El acuerdo de investidura a la Generalidad de Cataluña. Reflexiones, autocrítica y propuestas de futuro.
La investidura de Carles Puigdemont como Presidente de la Generalidad con ocho votos favorables y dos abstenciones por parte del grupo parlamentario de la CUP-CC cerró, el pasado domingo 10 de enero, una intensa fase de debate político en Cataluña.
Ahora se abre una nueva fase política, en la que la izquierda independentista tendremos que demostrar, con los hechos, si este espacio político y su instrumento político-institucional, la CUP-CC, siguen siendo un instrumento al servicio de la clase trabajadora y demás clases populares en la lucha frente a los estados español y francés y las políticas de austeridad teledirigidas desde la Unión Europea y por la plena soberanía de los Países Catalanes, o si el acuerdo de investidura se convierte en un instrumento de CDC para someter la CUP-CC a sus designios ya su estrategia. Este es el reto gigantesco que hoy afronta la izquierda independentista y anticapitalista de los.
Elecciones y negociaciones
La CUP-CC se presentó a las elecciones del 27S después de un proceso de debate de nueve meses en el que se hizo un esfuerzo para elaborar una hoja de ruta, un programa político, una mínima táctica electoral y un acuerdo mayoritario alrededor de un equipo de diputados y diputadas. Esto suponía presentar una propuesta sólida y nítida en el escenario del 27S.
El resultado de las elecciones del 27S provocaron que las contradicciones estallaran en el seno de la candidatura, demostrando que el proceso de debate no había sido suficientemente efectivo para impregnar el conjunto de la militancia con los acuerdos y la estrategia tomada:
- en primer lugar, la CUP-CC rebajó de entrada sus líneas rojas de cara a una negociación sobre la gobernabilidad fijadas en la hoja de ruta, que se basaban en la Declaración Unilateral de Independencia, forzar el paro de los desahucios, los despidos y de los recortes y las privatizaciones por encima del pago de la deuda y garantizar un sistema público y único de enseñanza, de sanidad, de justicia y de obra pública, así como una renta única ciudadana;
- en segundo lugar, la CUP-CC se fue adentrando en una dinámica negociadora que daba por bueno la hoja de ruta de Junts pel Sí a 18 meses, que rebajaba las pretensiones del plan de choque para responder a la emergencia social en el programa de Junts pel Sí, y que sólo planteaba, como elemento de ruptura con el pasado, el cambio de candidato a la presidencia;
- y en tercer y último lugar, ni la CUP-CC ni el conjunto de la izquierda independentista y anticapitalista no hemos sido capaces de desarrollar durante estos tres meses una dinámica política fuera de la mesa de negociaciones que reforzara su posición política, que desplegara sus alianzas más allá del ámbito institucional, y que situara las contradicciones políticas en el terreno de los sectores dilacionistes y conservadores deJunts pel Sí y del Estado español;
Todo esto requiere una autocrítica, que Endavant(OSAN) asume como organización de la izquierda independentista, y como organización miembro de la CUP-CC. Aparte de eso, y de determinados problemas internos en los que no queremos entrar en esta valoración pública, nadie puede obviar que ha sido justamente la resistencia de la CUP y de la izquierda independentista y anticapitalista ante el embate de la derecha regionalista lo que han forzado una campaña en contra de buena parte de su aparato mediático, acompañada en los peores momentos del acoso sobre las portavoces de la CUP-CC que ha afectado especialmente a las mujeres del grupo parlamentario y que se ha visualizado como una campaña de acoso machista ante el cual es imprescindible una reacción contundente.
Todo ello ha evidenciado también el dominio que la derecha catalana sigue manteniendo sobre buena parte de la llamada sociedad civil, lo que ha situado a menudo la posición defendida por la CUP-CC en el papel de “malo de la película” especialmente para su posición en relación a la cuestión de la presidencia.
En este sentido, hay que valorar como una victoria importante el hecho de que la postura de coherencia con los postulados de la CUP-CC resistió un embate político y mediático sin precedentes por la izquierda independentista en los Países Catalanes si descontamos las operaciones represivas a las que , periódicamente, ha sido sometida con anterioridad. Toda la maquinaria del establishment soberanista fracasó en el intento de hacer arrodillar la CUP-CC y entronizar el líder del “processisme”.
Las negociaciones llevadas a cabo la semana del 3 al 9 de enero son fruto de las circunstancias de los últimos tres meses pero se encuentran legitimadas por una decisión democrática. El GAP del día 3 de enero aprobó, con el voto favorable de Endavant, abstenerse en la votación como presidente de Artur Mas (y, por tanto, impedir su investidura) y al mismo tiempo comprometerse a dar el voto favorable a cualquier otro candidato de consenso que pudiera presentar JxS. En este sentido, las negociaciones abiertas después de aquel GAP -lo que alguna prensa ha bautizado como la Operación Reina Madre- respondían al mandato al que nosotros apoyamos.
