La líder birmana Aung San Suu Kyi, Novel de la paz, acusada de ser cómplice de la represión contra los Rohingya
La líder birmana de facto, Aung San Suu Kyi (foto superior adjunta), antaño defensora de la democracia y la libertad, Premio Novel de la paz, es ahora acusada de ser cómplice de la represión contra la minoría Rohingya.
Aung regresó a Birmania en abril de 1988 para atender a su madre gravemente enferma, a pesar de las amenazas recibidas del gobierno militar, liderado por el dictador Ne Win. Su viaje coincidió con el estallido de las protestas violentas contra la junta militar que gobernaba el país desde 1962 y ella pronto se convirtió en la líder de las manifestaciones.
Fue detenida por la junta militar, y puesta en arresto domiciliario, una condición que sufría intermitentemente hasta 2010. Trabajó durante muchos años a favor de la democracia, al organizar un movimiento pro derechos humanos, lo cual optaba por la instauración de un régimen democrático. La política birmana fue galardonada con el premio Nobel de la Paz en 1991 por ser “el ejemplo del poder de los que no tienen poder”, y por su resistencia pacífica frente a la opresión.
En noviembre de 2015, el partido de Aung, la principal formación opositora del país, la Liga Nacional para la Democracia (LND), logró una victoria aplastante en los comicios presidenciales, cuatro años después de que la Junta Militar entregara el poder a un Gobierno civil (marzo de 2011). Aunque la Constitución birmana prohíbe a cualquier candidato con esposo o descendientes extranjeros acceder a la Presidencia, Aung (su marido fue británico y sus dos hijos tienen pasaporte británico) se convirtió en la líder de facto del país, prometiendo entonces estar “por encima del presidente”.
“Silencio estudiado”
La querida figura de los occidentales, considerada un ícono de los derechos humanos, y el Nelson Mandela de Asia, Aung San Suu Kyi, ha sido criticada en los últimos años por guardar un “silencio estudiado” y una postura indiferente respecto a la persecución y ataques mortales contra la comunidad rohingya, residente en su mayoría en el estado de Rajine (noroeste), el más pobre de Myanmar.
Ella, igual que las autoridades de la ex dictadura militar y los líderes religiosas budistas del país, ha negado la identidad de los musulmanes rohingyas, considerados por la ONU la comunidad más perseguida del mundo. En 2016 pidió al embajador de Estados Unidos que no use el término rohingya. Durante el período de su liderazgo, Aung ha violado obviamente los artículos de la Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio de la ONU. El artículo II de este documento dice que “genocidio significa cualquiera de los siguientes actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.
La líder opositora birmana, más allá de sus muchos años de silencio, tampoco ha levantado las restricciones severas del Estado al acceso humanitario a varias regiones de Myanmar afectadas por la insurgencia. Tampoco las autoridades han permitido a los medios de comunicación independientes investigar a fondo lo que está sucediendo en Rajine.
Un informe de febrero de los derechos humanos de la ONU sobre el tratamiento de los rohingyas, documentó la violación en masa de mujeres y niñas, algunas de las cuales murieron como resultado de las lesiones sexuales que sufrieron. El texto muestra cómo los niños y los adultos musulmanes tenían sus gargantas cortadas delante de sus familias.
Reporta las ejecuciones sumarias de maestros, ancianos y líderes comunitarios; los helicópteros del Ejército pulverizando aldeas con disparos; gente encerrada en sus hogares y quemada viva. El informe detalla la destrucción deliberada de cultivos y la quema de aldeas para expulsar a poblaciones enteras de sus hogares; personas que trataban de huir disparadas en sus botes.
El desastre humanitario en Rajine se ha agravado desde el 25 de agosto cuando el Ejército intensificó los ataques contra la población rohingya. La ola de violencia ha matado hasta el momento más de 400 personas, obligando a cientos de miles de los rohingyas a huir al vecino país de Bangladés para salvar sus vidas. No obstante, la líder opositora parece tener oídos sordos ante los llamados internacionales, incluido el de los Premios Nobel de la Paz, para actuar “con coraje y compasión” para poner fin a los crímenes contra los musulmanes rohingyas.
