La ex diputada de la CUP Anna Gabriel se presenta ante el Tribunal Supremo / Claves de su regreso

Anna Gabriel, que fue diputada por la CUP, fue procesada en marzo del 2018 con ocasión del procedimiento penal que se sigue ante el Tribunal Supremo (TS) por su posible implicación en la declaración unilateral de la independencia de Catalunya.

Gabriel fue declarada en rebeldía el 9 de julio de 2018 e investigada como presunta autora de un delito de desobediencia, sin que existiera contra ella ninguna orden europea o internacional de detención, porque el delito que se le atribuye no comporta pena de prisión sino una multa de hasta doce meses y una pena de inhabilitación para ocupación o cargo público de hasta dos años de duración.

Según el TS Anna Gabriel ha regresado al Estado español. Tras algo más de cuatro años de exiliada en Suiza, ha comparecido de manera voluntariamente con la finalidad de ponerse a disposición del alto tribunal.

Al parecer, tras su comparecencia, el magistrado instructor, Pablo Llarena, la ha citado para ser interrogada en fechas próximas y con participación del resto de las partes personadas en el proceso. Hecha la citación, Anna Gabriel ha quedado en libertad y ha regresado a Suiza.

Las claves del regreso sorpresa de Anna Gabriel

Cuando el Tribunal Supremo español ha difundido un comunicado que decía: “Anna Gabriel Sabaté comparece y se pone a disposición del Tribunal Supremo para regularizar su situación procesal”, la exdiputada de la CUP ya había regresado a Ginebra. Y, al mismo tiempo, su grupo de apoyo, Free Anna Gabriel, emitía otro comunicado en el que destacaba que la orden de detención de Gabriel ya no tenía efecto, que había comparecido en la secretaría del tribunal y que pronto sería citada en declarar como imputada por el delito de desobediencia. Esta vez no ha habido filtraciones previas, ni fotografías de su llegada al Supremo. Y todo ello con un nuevo abogado, el vasco Iñigo Iruin , histórico defensor de militantes y dirigentes de la izquierda aberzale, que hace tan sólo una semana cogió las riendas de su defensa, que en los últimos años había llevado Benet Salellas . Cambio de abogado; entrada en España por primera vez en más de cuatro años y cambio de situación procesal: la comparecencia relámpago de Gabriel ha sorprendido prácticamente a todo el mundo.

Y que la haya hecho de la mano de Iruin, también. La situación recuerda a la de Meritxell Serret , cuando en marzo del año pasado dejó la defensa de Gonzalo Boye y se presentó por sorpresa en el Supremo después de más de tres años de exilio en Bruselas. Serret, acompañada también de Iruin, compareció ante Llarena, salió en libertad provisional y después fue citada a declarar como encausada. La acabaron acusando de desobediencia (que no implica penas de prisión) y está pendiente de juicio en el TSJC, donde Llarena acabó trasladando la causa.

Con Gabriel, el recorrido podría ser similar. De momento, Llarena tan sólo le obliga a comunicar una dirección y un teléfono de contacto y que esté siempre a disposición del tribunal para comparecer cuando se lo requieran. Sin orden de detención española, podría moverse sin riesgo de ser detenidaen España. Pero, por ahora, se ha vuelto a Ginebra, donde ejerce de secretaria general del sindicato UNIA. Y ha difundido esta nota en la que explica su nueva situación: “Después de cuatro años y medio de exilio, hoy se da un paso procesal necesario para recuperar una libertad de movimientos que nunca habría tenido que perder, ni yo ni nadie. Este paso responde a una serie de consideraciones, reflexiones y análisis que tienen que ver tanto con el contexto político y judicial general, como con una serie de circunstancias personales. […] En coherencia con una serie de responsabilidades profesionales y personales adquiridas, seguiré viviendo y trabajando en el mismo lugar donde he vivido y trabajado en estos últimos años. Más allá de estos hechos circunstanciales, mis compromisos políticos y sociales permanecen donde estaban, con mi pueblo, con sus gentes.

Ni Anna Gabriel ni su nuevo abogado han explicado qué había cambiado exactamente para poder dar este paso. “Una serie de consideraciones, reflexiones y análisis que tienen que ver tanto con el contexto político y judicial general como también con una serie de circunstancias personales”, decía ella. La CUP remite al “equipo jurídico” de Gabriel por las explicaciones sobre qué ha pasado. Hay un hermetismo absoluto. El diputado Xavier Pellicer tan sólo ha explicado que si Gabriel ha ido al Supremo es porque estas semanas han sabido que solo le acusarían de desobediencia: “Ha comparecido en el Supremo porque después de años de falta de claridad se ha podido aclarar que sólo era acusada de un delito de desobediencia .”

