Nuevo ciclo político

I

Desde diferentes ámbitos de la política estatal se habla ya sin tapujos de un supuesto «nuevo ciclo político» que advendría si el Gobierno de coalición dirigido por el PSOE contase con el apoyo incondicional de otras fuerzas reformistas en los momentos en los que sus votos fueran decisivos en el Parlamento español. Un apoyo tan prolongado como lo fuera la supremacía electoral de la derecha y extrema derecha estatal, sobre todo de su componente neofascista que hace de cemento cohesionador y ancla inamovible en las «esencias patrias». En cierta forma podemos hablar de un chantaje del PSOE a las fuerzas reformistas, soberanistas y regionalistas que le apoyan: o nos mantenéis en el Gobierno a cambio de algunas concesiones que os prometemos, o viene el PP y el neofascismo que hará lo que quiera con vosotros.

Pero el problema es más complejo y estructural porque, al margen del posible chantaje, lo decisivo es que esas fuerzas que sirven de muletas al Gobierno no tienen diferencias cualitativas con este en su ideario sociopolítico: los democristianos regionalistas asumen la necesidad de un Estado central que proteja su propiedad privada en su país y en el cada vez más difícil mercado internacional; los socialdemócratas soberanistas asumen el parlamentarismo como único espacio de «juego político» y citan el independentismo y socialismo solo en algunos actos de consumo interno, mientras que su práctica diaria está integrada en el orden del capital español e internacional, y los antiguos laclausianos, podemitas y negristas han devenido en charlatanes a la búsqueda de sillones. Todos ellos piensan la política dentro del horizonte conceptual burgués lo que les une en lo esencial y les diferencia, que no les separa, en lo formal.

Es decir, tienen el mismo concepto de «ciclo político» reducido exclusivamente al corral parlamentario, rechazando la fábrica, la calle, la universidad, el hospital, el barrio, el mercado, etc., como los espacios decisivos de lucha de clases. Peor aún, este concepto básico sin el cual no se entiende nada de nada –lucha nacional de clase– ha desaparecido de su lógica formal de pensamiento, del sentido común y del pragmatismo que asumen y practican. Un ejemplo de lo que decimos lo tenemos en el interés de la dirección de un sindicato por convencer a las bases que deben aceptar a policías y carceleros en el sindicato. Este sindicato hasta hace un tiempo se definía como sociopolítico de liberación nacional y social. Una de las razones aludidas por su dirección es que los carceleros y policías también son «trabajadores», adaptando a Euskal Herria la tesis del Partido Comunista de España y de CCOO de los años 70 al denominarlos «trabajadores del orden» que defendían y defienden al capital y al Estado español. Además, este sindicato asume la estrategia interclasista de lograr «grandes acuerdos nacionales» con la burguesía vasca y con la socialdemocracia española.

Por tanto, lo que tenemos que hacer, en este primer capítulo de una serie de tres dedicada al estudio del cacareado «nuevo ciclo político», es analizar si es posible una verdadera recuperación de la democracia y de los derechos que nos están recortando y prohibiendo cada vez más. Sin el avance posterior en más libertades es una engañifla, una mentira, hablar de cambio político en el actual contexto imperialista que es, en definitiva, el que determina los límites insalvables de cualquier redil parlamentario que asuma el orden burgués.

Economistas burgueses rescataron hace unos años la vieja tesis del estancamiento secular del capitalismo, lanzada en 1938, según la cual el sostenido descenso de la demanda lleva tarde o temprano a reducir y luego estancar la producción y con ella los beneficios. En realidad se trata de una vulgarización barata y reaccionaria de uno de los argumentos que forman parte de la teoría marxista de la crisis: la tendencia a la caída de la tasa de ganancia obliga a la burguesía a tomar medidas atroces para recuperar su ganancia, medidas que ascienden en su violencia material y moral en la medida en que no satisfacen al capital. Al final y dependiendo de la marcha de la lucha de clases, esas violencias cada vez más duras confluyen en guerras cada vez más destructivas dependiendo del agravamiento de la crisis. Para 1938 la militarización del capitalismo era total porque todas las burguesías sabían que ya había comenzado en los hechos la Segunda Guerra Mundial cuyo objetivo era, en síntesis, salir de ese «estancamiento» a cualquier precio.

Sin ir muy lejos, entre 1936 y 1945, Euskal Herria sufrió una guerra única pero con dos caras: por una cara imperialista externa contra invasiones nazifranquistas y, por la otra, una guerra de clases interna entre el proletariado y la burguesía del país. La guerra social interna se prolongó en forma de dictadura franquista en Hegoalde hasta, oficialmente, 1978 y luego en forma de «democracia» monárquico-militar. Nuestro pueblo, como otros muchos, fue sacrificado para salir no de un «estancamiento» sino de la peor crisis capitalista habida hasta ese momento, iniciada en 1929 de la que solo salió con alrededor de 60 millones de personas muertas, la inmensa mayoría campesina y proletaria con un porcentaje mayoritario de mujeres, ancianos y niños.

