Catalunya: Carles Riera (diputado de la CUP): “Las condiciones para volver a ejercer la autodeterminación actualmente no están”
El independentismo se encuentra en un callejón sin salida desde octubre del 2017. La represión contra los principales dirigentes del movimiento, con prisión y exilio, la negativa constante del gobierno español a dialogar y las sucesivas y larguísimas pre-campañas y campañas electorales han bloqueado la acción política del movimiento a las instituciones. El diputado de la CUP Carles Riera dibuja una hoja de ruta fundamentada en cuatro puntos clave: la movilización popular, la consecución de soberanías, la defensa de los derechos sociales y la reivindicación de los derechos civiles y políticos. Es una propuesta que la CUP quiere explorar con JxCat y ERC para construir una unidad estratégica que permita de salir de la actual situación de bloqueo y acercarse a la independencia.
En esta entrevista, Riera habla de la hoja de ruta que propone la CUP, pero también hace mucha autocrítica sobre el papel que ha tenido su partido estos últimos meses y el resultado obtenido a las elecciones municipales. Así mismo, habla de la asamblea nacional que la CUP hará de aquí a dos semanas y que redefinirá la estrategia de la izquierda independentista para los años próximos. Ahora, pero, es urgente la respuesta que el movimiento tiene que dar a la sentencia del Tribunal Supremo español.
¿Por la CUP qué tiene que ser la respuesta a las sentencias?
Hay una obligación ética y política, que la respuesta a las sentencias sea unitaria y contundente en el terreno anitrepressiu y que, además, sea muy muy articulada del punto de vista social e institucional. La respuesta también tendría que significar la entrada en un nuevo ciclo de movilización, igual o más fuerte que el que nos permitió de llegar al Primero de Octubre y al 3 de octubre. Este nuevo ciclo de movilización se tiene que producir en clave de desobediencia civil no violenta a gran escala. Es una idea estratégica muy importante porque la respuesta no sea en clave antirepressiva y bastante. Que aquí se empiece a hacer tangible el que queremos decir con lo ‘Lo volveremos a hacer’. Si el Tribunal Supremo condena los presos y presas y, por extensión a todas, por desobediencia, la respuesta tiene que ser desobedecer. Es un mensaje que tenemos que lanzar al Supremo y en el estado: todo aquello por qué nos condenáis lo repetiremos. Esta es la clave.
¿En qué acciones puede concretarse esta desobediencia civil? Hace la sensación que siempre hablamos, pero no lo ejecutamos nunca.
Tenéis razón. Hablamos mucho pero creo que empezamos a tener legitimidad y razón para hablar mucho, no tan solamente en términos teóricos, también prácticos. El 1-O y el 3 de octubre son momentos de desobediencia civil no violenta y multitudinaria que son y serán uno en lo referente a escala mundial. Cómo se tiene que concretar? Será la gente quién lo decidirá en cada momento. El que tenemos que hacer las fuerzas políticas, civiles y sociales del país es, primero, implicarnos, apoyar, participar y crear las condiciones políticas y sociales óptimas y adecuadas. Es importante de rescatar y reivindicar el 1-O y el 3 de octubre como una gran victoria que nos dice qué tenemos que hacer en el futuro y como tenemos que hacerlo. La articulación de desobediencia civil y la desobediencia institucional tiene unos efectos multiplicadores enormes que son capaces de posar el estado en un callejón sin salida y hacer tambalear el régimen.
¿Cómo se empieza a hacer esto?
