Colombia. Antonio García, 2º comandante del ELN: “Quizá no sea el tiempo de negociar, o no ha llegado el gobierno que de verdad quiera y pueda”
La paz, ese viejo sueño de la humanidad encuentra en Colombia un amplio territorio de anhelos, así como un mar de promesas, intentos de negociarla, logros parciales y fracasos. Desde cuando en 1984 el gobierno del entonces presidente Belisario Betancur abrió la fase que aún no llega a su fin de paz negociada con las guerrillas revolucionarias, múltiples diálogos y Mesas para darle curso se han llevado a cabo e instalado por los gobiernos que desde entonces ha conocido el país. De tales episodios brotaron, en una primera fase, firmas de paz entre las guerrillas con una columna vertebral urbana y el establecimiento, y en la segunda, la recién concretada firma con las FARC, de arraigada raíz campesina.
En esos años, que ya suman 34, el Ejército de Liberación Nacional ELN ha tenido asiendo en varias mesas bilaterales, frente a frente con el gobierno nacional en Costa Rica, México, Caracas, La Habana (vez anterior)…, todas ellas truncas. En todas y cada una de estas ocasiones participó, en una u otra de sus fases, Antonio García, segundo comandante al mando de esta guerrilla, y con quien este periódico sostuvo una entrevista vía electrónica en procura de respuestas ante un conjunto de interrogantes que hoy acompañan a los líderes sociales, políticos, periodistas, de Colombia y otros países de la región y del mundo.
En ese ciclo de paz lograda con diversos grupos guerrilleros e intentos de diálogo abortados con otras, el pasado 30 de marzo de 2016 un nuevo intento fue oficializado entre esta veterana agrupación guerrillera y el gobierno nacional. Transcurridos dos años largos, con una agenda de 5 puntos concertada entre las partes, y luego de cuatro ciclos en Quito-Ecuador- la Mesa que debió ser trasladada a La Habana, no solo cojea sino que está sufriendo el corte de sus patas. La razón: las reglas del juego cambiaron: Ahora, a pesar de sus avances, los aspectos acordados no tienen peso alguno. Así parece desprenderse de lo dicho una y otra vez por el presidente Duque: “Si quieren hablar de paz estamos listos, pero si y solo si le ponen fin a todas las actividades criminales y liberan todos los secuestrados”.
Al respecto, Antonio García subraya que “esa declaración, desconoce que hubo un acuerdo de agenda, de orden temático y un orden de discusión con el anterior gobierno y dicho acuerdo debe respetarse”. Afirmación que este mando guerrillero no deja solo ahí. Puntualiza que el actual Gobierno “[…] desconoce que el ELN es una organización alzada en armas y que en esta condición no acepta el sometimiento al Estado […] No somos una organización sometida a su normatividad, no hemos hecho ese acuerdo, al menos no está en la agenda. El derecho a la rebelión nos confiere la potestad para romper los monopolios atribuidos al Estado según el Tratado de Westfalia”(1).
Desde la campaña presidencial estaba casi seguro que de ser elegido como presidente, Duque no le daría continuidad a la negociación con ustedes, le escribimos a nuestro entrevistado, de lo cual podría inferirse que lo expresado ahora por el Presidente es una forma ‘disimulada’ de enfriar la negociación y descargar en la contraparte el costo político de romper la mesa, ¿que piensa de eso?
García retoma cuáles fueron los términos acordados con el gobierno Santos: “Tres condiciones fueron las que nos puso: que las conversaciones fueran en el exterior, directas y secretas en la fase exploratoria, y en medio de la confrontación militar. El ELN no compartía algunas de ellas, pero se aceptaron, pues eran condiciones de tiempo, espacio y operacionales mas no referidas a la naturaleza de nuestra organización”.
Así las cosas, para el ELN, el Gobierno no es caballero en la Mesa. García amplía su opinión, “el asunto no es la Mesa, que está siempre ahí, o en cualquier lugar. El lío es quiénes se sienten en ella. El ELN está sentado y no ha dicho que vaya a romperla, además ha cumplido siempre. La delegación de Duque no asiste a las conversaciones. Eso lo pueden adornar como quieran o pueden vociferar cuanto quieran, pero es tan evidente que no requiere de explicaciones. Como presidente, Duque renuncia a continuar una responsabilidad de Estado y honrar los acuerdos del gobierno anterior(2). Mal precedente, ¿quién se atreverá a firmar acuerdos con futuros gobiernos? Y de nuestra parte, pregunto:¿En qué ha incumplido el ELN?
Esta respuesta nos lleva a insistir en un interrogante anterior: parece que Duque no quiere asumir el costo de levantarse de la Mesa, ustedes tampoco, ¿cómo van a asumir ese tiempo de espera?¿Consideran que tal paréntesis irá en contra del gobierno?