Posiblemente, lo que permitió a CDC recuperar la iniciativa e intentar humillar a la CUP-CC fue el hecho de plantear negociaciones hasta el último instante. Esto hizo que un proceso que había sido un ejemplo de democracia tuviera que resolver en pocas horas y por poca gente y que la CUP-CC acabara aceptando un acuerdo que, sobre el papel y la estrategia comunicativa de CDC, suponían la liquidación de la autonomía política de la izquierda independentista. Una circunstancia que, reiteramos, creemos que fue fruto de un planteamiento erróneo del tramo final de la negociación, del que evidentemente nos hacemos corresponsables como del resto de decisiones adoptadas democráticamente por los órganos en los que hemos participado.
Valoración del acuerdo
El acuerdo de investidura se puede valorar también por lo logrado y lo que no se ha conseguido en relación a los objetivos iniciales. El objetivo de la CUP-CC de impedir la investidura de Artur Mas iba en la línea de hacer descarrilar el “processisme” y abrir paso a las posiciones de independencia real, romper con la hegemonía masistas en el seno del soberanismo y hacer entrar el proceso en una dinámica imprevisible y más sometida a las demandas de la calle de lo que había sido hasta el momento. Asimismo, el otro objetivo era que con la defenestración de Artur Mas -y un gobierno en consecuencia más débil políticamente- sería posible comenzar a construir muros de contención contra las políticas de austeridad o menos situar el nuevo gobierno en una situación de contradicción extrema.
Lo que se ha conseguido con el acuerdo:
- Romper con el liderazgo suprapartidista que Artur Mas había ido trabajando desde el 9N y que era una de las claves del “processisme” y de la refundación del centro-derecha catalán. Con todo, y a pesar de que esto ya no depende de él, somos conscientes de que este liderazgo suprapartidista puede reaparecer incluso con más fuerza en función del desarrollo de esta legislatura.
- Situar el discurso que denuncia y cuestiona el processisme en el actual escenario político. Un discurso que hasta que la CUP-CC y Adelante la han defendido abiertamente este otoño, tenía un eco limitado a los círculos más militantes.
- Este período de tres meses ha conseguido poner en evidencia a la dirección de la ANC, que hoy está, en buena parte, al servicio de los intereses de CDC.
El acuerdo, sin embargo, no ha conseguido objetivos que también considerábamos importantísimos para hacer avanzar la situación en una dirección rupturista:
- No se ha conseguido desplazar CDC de la dirección del proceso y situarla en una posición subordinada respecto a otros actores políticos.
- No se ha logrado imponer una agenda social mínimamente opuesta a las políticas de austeridad, aunque sí es cierto que la debilidad del actual gobierno permite entrever la posibilidad de conseguir alguna victoria parlamentaria puntual en este campo.
- No se consigue clarificar un camino efectivo hacia la independencia real. Aunque el cuestionamiento del relato de los 18 meses, no se ha construido ninguna propuesta alternativa que apunte en una dirección de desobediencia, a pesar de la aparición en el debate político de conceptos como el referéndum unilateral.
Endavant publicamos un documento el pasado 17 de diciembre donde denunciábamos la estrategia procesista de CDC como un falso camino hacia la independencia. Creemos que este análisis sigue hoy más vigente que nunca. El comportamiento de CDC respecto el proceso ha continuado teniendo el contenido de chantaje permanente que arrastra desde 2012. Con este chantaje CDC ha continuado asegurando un lugar preeminente -aunque ahora no en solitario- en el mando del proceso soberanista. Paralelamente, se han confirmado las perspectivas de abrir un periodo de negociación para arriba para una reforma del estado, y también se ha constatado que CDC pretende mantener esta vía abierta y reconducir a él, a medio plazo, buena parte de la movilización soberanista.
Por tanto, creemos que el acuerdo no ha logrado desatascar la situación política en un sentido favorable para un proceso real de independencia, a pesar de haber desgastado algunas de las piezas clave del processisme.
Además, los tres meses de negociación y algunos de los aspectos del acuerdo ponen en peligro parte del capital político acumulado por la CUP-CC:
- Estos tres meses han perfilado en el imaginario público una organización con unos objetivos políticos confusos, sin un discurso claro y coherente, sin alianzas políticas y sociales claras (ni en la calle ni en el ámbito institucional), fuertemente dividida y muy expuesta a la presión de los medios de comunicación.
- El acuerdo incorpora una serie de cláusulas destinadas exclusivamente a humillar la CUP-CC. Los elementos procedimentales, simbólicos y de contenido que rodean el acuerdo vienen impregnados de una lógica de capitulación y de sumisión política inaceptables para la izquierda independentista y anticapitalista.
