La extrema derecha alemana al asalto del Bundestag. Las encuestas auguran la entrada en el Parlamento de AfD

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“Angela Merkel debe irse”, gritan desaforados y esgrimen una tarjeta roja a la canciller alemana. Entre silbidos y abucheos, la líder de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y favorita para la reelección intenta dar su discurso en una localidad del este de Alemania. Pongamos Finsterwalde, el miércoles. La escena se repite en esta anodina campaña en la que la ultraderechista Alternativa para Alemania se desmarca de sus rivales con un estilo bronco, insólito en la República Federal. Alternativa para Alemania es el partido revelación en las elecciones generales del 24 de septiembre, cuando podrán hacer historia si, como anticipan los sondeos, se confirma su ingreso en el Bundestag (Parlamento federal).

Decía Franz-Josef Strauss que “a la derecha de la Unión (CDU y CSU) no puede haber ningún partido democrático legitimado”. Así lo creía el padre de los socialcristianos y primer ministro de Baviera desde 1978 hasta su muerte en 1988. Sin embargo, en el próximo Parlamento Alternativa para Alemania (AfD) dará voz a la ultraderecha por primera vez desde la derrota del nacionalsocialismo hace más de 70 años.

La ultraderechista AfD marcaría un hito histórico al superar la barrera del 5% en unas elecciones federales. Fundada hace apenas cuatro años, cuenta ya con 176 diputados regionales, distribuidos en 13 parlamentos del total de 16 Länder y más de tres millones de votantes que previsiblemente llegarán a 4,5 millones el 24 de septiembre.

“¿Quién va a tener que vivir con estos nuevos ciudadanos? ¿Con quién van a ir al colegio sus niños? ¿Quien va a trabajar para alimentarles?”, corean sus líderes en los mítines por todo el país. Su discurso rompe los moldes de lo políticamente correcto.

Este singular partido ultraderechista, que nació anti euro y se escoró a la islamofobia, ha impuesto sus temas en campaña (inmigración, refugiados, terrorismo, choque de culturas) y ahora aspira a que sus enfoques marquen la pauta en el Parlamento federal.

En los parlamentos regionales donde están presentes se hacen notar: en Sajonia-Anhalt el presidente de la cámara puede desconectarles el micrófono para que no monopolicen los debates. También promueven numerosas mociones sobre delincuencia e inmigración.

En 2013, recién fundado por el economista Bernd Lucke, antes en la CDU, a punto estuvo de entrar en el Bundestag con dos millones de votos, un escaso 4,7%. Para lograr representación parlamentaria los partidos alemanes han de superar la barrera del 5%, un límite que se impuso precisamente como parapeto contra los extremismos. Según los sondeos, ahora ronda el 10% de los votos, lo que le garantizaría alrededor de 60 escaños en el Parlamento federal. Incluso podría ser la tercera fuerza más votada.

Las últimas encuestas dan por hecha la victoria de la canciller, Angela Merkel, de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), con al menos un 37% de los votos. El socialdemócrata Martin Schulz se quedaría lejos de poder desbancar a la imbatible Merkel con un máximo de un 24% de los votos. Los partidos más pequeños (liberales, verdes, la Izquierda y Alternativa) se sitúan entre el 8 y el 11%).  Puede repetirse una gran coalición de los dos grandes partidos, o bien una alianza de CDU, Verdes y liberales, si el SPD da un paso atrás por el desgaste.

“Las elecciones alemanas se parecen a la liga española. La incógnita es saber quién será el tercero. Sea como fuere, con el 10% que anticipan los sondeos, si se mantiene la participación en torno al 77%, AfD habrá duplicado su caudal electoral en apenas cuatro años, algo que nadie podía imaginar entonces”, afirma Franco delle Donne, autor junto a Andreu Jerez, de Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania. El libro, que acaba de publicarse esta semana, recorre la trayectoria de AfD y analiza en profundidad las causas de su creación y de su éxito.

Si se revalidara la gran coalición y Alternativa fuera el tercer partido, la ultraderecha llevaría la voz cantante de la oposición en el Bundestag. Estaría presente en todas las comisiones parlamentarias y lograría una sustancial fuente de ingresos. Con un histórico 46% de indecisos, y dos semanas por delante, aún resulta aventurada cualquier quiniela.