Activistas humanitarios acusan a Aung de ser un cómplice directo en la masacre de los musulmanes por escoger el silencio frente a esta discriminación para no perder su base de religión budista. “El silencio, por lo tanto, es el menor de sus pecados. El silencio también sugiere una neutralidad estudiada”, escribió Mehdi Hasan, periodista político británico en el portal Intercept. “Sin embargo, no hay nada neutral sobre la postura de Aung San Suu Kyi. Ella ha elegido su lado y es el lado del nacionalismo budista y la cruda islamofobia”.
Aung niega la represión y denuncia campaña de “desinformación”
El martes, Aung rompió su silencio tras casi dos semanas desde el repunte de la violencia, y como era de esperar denunció una campaña de “desinformación” sobre los rohingyas. Mientras la ONU y otros entes mundiales pro DDHH denuncian y condenan una “limpieza étnica” en Myanmar, ella contrataca denunciando una campaña de “desinformación’”sobre los rohingyas.
“Este tipo de falsa información es solo la parte visible de un enorme iceberg de desinformación”, ha indicado la líder de facto de Myanmar (Birmania) y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, en una conversación telefónica mantenida el martes con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Mientras la violencia y el sufrimiento de los civiles musulmanes han generado condenas a nivel internacional —por parte de muchos países, organismos y activistas—, Suu Kyi ha sostenido que el Gobierno de Myanmar está defendiendo a “todo el mundo” en el estado de Rajine. La premio Nobel de Paz ha acusado de esa manera al viceprimer ministro turco, Mehmet Simsek, de emitir en su Twitter noticias falsas, cuando publicó fotos que mostraban a rohingyas muertos y denunció una “limpieza étnica” en el país asiático, un término que rechaza Suu Kyi.
Dichas imágenes crearon polémica en Myanmar, donde la mayoría budista, de la que forma parte Aung San Suu Kyi, acusa a la comunidad internacional y a los medios extranjeros de estar sesgados a favor de los rohingyas.
¿Quiénes son los rohingyas masacrados en Myanmar?
Los rohingyas son un grupo étnico musulmán que ha vivido durante siglos en Myanmar (antigua Birmania), un país de mayoría budista. Actualmente, casi un millón de rohingyas residen en este país del sudeste asiático.
Las autoridades birmanas no consideran a los rohingyas como uno de los 135 grupos étnicos oficiales del país, y por ello, se les ha negado la ciudadanía desde 1982, lo que les ha convertido en apátridas.
Casi todos los rohingyas en Myanmar viven en el estado occidental de Rajine, uno de los más pobres. Debido a la violencia y la persecución gubernamental, miles de rohingyas se han visto obligados a huir a los países vecinos por tierra o barco durante el transcurso de varias décadas.
¿De dónde son originarios los rohingyas?
“Los rohingyas han estado en Arakan (actual Rajine) desde tiempos inmemoriales, en concreto desde el siglo XII”, reporta la Organización Nacional de los Rohingya Arakan (ARNO, por sus siglas en inglés), una afirmación corroborada por muchos historiadores.
En los más de 100 años de colonialismo británico (1824-1948) en La India, hubo mucha migración de trabajadores hacia lo que hoy se conoce como Myanmar desde los actuales territorios de La India y Bangladés. Los británicos administraban Myanmar como una provincia más de La India, de ahí que tal migración se consideró de carácter interno en aquel entonces, según el Observatorio de Derechos Humanos (HRW, por sus siglas en inglés). Empero, dicha migración no fue recibida con agrado por la mayoría de la población nativa de Myanmar.
Tras la independencia birmana respecto al imperio británico en 1948, el nuevo Gobierno consideró la mencionada migración como “ilegal”, y es sobre esta base que rechazan conceder la ciudadanía a la minoría musulmana Rohingya”, apostilló el HRW en un informe de 2000. Esta apreciación ha llevado a muchos budistas a considerar a los rohingyas como ciudadanos bengalíes rechazando el término Rohingya por estimarlo como una invención reciente, y creada por razones políticas.
¿Cómo y por qué los rohingyas están siendo perseguidos?
Poco después de la independencia de Myanmar del Reino Unido, se aprobó la Ley de Unión de Ciudadanía, en la que se estipulaba qué etnias podían obtener la ciudadanía.
