que han alzado el estandarte de la liberación, de nuestra niñez, nuestra ancianidad, nuestra juventud, nuestros heridos, nuestros encarcelados y detenidos, de todos aquellos que confirmaron sus lazos con nuestra sagrada tierra en los campamentos, las aldeas y ciudades. Expresamos un especial tributo a nuestras valientes mujeres palestinas, ellas son las que guardan y sostienen la vida, ellas son quienes guardan la llama eterna de nuestro pueblo. Expresamos nuestro juramento a las almas de todos nuestros Mártires, a la totalidad de nuestro Pueblo Árabe Palestino, a todos los pueblos libres y honorables en todas las partes: Juramos que nuestra lucha continuará hasta terminar con la ocupación y hasta fortificar la fundamentación de nuestra soberanía e independencia.
Por lo tanto, llamamos a nuestro gran pueblo a reunirse alrededor de la Bandera de Palestina, a defenderla y cuidarla, para que aquí sea eternamente el símbolo de nuestra libertad y dignidad en esa Patria, que es la Patria de los libres, por ahora y por siempre.
“Di: Oh Dios, El Amo del Reino,
Tu das el Reino a quien quieras,
Tu quitas el Reino a quien quieres,
Tu exaltas quien quieres y
Tu humillas a quien quieres.
En tu mano está lo que es bueno,
Tú eres el omnipotente por sobre todo”
(Corán Sura 3, Aleya 26)
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