Estrategias de la derecha peruana para derrocar a Pedro Castillo
El gobierno, con apenas un mes de gestión, está en la mira de los sectores de la ultraderecha que, por todos los medios, intentan desestabilizarlo.
La situación política e institucional en Perú es por demás de frágil. Aunque el presidente y líder campesino Pedro Castillo fue designado al frente del Ejecutivo, desde los sectores de derecha (que tienen mayoría en el Parlamento), los grandes medios de comunicación y los poderosos empresarios del país, están decididos a que el gobierno electo por una mínima mayoría no llegue a buen puerto.
El próximo jueves, el gabinete ministerial deberá comparecer ante el pleno del Congreso para recibir la ratificación en el nombramiento de los y las ministras. Pero antes de que esto suceda, la arremetida derechista forzó la renuncia del canciller designado, Héctor Béjar, un reconocido dirigente de la izquierda peruana. Béjar puso en palabras algo que cruza no solo a Perú, sino a todo el continente latinoamericano: la complicidad de las fuerzas armadas en el terrorismo de Estado. En este caso, el ahora malogrado canciller había dicho el 15 de agosto, en un programa televisivo y antes de asumir el cargo, que “el terrorismo en el Perú lo inició la Marina y eso se puede demostrar históricamente”. En apenas unos días, Béjar fue demonizado y, bajo la presión de la Marina de Guerra, tuvo que presentar su renuncia.
Ante este panorama, el domingo pasado, la Articulación Continental de Movimientos Sociales y Populares hacia el ALBA (ALBA Movimientos) difundió una declaración en la que alertó sobre “un golpe de Estado en marcha” en Perú. Desde la plataforma, aseguraron que esta estrategia golpista comenzó “el mismo día de la victoria” de Castillo.
En el comunicado, también remarcaron que la derecha del país desconoce “a las mayorías populares”, además de puntualizar que los planes desestabilizadores tienen “como centro el Congreso, dominado por las derechas, que ha presentado el ‘récord Guinness’ de 19 mociones para cuestionar a siete ministros en apenas 15 días de gobierno”.
En diálogo con La tinta, José Carlos Llerena, miembro de la Coordinación Política de ALBA Movimientos, sintetizó que la derecha peruana “ofrece golpe y desestabilización”. Desde Perú, el referente social explicó los planes desestabilizadores no comenzaron con la proclamación de Castillo como mandatario, sino con anterioridad. Como ejemplo, recordó el sábado 5 de junio, un día antes de la segunda vuelta electoral, “los bancos y centros comerciales de los principales grupos empresariales, que son de las familias de la oligarquía peruana que dominan los distintos estamentos del Estado peruano desde hace más de 200 años, desplegaron una estrategia de terrorismo mediático y económico, poniendo maderas en los vidrios de esos lugares, porque decían que al día siguiente de las elecciones iba a haber un estallido social, saqueos”.
Para Llerena, la derecha de Perú impulsa “distintos tipos de tácticas golpistas”. La primera fueron los intentos de invalidar los resultados del balotaje, plan “gestionado por el fujimorismo” con el apoyo “de los principales estudios de abogados de Lima”. Con “argucias legales, intentaron invalidar el voto de millones de peruanos y peruanas de las distintas regiones del país, donde Pedro Castillo tiene mucha aceptación y opinión favorable, como lo son justamente los territorios donde están nuestros pueblos originarios”, señaló Llerena.
En paralelo, según el análisis del integrante de ALBA Movimientos, “se dieron algunas tentativas de que las Fuerzas Armadas intervengan”, a pesar de que la Constitución prohíbe a las fuerzas castrenses intervenir en la política institucional.
Seguido a esto, “se comenzó a fabricar, y hasta el día de hoy lo vemos en ciernes y activo, un flanco de ataque de un golpe parlamentario”. Aunque Perú Libre tiene la mayoría de congresistas, los partidos de derecha, en total, tienen el control del Poder Legislativo. Este escenario se complejiza por el hecho de que el país “viene de una crisis política profunda desde 2017, donde las tensiones entre los poderes Legislativo y Ejecutivo han sido trascendentales para la coyuntura nacional”, indicó Llerena.
“Por ejemplo, la oligarquía tiene la dirección del Parlamento y de las principales comisiones del Congreso, como la Constitucional, que es fundamental, porque la principal propuesta de Castillo, y que serviría para aliviar y darle una solución a esta convergencia de crisis que padece el país, es la Asamblea Constituyente”, ejemplificó el activista.
Llerena detalló que otra de las tácticas es el “terrorismo mediático”, algo por demás de conocido en América Latina. Los medios concentrados, propiedad de las grandes familias peruanas, “adjudican cualquier mala noticia, o aparentemente perjudicial para la gente, con el gobierno de Pedro Castillo”. Como ejemplo, señaló que aumento del precio del dólar o del petróleo, hechos que dependen “de factores internacionales, pero en los medios se lo liga al gobierno”. A esto, se suma, según Llerena, el “terrorismo económico”. En otro ejemplo, el referente social contó que Alicorp, un conglomerado de las principales empresas del país que dependen del poderoso Grupo Romero y que concentra la distribución de aceite y de productos de primera necesidad, subió “de forma unilateral sus precios para que esto genere desazón y zozobra en la gente, y se lo adjudican, nuevamente, al gobierno de Pedro Castillo”.