Tratado el tema antes, encontramos que nuestro interlocutor mantiene interés en retomarlo: “Sería mezquino responder que queremos que sea el Presidente quien pague un costo político. No nos interesa eso. Es la sociedad en su conjunto quien resulta afectada. Nos interesa la paz de Colombia que traiga justicia, felicidad y equidad para las actuales y futuras generaciones. Lo cierto es que el actual y el anterior gobierno no están en condiciones de negociar, de establecer acuerdos que puedan cumplir. Como dice Trump sin tantas vueltas: ‘sí ganamos los ricos, ¿para qué negociar?’”
Y continúa en la misma letra: “Quizá no sea el tiempo de negociar, o como dice el sentido común: no ha llegado el gobierno que de verdad quiera y pueda. Pues son recurrentes las negociaciones y acuerdos incumplidos por los gobiernos a todas las protestas y conflictos sociales. Los gobiernos no pueden seguir mamando gallo”.
La respuesta, con tantos bemoles, nos deja dubitativos pues podemos pensar que esta guerrilla está de verdad dispuesta a una paz negociada, pero también a un alargue del conflicto armado por el tiempo que sea. El ciclo de las negociaciones de paz en Colombia seguirá abierto por mucho más tiempo, pensamos. Una perspectiva del conflicto armado, en cuyas escaramuzas, maniobras distracciones y golpes de opinión es determinante el aspecto militar, pero así mismo la geopolítica, la misma que, con la caída del Muro de Berlin en 1989, condujo a las insurgencias urbanas a pensar que su escenario estaba cerrado y que era la hora de buscar una paz dialogada. Por eso, es una inquietud muy repetida: ¿De qué manera influye en el estado actual de la Mesa y en sus orientaciones como Comandante con la máxima responsabilidad militar, la situación internacional y, en particular, la de América Latina, o es que la Mesa expresa simplemente el deseo de derrota militar que no oculta un sector de quienes dominan en Colombia?
En el otro lado de la red, de un lugar tal vez lejano, en el monte o en la ciudad, cercano o lejos de una frontera, llega escrito. “El tiempo lleva implícito unas circunstancias, una realidad y muy seguramente el contexto internacional tiene una incidencia, pero lo esencial está en nuestro país. Por ejemplo, hay falta de consenso en la clase dominante, pues para unos la negociación debe hacerse como remate de un triunfo militar; para otros como parte de una victoria en curso, y de otros que consideran que para superar la confrontación militar se requiere la vía política, que contemple cambios en muchos órdenes, que no se trata sólo del silenciamiento de los fusiles”.
Suponemos que en este momento, posiblemente hizo una pausa o escuchó una noticia en radio como acostumbran los guerrilleros. “Hace unos días volví a leer una entrevista con María Alejandra Villamizar en 2005, ahí encontramos las mismas exigencias que hoy nos hace Duque, pero colocadas por Uribe; no es una coincidencia. A parte de lo anterior, y lo más grave es que se asume como política de Estado, que al no haber consensos en los sectores de la clase dominante, no en los poderes del Estado, cualquier acuerdo debe someterse a sucesivas negociaciones que terminan triturando cualquier acuerdo, eso aconteció y sigue aconteciendo con el acuerdo con las FARC, sin desconocer que ellos cometieron errores en su forma de negociar, aunque también en los contenidos de la negociación expresan su visión, una negociación más centrada en ellos mismos”.
En lo concerniente con la paz, el presidente Duque obra apegado al relato opositor del Centro Democrático y su discurso tras el resultado del Referendo, que acusa a Santos de “burlarse y dar un golpe de Estado” a la victoria del No. Por tanto, a la Mesa le está tocando el barro y un lapso de dificultades más grandes que las normales de una negociación. En este marco, es primordial saber si con el propósito de no cerrar el diálogo, ¿el ELN estará listo a recomenzar de cero. Está dispuesto a aceptar que ante un nuevo gobierno y su ventaja, el paso sea definir una nueva agenda que guíe la negociación? Pronto, en el buzón de entrada nos llegó un mensaje electrónico. “El que no quiere negociar no es el ELN, ni hemos amenazado con cerrar nada, solo se trata de continuar en los puntos que se acordaron. Hay un problema de fondo, es la manera cómo los gobiernos hacen sus empalmes, en cómo le dan continuidad como Estado a los asuntos que son de orden constitucional como es el asunto de la paz. Si el problema es de este orden, es pertinente que haya una política de Estado clara, al igual que los roles para las delegaciones de los gobiernos, pues se requiere saber con quien se negocia, si es con el poder ejecutivo, con el legislativo, con el judicial o con el militar; o si es con un empleado, a quien le interesa más el salario que el futuro del país”
Negociación versus sometimiento
El tiempo, en medio de las matrices de opinión existentes acerca de la insurgencia, corre a favor del gobierno, ¿qué va ha hacer? ¿Van a esperar indefinidamente? ¿En esta circunstancia, no tendrían que replantear el diseño estratégico? En ese caso, ¿en cuáles aspectos en cuál mínimo pondrían el énfasis? Es notorio que nuestro entrevistado piensa más en el país como conjunto y no en nosotros, como sus entrevistadores. Su respuesta más que un sí o un no es una explicación: “Nosotros acordamos una Agenda, un orden temático, que se anunció con toda formalidad. Todo mundo la conoció el 30 de marzo de 2016. ¿Por qué nosotros debemos cambiar un acuerdo que hicimos con el gobierno anterior? Ese es un asunto de Estado. Y la paz no es un juego. ¿Por qué nosotros tenemos que resolver un problema del establecimiento?”.