Nos hemos alargado deliberadamente un poco porque es fundamental sentar la base teórica e histórica para la fácil compresión de lo que sigue. La tesis del «estancamiento» es falsa porque el capitalismo siempre está en movimiento contradictorio tendente con carácter de necesidad al agravamiento de sus fallas e irracionalidades internas. El supuesto «estancamiento» es una ilusión reformista que cree que el capitalismo tiende por sí mismo, automáticamente, al equilibrio y al crecimiento ordenado con oscilaciones fugaces y aisladas que se esfuman bien pronto. La experiencia histórica sintetizada en forma teórica demuestra que el «estancamiento» y el equilibrio más bien son una especie de anomalía puntual mientras que lo permanente es la tendencia a la agudización de las leyes y contradicciones del capitalismo.

De hecho, los llamados pomposamente «treinta gloriosos», es decir las tres décadas que van de 1945 a 1975, se dieron casi exclusivamente en Europa Occidental y de rebote en Estados Unidos, y apenas más, precisamente gracias a la necesidad de reconstruir todo lo destruido en la Segunda Guerra Mundial y también a la intensificación del saqueo imperialista en medio mundo. Es cierto que otros Estados burgueses crecieron pero no en la cuantía de los europeos, sino bastante menos. Pero a finales de la década de 1960 surgieron las primeras señales de que se agotaban los «treinta gloriosos» en medio de una agudización de la lucha de clases y de liberación antiimperialista. Para la mitad de la década de 1970 era innegable el fin definitivo de ese «milagro» basado en decenas y decenas de millones de cadáveres de las clases trabajadoras desde 1929.

Aun así, los ideólogos burgueses volvieron a la carga a finales del siglo XX hablando de la «economía inmaterial», del «nuevo capitalismo», «de la economía de la inteligencia», etc. El neoliberalismo había introducido novedades en el funcionamiento del capitalismo como la importancia del capital financiero y ficticio de alto riesgo, la aparente libertad absoluta de la Bolsa y de los servicios sobre la producción industrial, la libertad cuasi absoluta de saquear mercados…, pero el capitalismo seguía siendo el mismo en su esencia como se demostró en la serie de crisis que empezaron a empobrecer a los pueblos desde mediados de la década de 1990 hasta llegar a la crisis financiera de 2001 que era la antesala de la de 2007 – 2008. Recordemos que economistas británicos reconocieron que esta crisis era la peor que su imperio había sufrido en los dos últimos siglos, antes incluso de su industrialización, con lo que comprendemos la virulencia militarista del capitalismo actual.

Desde esos años se ha pulverizado la ficción del «buen capitalismo» reapareciendo su naturaleza criminal: actualmente hay más violencias, conflictos y guerras que nunca antes en las que están involucrados casi la mitad de Estados reconocidos por la ONU. Las razones de esas violencias y guerras que se expanden por el mundo nos remiten a la contradicción insuperable del capitalismo, la que existe entre el potencial liberador de las fuerzas productivas guiadas por los pueblos y las relaciones burguesas de propiedad que constriñen ese potencial.

Debemos partir de esta realidad incuestionable para evaluar si es factible o no plantearse la posibilidad de abrir un «nuevo ciclo político» y de ser posible qué «nueva política» podría hacerse. Esta cuestión la analizaremos en la siguiente entrega porque ahora vamos a detallar un poco más por qué el dominio imperialista condiciona totalmente la vida sociopolítica de Euskal Herria cerrando con siete llaves cualquier remota posibilidad de negociar «acuerdos nacionales» siquiera progresistas.

La destrucción de fuerzas productivas sobrantes, intensificar la concentración y centralización de capitales en manos de Occidente, junto con el expolio de los pueblos y de la naturaleza, son las únicas alternativas que tiene el imperialismo dirigido por Estados Unidos para salir de la crisis que le debilita cada vez más sobre todo desde 2007 – 2008. Yerra de raíz quien se haga ilusiones sobre una hipotética «paz» internacional que permita a los reformismos presionar de algún modo a las burguesías correspondientes para abrir «nuevas políticas» tendientes a paliar en algo los sufrimientos de las clases y naciones explotadas. Muestra ceguera absoluta quien a estas alturas de la historia crea que por fin el capitalismo ha encontrado una solución mágica, «pacífica», para solucionar sus crisis periódicas sin tener que recurrir a grados crecientes de violencias.

El bloque de clases dominante en los Estados español y francés, así como la burguesía vasca, por llamarla geográficamente, saben perfectamente que su presente y su futuro está inextricablemente unido a la suerte del imperialismo, saben que dependen de su fuerza económica, política y militar, de la OTAN sobre todo.

