Pablo Iglesias en Almería: “vamos a ser la fuerza política de la ley y el orden”

Almería 1

Ayer se celebró en Almería el acto central de la campaña de Unidos Podemos en la ciudad. En el Teatro Cervantes estuvieron presentes Rafael Mayoral, Pablo  Echenique e Irene Montero, arropando a Pablo Iglesias y el General Julio Rodríguez, las estrellas del acto, junto a líderes locales y provinciales de Podemos e IU.

Con el fondo musical de la banda sonora de la película “Los Cazafantasmas”, apareció en el escenario un Pablo Iglesias que exhibió las “tablas” y la psicología de masas adquiridas en los ámbitos universitarios utilizando imágenes que trasmitiesen mensajes de cercanía  e informalidad de profe progre, como el sentarse en las escalerillas del escenario.

Por encima de las típicas y tópicas referencias al “cambio”, contra el PP o asegurando la cercanía de la victoria, lo más destacable de los dos mítines principales dados hasta ahora en la campaña electoral por parte de Pablo Iglesias, en Cataluña y Andalucía, los de Barcelona y Almería, son las enormes diferencias en todo lo referente al tratamiento dado a ambas tierras, contradiciendo así una de las afirmaciones hechas por Echenique en el primer mitin que dio en nuestra tierra, el de Málaga, en el sentido de que Podemos mantenía el mismo discurso en todas partes.

Mientras en Barcelona el acto estuvo presidido por el eslogan “el somriure del pobles” (“La sonrisa de los pueblos”), en el de Almería, como en el de Málaga, era “La sonrisa de un país”. Mientras en Cataluña las referencias a “la nación catalana”, a “sus derechos nacionales” y a que “los catalanes decidan su futuro” eran constantes, en Almería sólo hablo de una nación y no hubo más que un  país: España. No hubo la más mínima referencia a Andalucía como nación, ni a sus derechos nacionales, ni al de los andaluces a decidir su futuro.

Mientras en  Barcelona habló de ser “el presidente de una España que escuche a Cataluña y reconozca sus derechos nacionales”, que, si llega a La Moncloa, reconocerá “los derechos nacionales de Cataluña”, así como a que “vamos a respetar y defender siempre vuestro derecho a decidir porque somos demócratas”, en Almería no se le pudo escuchar algo, no ya igual o equiparable, sino tan siquiera parecido con respecto a Andalucía y los andaluces.

En Andalucía solo hablo de “un cambio progresista en España” y de “un proyecto de país distinto”, obviamente también en referencia a España. Fue tal el grado de ninguneo a Andalucía como realidad, no ya diferenciada sino tan siquiera específica, que llego a referirse a España como “el país con más desigualdad en la Unión Europea por detrás de Rumanía”. Y lo dijo aquí, en el país no reconocido por él con más desigualdad del Estado Español impuesto. El país con más desigualdad en la Unión Europea por detrás de Rumanía no es España, Sr. Iglesias, es Andalucía.

El colmo de ese ninguneo llego de la mano de unos de sus lugartenientes de confianza, Rafael Mayoral, que llegaría a afirmar que “la identidad andaluza está en los cuatro costados de España”. Para Mayoral “Andalucía está llamada a ser el factor del cambio” en España. Ese es el único papel que representamos los andaluces para Podemos y el resto de los partidos españolistas: el de granero de votos y voluntades cautivas que facilite sus objetivos en Madrid.

Seguro que los ya abducidos por este prestidigitador de las palabras y del abracadabra de la teoría política, usarán el ya manido argumento justificativo de las “prioridades” o el de las diferencias de sentimientos nacionales en nuestro pueblo con respecto al catalán para justificar lo injustificable. Que según donde se encuentran, tanto Iglesias como el resto de líderes de Podemos mantienen discursos, no ya diferenciados sino incluso contrapuestos. Unos discursos guiados, no por principios ideológicos sino por oportunismos políticos, que les lleva a reconocer nacionalidades y derechos según el número de votos que añadan o resten en las urnas. Groucho-marxismo en estado puro: “Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”.