Cuando el movimiento popular y social pasa delante, marca la directriz y tiene bastante fuerza para arrastrar los partidos y las instituciones, entramos en una agenda realmente de movilización, de desobediencia, de confrontación y de ruptura. Cuando es a la inversa, cuando son los partidos e instituciones que se posan delante, entramos en situaciones de bloqueo, parálisis y debilitamiento. Por lo tanto, es importante que el protagonismo lo coja el movimiento social, y estamos absolutamente comprometidos a hacer aquello que podamos para darle protagonismo. Pero también hace falta que haya unos partidos y unas instituciones que sigan el ritmo del movimiento social y se añadan a la dinámica de la desobediencia. Y este es un problema que tenemos en estos momentos. Un gobierno y unos partidos que le apoyan que no se decantan por la desobediencia ni por la unilateralidad. Mantienen una propuesta política y una hipótesis de trabajo que se ha demostrado inútil y fracasada y que no tiene más recorrido. La de conservar la autonomía, pez al empollo y negociar y pactar con el estado. Esto ha originado una situación de absoluto estancamiento y bloqueo. No puerta en ninguna parte, conduce a un colapso desde el punto de vista político en el país y deja en suspenso la agenda por la autodeterminación, que no tiene ninguno recorrido real en el marco de los pactos con el estado. Tenemos que conseguir cambiar esta situación.
¿Qué propone la CUP?
Para volver a ejercer la autodeterminación de manera efectiva y material, no retórica o simbólica como se ha hecho hasta ahora, hay que estar en condiciones o capacidad de sostener y de desarrollar la nueva situación política derivada del ejercicio de la autodeterminación y de una declaración de independencia. Por lo tanto, primera cosa: bastante de actos simbólicos, actos retóricos, que no tienen nada detrás, que no tienen nada el día siguiente, y que no generan nada más que una frustración más grande. Todo acto de soberanía y autodeterminación tiene que basarse en unas condiciones objetivas reales para poder materializar, que esto se traduzca en hechos concretos y que los podamos sostener y desarrollar. Esto quiere decir hablar de soberanías. La mayor parte de nuestros recursos estratégicos, la mayor parte de las infraestructuras, la mayor parte de los recursos materiales básicos del país son a manos del estado español o de empresas de la Íbex 35 o vinculadas. La mayor parte de los servicios públicos básicos o fundamentales para la vida, o una gran parte, son a manos de empresas privadas. Los recursos financieros son a manos de bancos privados. Para podernos autodeterminar de verdad tenemos que disputar el control del territorio al estado, le tenemos que disputar todos estos recursos, pero también tenemos que disputar a las empresas el control de nuestros recursos. Esto es de manual: si tú quieres construir un país independiente, tienes que controlar las infraestructuras básicas.
Todo esto se tiene que hacer antes del momento de ruptura, entiendo.
Se tiene que hacer por el camino. Antes, durando y después. Es un proceso, pero se tiene que empezar ahora. Por otro lado, hay derechos sociales, civiles y políticos que cada día se demuestra que no son posibles dentro de la jaula del estatuto y de la constitución española. Ganar derechos sociales, derechos ambientales… más allá del que nos marca el TC como límite también quiere decir necesariamente transgredir el marco constitucional y estatutario. Por ejemplo, en materia de vivienda, si queremos hacer políticas serias y eficaces, hace falta un movimiento de desobediencia civil y desobediencia institucional. Es la única manera para poder expropiar los pisos vacíos, la única manera para regular los precios del alquiler y la única manera para generar un parque público de vivienda para todo el mundo teniendo en cuenta que últimamente el precio del alquiler ha aumentado el doble que la renta familiar. Obviamente esto llevará tensión y conflicto con el estado. Implicará asumir represión. Y esto, sin duda, tendrá muchos efectos positivos porque crearemos las bases reales porque, el día que declaramos la independencia, esta se base en una soberanía real que ya hemos ido ganando por el camino. También nos permitirá de hacer crecer mucho el movimiento porque ligaremos estrechamente independencia con protección del territorio y derechos civiles y políticos.
Todo esto pide unidad estratégica entre partidos independentistas. ¿Qué mínimo común denominador veis, entre los tres partidos?