Y sigue de inmediato. “Si quieren usar el tiempo como presión, lo pueden seguir haciendo, en eso perdemos todos, pero aceptar imposiciones no va con nosotros. Corresponde que Duque envíe su delegación a la Mesa y ahí, con mucho gusto, se conversan las cosas. Ahí, lo que sea razonable y en el marco del respeto que somos una organización rebelde alzada en armas, se examinará con igual respeto y consideración. Nuestra delegación tiene la orientación de mantenerse en la Mesa”.
Retomando las consideraciones que recalcan y difunden una y otra vez los medios de comunicación, preguntamos: en una perspectiva o viraje, de recomenzar, ¿estarían dispuestos a ofrecer un cese unilateral de fuego, incluyendo lo que el gobierno llama devolución de secuestrados? Con énfasis, dando por sentado que el ELN constituye otro Estado, ya sea en formación o ejerciendo en territorios pequeños o delimitados dentro del Estado que es conocido como Colombia, el segundo al mando del ELN escribe: “Los gobiernos son caprichosos. Santos dijo que la negociación debía ser en medio de la confrontación militar. Luego, se le ocurrió que debía ser como a él se le antojara”.
“El principio elemental de una negociación es que se habla sobre lo que las dos partes acuerdan, y no lo que una sola quiera. Es así de sencillo”
En este punto, García precisa el procedimiento en una conversación para dar fin a las hostilidades. “El principio elemental de una negociación es que se habla sobre lo que las dos partes acuerdan, y no lo que una sola quiera. Es así de sencillo”. Un sencillo que en hechos no resulta así. “Siendo francos, a costa de que el ELN debe hacer lo que el gobierno quiere, pues si a nosotros se nos antojara exigir otro tanto, estaríamos con el mismo derecho. Si aceptáramos las imposiciones del gobierno no estaríamos en una negociación, sino en un proceso que se llama sometimiento. Nosotros no estamos para eso. Si hablamos de reciprocidad podríamos considerar el asunto”. Y quien está al otro lado de la red recuerda una vez más que, “hemos hecho gestos puntuales, la mayoría sin reciprocidad del gobierno, por eso los gobiernos se malacostumbran y creen que todo es a precio de huevo -un dicho que toca replantear, pues ahora los huevos están muy caros”.
¿Y los secuestrados? “Sobre el tema de las retenciones, en derecho se denominan acciones de privación de la libertad, es pertinente tratarlo con franqueza. Todos los gobiernos del mundo, todos sin excepción, realizan acciones de privación de la libertad por diversas razones motivos o justificaciones: políticos, tributarios, control social y protección, etcétera. ¿En qué se diferencian de las que hace una organización rebelde en armas? La única diferencia es que ellos dicen que pueden hacerlas, dizque porque son legales, porque están dentro de sus leyes. Conclusión: las que hacen los gobiernos son legales y las nuestras no ¡Qué bonito!, la relatividad del derecho y la justicia. Como si la legalidad fuera ‘patente de corso’ para hacer de manera ‘legal’ cualquier delito. Es un asunto político”.
Y prosigue en su alegato: “Pregunto, ¿qué son las cárceles?, no me digan que son centros de reclusión voluntaria o espacios de retiros. Para salir de allá también hay que pagar, así los detenidos cumplan las condenas; hay mucha gente sin causa justificada o sin condena establecida, no por uno o dos años, ¿cómo puede llamarse este fenómeno? Como les decía antes, la rebelión armada es la ruptura de esos tres monopolios de los Estados, ahí radica el fondo del asunto. Si ellos lo hacen nosotros también. La rebelión es una ruptura de la legalidad existente sobre la que se soportan dichos monopolios”.
