Catalunya: Adriana Roca, portavoz de Arran. “No podemos aceptar que los presos se vayan a Madrid y los juzguen”

A las puertas del inicio del juicio del 1-O, Adriana Roca (Barcelona 1996), portavoz de la organización juvenil Arran, llama a “detenerlo todo” desde el primer día y se muestra dispuesta a impedir el traslado de los presos a Madrid con sus cuerpos. En una entrevista en El Nacional, también defiende las capuchas como una forma de protección para evitar “la prisión o el exilio” y avisa de un intento de “retorno pacífico al autonomismo a cambio de los presos”. La portavoz también denuncia que la represión intenta ahogarlos económicamente y responde a los llamamientos de Vox para ilegalizarlos.

¿Quién es Arran? ¿Son las juventudes de la CUP?

Arran es la organización juvenil de la izquierda independentista. No somos las juventudes de la CUP como tal o como se entiende normalmente las juventudes de un partido político. Pero sí que formamos parte de un mismo movimiento político, del cual forma parte la CUP, pero no sólo, también hay otras organizaciones. Por lo tanto, existe un contacto y una coordinación, pero no funcionamos como juventudes de un partido político sino que somos una organización política juvenil que forma parte del mismo movimiento.

¿Y qué relación tenéis con los CDR?

Mucha parte de nuestra militancia ha participado en ellos desde el principio y celebramos que estén y hagan lo que hacen. Por lo tanto, les damos todo nuestro apoyo a los CDR.

Se os acusa de hacer acciones violentas. ¿Qué decís?

La mayoría de las cosas que se han tachado de violencia no lo son. Forma parte de formas de protesta y movilización. No entendemos que tirar pintura sea violencia ni que una manifestación que no sea sólo un paseo sea violencia. Eso para empezar. Ahora, a veces hay violencia y no es por nuestra parte. El Estado es quien tiene el monopolio de la violencia y quien tiene las fuerzas represoras y el sistema económico a veces es más violento que las acciones que podamos hacer nosotros.

Una parte del movimiento independentista no lo ve así y tampoco está a favor de las capuchas.

El tema de la capucha, a veces es más una cuestión estética que un debate en profundidad. El relato a veces se centra en la imagen que no queremos que deis. La imagen que quieren la tendrán, la demos o no la demos. El relato está escrito.

¿Pero hace falta la capucha para luchar por la independencia?

Las capuchas al final son una forma de protegerse. Nosotros que llevamos años movilizados más allá del movimiento independentista sabemos perfectamente cómo actúa la represión. La capucha es una forma de protegerse. Si no, mira a Adri que está a Bruselas o Tamara que no puede salir de su pueblo. A veces tenemos que escoger si por una cuestión estética, somos gente de capucha o somos gente de prisión y exilio.

¿Creéis, por lo tanto, que el movimiento independentista está demasiado acomplejado por su imagen?

Hay esta idea de que la independencia será de ley a ley, sin ningún momento de desestabilidad y sin haber tirado un papel al suelo. Pero probablemente eso no será así. De hecho, se está viendo que así no podrá ser. Hay un cierto interés en vender que si damos una imagen Europa nos dejará de dar apoyo, cuando Europa no nos ha dado nunca apoyo. Hablamos de Europa como si fuera una cosa que no es. Creemos que es un relato que tiene un cierto interés político detrás.

¿En qué sentido?

Es un movimiento político que en muchos momentos ha sido liderado por quien ha sido liderado. Evidentemente, no forma parte de sus formas de lucha.

Hace unas semanas os encadenasteis al Tribunal Supremo. ¿Veremos alguna otra acción así cuando empiece el juicio?

Veremos cosas. La acción esta ponía en marcha una campaña, ‘Estripem la baralla’, que seguirá durante el juicio. Nosotros estos juicios no los entendemos como unos juicios contra unas personas en particular, sino contra todo el movimiento. Por lo tanto, no pueden pasar con normalidad y sin más. No podemos aceptar sin más que se vayan a Madrid, que se los juzguen y después de que la sentencia sea la que sea y aquí no ha pasado nada. Estos juicios contra el derecho a la autodeterminación no pueden pasar sin más.

¿Os planteáis impedir el traslado?

El 1 de octubre pusimos nuestros cuerpos para votar y ahora también estamos dispuestos a ponerlos para que estos presos no se vayan a Madrid en unos juicios en los que la sentencia está escrita.