Constatamos que las condiciones para volver a ejercer la autodeterminación de forma definitiva y final y declarar la independencia de forma efectiva y real actualmente no se dan. Queremos tener un control efectivo sobre las finanzas del país y sobre las infraestructuras estratégicas y los servicios básicos. Nuestro compromiso es crear estas condiciones porque esto pueda ser cuanto antes mejor. La capacidad de movilización del mundo independentista continúa vigente, hay un 75% de la población contraria a la monarquía española. Un 57% de la población en Cataluña es contraria a la constitución española y tenemos un electorado independentista que se va acercando a la cifra del 50%. Cuál es el factor negativo? En estos momentos, las instituciones repiten el mismo error que cometieron entre el Primero de Octubre y el 27 de octubre: no preparar el país para la independencia, no crear las condiciones objetivas reales que lo tienen que permitir. Se equivocaron de arriba abajo y esto es el que ha originado este colapso de las consecuencias del 1-O. Nosotros también tenemos que hacer autocrítica. Probablemente el octubre del 2017 hicimos un exceso de confianza en aquella unidad independentista. Probablemente nos careció iniciativa y liderazgo. Por eso necesitamos una CUP fuerte, renovada y que asuma su responsabilidad de liderazgo y tome la iniciativa. Y que pueda tensar y arrastrar desde la calle y el parlamento los otros partidos independentistas y las izquierdas autodeterministas y pueda contribuir a la máxima movilización posible del independentismo y las izquierdas sociales hacia una agenda real y realista de ejercicio de la autodeterminación. Estos cuatro elementos –autodeterminación, soberanías, derechos sociales y derechos civiles y políticos– son los que posamos sobre la mesa para una hoja de ruta unitaria con el independentismo y todo el mundo quien se quiera añadir.
La ponencia recoge la propuesta que la CUP pueda entrar al gobierno. ¿Son las cuatro condiciones para que esto sea posible?
Cuando se impuso la tesis de conservar la status quo y aplazar la independencia sine die, pasamos a la oposición frontal y al bloqueo. No queremos colaborar con la administración autonomista. Después pedimos elecciones. Que la gente diga a través de las urnas si este es el camino o si se tiene que cambiar. Ha quedado claro y evidente que este gobierno autonómico no va en ninguna parte. Sus políticas sociales dejan mucha gente por el camino que difícilmente se añadirá a un proceso de autodeterminación. Ahora la CUP pasa a proponer alternativas. Esta es la idea que se expresa a la ponencia. Somos la única fuerza que articula la autodeterminación y la ruptura mediante la unilateralidad y la desobediencia, que son las únicas vías reales. Nadie nos ha demostrado que haya más. Solo hemos avanzado cuando ha habido unilateralidad y desobediencia. Queremos crecer en el espacio social e institucional, y creemos que estamos en el momento de hacer proposiciones. ¿Participación en el gobierno? Si es para hacer esto, sí. El movimiento solo crecerá por la izquierda y queremos ser muy claros y contundentes: esta es la agenda que llevará el país a la autodeterminación.
Una de las opciones después de la sentencia del Supremo es la convocatoria de elecciones.
En estos momentos esto no parece tan evidente como hace meses. Quién tiene el botón es el presidente Tuesta, pero ni JxCat ni ERC no dan mensajes de convocatoria electoral. Ahora, si tiene que continuar por el mismo camino, le decimos que pliegue y convoque elecciones.
Los resultados de las elecciones del 28-A y del 26-M han reforzado principalmente ERC. La CUP hace autocrítica del resultado de las municipales, pero parece evidente que la gente ha optado por las propuestas de ERC y en menor medida de JxCat.
Basura autocrítica. Somos en un cambio de ciclo. El 15-M y el 1-O han hecho tambalear el estado, han abierto alternativas de cambio y han evidenciado las múltiples crisis del régimen. En parte por la represión y en parte por la capacidad, el régimen se reasenta y se recompone, ahora liderado por el PSOE. La aplicación del 1-O fue desactivada por la represión, por el conservadurismo de ERC y JxCat y por la remodelación del régimen. En parte por eso proponemos esta refundación de la CUP. Queremos recuperar la iniciativa y el liderazgo, y tomamos nota de la bajada electoral que hemos tenido. La solidaridad antirepressiva ha tenido también un efecto importante en el voto el 21-D y el 26-M. Las municipales tienen un resultado agridulce, hemos perdido 50.000 votos, sobre todo en el área metropolitana, pero la CUP es más representada que nunca en todo el país y somos en una cuadragésima de gobiernos. En el área metropolitana quizás se ha percibido que hemos tenido menos perfil de lucha social y en ciudades medianas y grandes pesa mucho la dinámica nacional y mediática. Quizás nos han percibido sin un perfil social claro, y esto lo tenemos que corregir y comunicarlo más. Y quizás tenemos que visualizarnos como una fuerza decisiva, más de propuesta que no de protesta, como una fuerza de poder, además de oposición. Es el debate que basura, tenemos que estar dispuestos a luchar por el poder.