En la última década el militarismo se ha fusionado totalmente con la lógica del máximo beneficio posible en el menor tiempo posible sin reparar en las destrucciones que ello genera. Como parte de esta fusión, los Estados español y francés, y la burguesía vasca, asumen conscientemente la disciplina global que dicta Estados Unidos. Un ejemplo de entre la multitud disponible es su reaccionaria política exterior contra Venezuela, Palestina, etc., así como asunción total del militarismo creciente de París y Madrid. La militarización occidental imparable surge, como insistimos, de las necesidades ciegas de un capitalismo que sabe que está siendo superado y derrotado por la emergencia de otras potencias que, además, se alían entre ellas con medidas que aceleran el declive del imperialismo dirigido por Estados Unidos. Pero los motivos de fondo, sustantivos, de esta caída no son otros que la tendencia a la caída de la ley de la productividad del trabajo y por tanto de la tasa de ganancia en Occidente frente a la pujanza de Eurasia por ahora, porque más tarde llegará la pujanza de África y Nuestramérica si el imperialismo arruina a estos continentes. La lucha de clases dentro del imperialismo es un factor determinante que acelera esa tendencia al descenso de la productividad del trabajo y de los beneficios, y por tanto del aumento de la desindustrialización, en el mal llamado «norte global» frente al mal llamado «sur global».

En las dos entregas siguientes analizaremos el paso de la posibilidad de guerra mundial al de su probabilidad y todo lo que ello implica para la lucha nacional de clase del pueblo trabajador vasco y, en especial, sobre esa ilusión de un «nuevo ciclo político». Las burguesías de los Estados francés y español, hermanas de clase y de amores de la vasca, están decididas a secundar la política de endurecimiento represivo global europeo sin la cual es literalmente imposible al menos ralentizar el retroceso de la Unión Europea en el contexto mundial, ralentización vital para, mientras tanto, rearmarse a toda prisa porque, se quiera o no admitirlo, las violencias y las guerras son la única medicina que puede prolongar la vida del envejecido monstruo occidental. ¿Alguien cree que en este contexto es factible una «nueva política» que no sea decididamente revolucionaria, independentista y antiimperialista?

II

En la primera entrega planteamos que ya habían pasado las condiciones para una efectiva política reformista porque el capitalismo occidental está en una crisis nunca conocida antes, mientras que el capitalismo de Eurasia ha ralentizado un poco su crecimiento, pero sigue creciendo. Aun así la crisis socioeconómica es solo una parte de la crisis sistémica del capitalismo mundial, como es sabido. Pues bien, vamos a analizar tres tendencias que se han intensificado en este verano y comienzos de otoño de 2024 y muestran la imposibilidad de un «nuevo ciclo político» que permita significativas reformas sociales sin tener que movilizar al pueblo trabajador, solo mediante el parlamentarismo. Una de ellas es el choque entre el BRIC+ y el FMI-BM; otro es la militarización otanazi, en la que incluimos el genocidio palestino y, por último, el endurecimiento del nacionalismo imperialista franco-español.

A mediados de octubre de 2024 el FMI publicó un informe muy serio sobre los problemas de la economía mundial insistiendo en la deuda impagable e imparable, así como en otras contradicciones al alza, pero interpretadas según los intereses imperialistas. Pocos días después, y coincidiendo con la celebración de la cumbre del BRIC+ en Kazán, el FMI ha presentado otro informe recalcando que la economía imperialista no está tan mal sino que puede entrar en una fase de crecimiento dirigida por Estados Unidos y Canadá como motores, y poniendo al Estado español como ejemplo de recuperación. Pero el optimismo del FMI va unido a una tajante exigencia de disciplina y austeridad social en todos los sentidos, aunque especialmente en tres: que el sudor obrero pague la deuda, reactive el beneficio empresarial y rearme el imperialismo cuanto antes para multiplicar las guerras contra muchos de los países del BRIC+, o contra la totalidad de esta alianza.

Como sabemos el BRIC se creó en verano de 2009, en plena crisis mundial, como alianza defensiva ante las medidas del imperialismo para cargar sobre el resto del mundo los costos insoportables de la crisis que él mismo había generado. Con los años crece en miembros y en centralidad estratégica, generando cada día más miedo en el imperialismo porque uno de sus objetivos prioritarios es acabar con la dictadura del dólar. Es sabido que Estados Unidos ha masacrado pueblos porque querían lo mismo. Pero el BRIC+ es cada día más poderoso y el imperialismo tergiversa u oculta todo lo posible su enorme potencial democrático para que no extienda el ejemplo, para que las clases y naciones oprimidas no luchen por los mismos objetivos con más esperanzas todavía.

Si observamos la prensa franco-española y vasca, incluida la soberanista, impresiona la pobreza y parcialidad descarada de su «información» (¿?) sobre las razones y métodos de los crímenes imperialistas. Lo malo es que esa manipulación refuerza la ideología burguesa en un momento en el que ya es absolutamente imposible actualizar los objetivos, la estrategia y las tácticas para la lucha de liberación nacional de clase si carecemos de una teoría de la crisis capitalista en su conjunto y de la occidental en concreto, que es el que padecemos a diario.

