Libia: Un choque entre milicias en Trípoli rompe con cuatro meses de tregua. El general Jalifa Haftar envía tropas al Sur para controlarlo

Milicias rivales chocaron el pasado miércoles en la capital libia de Trípoli, causando por lo menos cinco víctimas mortales y 20 heridos, según cifras del Ministerio de Salud. Estos enfrentamientos han abierto una grieta en los cuatro meses de tregua negociada bajo los auspicios de la ONU.

Varios vehículos blindados fueron vistos en el sur de Trípoli, donde milicias rivales habían chocado durante un mes en Septiembre. Los enfrentamientos forman parte del conflicto entre diferentes facciones que asola Libia. Un acuerdo de alto el fuego, mediado por las Naciones Unidas, había mantenido una frágil paz desde entonces.

El pasado miércoles, sin embargo, una milicia conocida como la Séptima Brigada se enfrentó en el mismo distrito a un grupo de facciones que se autodenominan Fuerzas de Protección de Trípoli.

La Séptima Brigada y algunos grupos aliados ya habían desencadenado los combates que tuvieron lugar en agosto, al desafiar el dominio de cuatro “súper milicias”, entre ellas las Fuerzas de Protección de Tripoli.

A través de un comunicado, la misión de la ONU para Libia advirtió de las consecuencias de una ruptura del alto el fuego. “Cualquier facción que inicie una confrontación habrá de rendir cuentas,” señaló.

El gobierno internacionalmente reconocido y respaldado por la ONU, con sede en Trípoli, ha tratado de implementar un nuevo plan de seguridad desde que se acordara el alto el fuego. Sin embargo, a falta de una fuerza de policía o de un ejército unificados, el proyecto apenas ha progresado.

Con el apoyo de EAU, Haftar pretende controlar el sur

Por otro lado, el general Jalifa Haftar ha enviado más efectivos al sur de Libia después de que sus fuerzas fueran atacadas en la frontera con Chad el pasado 28 de diciembre. Guerrilleros opositores chadianos robaron vehículos militares pertenecientes a las fuerzas armadas de Haftar tras matar a un soldado y herir a otros 12.

Las milicias de Haftar se encuentran estacionadas en tres bases militares: Tamant Al-Hind, Al-Waw y Brak Al-Shati. Los medios locales citaron a testigos que habían presenciado como un número significativo de soldados y armamento habían llegado a las bases.

De acuerdo con diversos analistas, estas fuerzas estarán listas para tomar el control de las ciudades del sur del país, debilitando al Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA), que gobierna el oeste de Libia y cuenta con reconocimiento internacional.

El 28 de diciembre, Al Jazeera Net reveló que los EAU están implicados en la creación de una situación de agitación en el sur de Libia. El medio informativo citó a fuentes particulares y anónimas según las cuales Emiratos habría ofrecido recompensas a líderes militares del GNA en el sur de Libia si desertaban para unirse a Haftar.

Según estas mismas fuentes, una delegación de tribus procedentes del sur, conocidas por ser leales a Haftar, visitó EAU a principios del mes pasado y debatió con funcionarios la posibilidad de que el país del Golfo proporcione apoyo a los movimientos militares en la zona.

(Fuente: Monitor de Oriente)

La ratonera libia. Un análisis de la situación actual en el país norteafricano

La Unión Europea, Estados Unidos y Naciones Unidas, se ha metido en  la ratonera que ellos mismo construyeron en Libia y no hacen más que fabricar planes para estabilizar el país que desestabilizaron, hace ya casi nueve años, sin acertar a apagar ese incendio en que lo convirtieron gracias, entre otras tantas cosas, a los 25 mil ataques aéreos con que las fuerzas de la OTAN, destruyendo el país que había levantado la revolución del Coronel Mohammed Gadaffi.

Hoy Libia representa tres variables para occidente, una es como seguir bombeando a mano armada, sus ricos yacimientos petroleros, sin que se note demasiado, asegurarse las riquísimas reservas de agua dulce  y la última cuestión, como contener en sus puertos al casi millón doscientos mil desangelados que esperan su momento para cruzar el Mediterráneo.