Delle Donne, experto en comunicación política, mantiene que Alternativa para Alemania “no es un fenómeno temporal y puede ir a más; de hecho, ya están marcando la agenda política, como se vio en el debate entre Merkel y Schulz”. El único duelo televisado entre los dos principales candidatos giró en torno a los temas por los que apuesta AfD y en los que impone su enfoque, es decir, los temores de los alemanes a perder lo que tienen por el aluvión migratorio, el terrorismo, y el choque de culturas.

“AfD es el partido que mejor ha capitalizado el miedo, la amenaza latente, y atiende a esos votantes que temen por los refugiados, por si pierden su empleo, por la posibilidad de sufrir atentados, que también ven en peligro su cultura alemana. Sobrepasan el eje izquierda/derecha con el eje dentro/fuera y se sitúan contra el establishment. Actúan como catalizador del malestar social y defienden que tratan los problemas de la gente normal”, añade Delle Donne.

Según Melanie Amann, autora de Angst für Deutschland. Die Wahrheit über AfD (Miedo por Alemania. La verdad sobre AfD). “Afd ya existía antes de su fundación formal. No era físicamente palpable, pero sí que era un pensamiento, un sentimiento en las cabezas de muchos alemanes”.

Alternativa para Alemania nace fruto de la crisis en la eurozona, en 2013, y lo funda el economista Bernd Lucke, a quien le indignaba que Alemania tuviera que estar pagando por los platos rotos por los países del Sur. Así lo recuerda Helene Zuber, corresponsal del semanario Der Spiegel en España: “Surge cuando se debate la ayuda financiera a Grecia, Portugal y España. Denuncian que Alemania tenga que salvar a los europeos del Sur”.

Con ese discurso anti euro y euroescéptico, AfD casi entra en el Bundestag en 2013. Después comienza una carrera lenta en los parlamentos regionales, donde cosecha importantes triunfos en el este, sobre todo, aunque también en un Land como Baden-Württemberg, en el oeste, donde en marzo de 2016 logra ser tercera fuerza. En el este, en Sajonia-Anhalt, logran ser segundos.

Su catapulta para lograr estos éxitos a principios de 2016 fue la gestión de la crisis de los refugiados en el verano de 2015 (aquel célebre “lo conseguiremos” de Merkel para responder a la llegada de 800.000 más). Alternativa se rebela contra la política de inmigración de la canciller y convierte la inmigración, los refugiados y la islamofobia en su leitmotiv.

Lucke se echó atrás precisamente en 2015 cuando triunfaron las tesis ultraconservadoras e islamófobas que abanderaba la carismática Frauke Petry, quien a su vez ha tenido que dejar paso al tándem electoral formado por Alexander Gauland, ex CDU, y la singular Alice Weidel (lesbiana con hijos en un partido ultratradicional).

“No es tanto un fenómeno de una derecha nacionalsocialista como una muestra de populismo, como en otros países de Europa. En España surge por la izquierda, en Alemania por la derecha. Sus votantes piensan que nadie se ocupa de ellos, o bien porque está amenazado su bienestar, en el este, o bien su cultura y su seguridad, más en el oeste”, señala Zuber.

Alternativa para Alemania es un partido populista, un Volkspartei (partido del pueblo, en palabras de su dirigente la eurodiputada Beatrix von Storch, nieta de un ministro de Finanzas de Hitler, “liberal, conservador, burgués y patriótico”. Von Storch confiesa que su objetivo es el votante de la CDU, pero también el izquierdista desencantado con Die Linke, la gente sencilla y los burgueses.

La diferencia con otros partidos populistas europeos es que su liderazgo es difuso y cambiante. No se articulan en torno a una figura sino que son determinadas ideas, políticamente incorrectas, que otras formaciones no se atreven a formular, las que les movilizan. Y Alemania, como decía Julio Camba, “es el país de la cerveza, de las salchichas y de las ideas”.

Primero fue una reacción contra el euro y la UE por la pérdida de soberanía, luego el levantamiento contra la llegada masiva de refugiados, a lo que añaden el temor por el terrorismo y el choque cultural con el islam. Un cóctel que hasta ahora no había dado frutos electorales pero que los está generando en este momento gracias a una exitosa estrategia comunicativa. En la última encuesta de R+V Infocenter, el temor a ataques yihadistas, y al extremismo y las tensiones generadas por la inmigración, prevalece sobre cualquier otro entre los alemanes.

