La última entrevista a ETA: “En Euskal Herria hay fuerza, valentía e inteligencia suficientes; por eso hemos disuelto la organización”
La última entrevista a ETA antes de su final ha sido realizada por GARA durante estas últimas semanas. No es una entrevista normal, y no solo por ese motivo histórico, sino porque en ella los y las representantes de la organización han respondido a todo tipo de cuestiones, en torno a 400, sin eludir ninguna salvo las que por motivos técnicos como el paso del tiempo no se sentían capaces de aclarar. El documento consiguiente, imprescindible para arrojar luz sobre estos 60 años y muy clarificador sobre este fin de ciclo, verá la luz en forma de libro en el mes de junio en euskara, su idioma original. Pero, por su innegable actualidad, GARA adelanta aquí buena parte del primer capítulo, traducido al castellano, que profundiza en los motivos y claves de esta decisión de cerrar su trayectoria. También se avanzan algunas respuestas de ETA sobre las consecuencias del conflicto que continúan pendientes y sobre el daño causado por su acción armada.
“No hemos conseguido los objetivos, pero el camino no está cerrado”. Esta es una de las reflexiones principales de la ponencia aprobada muy mayoritariamente, y sustenta la decisión de poner fin al ciclo y función de ETA. Suena sincero y realista, no hay triunfalismo, pero ¿quiere decir acaso que la organización se ha quedado a medio camino?
Ese camino continúa. El proceso que tiene como horizonte la creación del Estado Vasco sigue. ETA ha sido actor fundamental para poner en marcha y dar cuerpo al proceso de liberación, no hay la menor duda de ello, pero no podemos equiparar el final del ciclo histórico de ETA y el final de ese proceso de liberación. Lo que queremos decir con esa frase que se reproduce en la pregunta es que los objetivos intermedios que preveía ETA (para entendernos, reconocimiento nacional y derecho de autodeterminación) no se han conseguido todavía, pero que hay opciones de lograrlos.
Desde un punto de vista histórico, comparando la situación cuando ETA emprendió su camino y la situación cuando cierra su ciclo, se puede extraer esta conclusión: entonces había un pueblo condenado a morir y hoy hay un pueblo que quiere ser dueño de sí mismo.
¿Cuándo y por qué afloró la necesidad de cerrar ese ciclo?
La cuestión es con qué se une el final de ese ciclo. Entre nosotros estaba bastante instalado el criterio de que el fin de ETA, en su caso, habría venido de la consecución de unos objetivos políticos concretos. Diferenciábamos además el fin de la lucha armada y el fin de ETA. Para nosotros ETA siempre ha sido una organización política, que desde un momento determinado a otro momento determinado ha practicado la lucha armada. No ha sido una organización militar que hace política. Por introducir una curiosidad, cuando el Gobierno de PNV-PSE dijo para censurar el anuncio de un libro sobre el desarme que la expresión “organización militar” no era adecuada, nosotros pensamos: “vaya, si supieran que a nosotros tampoco nos hace ninguna gracia esa denominación”… Por decirlo de modo simple, hemos preferido ser ETA que ETA-militar (una denominación posterior a la división de los años 70 y surgida a consecuencia del debate de aquel momento).
Retomando el hilo, fin de la lucha armada y fin de la organización no eran lo mismo para nosotros. Y así encaramos, por ejemplo, los procesos de negociación. Era la lucha armada lo que se “negociaba”. Ahora, en cambio, esta última decisión debe entenderse en la lógica del cambio de estrategia realizado. El fin de la lucha armada no estaba unido ya a un esquema negociador, sino a un cambio de estrategia, y ello ineludiblemente tenía que desencadenar también el debate sobre el fin del ciclo de ETA. Este debate y esta decisión hay que ubicarlos en el cambio de estrategia y el intento de cambiar de fase.