Llegamos así al segundo aspecto: La OTAN va a abrir una importante base en el puerto alemán de Rostock para cerrar el mar Báltico a Rusia, rompiendo unilateralmente uno de los acuerdos fundamentales con la extinta URSS para la desmilitarización permanente de esa decisiva zona. La OTAN refuerza así sus bases norte europeas desde Finlandia hasta Polonia. Rusia y Belarús, así como cualquier persona con un mínimo conocimiento, saben que esa base de Rostock será decisiva en una posible guerra en el frente norte. Y solo hemos citado un ejemplo porque nos alargaríamos demasiado si analizamos la cantidad de bases de la OTAN en Noruega, Finlandia, Suecia y en la militarización de los profascistas países bálticos, fanáticamente antirrusos. ¿Y qué decir sobre la posible nuclearización otanazi de los Países Bajos? ¿O qué decir sobre el comunicado británico de que todavía su ejército no está suficientemente preparado para una guerra a corto plazo? La OTAN sabe que muchos de sus miembros tienen el mismo retraso, por ejemplo, el ejército español.

La industria militar francesa es, por ahora, la que más ha intensificado su producción en la Unión Europea, lo que unido al resto de medidas tomadas por el gobierno de París repercute en un empeoramiento sostenido de las condiciones de vida y trabajo en Iparralde. El capitalismo francés está muy debilitado y su ejército es incapaz de sostener sus intereses económicos en el Sahel, sobre todo el saqueo de uranio. Para rearmarse debe sanear su déficit público mediante un recorte de 65.000 millones de euros, subida de impuestos indirectos y reducciones salariales. Todo ello hace que la burguesía gala se lance con el apoyo incondicional de la extrema derecha y del fascismo a la clásica trilogía de: sobreexplotación, militarización y centralización jacobina como base previa para futuras campañas militares. El pueblo trabajador de Iparralde sufre esta trilogía a diario: empobrecimiento, carestía de la vivienda, recorte de libertades y derechos, etc., y sufrirá más, conforme el imperialismo vaya dando más pasos hacia Eurasia y hacia África.

El Estado español es clave en el control imperialista del Mediterráneo Occidental y de África Atlántica. La mayor empresa militar francesa actual, Thales, especializada en misiles y transmisiones, tiene nada menos que diez sucursales en el Estado español. Hegoalde es parte del imperialismo como vemos a diario en el papel de los capitalistas vascos en la máquina genocida sionazi y en el apoyo institucional a la agresión otanazi contra Eurasia en Ucrania. Es decir, la burguesía vasca en su conjunto asume y defiende los intereses del imperialismo dirigido por Estados Unidos, lo que explica su consciente y alegre alianza histórica con Madrid y París, siempre bajo el control de la OTAN y del FMI/BM. Junto a la burguesía, los reformismos en sus tres vertientes –soberanistas, socioliberales y la sopa ecléctica de excomunistas– asumen más o menos fervorosamente la lógica imperialista, o en caso extremo mantienen un vergonzoso silencio cómplice solo roto con algún llamamiento tímido a «soluciones negociadas» de todos los conflictos por extremos e inconciliables que sean.

Llegamos así al tercer punto. El endurecimiento del nacionalismo franco-español está reforzado por su retroceso innegable en el mercado mundial, más aún cuando el desarrollo del BRIC+ a partir de Kazán aumentará el declive imperialista y cuando la creciente posibilidad de guerras exija al imperialismo un sobregasto militar que será pagado por las clases y naciones explotadas. Por ejemplo, China Popular e Irán han avisado que se están preparando decididamente para la guerra defensiva contra el imperialismo. Detengámonos en esta cuestión decisiva, sobre todo en la ley de la productividad del trabajo, inseparable de la lucha de clases y de las guerras, ley tendencial que determina a la larga el ascenso y extinción de las grandes potencias.

El retroceso yanqui exige un sacrificio a sus siervos en beneficio del amo, especialmente al Estado español que asume que la caída de su productividad no solo es algo imposible de detener sino que hay que asumirla dado el lugar que el capital le ha designado en la jerarquía imperialista. En los veinte últimos años la productividad laboral ha caído un 7,3% y en los últimos cinco años un 1,9%; otros estudios sostienen que la productividad por hora ha subido un 4,2% en la última década, mientras que la europea ha subido casi el doble, un 8,1%, es decir, la española sigue retrocediendo con respecto a la media, a la vez que la industria representa el 17,4% del PIB español mientras que la alemana alrededor del 27%. El FMI reafirma que el descenso de la productividad del trabajo en el Estado español es su mayor peligro entre otras razones porque, decimos nosotros, ni la burguesía ni el Estado tienen interés por recuperarla: solo el 16% de las empresas disponen de una persona capacitada en nuevas tecnologías.