El absurdo de pensar en una salida electoral, parece embarrar todavía mucho más la situación, perdiendo tiempo, recursos y fundamentalmente vidas en esa ratonera en que han convertido la patria de Gadaffi.

Occidente, insiste en una salida electoralista, como si la Tripolitania fuera Arkansas, la Cirenaica Wisconsin y Fezzan Florida y no un alambicado sistema tribal, de alianzas y rivalidades tan antiguas como el desierto donde se asientan. Occidente se estrella contra el mismo abismo que se ha estrellado en Irak, en Afganistán y Somalia, intentado llevar a las urnas a un pueblo con una concepción de unidad clánica y tribal, que de ninguna manera puede rebajarse a la categoría de partido político.

Mientras esto se intenta Libia se sigue desangrando, milicias, bandas de delincuentes y grupos fundamentalistas se disputa calle a calle, esquina a esquina cuotas de poder que les permite mantenerse en un estado anárquico donde las lealtades se cotizan en millones de dólares.

Ejemplos sobran y se renuevan de manera constante, en la mañana del pasado 25 de diciembre, hombres del Daesh atacaron el edificio del Ministerio de Relaciones Exteriores, en Trípoli, el asalto combinado en el que participaron tres milicianos armados con ametralladoras, que llevaban también chalecos explosivos, se inició después de que un coche bomba se detonara en las cercanías. El hecho dejó tres empleados del ministerio muertos, unos dieciocho heridos, al tiempo que los tres muyahidines y el conductor del auto también murieron.

Rápidamente las autoridades del Acuerdo Nacional de Libia (GNA), uno de los tantos bandos que luchan por controlar el país, que tiene sede en la antigua capital, y fue creado en 2015 por Naciones Unidas, intentado darle al país una fachada de cierta institucionalidad, prometieron castigar a los responsables.

Prácticamente a la misma hora, “presuntos” milicianos del Daesh, atacaban el hospital al-Jala de la ciudad de Benghazi, unos mil kilómetros al este de Trípoli, controlada por las fuerzas del general Khalifa Hafther, que se aposenta en la ciudad de Tobruk, el hombre fuerte de la más importante de las milicias que operan en el país. El Ejército Nacional de Libia (ENL), ha podido hacerse a base de grandes batallas que se prologaron por meses y dejaron miles de muertos, prácticamente con el 60% del territorio del país y convirtiéndose en el gran rival de Trípoli. El “incidente” del hospital de Benghazi no fue aclarado, ya que no se conoce la identidad de los atacantes y cuales eran sus intenciones del ataque y se produjeron víctimas.

La cada vez más endeble situación del GNA, que preside, a instancias de occidente, Fayez al-Serraj, se vio nuevamente alterada este último jueves 10, con una amenaza de ataque terrorista contra el complejo de oficinas Dat IL Imad, que da albergue a las más importantes empresas y bancos extranjeros en la capital, entre ellas la cada vez más influyente petrolera italiana ENI (Ente Nazionale Idrocarburi). Todo el personal civil debió abandonar el complejo de manera extemporánea, sin que se conozca con exactitud la veracidad de la amenaza.

La “Fuerza de Operaciones Especiales”, una de las tantas milicias que responden al GNA, confirmó que la situación de seguridad en la ciudad y particularmente en el complejo de oficinas, estaba bajo control y que no se produjo “violación de seguridad”. Además fue inspeccionada la sede del Alto Consejo de Estado (HCS) ubicado en el edificio del Radisson Blu Hotel. Se conoció que el aviso del posible ataque terrorista no provino de fuentes libias, sino de un estado extranjero, el miércoles por la noche.

El marco de ataques reales y rumores de posibles atentados, crea mucha más incertidumbre y tensión al endeble gobierno de al-Serraj, frente a las exigencias de los intereses políticos y económicos internacionales que lo han puesto en el cargo y todavía confían en él, para conducir a Libia a las elecciones que según lo acordado en Paris en mayo del año pasado, tendrían que haberse realizado en diciembre y fueron postergadas, para algún momento de este año. Cualquiera que conozca la realidad libia, sabe que es prácticamente imposible poder realizarlas y mucho más que el gobierno emergente logre la estabilización del país.