No podemos poner una fecha exacta a la pregunta, pero sí podemos decir que la reflexión que se abre en la izquierda abertzale desde 2008 marca el punto de inflexión, más claramente en 2010 y mucho más aún en 2011. Esto ha provocado un recorrido largo, con altibajos y contradictorio en ocasiones, pero imponiendo una lógica. La opción del final de ETA, de modo explícito y concreto, se puso sobre la mesa en primavera de 2015 (…) Lamentablemente, entonces desataron una ofensiva policial. Se produjeron las detenciones de Ortzaize y unos meses después las de Baigorri. Ello hizo demorarse las cosas, aunque en el Gudari Eguna de ese 2015 apareció una idea: la mayor parte del recorrido de la organización ya estaba completada. Ello no presuponía su final, pero reflejaba que en el debate que tenía que hacer la izquierda abertzale ETA ya no sería un agente principal y que la estrategia independentista necesitaría otros pilares.
Paradójicamente, la acción de las fuerzas policiales hizo que la conformación de ese debate se pospusiera, aunque es cierto también que esa actitud de los estados dejaba muy claro que teníamos que seguir con nuestra apuesta. De lo contrario, nos ahogaríamos políticamente en el anterior esquema represivo, a la espera de una solución acordada que nunca llegaba. Al final completamos un pack en el que los elementos más visibles eran el desarme y la disolución [los entrevistados utilizan el término desegitea] de la organización, mientras la izquierda abertzale avanzaba por la senda del proceso Abian. La fotografía de 2015 y la de hoy son realmente diferentes.
¿Es la organización quien toma conciencia de esta necesidad, por su cuenta, o la interioriza por influencias externas? A menudo se le reprochó hacer oídos sordos a demandas externas…
A menudo se han dicho muchas cosas que no tienen que ver con la realidad de ETA. Hemos tomado esta decisión ‘por nuestra cuenta’, pero eso no quiere decir que estemos afectados de ‘autismo político’. Hemos analizado la situación del proceso político y sus opciones de desarrollo, y nuestro objetivo principal ha sido favorecer ese proceso de liberación, dentro del análisis de la izquierda abertzale, con el fin de construir un movimiento y un proceso independentista fuerte, capaz de responder a los debates de cada momento y a los giros tácticos precisos.
(…) La reflexión, en cualquier caso, no es cómo hay que poner fin a una organización armada, sino cómo tiene que avanzar el proceso de liberación. Nuestra reflexión arrancó ahí, y en ese marco hemos llegado a esta conclusión. Será la evolución del proceso la que sentenciará si esta decisión ha sido adecuada. Por sí mismo, un acuerdo negociado tampoco hubiera garantizado nada.
¿Ha habido presiones para que el final fuera completo y claro?
A decir verdad, aunque desde hace tiempo ha habido menciones y declaraciones puntuales sobre ello, no hemos notado una presión especial. Puede haber dos razones para ello: por un lado, los agentes que han entablado relación con nosotros, tanto de Euskal Herria como internacionales, ya han ido teniendo conocimiento de nuestras intenciones; y por otro, haber anunciado este debate antes de acometer el desarme aclaró muchas cosas.
Luego, siempre hay quien escenifica, aunque no hagan falta presiones ni interpelaciones. Hay ciertos políticos profesionales que cuando escuchan que algo llega se apresuran a hacer declaraciones, a veces para aparentar liderazgo, otras para enturbiar el ambiente, o porque están incómodos ante eso que viene… De cualquier modo, ETA ya anunció en la nota publicada en setiembre de 2017 los pormenores del debate, y remarcamos que por encima de intoxicaciones, operaciones y declaraciones fuera de lugar y de tiempo, desde ese momento la militancia tenía la palabra y la decisión. Nos gustaría que estos avances fueran percibidos por otros sectores, aunque reconocerlos explícitamente pueda ser demasiado para algunos. En estos años hemos visto con preocupación la obsesión por enturbiar cualquier intento (sobre todo por parte del PNV y Urkullu). Parece que han preferido ensuciar la situación a encarar las oportunidades que ofrece esta nueva situación para las próximas décadas. Parece que temen que la nueva situación deje en evidencia sus carencias y el hecho de que no tienen problema en ejercer de bastón del régimen.