Unos años de amenaza y bloqueo

Esta falta de claridad que tanto el juez Pablo Llarena como las acusaciones (la fiscalía y la abogacía de España) habían mantenido estos últimos años sobre cuál sería la acusación contra Gabriel si volvía del exilio en Suiza había sido utilizada como un arma represiva, como una amenaza. Llarena la quería dejar en un limbo jurídico , negándose a trasladar su causa a un juzgado de Barcelona, ​​tal y como le pedía una y otra vez el abogado Benet Salellas en representación de la ex-diputada. El mero hecho de que Llarena haya instruido la causa contra ella es una anomalía, una vulneración del juez predeterminado por ley (así como ha ocurrido con los presos y con todos los demás exiliados). Llarena rechazaba el argumento, y decía que para decidir qué juez debería juzgarlodebía ir a la fuerza primero a Madrid a declarar ante él.

Gabriel quería garantías para volver, por lo que pedía el traslado de la causa a Barcelona. Pero Llarena se negaba, y decía que antes quería verla comparecer ante él. Decía que ya podía estar satisfecha que le hubiera reconocido el derecho de defensa y de formar parte de la causa a pesar de no haber comparecido en el Supremo, como sí hizo Mireia Boya. Que tenía que ir a Madrid a toda costa, y que, llegado el caso, ya verían qué acusación concreta le harían y si la causa podría ir a Barcelona . Ninguna seguridad, ninguna garantía. Salellas, en nombre de Gabriel, insistía, y con argumentos de peso, como la sentencia del TSJC que condenó a los miembros independentistas de la mesa del parlamento que presidía Carme Forcadell y que absolvió, en cambio, a Mireia Boyadel delito de desobediencia.

Porque en esa sentencia, el TSJC hacía una referencia clara a la situación de Gabriel cuando hablaba de la absolución de Boya. “Somos conscientes de que lo que decidimos sobre ella [Mireia Boya] podría tener consecuencias respecto a otros procesados ​​que se encuentran en rebeldía y pendientes de ser juzgados.” Pero ni siquiera ese argumento tan rotundo convenció a Llarena, que se mostró intransigente. Esta inseguridad, con la posibilidad de que una comparecencia en el Supremo derivara en una acusación formal por delitos más graves que el de desobediencia, frenaba un posible retorno de la ex diputada . Y la situación se había quedado atascado, en punto muerto, en los últimos meses.

Cuando Gabriel asistió al acto de Òmnium en Elna en julio del año pasado junto a más exiliados y presos políticos, su situación procesal no había cambiado, y en esa primera visita al país desde la salida en el exilio asumió cierto riesgo, que no fue más allá.

Hasta la comparecencia inesperada –con cambio de abogado incluido– de ayer por la mañana. Iruin ha repetido el esquema de Meritxell Serret con Anna Gabriel; ha aparecido de repente, las ha hecho entrar con discreción absoluta en el Supremo después de haber negociado, tal y como se desprende de esta afirmación en el comunicado del grupo de apoyo de Anna Gabriel: “Durante los últimos meses, se habían producido diversas pesquisas y aclaraciones sobre su situación procesal actual.” Y tanto Serret el año pasado como Gabriel han salido sin orden de detención y con el camino allanado para un más que posible juicio por desobediencia. En el caso de Serret, de hecho, el juicio oral ya está abierto en el TSJC, pendiente de tener una fecha. A Gabriel, Llarena le citará a declarar “en breve”, y decidirá si también le abre juicio oral y traslada la causa a Barcelona.

El juez del Supremo se ha salido con la suya, porque ha forzado a Gabriel a repetir el movimiento de Meritxell Serret , aprovechando el desgaste personal que el paso de los años tiene en los exiliados y la desorientación estratégica del independentismo. Una semana después de haber conseguido el apoyo del abogado general del TJUE en la causa sobre las euroórdenes, Llarena se cuelga otra medalla, la de haber conseguido que Gabriel compareciese ante él, que “se entregara”. Porque es así como lo ha presentado la mayoría de la prensa española: “La fugada Anna Gabriel vuelve a España y se entrega al Supremo para regularizar su situación” (El Mundo); “Anna Gabriel vuelve de Suiza para entregarse ante el Supremo y Llarena la deja en libertad” (ABC); “Anna Gabriel se entrega al TS después de cuatro años de fuga y queda en libertad”.

Gabriel seguirá viviendo y trabajando en Suiza, pero no con la condición de exiliada, con la posibilidad de regresar cuando quiera a casa. Queda, en Suiza, Marta Rovira , como exiliada. Su caso tiene algunas diferencias significativas respecto a Anna Gabriel y Meritxell Serret. El juez Llarena tampoco se ha atrevido a activar la orden de detención internacional, porque las autoridades suizas le han hecho saber que no concedería una extradición motivada políticamente. Le mantiene, eso sí, la amenaza de activación de una euroorden en caso de acudir a cualquier estado de la UE. Su procesamiento, a diferencia de Gabriel, era por el delito de rebelión, aunque después, en la sentencia de octubre de 2019, el tribunal presidido por Marchena no la situaba explícitamente en los hechos que acababa calificando de sedición.

Fuentes: Insurgente / VilaWeb.

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