Muchos independentistas no han entendido los pactos de la CUP y el PSC para desalojar JxCat de batllies como Sant Cugat e Higueras, ni el intento frustrado a Girona.
Evidentemente… Primero, siempre hemos hecho pactos para facilitar batllies independentistas. No damos alcaldías a partidos del 155. Segundo, hemos propiciado gobiernos de mayoría o hegemonía independentista. Tercero, hemos tenido en cuenta la clave social. El eje izquierda-derecha lo tenemos que tener en cuenta, es muy demagógico decir que ‘primero la independencia, y después ya nos discutiremos’. Es tramposo porque esto solo se nos dice a las izquierdas, no se pide nunca a la derecha que renuncie en su programa. Solo podemos crecer por la izquierda y hacer crecer el movimiento si la gente ve en el independentismo un liderazgo que le garantiza una vida digna. Y cuarto, por regeneración democrática, 3%… esto también es muy importante. Ayuntamientos donde hace años que gobierna gente que los ha convertido en sus feudos, con prácticas de corruptelas… era hora de hacer neto.
Identificáis el PSC como un partido de izquierdas y JxCat como una formación de derechas.
Es verdad. El PSC es un partido de izquierda cada vez más neoliberal. Y ciertamente JxCat es un conglomerado muy diverso y plural. Pero el PDECat sí que es un partido conservador, y a escala local es con quien hemos tenido más problemas por el que representa.
En la ponencia no se descarta un referéndum unilateral, pero se llama que ahora no hay las condiciones para hacerlo.
Bastante de independentismo simbólico y retórico. Todo el que podía dar de si la batalla simbólica, se ha acabado. Insistir es contraproducente y frustrante. Lo decimos cada día a los presidentes Tuesta y Puigdemont. Los gestos simbólicos son contraproducentes.
También el procesamiento de Tuesta por haberse negado a retirar los lazos amarillos de la fachada de la Generalitat?
Solidaridad antirepressiva total, el presidente Tuesta lo sabe. Tenía el inconveniente que era una batalla simbólica, pero la ventaja que generaba desobediencia. Por aquí lo rescatamos. La retórica y la declaración es el que no nos gusta.
Volvemos al referéndum.
La CUP no descarta ninguna opción. Nos gustaría no tener que descartar el referéndum pactado, pero no es una opción posible. De los otros, no descartamos jefe. Ni un nuevo referéndum unilateral, ni otra declaración de independencia, ni más fórmulas que pueda haber. Cualquier instrumento que lleve a un ejercicio real y efectivo de autodeterminación y que el día siguiente nos permita de construir la república de manera tangible es bueno.
¿La conquista de espacios de poder que comentáis es el camino que ha tomado el ANC con la candidatura a la Cámara de Comercio, la implicación en las elecciones sindicales, el buscador de empresas…?
El ANC crea esto, sí. Soberanías desde la sociedad civil y sus estructuras. Intenta crear contrapoderes y contrahegemonia. Nuestra función es hacerlo desde la izquierda y la unidad popular.
Voces como la de Joan Tardà defienden que la única solución viable será un referéndum pactado con un doble sí. Uno sí a la independencia y uno sí a la propuesta que haga el estado español. ¿Lo aceptaríais?
Lo rechazamos de arriba abajo. Por favor, no hacemos inventos que sean la pista de aterrizaje para una reforma autonómica. Todo esto suena a reforma autonómica, constitucional, mejorar el estatuto… Por lo tanto, hablaríamos de ERC como una fuerza indiscutiblemente independentista, pero que aplaza la independencia veinte años más y defiende una reforma constitucional y estatutaria dentro del marco autonómico. Un referéndum de autodeterminación, todos los antecedentes que hay y todo el que prevén las Naciones Unidas, la Comisión de Venecia… todo es una pregunta binaria. Hace falta que ERC sea clara.