Tras dejar la lucha armada definitivamente, había otras opciones: continuar como organización hasta que se resuelvan las consecuencias del conflicto, convertirse en organización política civil como planteó por ejemplo Patxi Zabaleta.. ¿Han estado sobre la mesa? ¿Por qué se han descartado?
No queremos polemizar con Patxi Zabaleta, bastante lo hicimos hace unos años. En cualquier caso, no creemos que lo que ETA ha hecho ahora y lo que él decía sean cosas contrapuestas. Esas declaraciones suyas tenían una lógica, igual que la tiene nuestra decisión (…) Pero aprovechemos la pregunta para hacer un ejercicio sobre esa afirmación: si hubiera que renovar un acuerdo de gobierno en Nafarroa y otros partidos propusieran la disolución incondicional de ETA, ¿qué tendría que hacer EH Bildu? ¿Propondría acaso que ETA siguiera y no firmaría el acuerdo? (…)
La otra cuestión es cómo quedan los temas de las consecuencias del conflicto, que históricamente han aparecido ligados a ETA. La reflexión de muchas personas viene por ahí, en el sentido de que ETA debiera haber continuado hasta resolverlos. Algunos han defendido esa posición dentro de la organización en este debate. Sin embargo, en los últimos tiempos, a medida que pasan los meses, vemos que se están conformando otros modelos para afrontar esas cuestiones. Con el desarme ha quedado de manifiesto. Y en el tema de los presos también se están intentando otras vías, con algunos avances por primera vez en mucho tiempo, aunque sean ciertamente pequeños. Diremos más: unir el final de ETA con la solución al problema de los presos supondría la semilla de un nuevo bloqueo. Ya hemos visto estos años que los gobiernos superan esa ecuación con facilidad. Presentan la resolución integral del conflicto como una demanda de ETA. Y les será más difícil si es una demanda del pueblo.
Recogiendo la terminología internacional, algunos agentes como el Foro Social han reivindicado estos últimos meses el término «desmovilización». Otros han exigido «disolución». ETA ha optado por «final». ¿Es todo lo mismo? ¿Por qué exactamente esa fórmula?
(…) Cuando los medios decían que utilizaríamos el término «desmovilización», entre nosotros nos mirábamos con asombro. Por las características de la organización y del proceso vasco, no nos parece que esa palabra refleje bien lo que había que hacer. Quizás porque, puestos a frivolizar con ello, cuando escuchamos la palabra “desmovilización” nos imaginamos largas filas de guerrilleros bajando del monte. Según los estándares internacionales, políticamente puede ser un término adecuado, pero nosotros no lo hemos utilizado. Y acaso sea mejor, porque si no dirían que es un término de ETA. Y esos agentes sociales todavía tendrán que seguir trabajando…
Tenemos que decir además que recibimos un mensaje curioso. Representantes del Gobierno de París dijeron que “desmovilización” no era un término claro, porque lo que se desmoviliza puede movilizarse de nuevo después. Nos pareció absurdo, porque siguiendo esa lógica lo que se deshace también puede rehacerse otra vez. Nos resultó muy curioso el argumento, y nos demostró que para no avanzar en la resolución cualquier excusa vale, incluso el supuesto significado de una palabra. Todo vale para clamar una vez más el «no es suficiente».
En cuanto a “disolución”, ha sido un término bastante maldito entre nosotros, porque los estados, responsables policiales, algunos dirigentes políticos y medios de difusión lo han utilizado ligado a “derrota”. Las palabras se cargan demasiado. Es cierto, en cualquier caso, que en el debate interno muchos compañeros y compañeras han usado ese término con naturalidad, no ligándolo a “derrota”, sino para expresar lo que iba a suceder, simplemente mirando al diccionario.
Sea como sea, “desegitea” es la palabra clave para nosotros. Es la que usamos. Hay que decir, además, que ETA piensa principalmente en euskara y que en euskara ese término sale de modo natural: hicimos ETA y ahora la deshacemos. Hemos querido reflejarlo así, siguiendo con la idea principal utilizada en el desarme: ETA fue creada desde el pueblo y ahora se disolverá en el pueblo.