Cabe reconocer que hay coherencia doctrinaria en esta consideración con desafío que hace García. Pero, nos interesa tocar la coyuntura y volvemos a la carga: ¿no creen que un “gesto de paz” es el paso que esperan, tanto la comunidad internacional como los más amplios sectores de la opinión pública? “Sería muy bueno un gesto de paz recíproco, no lo estoy negando, pues las dos partes debemos ser generosas, que bueno sería. Pero es como todo, aquí volvería a cumplirse la máxima de la vida, que solo es generoso el pobre, que comparte el pedazo de pan con el necesitado; mientras el rico, en medio de la opulencia, solo ofrece migajas”.
La guerra y la política
Una negociación, si es con voluntad, no debe colocarse alrededor de la mesa los batallones, las brigadas o las divisiones, porque en ese instante se convertiría en un campo de batalla, y lo que se trata es de superarla.
En toda lucha militar hay cinco aspectos que son determinantes, según el pensamiento de Sun Tzu: la vía, el tiempo, el terreno, el mando y la disciplina. En lo relativo a la negociación de un conflicto no hay un modelo acerca de los pasos a dar. No hay una experiencia reconocida con aporte universal. La clave es descubrir y afrontar ante las cosas inesperadas. Todos sabemos que en el logro de una solución política está de por medio el efecto de la correlación de fuerza en la opinión. Aquí el gobierno cuenta con factores a favor y se siente más fuerte, con pretensiones para imponer sus criterios. Entonces, ¿cómo se plantean ustedes torcerle el cuello a la correlación de fuerzas existente entre las partes en conflicto? “Tanto el gobierno como nosotros tenemos nuestras estrategias, unas son públicas y otras secretas. De las públicas estamos hablando, de las otras nos reservamos. Vamos a persistir porque consideramos justo que se respete un acuerdo. Si se violan los acuerdos ahora, apenas empezando, ¿qué será después? Estamos en una negociación, lo que ustedes plantean es hacer la guerra en la mesa. Nosotros nos apartamos de ese criterio, pues una negociación, si es con voluntad, no debe colocarse alrededor de la mesa los batallones, las brigadas o las divisiones, porque en ese instante se convertiría en un campo de batalla, y lo que se trata es de superarla”.
La respuesta nos lleva a recordar que el ELN no es un ejército, como en su caso se autodefinían las FARC, sino una organización político-militar, que ahora le está dando más peso a lo político: ¿Y no han pensado, inquirimos, que el movimiento por la paz y los 8 millones que votaron distinto también están esperando lo mismo? ¿No tienen demasiada confianza en ese movimiento? “Ojalá pudiésemos escuchar a los ocho millones directamente, que nos contaran qué es lo que quieren y a quién le hacen las exigencias” -empieza por escribir Antonio García. Y prosigue: “No nos vamos a comer el cuento que dicen que dijeron; estamos muy grandecitos para eso. No es la primera negociación en la que estamos. Preferimos la certeza a la confianza. Confianza viene de con-fio, de fiar. La confianza nace de un camino de certezas. La movilización cierta es la de los estudiantes que poco son escuchados, al igual de los demás sectores que protestan y nadie los escucha, y cuando por milagro los escuchan es para mamarles gallo y seguir los incumplimientos. Por eso, poco confían en el gobierno, al que siempre le fían y casi nunca paga. En sentido contrario, al gobierno le interesa la certeza de nuestros gestos, que no actuemos militarmente, y quieren que la sociedad y nosotros les fiemos los cambios, las transformaciones. Hagámosle primero a las certezas”.
En el lugar de las certezas, la reciente firma con las FARC es un capítulo con preguntas pendientes. ¿Las FARC repitieron el modelo de otra desmovilización?, ante la desventaja en la correlación política entre las fuerzas populares y las del poder. O, ¿sin tamaño, las FARC intentaron un procedimiento diferente de dejación de armas que no empelotara el cumplimiento de los Acuerdos? Que lo dejara desvestido ante las trampas institucionales y burocráticas, y los intereses del Estado y el poder. Son preguntas que por supuesto, le quitan fondo y blanco a la Mesa Gobierno-ELN. En concreto, si ustedes llegaran a admitir que la opinión pública quiere la paz, “como sea”, ¿estarían dispuestos a “someterse a la justicia”, a “rendirse”? O ¿preferirían, como en su momento lo hicieron las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) en Venezuela y recientemente la ETA, unilateralmente, dar por terminado el proyecto revolucionario armado? “Cada organización y cada pueblo son autónomos de escoger sus propios caminos, es una lección dejada por la historia, por la soberanía de sus actores. Por nuestra parte, hemos sostenido con claridad que someterse no le ha pasado al ELN por la cabeza, menos claudicar. Para nosotros la búsqueda de la paz debe ser un camino hacia los cambios para bien de los colombianos, sobre todo de los más empobrecidos, es el mismo camino hacia una democratización de la sociedad y un camino de revolución; pues revolución debe ser camino, equidad, empoderamiento de la sociedad, que los de abajo gobiernen y cada día sean más como seres humanos disfrutando de una vida mejor. En esta ruta de sociedad o de ‘paz para la sociedad’ nos identificamos con muchos sectores y organizaciones sociales del país, lo que habría que mirar es si eso es posible de conseguirse en una Mesa, o de qué otra manera. Habría que preguntarle a los sectores que controlan el poder económico, político, militar y demás, si están en la misma ruta, pues todos dicen ser ‘demócratas’, pero a la hora de las verdades les duele mucho el bolsillo. Como puede ver, eso no solo depende de nosotros, sino de cómo puede ser posible concretar un deseo de cambio de la sociedad; porque el ELN existe como expresión de esa necesidad de cambio. Si la dirección de un proceso de paz no abre las puertas para los cambios, el ELN no va”.
