Campamentos de inmigrantes en Huelva: 50 grados en chabolas de cartón y plástico
Si la situación en casi cualquier lugar de España es insostenible en estos días por la ola de calor, en viviendas de cartón y plástico como las que se pueden ver por varios campos de Lepe (Huelva) y otros municipios con su economía basada en la agricultura, es sencillamente insoportable.
De una forma gráfica, los voluntarios que trabajan con los inmigrantes que viven de forma estable en los campamentos de Lepe han alertado de la situación “infernal” que se vive en las chabolas, en cuyo interior soportan en estos días temperaturas superiores a los 50 grados centígrados.
Un voluntario que ha visitado los campamentos ha explicado en primera persona a eldiario.es/andalucia que ha podido comprobar que en el interior de las chabolas de cartón y plástico “hay temperaturas superiores a los 50 grados, algo insoportable, que se reduce algo de noche, pero que parece mentira que pueda soportar un ser humano”.
Algunos voluntarios están realizando visitas dos veces al día para controlar la situación de estas personas, y aseguran sentirse “completamente impotentes, porque no sabemos qué hacer para mitigar los efectos de la ola de calor en estas personas”. “Hemos ido, les hemos dicho que venía mucho más calor, que abriesen orificios en las chabolas para ventilarlas lo más posible, pero todo lo que hagan es inútil teniendo en cuenta las condiciones extremas en las que viven”, explica, para señalar, de forma gráfica, que “es dantesco, algo que nos hace sentir impotentes ante lo que viven estas personas”.
La situación les hace pensar en soluciones casi inviables, “como regar toda la zona en la que están las viviendas, pero todo lo que se haga no sirve de nada cuando el problema de base es la situación en la que viven, que es insoportable en verano, cuando hay olas de calor, o en invierno cuando hay temperaturas extremas”.
Se mantiene el dispositivo de cada verano
Sin saber la cifra exacta, unas 250 personas viven de forma estable este verano en los asentamientos. Hay menos que en primavera, porque hay campañas como la del olivar en otras latitudes que requieren mano de obra. En las chabolas en las que suele haber dos o tres personas ahora solo hay una, pero los campamentos siguen en pie.
Unos campamentos en los que se aplican cuando llega la ola de calor “las medidas normales del verano”, como explica el alcalde de la localidad, Juan Manuel González, que señala que el Ayuntamiento mantiene en torno a los campamentos un dispositivo de atención continuo, aún teniendo en cuenta que “en verano son pocos los que se quedan”.
Ha recordado que en los campamentos trabajan principalmente Cruz Roja y Cáritas, con ayudas concretas del comedor social. “Se hacen visitas periódicas de todo el dispositivo”, señala el edil.
Manuel Roque Gómez, portavoz de la ONG Cáritas y una de las personas que conoce de cerca los campamentos, lleva años ayudando a estas personas, que viven en “verdaderos pueblos enteros” prefabricados a las afueras del municipio, con casos “llamativos y muy concretos”, como el campamento levantado en las inmediaciones del cementerio de la localidad, donde hay “hasta calles que organizan las chabolas de toda la gente que vive allí”, a las que distintas organizaciones ayudan con lo básico para que, al menos, puedan subsistir.
En verano, explica, la atención se mantiene, “incluso con ayuda de gente de Cáritas de Huelva que acude a visitarles, y les aportan lo que les falta”. El agua, muy necesaria en estos días, la obtienen de grifos en el cercano cementerio, entre otros puntos, pero no tienen forma de tomarla fría.
“Es verdad que, por su origen, soportan mejor el calor que nosotros, y lo pasan verdaderamente mal cuando hay una ola de frío”, pero este voluntario se muestra más que preocupado por la suerte de unas personas que parecen ya resignadas a vivir en condiciones infrahumanas.
Las prioridades son muchas para las ONG, aunque una de las más urgentes es valorar si un joven que lleva varios días con problemas respiratorios puede padecer algo más grave que un resfriado. Evacuarle cuanto antes es ahora mismo lo más urgente.
(Fuente: el diario.es / Autor: Fermín Cabanillas)
Los chabolistas inmigrantes en Huelva, los grandes olvidados del verano
Más de 7.500 personas viven en los asentamientos de chabolas de la provincia de Huelva, según un estudio de CCOO
Lérida es su destino actual y Navarra lo será posteriormente. Pero después, ya a finales de septiembre, volverán a su residencia habitual, a Huelva, donde tienen su hogar en forma de precarias chabolas de madera, plásticos, cartón y chapas.