Para mucha gente, esta decisión conlleva perder las siglas que han sido su referencia durante décadas. ¿O no es así?
Como referencia histórica, las siglas seguirán estando ahí. Seguirán como testigo de una larga fase del movimiento y el proceso de liberación. Pero ETA desaparecerá como organización, y por tanto, como consecuencia de su decisión, sus siglas no se usarán en la acción política. Desde 2010 no se ha practicado lucha armada en nombre de ETA. Y desde ahora tampoco habrá acción política en su nombre: no se interpelará a nadie, no habrá propuestas políticas….
Excepto LAB, todas las grandes siglas históricas de la izquierda abertzale han desaparecido en este proceso. ¿Qué conclusión se extrae de ello?
La respuesta políticamente correcta consistiría en decir que son herramientas, pero con ello no seríamos honestos. Para su militancia, ETA es más que una mera organización, es el reflejo del compromiso con la lucha por Euskal Herria y el arca que guarda valores profundos compartidos con el resto de compañeros y compañeras. Los y las militantes de ETA mantendremos ese sentimiento hasta nuestra muerte. Y también esa responsabilidad, para, aunque sea de un modo distinto, hacer nuestra aportación al desarrollo del independentismo de izquierdas y para mantener el compromiso que exige el proceso de liberación, cada uno en la medida de sus posibilidades. Seremos exmilitantes de ETA, pero llevaremos hasta la muerte haber formado parte de ETA. A nivel de sentimientos, seremos de ETA siempre. Asumiendo todo lo hecho, incluyendo los errores y todas las cargas (…).
¿La organización hubiera sido un obstáculo inevitablemente para la suma de fuerzas que requiere un proceso independentista?
Como comprenderá, no nos hace ninguna gracia escuchar que podíamos ser un obstáculo para el proceso independentista. Consideramos que no es una formulación adecuada. Lo hemos oído otras veces. En tiempos de Lizarra-Garazi escuchamos a ELA decir ‘ETA sobra y estorba’, y daba la impresión de que ese era el único problema. Con el paso de los años hemos visto muchas veces que pedir cuentas a otros es la manera de camuflar las carencias propias. No se lo reprochamos a nadie en concreto, es una reflexión general y nuestro objetivo no es iniciar polémicas ni rifirrafes. Pero sí queremos apuntar que muchas veces parecía decirse que si ETA dejaba la lucha armada todo resultaría muy fácil, pero ni era así ni es así. Entendemos que hay que cambiar cosas en la acción política, y antes de pedir nada al otro toca pensar que uno mismo también tiene que hacer lo suyo. En ello ha andado ETA estos últimos años.
Según nuestro análisis, para conformar el movimiento que necesita un proceso a la independencia, los protagonistas y agentes deben organizarse en función del mismo, y ahí decimos honestamente que no vemos una aportación de una organización clandestina como la nuestra. Tendría que ser, en su caso, una aportación cualitativa, pero eso no encaja en lo que debe ser ese movimiento. La mayoría amplia que hay que conformar no lo entendería. Y nosotros también rechazamos esa opción de sobrevivir como organización oculta.
Desde una perspectiva esencialmente histórica, cerrar un ciclo de 60 años tiene que generar vértigo, o al menos responsabilidad. ¿Cómo se vencen esas sensaciones?
Con dificultad. Cuando Zuzendaritza Batzordea de ETA presentó esta propuesta, admitió que quizás no tenía la trayectoria suficiente para hacer tal cosa. De verdad lo pensábamos. Por eso era importante recoger la opinión de quienes formaban Zuzendaritza Zabala. Queríamos saber si nuestra propuesta tenía base suficiente. En la cultura de ETA, Zuzendaritza Batzordea tiene toda la legitimidad para proponer y actuar, pero comenzamos poniéndonos en duda a nosotros mismos, conscientes de la responsabilidad que exige una decisión así. Puede tomarse también como señal de debilidad, pero es así como afrontamos el asunto. Afortunadamente Zuzendaritza Zabala avaló la propuesta, y posteriormente la militancia le ha dado un respaldo absoluto. Además de ello, la relación con agentes internacionales y con ciertos agentes de Euskal Herria nos ha aportado seguridad.