Leemos con atención la respuesta y continuamos desgranando el momento que vive el país y su entorno: el gobierno de Duque ha logrado que la Unión Europea avale su exigencia con respecto a ustedes, ¿rompe esta complacencia la neutralidad que debieran mantener con respecto a la mesa en curso? ¿Esto obliga a recomponer los acompañantes de la misma, ya de por sí diezmados por el rechazo del gobierno a la presencia de Venezuela en ella? “En las conversaciones que nuestra delegación ha mantenido con la comunidad internacional, personalidades nacionales e internacionales, se recibe el apoyo a la continuidad de las negociaciones. Ahora, es fastidioso meterse en los problemas de los demás. Siempre ha sido fácil querer que otros hagan lo que uno nunca hizo en el pasado. Me sucedió hace unos años, había un país europeo que se consideraba muy pacífico y nos cuestionaba el uso de explosivos en la guerra, hasta que me vi obligado a mostrarle una factura de una empresa de dicho país donde constaba un envío, a la industria militar del gobierno colombiano, de materia prima para fabricar explosivos; aún recuerdo la cara que puso; no volvió a tocar el tema. […] Para no meterme en honduras, quien esté de buena fe, con verdadera voluntad, es quien debe estar, cada cual escoge su camino, pero todo país tiene sus aliados, unos de oportunidad y otros estratégicos, en eso no nos llamemos a engaños[…]. Siempre estaremos agradecidos de quienes con honestidad ayudan en la construcción de la paz. Cuando se configuró el grupo de países garantes negociamos un relativo equilibrio entre las dos partes, es eso lo que vale”.
Entorno regional, soberanía y guerra híbrida
Para la mayoría de analistas y estudiosos de la geopolítica regional es claro que con el agotamiento de los gobiernos progresistas el espacio y favorecimiento para una negociación entre iguales, como beneficio general para quienes habitan Colombia, ha quedado atrás, ahora gana espacio la derrota del contrario, así sea en la Mesa. Mirando hacia Venezuela, y la tensión de su relación con Estados Unidos, así como el interés de este país en que caiga el gobierno de Nicolás Maduro, incluso vía magnicidio o golpe de Estado -para lo cual han logrado concretar una alianza con buena parte de los países de la región, incluida Colombia-, con el escenario de una guerra civil abierto, continuamos con la impersonal entrevista, ¿afecta este escenario la negociación de paz que ustedes intentan proseguir con el gobierno Duque?
“Todo lo que afecte el vecindario nos afectará a los colombianos. Si no hay paz en la región, muy difícilmente la habrá en nuestro país”. Este sentido de mirada global, tan ajena en Colombia, donde la mayoría de sus dirigentes y población han crecido ensimismados, contemplándose en sus fortalezas y debilidades, nos lleva a pensar que lo que ahora está sucediendo ante nuestros ojos pasa desapercibido para la mayoría, por lo cual desean que el gobierno del país vecino caiga, a como de lugar, como si ello no tuviera consecuencias inmediatas y mediatas. Mientras así compartimos, recordamos que debemos acabar de leer la respuesta para dar paso a otra posible pregunta. “Hay un derecho o normatividad internacional que debe respetarse, la soberanía de los pueblos, gobiernos y naciones, para tratar y solucionar sus diferencias, sus problemas. Los demás lo que deben hacer es cooperar. Estados Unidos y sus aliados han hecho de todo, desde cuando estaba Chávez, bloquear, impedir y golpear los procesos de cambio. Lógico, en la Venezuela de 2002, hubiesen querido que aconteciera lo del Chile de Allende en 1973, pero no fue. ¿A qué costo para la sociedad, para el pueblo?(3). Venezuela ha demostrado su compromiso por la paz de Colombia, por encima de muchos incrédulos. El escenario de negociación, o lo que nosotros llamamos espacio, se negoció que fuera en el entorno de Colombia y sobre todo en América del Sur. Al Gobierno le gusta más Estados Unidos, y los tienen de aliados, deberíamos compensar con China o Rusia, por aquello de los equilibrios.
