Se produce el mayor terremoto de la península Ibérica, con epicentro en la Alpujarra
El 22 de septiembre de 1522, la península Ibérica sufrió el peor terremoto de su historia. Y su epicentro fue Instinción, en plena comarca de la Alpujarra (Andalucía). Tuvo una intensidad de 10 puntos, la más devastadora. Su efecto fue asolador. Cambió la fisionomía de la ciudad de Almería, secó fuentes naturales y se extendió hasta Granada, causando daños hasta en la Alhambra.
El terremoto tuvo una magnitud de 6,8 grados y una intensidad de 10 puntos, la máxima que existe. Pero su efecto destructor tiene que ver con su profundidad, a un kilómetro escaso de la superficie.
La energía del seísmo se sintió hasta en Granada, provocando daños en la Alhambra (sus torres se cuartearon y el sepulcro de los Reyes Católicos tampoco escapó de la ruina) y actuó con gran virulencia en las comarcas del Andarax y el Nacimiento. Secó fuente Vacares, situada entre Mondújar y Huéchar. Dejó sin agua el manantial de Alhama de Almería al hundirse la fuente (de ahí el nombre de Alhama la seca). Pero la peor parte se la llevó la capital, que quedó prácticamente destrozada. La mayoría de sus viviendas se vinieron abajo y, con ellas, la vida de casi dos mil personas, en su mayoría niños y mujeres, que no pudieron escapar al primer movimiento de tierra. “Los temblores duraron desde la diez de la mañana hasta las diez de la noche”, quedaba recogido en las cartas de Don Martín de Salinas, embajador del infante Don Fernando.
Fue el fin de la Almería de construcción y arquitectura musulmana y el inicio de la moderna, ya que hubo que rediseñar la forma en la que estaba estructurada la ciudad. Hasta entonces, el núcleo de la ciudad se extendía en calle La Reina y, al Oeste, en el final de la calle Las Tiendas (aljibes árabes y Puerta de Pechina (luego Puerta Purchena).
La fuerza destructora del seísmo echó abajo la inmensa mayoría de las casas de la Almedina, dañó salvajemente la catedral (que hubo de ser reformada), derribó gran parte de la fortaleza de la Alcazaba, tumbó las Casas Consistoriales que se encontraban al comienzo de la calle Real de la Almedina -tras la conquista de Almería por los Reyes Católicos-, según explica el historiador Antonio Sevillano. Estas se trasladaron a actual plaza de la Constitución (Plaza Vieja) dando lugar al Ayuntamiento que se erige actualmente.
De la misma forma, la principal mezquita andalusí hasta el siglo XVI ubicada entonces en el solar de la hoy iglesia de san Juan-, y sacralizada como catedral cristiana, se vio también afectada con daños hasta en sus cimientos. Solo se mantuvo el muro de la quibla donde se halla el mihrab. La disyuntiva planteada al obispo Diego Fernández de Villalán era la de rehacerla sobre sus cenizas o construir otra de nueva planta. Optó por lo segundo. Los habitantes de Almería afectados por la tragedia se vieron forzados a ocupar las zonas aledañas a la Alcazaba y el arrabal de la Musalla, exterior a la muralla que bajaba por la actual calle La Reina; hasta entonces despoblada con la excepción del convento de Las Puras y poco más – como únicas alternativas de expansión urbana al Este.
Los escasos lienzos de murallas de la Alcazaba-fortaleza que quedaron aguantaron las embestidas se cuartearon y hubo de reedificarlos, junto a los desaparecidos. “La fisonomía de la ciudad sufrió una brusca y absoluta transformación urbana. Puede afirmarse que como consecuencia de las violentas sacudidas tuvo que alzarse una nueva, la que conocemos extendida de La Almedina el Paseo”, describe Sevillano.
El 24 de octubre, tal y como narra José Antonio Tapia Garrido en su libro ‘Almería, piedra a piedra’, se reunieron en el cabildo los canónigos Sancho Ortega, Nanclares, Soto, Rebollo y Hernán Pérez con el deán Francisco Ortega, acordando que este fuera a la Corte para pedir ayuda con el fin de reedificar la catedral de Almería, logrando cinco reales de viático cada día. Reinando Carlos I, la Corona de Castilla libró fondos que resultaron ser insuficientes y las obras nunca fueron satisfactorias.
Diversos escritos cuentan que el terremoto provocó un tsunami y que parte de la capital fue sumergida bajo las aguas, aunque no existe certeza absoluta de este hecho y no consta como verídico.
Fuente: Diario de Almería.
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