Los estados, y también muchos agentes vascos, argumentarán sin duda que esta decisión es fruto de un fracaso. ¿Cómo se replica a una afirmación así? ¿O se trata de una batalla perdida de antemano?
Está claro que habrá un bombardeo en ese sentido. La práctica de tantos años no ha cambiado. Los guiones están escritos y no cambian ocurra lo que ocurra. Ello empobrece el debate y las oportunidades políticas, y es esto precisamente lo que preocupa a ETA, y no tanto lo que se vaya a escribir sobre fracasos de nuestra organización. La batalla principal está en superar el conflicto; el conflicto político y sus consecuencias. La batalla principal es conseguir otra situación, realmente democrática.
De cualquier modo, también se puede formular la pregunta en otro sentido: ¿Es el ‘Estado de Derecho’ español el que ha vencido en Euskal Herria, el que ha tenido una victoria increíble? En este momento la distancia respecto al proyecto de España es mayor que nunca y quienes defienden ese proyecto tienen menos respaldo que nunca.
Nada está escrito. Por tanto, supongamos que de aquí a 10-20 años un proceso independentista sigue sin arrancar, y que en cambio la «colonización» ha avanzado y el socialismo es pura ficción. ¿De quién sería la culpa? ¿De ETA? ¿De la izquierda abertzale? ¿De la suma de fuerzas? ¿De la ciudadanía?
Creemos que en Euskal Herria hay fuerza, valentía e inteligencia suficiente para conseguir otra realidad política y social. Y por eso hemos hecho lo que hemos hecho, hemos decidido disolver la organización. Es cierto que el futuro no está escrito y que el proceso político puede retroceder si no se logra conformar el itinerario pertinente. Los estados también intentarán preservar su dominio, y ya sabemos a qué están dispuestos para ello. Tenemos por delante una oportunidad a pelear, y este pueblo tiene que poner ahí lo mejor de sí mismo. Creemos que hay datos objetivos para creer en ello; hace falta un poco de perspectiva, y también tranquilidad estratégica. Se ha puesto una base suficiente para que Euskal Herria no sea asimilada y para construir un proyecto liberador, y ello nos debe dar una cierta tranquilidad mínima como pueblo. Aparte, utilizar la culpa de modo preventivo no es muy adecuado, y más inadecuado aún sería echar la culpa sobre el pueblo.
Imaginemos ahora la opción contraria. Imaginemos que, por ejemplo a medio plazo, las condiciones son aprovechadas y nace el Estado Vasco. Quienes han formado parte de ETA, ¿considerarían entonces que la organización ha sido la llave para ello?
Sabemos que responder a esta pregunta desde el orgullo puede generar ruido y manipulación, porque en ciertos agentes políticos y medios siempre hay costumbre de retorcer estas cosas y presentarlas como prepotencia y desprecio. El proyecto de crear el Estado Vasco exige un esfuerzo colectivo impresionante. Es este el mensaje que hay que remarcar, y quienes hemos sido miembros de ETA nos esforzaremos en que sea así, cada uno desde el sitio que decida. Hemos llegado aquí gracias al trabajo y esfuerzo de muchos, porque muchos hicimos frente al franquismo, dibujamos un proyecto popular y luchamos mucho. Y eso es un legado para el futuro, aunque haya habido fallos y errores.
En los informes se menciona Zuzendaritza Batzordea, pero también Zuzendaritza Zabala… Se deja claro que mucha gente ha tomado parte en el debate, incluidos algunos que no han sido miembros de la organización. ¿Por qué se ha decidido abrir esa puerta?