¿Y no temen que un escenario de ese tenor inscriba a nuestro país en un posible conflicto entre potencias, donde actuemos como simples peones como le ocurrió a Siria? “Nosotros, precisa, Antonio García, nosotros no somos los que andamos ofreciéndonos a la OTAN para sus planes intervencionistas en otras latitudes, como gran potencia militar regional, o somos los que tenemos como objetivo de nuestra Doctrina Militar el ser líder militar regional, como sí lo tienen las Fuerzas Armadas del Estado colombiano, es bueno que lean la Doctrina Damasco. Para hacer esto no se requiere justificaciones internas, pues el gobierno colombiano ya había decretado el fin del conflicto, y se prepara para una ‘guerra híbrida’ en el entorno regional y continental, que mucho se estudió en la Universidad Nueva Granada”.
Tomando en consideración los dardos soltados por nuestro entrevistado, vamos estructurando una nueva inquietud: Los acuerdos de paz logrados por las FARC han entrado en un escenario poco claro, tanto por su incumplimiento por parte del gobierno como por el rearme de una parte de esa fuerza. Valorando tal realidad, y con la interrupción o ruptura de la negociación que ustedes llevan con el gobierno ¿podríamos decir que la anhelada fase paz duradera en Colombia ha quedado en el congelador? ¿Qué implicará esto para el país y que opciones le quedan a los movimientos sociales para no verse afectados de manera violenta por esta realidad?
“La intensidad de la confrontación militar dicen que ha bajado. Para nosotros no, pues hay una ofensiva del gobierno, y cuando nos logra golpear le dan un gran despliegue. Pero no acontece lo mismo cuando reciben nuestros golpes, se han especializado en ocultar los ataques exitosos de nuestra fuerza(4). La guerra mediática para nosotros juega, como también la paz mediática juega para la opinión. Pero la cruda realidad son los centenares de asesinatos de dirigentes sociales a lo largo de este último año, eso dice qué tan cierta es la paz, o mejor la crudeza de la realidad. Dicen los entendidos que cuando se hacen solicitudes a los gobiernos y estos las conceden en el marco de la institucionalidad, sin que nada cambie, se llama reformismo, pero la cruda realidad del capitalismo actual y de siempre, es que solo acepta las reformas cuando siente la amenaza de una revolución, le da temor y cede”.
Si no hubiese razones para luchar por los cambios y transformaciones de una realidad justa, no existiría la guerrilla y tampoco habría las movilizaciones de estas semanas, tan masivas y de carácter nacional, donde se muestra muy poca capacidad del gobierno para buscar y construir soluciones
La respuesta nos lleva a pensar en la inexistencia de una teoría global que le de base a una acción revolucionaria que rompa al capitalismo, como también a la inexistencia de apoyos por parte de país alguno para que fuerzas irregulares alternativas se mantengan en pie y avancen, de ahí que escribamos en el nuevo mensaje: pero precisamente, esa situación de posible revolución es lo que se reconoce ampliamente como perdida, o por lo menos, envolatada, ¿consideran ustedes que aún es posible una revolución en Colombia? Y de ser así, ¿cuáles son las ideas fuerza y las acciones básicas que así lo posibilitaran? “La historia jamás es en línea recta, hay muchas curvas, así como subidas y bajadas. Sería muy fácil luchar cuando uno tuviese más fuerza que el oponente -dice el segundo al mando en esta guerrilla-, de eso se trata una guerra de resistencia, los pueblos tienen más edad que un individuo, ellos van entregando a las nuevas generaciones los objetivos de su futuro; eso está suficientemente claro en el ELN”. Cuando pensamos que ya había argumentado, prosigue: “Si no hubiese razones para luchar por los cambios y transformaciones de una realidad justa, no existiría la guerrilla y tampoco habría las movilizaciones de estas semanas, tan masivas y de carácter nacional, donde se muestra muy poca capacidad del gobierno para buscar y construir soluciones. Cuando al menos en Colombia se acepte la existencia de presos políticos, podrá decirse que un gobierno ha empezado a pensar en la solución política como una posibilidad real, le respondo esta pregunta de manera inversa, porque de toda lucha actual se seguirán llenando las cárceles con dirigentes y activistas sociales, y los muertos, por la misma razón, siguen sin parar”.