Al referirse a la renuncia forzada de Héctor Béjar como titular de la Cancillería, Llerena expresó que lo sucedido demuestra que “la oligarquía peruana no solo apela a tácticas golpistas no convencionales, sino que también opta por las convencionales, las que ya conocemos desde la década de 1970, como son los golpes militares propiamente dicho”. “La renuncia de Béjar se dio por amenazas directas de la Marina de Guerra de Perú junto a las oligarquías que aprietan al gobierno, a partir de unas declaraciones antiguas, y que están totalmente respaldadas académica e historiográficamente –aseguró-. A partir de ese caso manoseado, sacado de contexto, la Marina de Guerra saca a este ministro, que no es solo un canciller, con toda la relevancia geopolítica que el puesto tiene, sino que la exclusión de Béjar es una manifestación del camino hacia la vacancia presidencial que se quiere emprender contra Castillo”.
A menos de un mes iniciado el gobierno, el presidente Castillo y sus votantes ya sufren las embestidas de una derecha que se desespera ante las propuestas de redistribución de la riqueza, inclusión social y restructuración fiscal del maestro de escuela rural. “La actitud de los votantes de Castillo es de indignación y de denuncia –manifestó Llerena-. Por eso, este jueves, va a haber una marcha masiva, que seguramente supere a las marchas marginales de la derecha, que siguen el relato de otras derechas, como la argentina, de salir a protestar por el reinicio de clases a pesar de estar en pandemia y que Perú es el país con la mayor tasa de letalidad por la COVID-19 a nivel mundial”.
Para el integrante de ALBA Movimientos, se espera una “gran movilización a nivel nacional, que no se reduce a Lima y que no se reduce tampoco a la izquierda, sino que van a participar los sectores plebeyos, subalternos, que ven en el proyecto de Pedro Castillo las oportunidades para que, luego de 200 años, Perú se gobierne para los peruanos, por los peruanos y con los peruanos”
—¿Qué peligros reales existen de una desestabilización por parte de las Fuerzas Armadas?
—El peligro es real. En Perú, se están disputando los privilegios de unas cuantas familias, que hace 200 años dominan en base a la explotación del hombre por el hombre, y de la naturaleza también, para saciar su apetito acumulador infinito. Frente a esto, hay un proyecto popular que busca poner en primer lugar a los peruanos. De ahí viene la consigna de la campaña “No más pobres en un país rico”. Dado el carácter popular y la firmeza del proyecto político que representa Pedro Castillo y Perú Libre, liderado por el médico Vladimir Cerrón, estamos en una guerra. Y las elecciones fueron una evidencia de eso. La crisis y la polarización -dicho de otra manera: la lucha de clases- es un escenario que está en función de la crisis estructural que padecemos.
—En la actualidad, ¿qué poder tiene el fujimorismo?
—Ha perdido poder. Es la tercera elección que Keiko Fujimori pierde, a pesar de tener todo a favor. En esta elección, fue muy grosero el favoritismo que tuvo Fujimori, pero no pudo vencer a la propuesta de Castillo. Eso se evidencia cuando las voces que se están levantando y construyendo el escenario para un golpe, como ya lo hemos visto en América Latina, vienen más desde el lado de nuevos actores políticos. Los grupos de poder y el imperialismo norteamericano sienten que el fujimorismo ya no da para más. Ahora se están replegando hacia estas nuevas reconfiguraciones de derecha ultraconservadora y ultraneoliberal, como la de Jair Bolsonaro en Brasil, como la de Luis Fernando Camacho en Bolivia. Todavía les falta acumular fuerza en la calle o constituir de manera más firme un proyecto político, pero están en eso.
El fujimorismo tampoco va a dejarse desplazar fácilmente, porque no solo tienen como meta evidente continuar en el poder, sino que muchos de sus referentes y líderes, como la propia Keiko, están inmersos en casos judiciales por corrupción. Si no logran consolidar el poder o son desplazados por un gobierno como el de Castillo, la justicia les va a llegar y los va a condenar a prisión, que es lo que corresponde. Hoy por hoy, los grupos fácticos están en búsqueda de ese proyecto político, pero igual siguen avanzando para desestabilizar. Porque si bien la crisis política también afectó a la derecha y generó distintas facciones y divisiones, en la estrategia de desestabilizar al gobierno, lograron cierta unidad. La cuestión es ver, en el caso eventual de dar un golpe y derrocar el gobierno de Castillo, cómo van a hacer esas derechas para ponerse de acuerdo en quién gobierna. En eso, todavía no hay claridad de un proyecto y eso lo pudimos ver en el caso boliviano.
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