Como explican Delle Donne y Jerez, triunfan al imponer sus frame, sus enfoques sobre los temas, y logran romper el tabú de lo políticamente correcto. Algunos de sus líderes, como Björn Höcke, flirtean con el neonazismo y plantean que los alemanes son los únicos que tienen un monumento al Holocausto para vergüenza propia en mitad de su capital. O se atreven a culpar a Merkel por las víctimas del atentado de Berlín, los “muertos de Merkel”, en un tuit de Marcus Pretzell.

“Petry llegó a decir que había que disparar a los refugiados que no obedecieran a los guardias de fronteras y muchos lo justificaban en nombre de la obediencia a la ley”, señala Delle Donne, quien mantiene que “no es el discurso neonazi el que recibe apoyo, sino una narrativa más elaborada articulada en torno a los miedos”. Sostiene que hay sustanciales diferencias entre los líderes, algunos filonazis y ultrapatriotas xenófobos, y las bases descontentas e indignadas, en su mayoría.

En la campaña electoral están haciendo de la provocación su bandera de una manera insólita en Alemania. “Son los que están buscando la bronca. Boicotean los actos de la canciller Merkel en el este. Puede volverse en contra de ellos”, afirma Pilar Requena, una de las periodistas mejor conocedoras del país, como se refleja en su libro La potencia reticente: la nueva Alemania vista de cerca.

La ultraderechista Alternativa para Alemania se ha visto favorecida también por lo que denominan la “socialdemocratización” de Merkel. “Hace suyos los principios de otros de una forma muy hábil. Pero ha dejado espacio a su derecha y la AfD lo ha aprovechado. Tanto SPD como CDU hacen política de centro y dejan libres los extremos”, afirma Requena, quien también subraya cómo Merkel domina los tiempos, algo que le ha permitido, por ejemplo, desactivar el efecto Schulz. “Lo único que le ha fallado es Alternativa para Alemania”, añade Requena, que fue corresponsal de RTVE en Alemania.

Alternativa es populismo con la marca Deutschland. Por razones históricas, esa revisión de la culpa, la ultraderecha tiene cuotas más bajas que en otros países, pero latente estaba y ha emergido. Además, sigue existiendo una diferencia entre este y oeste en lo que se refiere a cultura política. “Si puede recabar más votos, es porque en el este no se ha hecho una revisión histórica, no están vacunados contra el fascismo, y por ello son más dados a los experimentos. Hay mucha gente allí que no ve salida a su situación, que se siente abandonada, y es más proclive a los discursos fáciles”, agrega Requena.

En sus anuncios electorales se focalizan en la CDU, a la que pretenden arrancar votos por la derecha. “40 años de CDU, ahora AfD”, dicen en su web. Sus líderes insisten en que Merkel y Schulz son iguales. De ahí que los analistas sostengan que, si se renueva la gran coalición, van a presentarse como la auténtica oposición. El Parlamento actual cuenta con más de 500 diputados de los dos partidos mayoritarios y apenas un centenar de los otros tres partidos opositores. El entrante contaría con seis partidos en total. Los pactos serán más complicados.

“Por el momento nadie tiene interés en pactar con Alternativa para Alemania. Su liderazgo tiene que aclararse. Unos son más pragmáticos y otros saben que su valor se basa en el rechazo al establishment, que si pactan pierden su bandera”, afirma Delle Donne. La sucesión de Merkel, que opta a su cuarto mandato y en 2021 llevaría 16 años en el poder, favorecerá a Alternativa porque la CDU vivirá tiempos convulsos.

El techo electoral de Alternativa para Alemania lo sitúan los más pesimistas en un 20%, algo que Zuber, cree exagerado. Sin embargo, eso supondría que un 80% de alemanes no daría su voto a la ultraderecha en ningún caso, a juicio de Delle Donne. “El shock es que se creía que apenas habría un 3% de población más a la derecha de la CDU. Lo malo es que va a ganar legitimidad un discurso basado en la división y el odio. Lo bueno es que los partidos tradicionales tienen la oportunidad de cambiar de estrategia y escuchar a esos votantes. No son todos unos neonazis”, añade el coautor de Factor AfD.

Entre los dirigentes de Alternativa para Alemania hay quienes dan por hecho que la partida acaba de comenzar y que llegarán a la cancillería en 2021 para evitar que Alemania caiga en el caos. Otros consideran que la CDU acabará escorándose a la derecha y habrá pactos. Pocos observadores sostienen que sea un fenómenos pasajero, pero podría pasar, como ocurrió con los célebres Piratas. Será en otra Alemania, la Alemania post Merkel, que aún pocos aciertan a imaginar.

(Fuente: El Independiente / Autora: Ana Alonso)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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