Se ha dado cuenta del debate también a quien no ha sido miembro de la organización, tomando en cuenta la relación y los lazos con ETA. En total, han tenido conocimiento de ello 2.500-3.000 personas. En cualquier caso, en el meollo del debate solo han tomado parte y han votado sus militantes. Se ha hecho un esfuerzo ímprobo por completar un censo amplio de compañeros y compañeras. Como se puede suponer, por razones de seguridad esa tarea no ha sido fácil, porque algunos militantes tienen una dinámica ágil pero en otros casos el hilo estaba bastante perdido. La participación ha sido muy remarcable.
Se ha conseguido un alto nivel de consenso, ¿qué consecuencia se extrae de ello?
Que se ha acertado en el fondo y en la forma. Esto da a entender que seguramente lo teníamos que haber hecho antes. Pero si lo hubiéramos hecho mal, la base sería más débil, y los riesgos, más graves. También por este motivo hemos empleado bastantes meses para este proceso de debate. Y la propuesta ha sido clara, con el fin de darle un sí o un no claro. Por tanto, una de las consecuencias principales a remarcar es el calado que tiene la decisión.
El proceso de debate ha servido además para clarificar. Muchos y muchas militantes han agradecido el esfuerzo. Y querríamos creer que muchos sectores populares que estas décadas han estado alrededor de ETA, incluidos quienes habían perdido el hilo con ella, han visto con buenos ojos lo que se ha hecho.
Si la propuesta de la dirección hubiera recibido un No mayoritario, ¿en qué situación estaríamos hoy?
Recogiendo los argumentos de rechazo, se haría una nueva propuesta política para que la refrendara la militancia, y seguramente para canalizar ese proceso tomarían la responsabilidad otros militantes que no están hoy en la dirección. En cualquier caso, hoy día todo eso es mera especulación, porque el respaldo recibido por la propuesta ha sido casi total.
¿La organización es consciente del daño que ha causado? ¿En su totalidad? Es decir, ¿en todos los casos?
Sí, ETA reconoce todo el daño causado y ahora ha querido reconocer el gran sufrimiento que ha provocado ese daño, con el deseo de hacer frente al futuro de modo constructivo. Hemos dicho que lo sentimos de verdad y hablado de todo el daño causado. Creemos que pone una buena base para el futuro, pese a que quienes siguen poniéndole trabas hayan leído la declaración con malos ojos.
¿Todos los muertos y heridos por ETA son víctimas?
El hermano de un mando policial muerto a consecuencia de una acción de ETA, él también policía, declaró esto ante los medios de comunicación: “Mi hermano no es una víctima, es un gudari, gudari nagusia”. Está claro que esa persona no quería rebajar el daño causado, ni aliviar la responsabilidad de ETA.
ETA ha dicho algo que por otro lado cualquiera sabe: que ha habido quienes han estado en el centro mismo del conflicto, a propósito y por su responsabilidad, y quienes no han estado ahí. A eso lo han llamado categorización. Pero la categorización la hacen otros en sus leyes y declaraciones, porque por ejemplo en ellas no son iguales las víctimas provocadas por ETA y las provocadas por la guerra sucia. Diremos más; para ellos tampoco todos los afectados por ETA son iguales. Hace falta ser hipócrita para ello. En la acción contra Aznar con un coche-bomba, aquella explosión mató a una mujer, pero prácticamente nadie la puso por delante del Aznar que salvó la vida. Eso sí que es categorización.
No es intención de ETA rebajar el daño de nadie ni despreciar a nadie. Sin ninguna intención perversa, al valorar lo hecho durante años ha descrito algunas realidades. Ese es el punto de vista de ETA, pero ETA entiende que existan otros. Entre la ciudadanía vasca está muy extendido el concepto de que hay que reconocer a todas las víctimas, y sobre eso se puede trabajar, por encima de contradicciones y puntos de vista. Porque ETA ya no estará, y en la ciudadanía vasca surgirán otros consensos destinados a fortalecer la convivencia. Nosotros hemos querido poner una base con nuestra declaración, para favorecer esos consensos, no para poner líneas rojas.