¿Por lo tanto, qué haréis?

Tampoco estamos llamando a ningún tipo de movilización en particular porque no depende sólo de nosotros.

¿A todo esto, sin embargo, los presos tienen alguna cosa que decir, no? Al final el cuerpo personal es suyo. La consellera Bassa pidió que las protestas no tapen el juicio.

Entendemos esta opinión, pero creemos que la sentencia está escrita y difícilmente perjudicará demasiado nada de lo que se pueda hacer. Puede ser un análisis erróneo el de no dar imágenes que ayuden a construir el relato cuando este ya está construido. También hay otras personas que tienen causas abiertas. Se ha cogido una cierta centralidad en los presos y nos da miedo que al final acaben actuando como una moneda de cambio y que haya un cierto sector que esté buscando a través de pactos un retorno pacífico al autonomismo a cambio de los presos. No tenemos que permitir que eso pase.

¿Se ha de dejado de poner el foco en la autodeterminación?

Entendemos que la lucha anti-represiva es importante y también es política. Sin embargo, la centralidad que esto coge en detrimento de hablar de por qué hemos llegado allí, ha pasado.

¿Qué proponéis, pues?

Llamamos a detenerlo todo. En unos juicios que no son normales no puede haber normalidad. Llamamos a la movilización y a que la gente salga a la calle.

¿Pero qué quiere decir pararlo todo? ¿Manifestaciones? ¿Una huelga general? ¿Cortar carreteras?

Puede querer decir muchas cosas y teniendo en cuenta el tiempo que puede durar el juicio, también hay espacio para muchas cosas diferentes.

¿Pero llamáis a la huelga que propone la Intersindical?

Damos apoyo a cualquier iniciativa que plantee romper con la normalidad durante los juicios, para articular una jornada de lucha y una respuesta anti-represiva y popular el ámbito laboral juega un papel clave. Desde Arran llamamos a detenerlo todo desde el primer día de juicios y que eso sirva para generar un ciclo de movilizaciones contundente y sostenido.

¿No son suficientes las movilizaciones que preparan entidades y partidos?

Forma parte de su forma de movilizarse, pero no siempre es la nuestra. Hay una cierta crítica de cualquier manifestación que se aleje un poco de la idea de las manifestaciones coreografiadas que muchas veces han hecho desde las grandes organizaciones, pero mientras no se entre a criminalizar otras formas de protesta, también podemos entender que ellos hagan las suyas. Pero probablemente no es lo que nosotros creemos que sería la manera de seguir avanzando.

¿Participaréis en la manifestación que se quiere hacer en Madrid?

No lo sé. Es un debate que tendríamos que tener.

¿Creéis que hay estrategia de desmovilización?

Sí. Esta estrategia se lleva dando a término de antes de las elecciones del año pasado. Llegó un punto que decidieron que eso se había acabado. Nosotros también entendíamos que en aquel momento no había seguramente la correlación de fuerzas como para sacarlo adelante, pero ha habido estrategia desmovilizadora. Pero es que hablamos de quién hablamos.

¿Qué quiere decir?

Hablamos de Convergència y esta gente nunca ha tenido intenciones ni le ha gustado que haya manifestaciones ni protestas ni que la gente esté en la calle porque es un lugar que no controlan. Piden la movilización permanente pero cuando esta está controlada por ellos. En el momento en que esta no lo está y el 1 de octubre se les reclama que no están haciendo lo que habían prometido y están las protestas ante el Parlamento. Aquí algo se rompe.

¿Este día hubo una ruptura?

Se puso en evidencia que el independentismo no es un bloque unitario y monolítico en que no hay diferencias. La gente está muy descontenta y enfadada con el Govern. Evidentemente nosotros no esperamos nada de un Govern como el que tenemos. Hay un desencantamiento y creían que el gobierno no ha estado a la altura de las circunstancias.

¿Qué se ha hecho mal?

Ha habido un cierto punto de inocencia o directamente de mentira. Se vendía esta idea de que la independencia se haría fácilmente. Que se haría un referéndum y después vendría Europa y todo iría adelante. Eso era imposible. Seguramente tampoco había la correlación de fuerzas necesaria, pero se despreció la capacidad represora del Estado o se sabía y no se explicó.