Hemos escogidos porcentajes españoles porque el grueso de Euskal Herria está bajo su dominación. Aunque algunos datos de Hegoalde son menos malos que los de la media estatal, como el peso de la industria en el PIB de Nafarroa y de la CAV por la propia historia del capitalismo vasco y de su lucha de clases, sin embargo, lo que nos interesa es esa media estatal porque expresa uno de los marcos objetivos en los que hemos de librar nuestra lucha de liberación. Cuando el bloque de clases dominante se despreocupa de aumentar la tecnología productiva es porque prefiere el látigo antes que la técnica. Esta es la realidad que lo determina todo, especialmente en medio de crisis salvajes que exigen violencias y guerras. La burguesía está tranquila por ahora porque sabe que la izquierda revolucionaria aún no ha desarrollado la fuerza suficiente para derrotarla y porque el bombero reformista apaga las brasas y los fuegos antes de que sean llamaradas e incendios. Veamos dos ejemplos: en 2015 se dictó la Ley Mordaza que anulaba derechos elementales y reforzaba la inmune omnipotencia de la policía. Recientemente, el gobierno ha prometido a EH Bildu una reforma de esta Ley que no va a ser derogada ni anulada, sino cambiada en algunas cosas. Recomendamos que se escuche la entrevista a Mertxe Aizpurua (1) en Onda Cero en la que en ningún momento se exige la derogación de la Ley, la amnistía para todas las personas golpeadas por ella, la investigación de los abusos policiales y judiciales, así como el castigo a sus responsables… solo cambiar algunos de sus artículos cuando sea posible, sin tiempos ni plazos obligatoriamente fijos. Por favor, escuchad la entrevista. También leed, por favor, el artículo colectivo sobre un nuevo estatuto (2) y analizarlo a la luz de lo que argumentamos en estos dos artículos. Una vez elaborada vuestra opinión sobre ambos, compararla con lo que vamos a decir sobre ellos en la tercera y última entrega a modo de resumen.

III

Esta es la tercera y última entrega de la serie dedicada a demostrar que no existe ninguna posibilidad de un supuesto «nuevo ciclo político» de avance a la democracia en Euskal Herria. En la segunda entrega propusimos encarecidamente que se visionara el video de una entrevista a Mertxe Aizpurua realizada en Onda Cero en el que entre otras cosas hablaba de los cambios a introducir en la Ley Mordaza, nunca habló de derogarla, de suprimirla, de amnistiar a los golpeados por ella devolviéndoles el importe de las onerosas multas que han pagado o están pagando, etc., además de otras afirmaciones en las que no podemos extendernos. Solo decir que nos retrotrajo a la época en la que el PC de España empezó a calificar a las fuerzas represivas como «trabajadores del orden»: había que «democratizar» la policía franquista para que los «trabajadores del orden» protegieran a la «ciudadanía». Casi medio siglo después EH Bildu defiende lo mismo por boca de Mertxe Aizpurua.

También proponíamos que se leyera el artículo sobre un supuesto «nuevo estatus» porque su impresionante nivel de abstracción etérea, de falta del mínimo sentido de la realidad por no hablar de las contradicciones sociales que golpean al pueblo trabajador, muestra el grado de ilusionismo político del interclasismo soberanista. Decimos interclasismo porque en ningún momento en el artículo aparecen conceptos imprescindibles para saber qué es Euskal Herria como capitalismo, OTAN, opresión nacional, empobrecimiento, represión, desahucios, huelgas, drogadicciones, terrorismo machista y patronal, racismo, destrucción de servicios públicos, guerras internacionales y un largo etcétera. Nada de nada que suene a la realidad amarga de centenares de miles de vascos y vascas, sobre todo de la juventud trabajadora.

En efecto, una reciente investigación sobre las condiciones de malvivencia de casi 3.800 jóvenes de entre 16 y 30 años de Hego Euskal Herria (3) muestra que el 60% de esa juventud ha pensado en suicidarse, que el 26% toma antidepresivos de los que el 20% lo hacen sin prescripción médica, que el 46% reconoce ser poco o nada felices, que la tristeza y angustia afecta al 80% sobre todo de los de 21 años en adelante, que el 44% tiene ansiedad cuando no tiene un teléfono cerca, que el 66% afirma no tener apoyo cuando lo necesita.

Carecemos de espacio para hacer un seguimiento de esta debacle desde al menos dos décadas, antes de la gran crisis de 2007 y antes de la «nueva estrategia» de la izquierda abertzale de aquel momento. No faltan excusas diferentes por parte de apologetas del orden y reformistas que intentan explicar las razones de esta miseria cotidiana insoportable, teniendo en cuenta que siempre se nos aseguraba que «sin ETA todo se arreglaría». Para los comunistas la razón de fondo no es otra que la explotación burguesa de la juventud trabajadora vasca, es decir, la explotación capitalista en una nación oprimida. Otras investigaciones sobre la juventud confirman las mismas angustias y soledades en sus respectivas problemáticas estudiadas. Pero es necesario estudiar un poco la historia: a partir de comienzos de los años 70 la droga, sobre todo la heroína como principal arma de destrucción juvenil, fue lanzada contra Euskal Herria. La respuesta de la izquierda abertzale no se hizo esperar y, con mucho sacrificio, fue derrotada esa ofensiva lanzada desde el Estado español. Al tiempo, Atutxa, jefe de la represión, dijo que en Vascongadas había menos «delincuencia juvenil» que en otras zonas porque los jóvenes se enrolaban en ETA.

