Almería: Infravivienda, freno en la educación y al alza el paro
Un ciudadano almeriense de clase media gana algo más de 14.000 euros al año. Tan solo en Jaén, Córdoba y Huelva se cobra menos. Los almerienses son en su inmensa mayoría mileuristas a pesar de que más de 4.000 guarden en su caja fuerte más de 300.000 euros y de que otros 75.000 tengan que recurrir a entidades caritativas para cubrir sus necesidades básicas. Y en ese sentido, cada cual se mostrará inconforme con lo suyo. Lo peor es comparar. Casi 19.000 euros ganan los ciudadanos de Burgos al año, 21.777 los de Barcelona, y más de 24.000 los madrileños.
En un barrio como el de La Chanca, el salario medio no llega a los 9.000 euros, mientras que en el centro de la capital asciende a más de 16.000, similar cifra que en Roquetas de Mar y El Ejido, donde se superan los 17.000.
Quizás, el motivo de estas desigualdades radique en la educación. por mucho esfuerzo y ganas que le pongan los profesores, sigue existiendo una fórmula de vida que aleja a los jóvenes muy pronto del colegio. Y eso que se han dado algunos pasos, pero no son suficientes. Por ejemplo, en el barrio de La Chanca (foto adjunta), allá por 1991, según el informe de Barrio Vulnerables del Ministerio de Fomento y Vivienda, el 21% de la población carecía de estudios y en la actualidad incluso ha aumentado hasta el 25%. Teniendo su pico en el año 2001 con hasta el 31% de sus ciudadanos sin formación alguna. Apenas el 5,2% de los vecinos del barrio cursan estudios universitarios en la actualidad, por el 5% que lo hacía en el año 1991.
Más grave es el caso del barrio de El Puche. En 2014, el 46% de sus habitantes no posee estudio alguno. Sí es cierto que se ha progresado en el porcentaje de alumnos que han ingresado en estudios primarios (28%) y secundarios (26%), aunque esto no quiere decir que los estudiantes terminen completándolos. Pues ese es el caballo de batalla de las administraciones, el absentismo es colar.
Lo cierto es que existe un estancamiento generalizado en el progreso escolar y académico de los barrios desfavorecidos de la capital y aunque se ha conseguido que en torno al 30% de sus jóvenes obtengan estudios primarios, sigue siendo una cifra muy baja para llegar a la media de la capital. En esta, el 12% carece de estudios en la actualidad, situándose dentro de la media nacional.
El último informe del Defensor del Pueblo Andaluz situaba a la provincia de Almería como una de las más castigadas en cuanto al chabolismo. Diez años después, este tipo de asentamientos persisten, pero su número se ha reducido. En ese sentido, se ha avanzado indudablemente, pero la infravivienda sigue siendo un problema a tener en cuenta. El subdelegado del Gobierno en Almería, Andrés García Lorca, anunciaba hace un par de años que el chabolismo sigue siendo un problema a atajar en la provincia, primero para contribuir con la reducción de la pobreza (batalla obligatoria de cualquier institución). Precisaba que había que trabajar por la “inseguridad que provocan” y por las “implicaciones” que se derivan desde el punto de vista de la “salud” pública.
Son las organizaciones sin ánimo de lucro, como Almería Acoge, Cruz Roja, que acude en la búsqueda de personas bajo techo o en condiciones de insalubridad en chabolas, para destinar la comida que procede de la genorosidad de los ciudadnos o de las ayudas de las administraciones.
Históricamente, en la provincia ha habido enclaves en los que los asentamientos chabolistas: El cruce de La Mojonera, el Camino de la Vera, San Isidro (El Ejido), Pampanico (El Ejido), Níjar y en zonas de la capital como La Fuentecica, El Quemadero, El Puche o la misma Chanca, además de La Molineta o algunos de reciente creación como el que se ha situado en La Vega de Acá y otro que acaba de aparecer en Piedras Redondas.
Almería es y ha sido una provincia abierta. Tanto emigrante como receptora de población, pero los flujos están cambiando. Cada año llegan menos extranjeros y eso supone reducir la multiculturalidad de la provincia y nunca es positivo. Se ha pasado de recibir a 17.478 inmigrantes en 2008 a poco más de 5.000 el año pasado. La eterna crisis ha trastocado los flujos migratorios y casi los ha invertido, y eso se refleja en la población dentro de un país, sus comunidades, las provincias e incluso dentro de una misma ciudad. Almería capital es un claro ejemplo. Ya son 20.000 los extranjeros que viven en la capital, cifra que se ha reducido en un 10% en el último lustro. La realidad de los inmigrantes almerienses es que viven en los barrios menos favorecidos.
De las más de 128.000 personas en edad de trabajar residentes en la capital (población activa), 26.248 (el 21%) están desempleadas según el Servicio Público de Empleo Estatal. No es un dato elevado teniendo en cuenta los parados otras capitales de provincia, lo que sí llama la atención es la desigualdad, la brecha que se ha generado entre unos barrios y otros, los menos afectados por la crisis y los tradicionalmente más boyantes, frente a los desfavorecidos, esos que se han ido convirtiendo en frágiles. En Almería, por ejemplo, el barrio de El Puche supera el 65% de personas desempleadas y La Chanca ya llega al 60%, dependiendo e la zona, este barrio almeriense posee sectores de casi un 80% de paro, una cifra durísima para los que allí viven y que busca una forma de reconciliarse con sus niveles básicos.
Los datos varían, y, por tanto, zonas céntricas que abarcan desde El Paseo, pasando por la Rambla, Oliveros y otras como Cortijo Grande, Nueva Almería o Nueva Almería apenas poseen un 10-15% de paro.
(Fuente: Diario de Almería / Autor: Rafael Espino)
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