¿Pero qué tendría de haber hecho?

Una vez nos encontramos con todo el panorama… Era complicado que se pudiera hacer demasiadas cosas. Pero entendemos que cualquier proceso de ruptura pasará por un momento de desestabilización y por tener que poner nuestros cuerpos, estar en la calle y no retroceder ni un milímetro. Seguramente eso es lo que se tenía que haber hecho, pero tenemos nuestras dudas que en el contexto particular aquel eso fuera posible.

¿Y ahora?

Hace falta encarar estos juicios y no retornar a pactos autonómicos con los presos como moneda de cambio. Tenemos que aprovechar los juicios para reactivar la movilización y las estructuras del movimiento popular. A partir de aquí, la estrategia a largo plazo es complicada.

¿Y después del juicio?

Las movilizaciones tienen que empezar ahora y no con la sentencia porque hay que invalidar los juicios en sí. Estas personas no tendrían que ser juzgadas. Después del juicio y la sentencia, ya se verán qué cartas juega cada actor. Veremos qué intención tiene el gobierno del PSOE en aquel momento y hasta dónde están dispuestos a llegar los partidos de aquí. Entonces tendremos que estar atentos a que esta jugada no vaya en detrimento del movimiento.

¿En detrimento de la autodeterminación?

Creemos que hay pasos y movimientos que apuntan a que empieza un proceso de diálogo. El 21-D eso se evidencia. Mientras la gente llamaba a la protesta y a la movilización, teníamos el Govern reunido con el gobierno español y asistiendo a una cena con Foment del Treball con los ministros. Eso evidencia quien está a cada lado y como están yendo las cosas.

¿Por qué pedís la dimisión del conseller Miquel Buch?

Buch al final es la cara visible de lo que hacen los Mossos, pero la forma de funcionar de los Mossos no es una cosa nueva. Ha estado siempre así. Un cuerpo de antidisturbios tiene la función de reprimir y de control social de la movilización.

Es la función de la policía.

Exacto, pero en este caso, teníamos un Govern que estaba llamando a la movilización y pedía que “apretemos” y después cuando la gente se moviliza y sale a la calle, pero no lo hace de la manera que ellos querrían, envían los Mossos a reprimir. Pronuncian un discurso contra la policía nacional por lo que pasó el 1-O, pero los Mossos a veces tienen prácticas iguales. En este sentido, no les diferencia prácticamente nada.

¿Os planteáis pedir la de Torra en algún momento?

Si en algún momento hubo una defensa del Govern y de la unidad de la que tanto se habla era por una cuestión táctica del momento. Ni con Quim Torra ni con el Govern teníamos nada que ver ni nos unen demasiadas cosas más allá de un proyecto común que podemos tener en un caso particular. No es nuestro Govern. Ahora, depende de cómo avancen los hechos nos encontrarán de cara.

¿Hace falta que la protesta también sea contra el Govern?

Sí, hay indicios que señalan que la protesta en algún momento tendrá que ir contra el Govern. Sin embargo, esta tampoco es una posición incómoda para nosotros. Este Govern es el heredero de los recortes de convergencia. Más allá de la independencia, dependiendo de las políticas que lleve a cabo este Govern, también a nosotros se nos encontrarán en contra.

Esta crítica, sin embargo, dificulta la unidad independentista.

Se habla de unidad pero muy vacía de contenido. Se pide unidad por la unidad, pero no se comparten estrategias ni objetivos. Cualquier unidad que pueda haber ahora mismo será vacía y falsa. La unidad se ha encontrado cuando el Govern estaba dispuesto a desobedecer y a salir adelante con el referéndum. Entonces hubo unidad porque se compartía un objetivo común. Pero si no se comparten objetivos, no tiene sentido una unidad.

Finalmente, Vox pide que os ilegalicen. ¿Qué les respondéis?

Vox es el partido que es. Un partido de extrema derecha que representa todo aquello que nosotros no somos. Hay una voluntad de darnos miedo, sin embargo, nosotros continuamos y seguimos haciendo lo que haríamos. Vox es un partido machista, homófobo y racista, que hace del odio su forma de hacer política. Nosotros aquí representamos todo el contrario y es normal que quieran atacar todo aquello que los cuestiona. Vox no tiene ningún interés en que nosotros existimos.

(Fuente: El Nacional.cat / Autora: Carlota Camps)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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