Algunos catalanes, o vascos, o gallegos, podrían pensar  que con ellos no va el problema. Que con respecto a ellos si están dispuestos a reconocimientos y concesión de derechos. Pero cuidado. Si por una simple cuestión de aritmética y conveniencias hoy nos ningunean a nosotros, ¿qué ocurrirá con vosotros cuando la mayoría no sea soberanista, o cuando vuestro voto no sea imprescindible y vuestro apoyo no sea determinante a nivel estatal? Quien traiciona una vez traiciona cien.

En cuanto al colmo del  discurso de  Iglesias, estuvo en la referencia que hizo a Podemos como el partido “de la ley y el orden”. En un momento de su discurso llegó a realizar esta afirmación: “A mucha honra que vamos a ser la fuerza política de la ley y el orden, porque la ley tiene que cumplirse, porque las instituciones son lo único que les queda a la gente humilde”. Una frase que hubiese aplaudido entusiasmado cualquier jerarca de la Dictadura y firmada sin inconveniente por el propio “caudillo”. Pareciera que una vez “cautiva y desalmada” IU, y prácticamente asegurado el “sorpasso” al PSOE, estos atrapalotodo con tal de ganar, ahora van a por el voto  conservador.  De hecho ya han dado un paso importante para atraerse  el voto reaccionario almeriense. En el Teatro Cervantes, como se puede apreciar al fondo de la foto adjunta, había banderas antiandaluzas y españolistas con la “Cruz de San Jorge”, tan del gusto del PP y los suyos.

Tras el acatamiento  del capitalismo, la asunción del “patriotismo” español y la de conceptos tan del gusto de la derecha como los de “orden” y “ley”, ya sólo les falta declararse monárquicos y sustituir el  tema de Cazafantasmas por el himno de la Guardia civil. Ya sabéis, aquel que dice: “Viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley”.  Sería el culmen de la “transversalidad” y un no va más del “pragmatismo”.  Victoria asegurada.

Por otro lado, se evidencia, una vez más, que Iglesias no sólo viene a Andalucía con un discurso descarnadamente españolista, sino que escoge nuestra tierra para realizar las afirmaciones y tomar las estrategias más reaccionarias y regresivas. Es aquí donde reivindico al Ejército y a los distintos cuerpos represivos. Es aquí donde designa a guardias civiles o generales del ejército para encabezar listas electorales. Es aquí donde ha reivindicado un concepto tan casposo y ultramontano como el de representar el partido del orden y la ley.

En cuanto al general Rodríguez nada que destacar, ni para bien ni para mal. Se limitó a decir unas pocas palabras rebosantes de tópicos, lugares comunes y conceptos hueros, con su típico estilo anodino y plano. He aquí una de su frases más “profundas” y destacadas por los medios con respecto a su intervención: “Patriotismo es el de la gente que va a trabajar por las mañanas, el de los autónomos, esos sí son patriotas”. O esta otra: “Vivimos en un país que parece que gobiernan para otro tipo de gente y cada vez hay más pobres, más desiguales, más precarios y menos demócratas, porque recortan en derechos fundamentales”.

Por tanto,  en n la misma línea que Iglesias y sus teloneros, habló acerca de “patriotismo” español. Afirmo: “Quiero trabajar por un proyecto de país, y por el futuro de los míos”. Hizo referencias superficiales al paro, la precariedad, etc. Abogó por algunas reivindicaciones almerienses como las ferroviarias. Agradeció y se mostró “orgulloso” de haber sido designado por el dedo del líder para encabezar la candidatura, así como por el “calor” y el “cariño” que se le había mostrado. Añadió algunos tópicos a modo de piropos al territorio y a su gentes… y poco más a destacar del discurso del militar otanista del que Iglesias dijo en el acto que”es un patriota y un valiente capaz de sacrificarse con toda humildad cuando ya tenía su vida hecha”. Cuanto sacrificio el de de este humilde aspirane a Ministro de Defensa.

Paco Campos para La Otra Andalucía

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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