Están repartidos en los 38 asentamientos que hay por toda la provincia onubense, formando pequeños grupos de infraviviendas, pero también núcleos importantes que podrían competir con alguna aldea en tamaño. En total, más de 7.500 personas habitando durante el año estos poblados, en estas condiciones insalubres, en constante peligro y sin soluciones que les saquen de ahí.
La situación de los inmigrantes en la provincia de Huelva es un problema enquistado hace años. Llegados por la llamada de la pujante agricultura onubense, miles de ellos se han establecido definitivamente en los municipios costeros que lideran la producción fresera europea. Y una buena parte no tiene más que para subsistir en chabolas instaladas en parajes del extrarradio poblacional, en fincas o en las traseras de polígonos industriales.
Otros optan por este medio de vida para gastar lo imprescindible para comer y enviar el máximo dinero posible a sus familias, en sus países de origen. Y así se llega a que se asiente finalmente una población flotante de más de 7.500 inmigrantes, con y sin papeles que regularicen su situación en España. Es el dato que deja el sindicato CCOO Huelva, tras un trabajo de campo realizado en mayo pasado en la provincia.
Ese estudio propio finalizó entonces con sendos escritos a la Subdelegación del Gobierno, la Delegación del Gobierno de la Junta, la Diputación de Huelva y distintos ayuntamientos de municipios con asentamientos de chabolas. “Pero no se ha hecho nada”, aseguró ayer a este periódico el responsable de Inmigración del sindicato en la provincia onubense, David Díaz, que aporta todos los datos recopilados.
El Foro Provincial de la Inmigración trató este tema en su última reunión, a primeros de mayo pasado. Más cifras salieron en ese encuentro intersectorial y algunas propuestas de trabajo, pero sin medidas concretas para paliar la situación que se mantiene año tras año con las chabolas.
“Hay un grave problema que debe ser atendido, porque estamos hablando de una población que si en vez de estar repartida en 38 asentamientos estuviera concentrada en uno solo sería mayor que 61 pueblos de la provincia”, subraya David Díaz. “Más habitantes que la mayoría de municipios onubenses y sin luz y agua”.
El dato de CCOO supera a los residentes en el 77% de los municipios onubenses. Pero Cáritas aseguró en marzo que los temporeros chabolistas son 1.800, y el Defensor del Pueblo Andaluz, que estudia el estado de los asentamientos, cita un dato previo de 2.000. En la citada última sesión del Foro Provincial de la Inmigración se aportó otra cifra: 2.500. Vamos, que en el cálculo más conservador se aprecia una población extranjera en chabolas superior al padrón municipal de 33 de los 79 municipios onubenses. Considerable para que las administraciones encuentren soluciones inmediatas, en cualquier caso.
Díaz apunta en nombre de su sindicato la conveniencia de que, al menos, se tomen medidas de urgencia, muy indicadas en este periodo estival por el descenso puntual del número de chabolistas en la provincia. Directamente indica que es necesario que los ayuntamientos acometan el arreglo de los caminos de acceso a los asentamientos, que suelen plantear dificultades a los servicios de emergencias sanitarias y de incendios.
“En estas fechas están llenos de pastos, que suponen un gran peligro por el riesgo de fuego. Pero en otoño llegan las lluvias y estos caminos se llenan de fango que complica mucho la entrada de vehículos, ya sean ambulancias o camiones de bomberos”, explicó Díaz.
Distintos siniestros se han producido en asentamientos. El último de mayor relevancia, en Palos de la Frontera, en julio, aunque, por fortuna, no con la asiduidad de los dos años anteriores. No por ello, sin embargo, se debe descuidar la labor de prevención, por las condiciones especiales, precisamente, que se dan en las chabolas.
“Los plásticos utilizados en las construcciones hacen el efecto lupa y pueden provocar incendios. Y los demás materiales utilizados dan todo tipo de facilidades para que se propaguen las llamas. No tenemos que lamentar daños personales pero el riesgo es real. Y éste es el mejor momento, antes de que acaben las campañas de la pera en Lérida y del espárrago en Navarra”. Entonces los asentamientos volverán a su máximo de ocupación, a la espera de la campaña de plantación y el paso del cambio de año. Seguirán ahí, esperando la solución que nunca llega.
(Fuente: diarios Grupo Joly / Autor: Javier Ronchel)
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