De acuerdo con un informe publicado en 2015 por la Clínica Internacional de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de Yale (EE.UU), dicha ley de naturalización no contempló la inclusión de la comunidad de los rohingyas. Sin embargo, el edicto permitió a las personas cuyas familias habían vivido en Myanmar durante al menos dos generaciones solicitar una tarjeta de identidad. Inicialmente a los rohingyas se les concedió la tarjeta de identificación, e incluso la ciudadanía, bajo la premisa de relevo generacional. En este tiempo, varios miembros de la comunidad rohingya llegaron a ser miembros del Parlamento birmano.
Después del golpe militar de 1962 en Myanmar, las cosas cambiaron dramáticamente para los rohingyas. Todos los ciudadanos tenían que obtener y estar en posición de las tarjetas de registro nacional. No obstante, los rohingyas sólo recibieron tarjetas de identificación para extranjeros. Este hecho limitó a esta comunidad musulmana el acceso al mercado laboral y a las oportunidades educativas.
¿Y por qué no se les reconoce sus derechos?
En 1982, Myanmar aprobó una nueva ley de ciudadanía, que efectivamente convirtió a los rohingyas en apátridas. Bajo esta normativa, tal comunidad no fue nuevamente reconocida como uno de los 135 grupos étnicos del país. La ley estableció tres niveles de ciudadanía. Para obtener el nivel más básico (ciudadanía naturalizada), debe haber una prueba de que la familia del peticionario había vivido en Myanmar antes de 1948, así como la fluidez en uno de los idiomas nacionales. Muchos rohingyas no pudieron demostrar el arraigo exigido.
Con esta norma, los derechos de rohingyas para estudiar, trabajar, viajar, casarse, practicar su religión y acceder a los servicios de salud han sido y siguen siendo restringidos. Los rohingyas no pueden votar, incluso si alguno de sus miembros consigue rodear la burocracia para obtener la ciudadanía, tiene que identificarse como “naturalizado” en comparación con otro rohingya. Esta catalogación les permite a los “naturalizados” ejercer su profesión en el área sanitaria.
¿Cuándo comienzan la huida y los refugiados?
Desde la década de 1970, una serie de medidas de represión contra los rohingyas en el estado de Rajine han obligado a cientos de miles a huir a los vecinos Bangladés, así como a Malasia, Tailandia y otros países del sudeste asiático. Ante tales persecuciones, los desplazados han informado a menudo de violaciones, torturas, incendios premeditados y asesinatos por las fuerzas de seguridad de Myanmar.
Luego del asesinato de nueve guardias fronterizos en octubre de 2016, el Ejército birmano se desplazó a algunas aldeas en el estado de Rajine. En estas poblaciones, los militares practicaron una represión brutal contra los rohingyas, ya que el Gobierno de Myanmar acusaba de las muertes de sus guardias a un grupo rohingya. Durante la reprimenda militar, las fuerzas gubernamentales fueron acusadas de una serie de abusos de los derechos humanos, entre ellos ejecuciones extrajudiciales, violaciones e incendios intencionados, alegaciones que el Gobierno de Myanmar rechazó en su día.
En noviembre de 2016, un funcionario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acusó al Gobierno de Myanmar de llevar a cabo una “limpieza étnica” contra los musulmanes rohingyas. Esta denuncia no fue la primera que se hizo desde este ente. En abril de 2013, por ejemplo, el HRW afirmó que Myanmar estaba ejecutando una campaña de limpieza étnica contra los rohingyas. Dicha acusación también fue rechazada por el Gobierno.
Recientemente, los militares han iniciado una nueva campaña represora contra la población rohingya después de que varios puestos de policía y una base del Ejército fueron atacados a finales de agosto. Los testigos oculares y activistas han descrito escenas de efectivos disparando indiscriminadamente a hombres, mujeres y niños rohingyas desarmados. El Gobierno de Myanmar, empero, en su defensa alegó que casi 100 personas murieron después de que combatientes armados del Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ESRA) lanzaran una incursión en los puestos de la policía en dicha región.
Tras estallar la violencia, los grupos de derechos humanos han documentado incendios en al menos 10 áreas del estado de Rajine. Mientras más de 50.000 personas han huido de la violencia desatada en su contra hacia Bangladés, otros miles de rohingyas están atrapados en una tierra de nadie entre los dos países. Según la ONU, las patrullas fronterizas impiden que cientos de civiles ingresen a Bangladés. Muchos también han sido detenidos y devueltos por la fuerza a Myanmar.