La desaparición de referentes claros que iluminaban el futuro en medio de la opresión, más los efectos desintegradores de un capitalismo en crisis desde 2007 son dos de las causas del panorama visto, pero no las únicas. También tenemos que considerar la desmovilización de masas impuesta por el soberanismo precisamente cuando más golpeaba la crisis, desde 2009 en adelante, así como el rechazo del marxismo y la aceptación del democraticismo parlamentarista como única vía política, básicamente. Es cierto que gracias fundamentalmente al esfuerzo de militantes críticos con el soberanismo y actuando fuera de él, a su izquierda, han logrado reactivar a jóvenes revolucionarios, pero aun así la realidad que descubre el informe citado es inquietante y peligrosa por razones fáciles de entender.

Sin quererlo, Atutxa venía a reconocer que la juventud consciente y con un programa que atraía a otros muchos sectores juveniles, veía bien a ETA y tenía valores sociales en los que primaban el compromiso, el esfuerzo, la alegría, la cultura crítica, la solidaridad humana, el socialismo… Valores humanos que el soberanismo ya no practica porque se rige por el pragmatismo, esa filosofía reformista surgida a finales del siglo XIX en Estados Unidos que rápidamente se multidividió en muchas corrientes enfrentadas entre sí porque su verborrea oportunista justifica desde el reformismo hasta la extrema derecha. Figuras prominentes de EH Bildu loan el pragmatismo.

La más reciente, que sepamos, es la expuesta en la entrevista a Peio Otxandiano que lleva el título de «Es el momento de avanzar hacia un Estado confederal dentro de la Constitución» (4), en la que se dice: «A EH Bildu le toca ahora ser radicalmente pragmático y realista». Quiere decir que se abandona el independentismo –el socialismo hace tiempo que se echó por la borda– y se acepta la dominación española –y de paso la francesa– pero bajo una Constitución reformada en la que quepa: «un federalismo asimétrico de naturaleza confederal». A la vez, se insiste en que ese federalismo democratizará al Estado español, pero que tardará tiempo en hacerlo, lo que exige hacer política de «encaje de bolillos». ¿Será un encaje de bolillos el «error» (5) de EH Bildu y ERC el votar SÍ a la propuesta de la derecha y extrema derecha que agiliza los desahucios? Este «error» es muy peligroso para ese 45% de la población que es pobre y que malvive9 en alquiler, 13 puntos más alto que la medida de la Europa de los 27, y para ese 50% de inquilinas que temen perder sus pisos en los próximos seis meses (6).

Uno de los contenidos reaccionarios del pragmatismo es que al final de su vía oportunista se llega siempre al «sálvese quien pueda». Por debajo de la miseria psicoafectiva y emocional de amplios sectores de la juventud vasca alienada el «sálvese quien pueda» justifica e incita a cualquier huida hacia adelante, incluido el suicidio. Un drama político de primera categoría que se extiende bajo otras formas aún más graves al conjunto del pueblo trabajador. La burguesía no quiere resolverlo porque le viene muy bien reforzando la mansedumbre y el individualismo. Pero si quisiera intentarlo no lo lograría porque ese sufrimiento es consustancial a la explotación asalariada. Para entenderlo hay que conocer primero qué es la dictadura del capital y cómo combatirla desde la praxis comunista en una nación oprimida por dos Estados miembros de la OTAN.

El soberanismo constitucionalista rechazó conceptos marxistas imprescindibles para entender, por ejemplo, por qué la Unión Europea va a gastar un mínimo de 720.000 millones de dólares en armas desde 2025, que prácticamente será la misma cantidad en euros teniendo en cuenta que las dos monedas están casi a la par. Por qué quiere por ahora una «guerra blanda» contra Rusia hasta que esté preparada para una «guerra dura». Por qué los Estados español y francés siguen enviando tropas y armas al nuevo «frente del Este» que amena cada día más a Rusia desde Rumanía hasta el Báltico y el Océano Ártico, como esa nueva base naval en el norte de Noruega, anuncio que sigue, escasas semanas después, al de la base naval de Rostock en el norte de Alemania. Por qué la inflexibilidad creciente de Bruselas para que los Estados obedezcan las directrices impuestas. Ni estas ni todas las inquietantes preguntas sobre qué sucede en el mundo pueden responderse a fondo desde el pragmatismo.

¿Qué repercusiones tiene esto en la viabilidad pragmática del federalismo constitucional? La política de encaje de bolillos está siempre sujeta a «errores», caprichos y leyes del poder. Bruselas exige que el déficit fiscal y público no pase del 3%, el Estado francés cerrará en 2024 con un 5,6% del primero y un 6,3% del segundo. Además, la prima de riesgo francesa baja al 2,94%, al nivel de Grecia cuando este país estuvo a punto de abandonar el euro. En la segunda entrega ya hablamos de la debilidad económica francesa y de sus efectos sobre Ipar Euskal Herria. Los datos de ahora muestran que sus dificultades aumentan porque decrecen las posibilidades de inversiones exteriores que faciliten no ya mejoras de las condiciones de vida de las clases y naciones explotadas, sino que refuerzan la represión violenta para sacar dinero para el gasto militar. La necesidad de fortalecer el jacobismo nacionalista francés como otro medio más de obtener fondos militares viene de esta crisis, lo que explica que Macron haya dicho que las lenguas no francesas, el euskara entre ellas, atentan contra la unidad nacional francesa.