Y los voluntarios de la organización, ¿son víctimas?
En la medida en que hemos sufrido por el conflicto, puede decirse así, pero en honor a la verdad ETA no considera ‘víctima’ a los caídos en la lucha, porque como queda dicho han estado en el mismo centro del conflicto a propósito y por su responsabilidad, han sido activistas. Este es el punto de vista de ETA, su pensamiento político, nada más. Otra cosa es que los miembros de ETA hayan sufrido daños, incluida la muerte, a consecuencia de actividades que el Estado no admite pero que ha practicado (tortura, guerra sucia o vulneraciones de derechos humanos en las cárceles). Y sí, Joxe Arregi, aunque fuera activista de ETA, es una víctima, porque lo torturaron hasta la muerte, porque padeció un trato que está fuera incluso de todas las normas y leyes de la guerra más cruel del mundo.
La principal consecuencia del conflicto por resolver hoy es traer a casa a personas presas, exiliadas y deportadas (…) A la hora de tomar esta decisión, ¿qué les dicen a quienes están en esa situación?
Antes que nada que, como saben mejor que nosotros, son militantes políticos (…). Y esta decisión es fruto de un análisis político profundo, de una reflexión sobre cuál es la mejor aportación que la organización puede hacer al proceso de liberación en este momento del siglo XXI. Por supuesto sabemos que esta decisión no desata por sí misma todos los nudos, y que las consecuencias del conflicto y más concretamente el tema de presos y exiliados queda sin resolver. Y en consecuencia habrá que seguir trabajando en ello, como en el resto de ámbitos. En lo sucesivo, las personas presas que han sido miembros de ETA serán únicamente miembros de EPPK y continuarán haciendo ahí sus aportaciones (…). Creemos que los presos y refugiados son más conscientes que nadie de todo esto. Como decía un compañero prisionero, no entramos en la lucha para liberar a los presos, sino para lograr objetivos políticos. Y en ello estamos.
¿Tienen confianza en que la decisión de la organización ayude en ese camino? Es más, ¿están convencidos de ello?
La decisión no se ha tomado con ese objetivo, sino que es la consecuencia lógica del cambio de estrategia y las decisiones tomadas por la izquierda abertzale desde 2009. La apertura de una fase forzosamente trae el cierre de la anterior (…). En una lógica de resolución de conflicto, esto debería tener reflejo en la cuestión de los presos y exiliados, es lo que dan a entender los ejemplos y la práctica internacional, pero que nadie nos pida entrar en la lógica española, porque su única lógica es la venganza. De cualquier modo, y aunque esa no haya sido la razón principal, sí tenemos la esperanza de que esta decisión al menos facilite buscar y conseguir consensos en Euskal Herria.
Supongamos que se lograra encarrilar las consecuencias de este ciclo de enfrentamiento armado y el meollo político, en cambio, continuara bloqueado como ahora. ¿Habría que entender que el conflicto vuelve al punto de origen?
El conflicto no está nunca en el punto de partida. Desde una perspectiva histórica de alcance, el proyecto político de una República vasca es más fuerte que nunca, y es esto lo que tenemos que ver: si hoy somos más que ayer y si con nuestra estrategia mañana lograremos ser más que hoy. Esto exige trabajo, jugar a grande, dar valor a lo que nos une y dejar de lado lo que nos separa por el bien del objetivo principal. El día mágico no existe. El dirigente del IRA y gran amigo de Euskal Herria Brian Keenan lo expresaba así: “Las listas de deseos son para las Navidades”. Nosotros diríamos que son para Olentzero. Los revolucionarios no podemos pararnos en ensoñaciones, lo que tenemos que hacer es crear estrategias adecuadas para hacer realidad los sueños. Esa es la clave. Y ese es el gran reto hoy para la izquierda abertzale, diseñar una estrategia real y eficaz, con los pies en el suelo, teniendo en cuenta el pueblo y la realidad existentes. Haciendo camino paso a paso, como el buey.
(Fuente: diario Gara / Autor: Iñaki Soto)
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