Las respuestas de nuestro entrevistado dan un ángulo mayor en la mirada de la disputa por la Mesa, por su (re)instalación o quiebre, lo que estará en disputa durante los años que dure el gobierno de Duque, y la paz negociada, esa ventana abierta en 1984 por primera vez tardará unos años más en ver cerrado su ciclo. El segundo al mando del ELN deja en claro la disposición de esta fuerza insurgente para negociar la paz como para afrontar la guerra. ¿Tienen fuerza los movimientos sociales para cambiar este escenario?
(1)Según este tratado, los monopolios aludidos al Estado son: el uso de la fuerza y de las armas, el monopolio para recoger tributos o impuestos y aplicar su normatividad jurídica, en la que cabe el monopolio para realizar acciones de privación de la libertad.
(2)En su disertación coloca un ejemplo: “Qué tal que un arrendatario de una vivienda, por el solo hecho que una empresa arrendadora cambie de dueño, al día siguiente se encuentre en la calle desconociendo que había firmado con el anterior dueño un contrato legal, con respaldo jurídico. Es un asunto elemental, de sentido común. De cortesía diría otro.
(3)Y enfatiza: “A los gringos no les interesa la democracia o la gente, pues no vengan con el cuento de que en Chile se imponía Pinochet para reposicionar la democracia. La historia no puede seguir siendo la justificación de la ignominia: yo debí ser bueno en el pasado”.
(4)”Ocultan numerosos ataques contra instalaciones militares con cargas explosivas de gran envergadura, cierran calles o sus instalaciones para que los medios no lleguen ni se enteren. También cuando sus embarcaciones, como nodrizas o tanquetas son igualmente atacadas por nuestras fuerzas, por ningún lado se sabe, pero pregúntele a la gente en las regiones donde están ubicadas nuestras fuerzas”.
Correlación de fuerzas y Fake news
Cabe decir aquí que según la historia, las negociaciones de conflictos armados toman uno u otro sendero, uno u otro ritmo, de acuerdo a la correlación de fuerzas que se desprende del campo de batalla, de manera que en Colombia, pese al mayor peso de las Fuerzas Armadas oficiales la guerra irregular está en tablas. Entonces, cada una de las partes estará tratando de asestar un golpe que incline la Mesa a su favor. Sin embargo algo en que concuerdan los analistas es que el ELN no cuenta con la fuerza militar para eso, ¿qué sigue, entonces? Desde el ELN los términos son de reafirmación en la Agenda que acordaron: ” Si tenemos o no capacidad operativa para que el actual gobierno respete lo acordado -enfatiza Antonio García-, por ahora no ha sido discutido como un mecanismo para la implementación. La afirmación que ustedes señalan suena a eso: que para negociar algo con el Estado hay que tener capacidad militar para hacerlo cumplir. Si eso es así, habría que examinar el asunto. Aunque sobre este tema también hay enfoques caprichosos: a los gobiernos y los operadores de opinión les gusta decir que la guerrilla del ELN no tiene capacidad militar, pero cuando se hace cualquier acción militar ponen el grito en el cielo, entonces uno no los entiende”.
Con su presencia en la Mesa, el ELN quedó a la vista, en el escenario de los titulares y la política de por medio, con mayor blanco de la “maniobra política” del poder y de los fake news, en ese marco que no es exclusivo de la clandestinidad, ¿tiene el ELN cómo contrarrestar y cómo aclarar el mensaje dominante? La respuesta aporta en una definición acerca de cómo conciben una negociación. ” Estamos, se trata de una negociación, no de lo que se quiera decir por un micrófono. En una negociación el instrumento es la mesa de conversaciones, la agenda que se pacta, las regulaciones que pactan las dos partes para adelantar el debate. Si se tratara de adelantar una campaña política, los instrumentos y los acuerdos serían de otra naturaleza. No hay nada que hayamos incumplido a la luz de lo acordado, quien está incumpliendo es el gobierno al no querer hacer presencia en la Mesa”.
Coca, narcotráfico, ética y el Catatumbo
Cada día es más frecuente escuchar por los medios de comunicación que ustedes son narcotraficantes, ¿cómo han pensado contrarrestar esta propaganda oficial y mediática? “Dicen que una guerra lo primero que se pierde es la verdad. Inglaterra mintió sobre Irak, siguen mintiendo Inglaterra y Francia sobre Siria, y las agresiones militares continúan. La propaganda no es un tipo de guerra sutil o un accesorio de ella, no, es la misma guerra, y es más brutal que la física. Por ejemplo, en una guerra una persona se muere, y ya. Pero con la guerra mediática se sigue matando la historia, la dignidad y por tanto el futuro. ¿Narcotraficantes nosotros? ¡Ave María!, como diría un paisa, primero eleno muerto, que…Pues ¿se podrían imaginar al cura Camilo Torres o al cura Manuel Pérez con un alijo de cocaína? En el ELN primero está nuestro espíritu de servicio por encima de todo”.