¿Cuántos rohingyas han huido de Myanmar y dónde han ido a parar?
Desde finales de los años setenta, casi un millón de musulmanes rohingyas han huido de Myanmar debido a la persecución generalizada. De acuerdo a los datos más recientes de la ONU, publicados en mayo, más de 140.000 rohingyas han huido de Myanmar desde 2012. Después de la ola de violencia que estalló el año pasado, más de 87.000 rohingyas huyeron a Bangladés entre octubre de 2016 a julio de 2017, tal como indica la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Entre tanto, muchos rohingyas también arriesgaron sus vidas tratando de llegar a Malasia en embarcaciones atravesando las aguas de la bahía de Bengala y el mar de Andaman. Esta huida se produjo en el periodo comprendido entre 2012 y 2015, y según estimaciones hechas por las agencias de ayuda humanitaria, más de 112.000 personas buscaron protección de esta manera. La ONU estima que en actualidad hay al menos 420.000 refugiados rohingyas en la región del sudeste asiático. Y al mismo tiempo, valora que debe haber hasta 120.000 desplazados internos rohingyas en Myanmar.
La violencia desatada en el noroeste de Myanmar, que comenzó a finales de agosto, ha obligado a unos 58.000 rohingyas a huir a través de la frontera a Bangladés, mientras que otros 10.000 han quedado varados en la tierra de nadie entre los dos países, ha informado, en este sentido, la agencia británica Reuters.
¿Qué opinan Aung San Suu Kyi y el Gobierno de Myanmar sobre los rohingyas?
El Gobierno birmano, en el que la premio Nobel de la Paz 1991, Aung San Suu Kyi, se desempeña como ministra de Exteriores y consejera de Estado, se ha negado a discutir la difícil situación de los rohingyas.
Aung San Suu Kyi y el Gobierno de Myanmar no reconocen a los rohingyas como un grupo étnico del país. Es más justifican la represión militar contra esta comunidad musulmana como una medida “antiterrorista”. La jefa de la Diplomacia birmana no tiene control sobre los militares, pero desde el exterior la critican por no haber condenado con firmeza la indiscriminada represión contra los rohingyas y por no defender sus derechos.
En febrero de 2017, la ONU presentó un informe en el que indica que las fuerzas gubernamentales “muy probablemente” han cometido crímenes de lesa humanidad desde que se iniciaron las represiones militares, en octubre de 2016. Un vez más, el Ejecutivo birmano negó los abusos. Además, el Gobierno de Myanmar no abordó ninguna de las conclusiones del mencionado informe y solo manifestó que su país tiene el derecho a defenderse de las actividades terroristas dentro de su territorio.
“No creo que haya una limpieza étnica. Es una expresión muy fuerte para describir lo que está sucediendo (en Rajine)”, así se expresó Suu Kyi en una entrevista concedida en abril de 2017 a la cadena británica BBC. En una medida para silenciar las condenas internacionales, en septiembre de 2016, la canciller birmana se comprometió con el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, a buscar soluciones que amainarían de alguna manera la situación.
Las promesas hechas en aquel entonces no se han cumplido hasta el momento. Es de tal envergadura el despropósito del Gobierno birmano que en enero pasado, Yanghee Lee, la relatora especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Myanmar, denunció le habían negado el acceso a ciertas partes de Rajine y sólo le habían permitido conversar con aquellos musulmanes rohingyas que habían sido determinados por el Ejecutivo. Myanmar también negó visas de entrada al país a miembros de una delegación de la ONU que investigaba la violencia y los presuntos abusos en Rajine.
¿Cómo ve Bangladés a los rohingyas?
Hay alrededor de medio millón de desplazados rohingyas registrados en los campos de refugiados en Bangladés. El Ejecutivo considera a la mayoría de ellos como “inmigrantes indocumentados” en Myanmar.
Bangladés ha intentado a menudo evitar que los rohingyas entren a su territorio. A finales de enero, Dacca trasladó a decenas de miles de estos musulmanes a la remota isla de Thengar Char en la bahía de Bengala, zona catalogada como “inhabitable” por grupos de derechos humanos. Dicha medida fue duramente criticada por la ONU y movimientos activistas.