Mientras pasa el tiempo, la situación en el país se hace más revulsiva, las milicias que combaten entre sí, se hacen cada vez más numerosas e intensifican su poder de fuego. El general Hafther, se ha convertido en el gran árbitro de esta guerra de múltiples frentes (Ver: Libia: Réquiem para un traidor). Hafther, quien en junio pasado, tomó lo que se conoce como “la Media Luna del Petróleo” una importante área petrolera al este del país entre las ciudades de Tobruk y Sidra, ha multiplicado su capacidad de recursos financieros como ninguna otra milicia del país lo tiene.

Mientras tanto la seguridad en el sur del país empeora al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), se restructura e intensifica sus vínculos con algunos líderes de las milicias locales. El Daesh tras ser expulsado del Sirte, también se ha refugiado en el sur, aunque como ya hemos visto mantiene células activas en varias ciudades mediterráneas y como sucedió en la última navidad. Los hombres de Abu Bakr al-Bagdadí, cuentan con la suficiente estructura para golpear un lugar intensamente vigilado como el Ministerio de Relaciones Exteriores, en plena capital. Se conoce que tanto el Daesh como AQMI, refugiados en el sur, se reorganizan, recuperar fuerzas, y han establecido campos de entrenamiento y reclutamiento.

El último el 23 de noviembre en el oasis de Tazerbo, en la región de al-Kufra, al sur de la Cirenaica, fue atacado un puesto policial, aparentemente por milicianos del Daesh, donde murieron unas nueve personas entre civiles y policía y cerca de una docena secuestrados, de los cuales seis fueron asesinados horas después, mientras que otros catorce habían resultado heridos

Todo el sur libio se ha convertido en una zona de alta inestabilidad debido fundamentalmente por la falta de controles tanto del gobierno de Trípoli como el de Tobruk por la constante actividad no solo por la presencia de al-Qaeda y Daesh, sino por una cantidad de milicias armadas de Sudán, Chad y Níger, que golpean en Libia, secuestran caravanas de refugiados, para venderlos a traficantes de personas que bien los pueden revender como esclavos en los mercados de la ciudad de Sabha casi 800 kilómetros al sur de Trípoli o en los mismos mercados a las afueras de la capital, en las narices de los funcionarios de Naciones Unidas, vendérselos a las organizaciones terroristas para incorporarlos a sus filas o si tiene parientes en el Europa, negociar para que puedan de alguna manera cruzar el Mediterráneo.

Se ha denunciado a fines de año pasado que el presidente turco Recep Erdogan, que insiste en la recreación del Imperio Otomano, esta enviado armas a Libia. A mediados de diciembre último se descubrió en dos contenedores, no menos de 3 mil armas de mano enviadas desde Turquía, junto a un gran número de armas de caza y cerca de 4.2 millones de balas, de fabricación turca. El hallazgo se habría producido en el pequeño puerto de Khoms a unos 100 kilómetros de Trípoli y próximo a la frontera con Túnez, según una fuente judía las armas estaban destinadas a grupos vinculados con los Hermanos Musulmanes.

Libia, está sometida por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a un embargo de armas desde 2011 el que fue renovado en junio último, aunque por los resultados el embrago no ha sido “demasiado” exitoso.

Tanto al-Sarraj como Hafther protestaron ante Ankara y el Consejo de Seguridad tras el descubrimiento solicitando una investigación internacional, acerca de las pretensiones del presidente turco Erdogan respecto a Libia. El ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, debió viajar a Trípoli, donde se reunió con altos miembros el gobierno intentado explicar la posición de Ankara.  Cavusoglu deslindó responsabilidades y acusó sin especificar a “países árabes”, de proveer tanques, misiles y drones a las fuerzas beligerantes libias.

Se conoce que el presidente egipcio Abdul Fattah al-Sisi, ha cooperado con Haftar para que este controle la extensa frontera libio-egipcia e impida el cruce de terroristas, que operan en el oeste egipcio. La llegada de Turquía a la ratonera libia, solo puede, profundizar la crisis de la que nadie parece tener la llave.

(Fuente: Resumen de Medio Oriente / Autor: Guadi Calvo)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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