Firma británica de la Declaración Balfour en beneficio del sionismo
Dos años después de la Declaración, Weizmann afirmó en un discurso pronunciado ante una audiencia judía en Londres: “[La Declaración Balfour] es a llave de oro que abre las puertas de Palestina y os da la posibilidad de poner todos vuestros esfuerzos en el país”. La Declaración fue el fruto de varios meses de negociaciones ente el gobierno británico de Lloyd George y los sionistas que residían en Gran Bretaña dirigidos por Chaim Weizmann. Las explicaciones dadas por los políticos británicos de la época a las razones que sustentan la Declaración van desde el idealismo al utilitarismo. Para algunos era el resultado de las presiones ejercidas por los sionistas dirigidos por Chaim Weizmann, un científico que rindió importantes servicios a los esfuerzos bélicos británicos durante la Primera Guerra Mundial.
Weizmann se puso en contacto con el futuro primer ministro Lloyd George, con el secretario colonial Winston Churchill y con el subsecretario de Asuntos Exteriores Lord Robert Cecil. Durante la guerra Weizmann se había ganado el mayor de los reconocimientos por parte del nivel más alto del gobierno británico al haber inventado un proceso especial de fragmentación que sería utilizado por la armada británicas. Promovió la idea de crear un hogar judío bajo la protección británica en Palestina, con lo que vinculaba el éxito del programa sionista a la victoria de los aliados en Palestina.
Cuando Lloyd George llegó a ser primer ministro en 1916 dentro del gobierno británico existía un consenso respecto a los beneficios que podría suponer para Gran Bretaña una asociación con los sionistas en la que Gran Bretaña podría gobernar en una Palestina judía. El subsecretario Mark Sykes, un buen amigo de Weizmann y firme defensor del proyecto sionista, sugirió que una presencia judía en Palestina podría servir a los intereses británicos en la defensa del Canal de Suez de un ataque desde el norte y como una estación de las futuras rutas aéreas hacia el este.
El general Allenby estaba preparando la invasión de Palestina en 1917 cuando Balfour pidió a Weizmann que propusiera un borrador escrito de la declaración para que los británicos se comprometieran con un hogar nacional judío en Palestina que él podría presentar al gobierno británico para que lo aprobaran. Algunos de los colegas de Weizmann presentaron un borrador y tras algunas deliberaciones de los miembros del gobierno británico se modificó ligeramente y se presentó en forma de carta a Lord Rothschild, presidente de la Federación Sionista Británica.
En 1994 Yitzhak Shamir escribió que la Declaración Balfour fue el primer éxito político de la organización sionista. Se puede argumentar que en sí misma la Declaración no era vinculante al no ser un tratado entre dos Estados. Pero se volvió vinculante cuando la Liga de las Naciones, que estaba dominada por Gran Bretaña y Francia, la incorporó casi literalmente al Artículo 2 del Mandato para Palestina: El Mandato será responsable de situar el país en unas condiciones económicas y políticas tales que sean capaces de asegurar el establecimiento del hogar nacional judío … El Mandato era incluso más específico al referirse a las relaciones históricas del pueblo judío con Palestina para asegurar la implementación del programa sionista.
En 1936 Lloyd George declaró que lo que había inducido a los británicos a proclamar la Declaración fue el conseguir el apoyo del pueblo judío, incluida la comunidad judía estadounidense, durante la guerra cuando Gran Bretaña perdió la confianza de sus aliados. Otras razones de la Declaración tenían que ver con la ideología y actitud de los dirigentes británicos. Se sugirió que Lord Balfour, el principal arquitecto de la Declaración que lleva su nombre, y el primer ministro Lloyd George eran fervientes defensores del movimiento sionista debido a sus creencias religiosas en la Biblia y el derecho de los judíos al retorno. Según Chaim Weizmann, ambos eran hombres profundamente religiosos y conocedores de la Biblia.
Arthur Balfour cerraba el memorando que escribió el 11 de agosto 1919 afirmando que tanto si el sionismo es correcto o no, bueno o malo, está arraigado en antiquísimas tradiciones, que tiene una importancia mucho más profunda que los anhelos de los 700.000 árabes que ahora habitan esta tierra y los perjuicios [que se les puedan ocasionar].
La mayoría de los políticos británicos creían que un Estado judío aliado con Gran Bretaña serviría a los intereses británicos en Oriente Próximo y ayudaría a proteger las líneas de comunicación con el subcontinente indio, la joya de la corona británica. El apoyo al sionismo y el desprecio de las quejas formuladas por los palestinos se convirtió en la base de la política de los gobiernos británicos que sucedieron al de Lloyd George. Algunos analistas sugieren que los políticos británicos podrían haber cooperado con los sionistas para desviar inmigrantes judíos del este de Europa hacia Palestina en vez de a Gran Bretaña.
Los colonialistas británicos se otorgaron el derecho de conceder un hogar nacional para el pueblo judío en un territorio que Gran Bretaña había conquistado por la fuerza, y sin consultar a los árabes palestinos que constituían el 93% de los habitantes de esa tierra. Éste fue el más cruel acto de colonialismo. El 4 de agosto de 1919 Lord Curzon escribió al coronel French que los términos del Mandato para Palestina incluían el que se hiciera cumplir la Declaración Balfour y que en cada ocasión que se presente hay que subrayar a los dirigentes árabes e insistir en ello que el asunto es una chose jugèe [hecho consumado], y que sería inútil y perjudicial una continua agitación [política].
Fuente: Palestina Libre.
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