Entonces ¿tal información es desinformación? “No hay la menor duda. Jamás han agarrado ni van a agarrar un militante nuestro con un gramo de cocaína, menos tenemos laboratorios o rutas o ventas en el exterior. Como tampoco andamos con la DEA armando trampas para agarrar y penalizar incautos, para luego quedarse con los alijos de cocaína; ni tampoco lo que hacen otras agencias financiando operaciones de intervención a otros países con ese tiempo de negocios. La gente nos conoce, tenemos historia en nuestras regiones”. ¿Cuál es la relación entonces que tienen con este asunto? “Cobramos un impuesto, como lo hacemos con cualquier actividad productiva. Ahora, si el gobierno o los gobiernos quieren pasar por rigurosos, penalizando el daño que causan actividades ilícitas, deberían empezar con la corrupción, que es el robo, de frente y con apoyo de la ley y de las instituciones de los bienes, recursos y riquezas de todas las gentes; por eso la población se queda sin salud, sin educación y pare de contar. Al ELN la gente lo puede ver sin tapujos, nuestra gente sabe cómo vivimos, cómo vestimos y comemos, muy humildemente, como todos los pobres de Colombia y el mundo”.
Cuando los medios aluden a este tema del narcotráfico, en relación con el ELN, lo relacionan con la famosa “disputa” por territorios y “corredores” con las mafias. Así explican por ejemplo, ciertas acciones en el Chocó y, en especial, el enfrentamiento con el EPL en el Catatumbo ¿Creen que es posible quitarse de encima ese “San Benito”? ¿Cómo? “El enfrentamiento con el grupo del EPL, o como popularmente los llama la gente “los pelusos” o “paramegas”, ese es otro cuento. Con el llamado Mando Nacional del EPL, la conducción estratégica del ELN realizó varias reuniones para establecer acuerdos, pero nunca se cumplieron donde ellos existen, en el Catatumbo, pues no están en otro lado; siempre los incumplieron. La razón del incumplimiento estaba en la alianza que tenían y tienen con los paramilitares en la región, para repartirse el control territorial y supuestamente el vacío dejado por las FARC, y por tanto controlar los negocios. Esa alianza se demostró, los paramegas están revueltos con los paramilitares, incluso varios de sus mandos operativos en el territorio son paramilitares; alguna gente nos dice que debemos llegar un acuerdo con ellos, ¿cómo hacer acuerdos con los paramilitares?, ¿será que se puede? Complicado el asunto. Nosotros no somos los que estamos negando la naturaleza revolucionaria de una fuerza, si es ella la que hace alianzas, y eso viene desde hace rato, desde cuando estaba vivo Megateo.
Si una fuerza paramilitar nos quiere cortar un corredor de movilidad, nosotros no podemos quedarnos quietos, pues es elemental mantener la libertad de movimientos y de acción, es uno de los tres principios de la guerra. No somos ingenuos, los paramilitares son una fuerza funcional al Estado, eso está documentado ahora y en el pasado. El tema del “San Benito”, es un asunto mediático, y en eso el que tiene el micrófono es el que habla, pero nosotros no vamos a asustarnos por eso y dejar de hacer lo que tenemos que hacer. Por fortuna toda guerra deja registros. Por ejemplo, luego de los ataques que nuestras unidades realizaron el 1 de noviembre, contra varios grupos paramegas, ubicados en las veredas de Mesitas, Limoncito y Castrillón, en la Provincia de Ocaña, los paramegas sacaron unos comunicados hablando falsedades sobre nuestra actuación; nuestros mandos permitieron la entrada a los sitios de los combates de unas comisiones del CIRC y la Defensoría del Pueblo para que miraran lo que había sucedido, que hablaran con la población y ellos mismos se llevaran la información de manera directa. Sería bueno escuchar lo que esas instituciones tengan para informar, por eso de la objetividad que hay que tener con la opinión”.
La condición impersonal de la entrevista nos impide ver el rostro de quien nos responde. En todo caso, imaginamos al segundo al mando del ELN repasando las debilidades no superadas como guerrilleros, el efecto de sus operaciones y la distancia con la opinión pública, los coletazos en ciertos territorios de la “guerra contra las drogas” atizada por Estados Unidos, el efecto de la crisis económica, política, social y humana de Venezuela sobre la frontera, la inanición en que cayó la Mesa de negociación, y otros muchos aspectos que cuestionan la existencia, o cuando menos la posibilidad histórica del ELN, la última de las insurgencias sobrevivientes en Colombia, dispuesta, como lo deja ver Antonio García, para la paz o para la guerra.
(Fuente: Resumen Latinoamericano / Tomado de: Le Monde Diplomatique)
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