En el Estado español el pragmatismo también lo tiene imposible, no difícil como sostiene Peio Otxandiado. En las entregas anteriores hemos insistido en el agujero negro que se traga al capitalismo español en su retroceso permanente en la carrera mundial de la ley de la productividad del trabajo. La gravedad es tal que el sindicalismo amarillo de UGT-CCOO ha intentado convencer a la patronal para que aumente sueldos y reduzca horas de trabajo como único recurso para aumentar la productividad del trabajo, cosa que la patronal no aceptará nunca. Por otra parte, la prima de riesgo española es del 2,83% lo que le da más confianza que Francia y Grecia. Pero en verano de 2024 el déficit público estructural español era del 3,7% del PIB, más del doble del permitido por Bruselas, el 1,5%. Frente a las advertencias de Bruselas, el gobierno español aseguró que lo reducirá al 2,8% a finales de 2024: ¿a costa de quién? Desde luego no de los militares.

La buena marcha actual de la superficie de la economía española no logra ocultar su debilidad estructural y su dependencia del exterior. El bloque de clases dominante lo sabe muy bien aunque hay diferencias puntuales entre sus dos extremos que conciernen a la forma del Estado, no a su contenido unitario: ambos han ido recortando la mínima descentralización administrativa de las llamadas «comunidades autonómicas» en cosas que no atañen al poder único del Estado en todas las cuestiones decisivas para el capital. Ante la encrucijada crítica actual que azota las raíces del Estado, el Gobierno socialdemócrata promete algunas reformas superficiales si se acepta el grueso de su poder: cambiar algo para que nada cambie, como en 1978 cuando se impuso la actual Constitución que ahora acepta el soberanismo pragmático para democratizarla.

La juventud y el pueblo trabajador en su totalidad necesitan crear un proyecto que recupere la confianza en la efectividad de la movilización práctica contra todas las explotaciones, opresiones y dominaciones que sufrimos. Un proyecto basado en la prioridad de la lucha muy por encima y por delante del ilusionismo electoral. Un proyecto que devuelva la esperanza y confianza en lo colectivo a ese 60% de jóvenes que alguna vez han pensado en suicidarse o a ese 50% de personas en alquiler que temen el desahucio en seis meses, de esas decenas de miles de pensionistas, sobre todo mujeres trabajadoras, condenadas a sufrir en la pobreza, por citar tres ejemplos de los miles existentes. Tengamos en cuenta que si no se les combate día a día, el pesimismo, la sensación de no-futuro, el derrotismo vivencial, etc., se extenderán como un cáncer por los entresijos apenas perceptible de la realidad social, reforzando tendencias ideológicas conservadoras aunque cada cuatro años voten al soberanismo pragmático. La propaganda sobre la democracia electoral nos engaña haciéndonos creer que la persona es libre, consciente y feliz cuando vota. Sabemos que no es así, que la realidad es más contradictoria y amarga que todo eso.

Hace un tercio de siglo aquella izquierda abertzale practicaba lemas como «soy joven y estoy orgulloso», «Euskal Herria alegre y combativa», «Fiestas sí, lucha también», «Amnistía», «Arriba el pueblo trabajador», «Obrero despedido, patrón colgado», «Fuera las fuerzas de ocupación», «Independencia y socialismo» y muchas otras más. En la actual opresión que padecemos, la única alternativa de libertad real pasa por activar la dialéctica entre deseo, esperanza y militancia estratégica en todas las reivindicaciones. Proponemos cinco reflexiones que forman un todo y que, aunque posean particularidades y ritmos específicos, pertenecen a una totalidad que les cohesiona por lo que se refuerzan entre sí, aunque nos volquemos tácticamente en uno de ellos, en varios o en todos según las necesidades y las fuerzas.

Primera: Debemos extender la certidumbre de que el presente seguirá empeorando si no reactivamos la lucha desde la constatación de que Euskal Herria es un marco autónomo de lucha de clases en Europa, no solo en los Estados español y francés. El concepto de marco autónomo de lucha de clases es esencialmente dialéctico y esa es una de las razones fundamentales por las que ha sido abandonado y hasta negado por las sucesivas escisiones en la izquierda abertzale desde 1966 hasta ahora. No es una cuestión bizantina sino crucial para saber qué es Euskal Herria en el capitalismo actual; por qué tiene una historia particular y hasta singular con respecto a las naciones que le circundan; qué objetivos, estrategias y tácticas surgen de este marco, pero no surgen en otros y cómo se plasma en nuestra lucha de liberación el antagonismo esencial capital-trabajo que define el modo de producción capitalista en todas partes; qué función central tiene la cultura popular, la lengua, la memoria militar, etc.

