Comunicado del Sindicato Unitario de Andalucía: POLITIZANDO LA HUELGA FEMINISTA. Viva la lucha de las mujeres que luchan.

Son ya 108 años del 8 de Marzo como día mundial de la mujer trabajadora por acuerdo aprobado por el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas a propuesta de la comunista alemana Clara Zetkin.

Tal propuesta se realizó como acto de solidaridad con la delegación norteamericana que ya había celebrado en marzo un día de la Mujer trabajadora, en conmemoración de la huelga que las trabajadoras del textil protagonizaron en 1910 en respuesta a las condiciones laborales denigrantes que sufrían todos los trabajadores y trabajadoras del textil.

Últimamente, este día se ha hecho especialmente visible en las sociedades occidentales con mayor claridad, pero sigue siendo un día más sin posibilidad de rememorar nada entre los hombres y las mujeres de los países más explotados del planeta, salvo que pongan en peligro sus vidas, tal y como las expusieron aquellas trabajadoras norteamericanas.

No entendemos muy bien con que intenciones, desde que este día va teniendo mayor repercusión, al menos como dijimos antes entre las poblaciones occidentales, este se va deteriorando en cuanto a un mensaje de igualdad entre clases por una especie de pelea entre géneros, que lleva por un lado a incrementar el número de titulares en los periódicos y horas en los informativos y por otro a vaciarlo de contenido reivindicativo de derechos laborales como clase en el sentido de centrarse en el último peldaño de la explotación.

Se ha añadido un lenguaje dulcificador de tal discriminación. Así aparecen palabras como el “techo de cristal” en referencia a la casi imposibilidad de que una mujer ocupe cargos de responsabilidad en grandes empresas o en instituciones públicas. Este techo de cristal como discriminación de la mujer que existe y no podemos negarlo, es el mismo techo de cristal que sufre y padece la clase obrera en su conjunto.

¿Que coincidencia puede existir entre Ana Botín o Susana Díaz? Podríamos señalarlas como mujeres que han superado ese techo de cristal, una en la empresa privada y otra en instituciones públicas. Podríamos compararlas a Amancio Ortega o Juan Manuel Moreno Bonilla, serían ejemplos de superación de ese techo de cristal como hombres, uno en la empresa privada y otro en las instituciones públicas. Se podría hablar de igualdad en cuanto a géneros, en cuanto a condiciones laborales o aspiraciones políticas.

Pero donde está el verdadero techo, no de cristal, más bien de hormigón armado o de acero, es en cuanto a que ningún o ninguna miembro o de la clase trabajadora va a poder nunca ocupar un cargo público o como presidenta de un Consejo de Administración actuando como clase, sin ceñirse a las ordenes y mandatos que se les impongan desde los famosos mercados, sin cumplir a rajatabla con los designios de que para que el chiringuito siga funcionando es condición sine qua non que siga existiendo la explotación de unas personas por otras. La discriminación de la mujer por su condición no es un hecho aislado, es una contingencia más dentro de la discriminación de clase.

El luchar contra ese techo de acero es declararse antisistema, porque si solo se aspira a romper ese techo para ocuparlo, pero sin cambiar las condiciones de explotación de una clase sobre otra, no nos puede hacer sentirnos libres ni haber conseguido el objetivo final.

Si siguen intentando centrar nuestra lucha en que esos puestos de explotación sean ocupados por mujeres y por hombres en un reparto de un 50 %, estaremos fracasando en la verdadera lucha, que debe ser anticapitalista, con todo lo que ello conlleva de lucha antipatriarcal, inhumana y de explotación de seres humanos y recursos del planeta con el único fin de acumular riqueza por acumular.

Por eso la defensa del feminismo, es la defensa de la clase obrera, sin discriminación entre personas. La revolución será feminista o no será, como la lucha feminista o es anticapitalista o no será. El capitalismo, que discrimina entre clases, que necesita de una clase explotada para la acumulación de riquezas entre una exclusiva élite explotadora, el capitalismo es patriarcal, es machista, pero sobretodo es inhumano y dañino con el planeta y el resto de seres vivos que lo componen.

Desde Marx y Engels tenemos conciencia de que la aparición en la Historia del Patriarcado va de la mano de la aparición de la propiedad privada, de la aparición de las élites que se apropian del trabajo ajeno. Convirtiéndose la mujer desde ese momento en reproductora de herederos, de mano de obra o en objeto de intercambio patrimonial.

Ser anticapitalista es mostrarse contrario ante todas las injusticias que trae consigo el funcionamiento y la perpetuación de todo sistema de explotación de unos seres humanos sobre otros.

En este sentido politizado que no electoralista, desde el Sindicato Unitario venimos celebrando todos los años el día de la mujer trabajadora. Estos dos últimos también apoyando la Huelga Feminista que convocan las asociaciones feministas.

Por la igualdad y la justicia social,
Viva la lucha de las mujeres que luchan.

Sindicato Unitario de Andalucía.

7 de marzo 2019

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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