- Todo ello hace que ahora mismo sea difícil rebatir fundadamente la versión que dice que la CUP-CC ha acabado cediendo y renegando de sus compromisos electorales. Esta versión sólo quedará refutada por la vía de los hechos si la CUP-CC lleva a cabo una acción sistemáticamente coherente con el programa con el que se presentó el 27S.
A partir de ahora
La actual situación política en el Principado generada durante los últimos tres meses y culminada con el acuerdo de investidura, corrobora las apuestas que hicimos en la pasada Asamblea Nacional: la necesidad de volver a situar el epicentro político en la calle, el obligación de situar la dinámica de construcción nacional en el centro de nuestra agenda política y la urgencia de convertir nuestra organización en un partido-movimiento efectivo y en crecimiento. Todas estas tareas deben seguir siendo el eje central del trabajo de Adelante.
En cuanto a las consecuencias profundas del acuerdo, entendemos que una interpretación del mismo que facilite el seguimiento acrítico de la actividad del gobierno y de la hoja de ruta de Juntos por Sí conduciría la CUP-CC a la irrelevancia política. Para decirlo más claramente aún: si hacer un seguimiento acrítico de este acuerdo condujera la CUP-CC avalar recortes o privatizaciones en nombre del proceso, o asumir la defensa de un gobierno gesticulante ante el estado pero incapaz de asumir compromisos políticos y sociales con la clase trabajadora y el resto de clases populares, la CUP-CC dejaría de ser útil como una herramienta política y organizativa al servicio de éstas y de la independencia de los Países Catalanes.
Con todo, creemos que se dan las condiciones para revertir la situación de debilidad de la CUP-CC a la que nos ha abocado la dinámica de los últimos meses. Para lograrlo, sin embargo, habrá que hacer una revisión crítica del acuerdo de investidura y de los elementos que nos han condicionado en sentido negativo desde el 27S. Y hacerlo a través de un debate a fondo en el marco de la izquierda independentista y anticapitalista, y de todo el ámbito de la unidad popular, que permita afrontar las cuestiones estratégicas y tácticas con toda la profundidad y la generosidad necesarias .
A nivel más concreto, creemos que en la dinámica parlamentaria deberá trabajar en base a los siguientes posicionamientos:
- Creemos que la izquierda independentista debe considerar papel mojado todas las cláusulas del acuerdo que explícitamente están destinadas a humillar la CUP-CC y generar un relato que permita maquillar el paso al costado que ha hecho Artur Mas. No podemos aceptar una cláusulas impuestas bajo chantaje. La izquierda independentista no puede aceptar ningún tipo de autocrítica impuesta por la burguesía catalana. Y menos admitimos blanquear la imagen de CDC y sus correas de transmisión en el seno del soberanismo.
- Es muy importante que la CUP-CC asegure por activa y por pasiva que nunca se favorecerá, por voto favorable o abstención, medidas antisociales, destructoras del territorio o encubridoras de la corrupción.
- Pensamos que la CUP-CC puede y debe decir alto y claro que tiene la clave para asegurar el ejercicio efectivo de la autodeterminación, y que en el momento en que considere que los pasos hacia la independencia son en realidad caminar en círculos para perpetuar el processisme, hará caer el gobierno.
- Ante la absorción de buena parte del soberanismo por parte de CDC, la izquierda independentista -junto con el conjunto de movimientos populares- deberá promover movilizaciones populares ante cualquier política dilacionista, processista y regresiva con los derechos sociales de nuestro pueblo; es necesario que, como movimiento, nos prepararemos a conciencia para ello, demostrando en la práctica que en los Países Catalanes no existe disyuntiva entre lo social y el hecho nacional.
- Creemos que la CUP-CC debería volver a los principios políticos aprobados en la asamblea nacional de Castellón de julio de 2015 como eje de su actuación parlamentaria y los debates internos en el seno del GAP.
- Endavant continuará participando del GAP con el mismo espíritu constructivo que ha tenido hasta ahora. Sin embargo, consideramos que los parámetros expuestos más arriba son la única forma de poder conjugar las consecuencias del acuerdo de investidura con los acuerdos fundacionales de la candidatura. La única garantía de que la dinámica parlamentaria no traspasará determinadas líneas es la presión de las bases y organizaciones del movimiento.
A nivel interno de la izquierda independentista, creemos que hay que proponer un debate de movimiento durante este 2016 para asentar una estrategia y una táctica conjuntas que rompa con el “processisme” y las dinámicas institucionalistas que amenazan con paralizar gran parte de nuestro potencial rupturista .
Por parte de Endavant, reiteramos que nuestro compromiso es con los objetivos estratégicos de la izquierda independentista. Esto es, la independencia de los Países Catalanes y la construcción de una sociedad socialista y feminista.
Mesa Nacional de Endavant-OSAN
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