¿La asamblea nacional será una refundación de la CUP?
Es una posibilidad. Hay varias ideas y propuestas sobre la mesa y se van presentando muchas enmiendas, de magnitudes diferentes. En cualquier caso, esta asamblea es un punto de partida. Queremos abordar debates estratégicos con las fuerzas independentistas y los movimientos sociales para encarar el nuevo ciclo con garantías. El grado de refundación dependerá del alcance de los acuerdos finales. La militancia decidirá hasta qué punto se hace.
¿Hay algún riesgo de ruptura, habiendo visto que Pueblo Libre se desmarcó de la decisión de la CUP de no concurrir a las elecciones españolas y se presentaron dentro del Frente Republicano?
Sinceramente, creo que no. Quiero reivindicar el saber hacer de la CUP y la capacidad de resolver políticamente los debates y controversias internas y de la izquierda independentista de sumar. Debates, pluralidad y controversias sí, pero una ruptura no.
Hay una frase de la ponencia impactante. Dice: ‘Sin una alternativa internacional que cuestione la UE en clave política y económica, el proceso de autodeterminación está condenado al fracaso.’ No parece que ahora haya ninguna alternativa en este sentido.
Una de las cosas que han fallado es el idealismo alrededor del papel de Europa. Europa es un grupo de estados con unas élites económicas con intereses globales que se defienden entre ellos contra otros estados de fuera la UE o contra la misma población. Lo vimos en Grecia, cuando la UE cerró filas para matar la revuelta democrática. Y lo ha hecho también con el 1-O. Ahora vemos las dificultades de Puigdemont, Comín y Junqueras para acceder en el Parlamento Europeo, el señor Borrell al frente de la política exterior y la señora Lagarde al frente de la política económica. El panorama es desolador, devastador. Toda la retórica social, democrática y humanista alrededor de Europa desgraciadamente no existe. Volamos otra Europa. No somos aislacionistas, tenemos que construir alianzas internacionales. La UE hoy forma parte del problema, no de la solución. No podemos posar nuevas esperanzas. Es evidente que nuestro proceso de autodeterminación tiene que pasar por la ruptura con el estado español y para abrir crisis con la UE.
No puedo acabar sin preguntaros por el caso de Mireia Boya. ¿En qué punto está internamente la depuración de responsabilidades?
Tengo que decir que como hombre tengo unos límites desde el punto de vista de mi autoridad y legitimidad para habla de este tema. Por habla con más autoridad de este tema habría que hablar con alguna de las mujeres de nuestra organización. Dicho esto, el caso denunciado por Mireia Boya está en manos de la Comisión Nacional Feminista, que aborda y resuelve estos casos. Se aplica con rigor el protocolo de prevención y de abordaje de las violencias machistas, a todos los efectos y con todas las consecuencias. La CUP desgraciadamente no es una organización libre del patriarcado y de violencias machistas, pero no podemos otorgar normalidad ni ser tolerantes. Querríamos ser una excepción, pero no lo somos. Ahora, sí que somos una organización pionera y radicalmente comprometida para afrontarlo y superarlo. Tenemos instrumentos potentes, pero el problema es de tal magnitud que todavía hay casos.
El problema quizás es que no se comunica bastante aquello que se hace.
Para ser eficaces el protocolo en determinadas fases exige cierta discreción. Esto no quiere decir que no se actúe con contundencia. Son cosas muy delicadas y que requieren mucha contundencia con una mano y mucha cura y sensibilidad con la otra para no crear situaciones públicas y mediáticas que creen estrés sobre las víctimas y sobre la aplicación del protocolo interno. Nos han acusado de inacción, pero es absolutamente injusto porque se actúa. Se ha confundido la discreción con la no-actuación. El caso todavía es abierto y todavía tienen que pasar cosas, tanto en el ámbito de la cura y reparación de Mireia Boya como las medidas punitivas, rehabilitadoras y formadoras para la persona agresora. Y tenemos que aprender porque no vuelva a pasar.
(Fuente: Vilaweb / Autores: Roger Graells Font y Albert Salamé)
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