A su vez, el Gobierno de Bangladés ha propuesto una operación militar conjunta en Rajine para combatir a los grupos armados en la zona. La Cancillería bengalí, por su parte, mostró su temor a que la iniciativa provoque la llegada de más rohingyas hacia su territorio.
¿Qué opina la comunidad internacional sobre los rohingyas?
La comunidad internacional ha calificado a los rohingyas de “la minoría más perseguida del mundo”. Las Naciones Unidas, así como varios grupos de derechos humanos, entre ellos la Amnistía Internacional (AI) y el HRW, han denunciado sistemáticamente las amenazas contra los rohingyas tanto por parte de Myanmar como por parte de países vecinos.
La ONU ha calificado de “muy probable” que los militares birmanos hayan cometido y cometan graves abusos contra los derechos humanos en Rajine y afirmado que esos abusos podrían incluso categorizarse como crímenes de guerra. No obstante, el Gobierno birmano rechaza tales acusaciones.
En marzo, la ONU adoptó una resolución para establecer una misión independiente e internacional para investigar la situación en el terreno. No obstante, el caso no llegó a ser abordado en una Comisión Internacional Humanitaria de Encuesta, es decir el más alto nivel de investigación en el marco de las leyes de este organismo internacional. Actualmente, los investigadores de la ONU deben proporcionar una actualización verbal de sus hallazgos sobre la situación en Myanmar este mes de septiembre y entregar un informe completo el próximo año (2018).
Grupos de derechos humanos han criticado el rechazo de las autoridades birmanas a aceptar a los investigadores de la ONU. El HRW advirtió que el Gobierno de Myanmar correría el riesgo de convertirse en un “Estado paria”, si no permite a la ONU indagar estos presuntos crímenes.
A su vez, el secretario general de la ONU, António Guterres, se expresó “profundamente preocupado” por la violencia en curso en la región de Rajine. “Este giro de los acontecimientos es deplorable”, afirmó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Zeid Raad al-Husein, para luego añadir que “décadas de violaciones persistentes y sistemáticas de los derechos humanos, entre ellas la respuesta de las fuerzas de seguridad a los ataques desde octubre de 2016, han alimentado el extremismo violento, afectando a toda la población de la zona”. Guterres y Al-Husein resaltaron su apoyo total a las conclusiones de la Comisión Asesora sobre Rajine, liderada por Kofi Annan, e instaron al Gobierno del país asiático a cumplir sus recomendaciones.
¿Qué es el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan?
El llamado Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ESRA) publicó un comunicado en marzo de 2017, en el que destacó su obligación a “defender, salvar y proteger a la comunidad Rohingya”. El grupo prometió que cumpliría esta misión “con nuestras mejores capacidades ya que tenemos el derecho legítimo, bajo el derecho internacional, a defendernos en el marco del principio de la autodefensa”.
El ESRA es tachado de una organización “terrorista” por el Gobierno de Myanmar. En su declaración de marzo, el ESRA agrega que “no se asocia a ningún grupo terrorista en ninguna parte del mundo” y que “no comete ningún tipo de terrorismo contra ninguna población civil, independientemente de su origen religioso y étnico”.La nota también indica que: “Declaramos de manera alta y clara que nuestros ataques defensivos solo se dirigen al régimen opresivo birmano, conforme a las normas y principios internacionales, hasta que se cumplan nuestras demandas”.
El grupo se ha atribuido la responsabilidad de los ataques contra un puesto de policía y una base militar en el estado de Rajine. De acuerdo con el Gobierno, casi 400 personas, en su mayoría miembros del ESRA, perdieron la vida en ese ataque. Empero, activistas de derechos humanos también informan del asesinato de cientos de civiles por las fuerzas de seguridad.
Fortify Rights, movimiento pro derechos humanos, asegura haber documentado que los milicianos del ESRA “también son acusados de matar a civiles –imputados de ser espías del Gobierno– en los últimos días y meses, e impedir la huida de los hombres y los niños del municipio de Maungdaw”.
Según el grupo International Crisis, el ESRA tiene vínculos con los rohingyas que viven en Arabia Saudí. El 25 de agosto, el Gobierno de Myanmar clasificó formalmente al ESRA como una organización “terrorista”.
(Fuente: Hispan TV)
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