Segunda: El marco autónomo de lucha de clases determina que planteemos la lucha contra cualquier opresión desde y para el desarrollo del independentismo socialista dentro de una política internacionalista y antiimperialista a escala mundial. El sujeto colectivo es el pueblo trabajador, otro concepto abandonado o rechazado por todas las escisiones habidas porque también es eminentemente dialéctico. El proletariado, con sus muchas formas de expresión, es el núcleo dirigente del pueblo trabajador que aún tiene más expresiones diferentes. Por tanto, nuestra militancia ha de abarcar esas diferencias y formas que se sostienen en la clase obrera, en el proletariado. Desde la mujer trabajadora hasta la trabajadora migrante precarizada en la limpieza doméstica, pasando por el joven obrero multicontratado y empobrecido que se «coloca» los fines de semana, hasta el obrero a punto de jubilarse paralizado por el miedo a que cierre la empresa y se quede aún más empobrecido de lo que ya está para las necesidades económicas que le agobian…

Tercera: Todas estas realidades tan diferentes en apariencia tienen, sin embargo, contradicciones estructurales que las conectan y que nos remiten al marco autónomo de lucha de clases y a la forma particular vasca del antagonismo capital-trabajo que define el modo de producción capitalista. La conciencia nacional de clase es la fuerza sociopolítica que más luchas radicales ha impulsado y vuelve a impulsar desde fuera y a la izquierda del reformismo. Actualizarla y extenderla en su conjunto y en cada una de las luchas es la única forma posible no solo de recuperar a la exmilitancia desilusionada por el reformismo y por el vacío conceptual de los recientes profetas del «comunismo», sino especialmente multiplicar el crecimiento de la juventud militante que conoce los logros incuestionables de la antigua izquierda abertzale, pero no sabe cómo actualizarlos. Esta es una tarea vital que no debe ser pospuesta.

Cuarta: El marco autónomo de lucha de clases tal como se plasma en la actualidad muestra otras urgencias que debilitan al capital: además de la lucha sindical revolucionaria en todas sus plasmaciones, especialmente por la reducción de la jornada laboral, contra disciplinas y violencias laborales recalcando la lucha contra la violencia patriarcal; la lucha de la mujer trabajadora; la lucha por la coordinación del sindicalismo con la vecinal, sanitaria, educativa, socio-ecológica, pro-amnistía, euskaltzale, etc.; la lucha por la vivienda, el urbanismo, los transportes y las comunicaciones; la lucha por la sanidad y la salud psicosomática; la lucha por la reunificación socio-natural en todos los aspectos; la lucha por la educación, la ciencia, la filosofía… Estas y todas las demás militancias debe argumentar siempre sus relaciones teórico-estratégicas con el socialismo como paso al comunismo. Si no se hace esto, si solo se habla de táctica presente, olvidando objetivos y coherencia teórica, se cava la fosa de la derrota.

Y quinta, el marco autónomo de lucha de clases que es Euskal Herria forma a la vez parte de la lucha mundial entre el capital y el trabajo, entre capitalismo y comunismo. Esta realidad incuestionable siempre, y la antigua izquierda abertzale lo demostró miles de veces incluso con el riesgo y hasta vida de algunos de sus militantes, debe vertebrar de nuevo todas y cada una de las reivindicaciones diarias. No debe hacerlo de la manera facilona de parlotear sobre un comunismo abstracto, sino conociendo la dialéctica de la emancipación de las clases y de los pueblos contra la división internacional del trabajo impuesta por el imperialismo. Debe combatir los tópicos confusionistas como «Norte global contra Sur global», «imperio», «globalistas contra proteccionistas», «Occidente contra Oriente», «Unipolaridad contra multipolaridad», etc. Si siempre es necesario dominar la dialéctica marxista, ahora esa necesidad salta a pura supervivencia de la revolución debido al nivel de complejidad alcanzado por la mundialización de la lucha de clases y por la tendencia objetiva al recrudecimiento de las guerras de liberación antiimperialista.

Por Petri Rekabarren.

(1) https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=EAdbK_nFDgg

(2) https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/por-un-nuevo-estatus

(3) https://www.eldiario.es/euskadi/seis-diez-jovenes-vascos-navarros-han-pensado-suicidarse-25-toma-antidepresivos_1_11857421.html

(4) https://www.elcorreo.com/politica/momento-avanzar-estado-confederal-dentro-constitucion-20241201003

(5) https://www.cadtm.org/Un-45-de-la-poblacion-de-alquiler-en-Espana-esta-en-riesgo-de-pobreza‑o#:~:text=Alrededor%20de%20un%2045 https://www.publico.es/sociedad/mitad-inquilinos-espana-teme-perder-casa-proximos-seis-meses.html#md=modulo-portada-bloque:4col-t5;mm=mo

(6) https://www.publico.es/sociedad/mitad-inquilinos-espana-teme-perder-casa-proximos-seis-meses.html#md=modulo-portada-bloque:4col-t5;mm=mo

Fuente: Boltxe.

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