Almería: Demandan al CSN por “permitir un cementerio nuclear ilegal” en Palomares

Alemría Palomares

La organización Ecologistas en Acción ha iniciado los trámites para demandar judicialmente al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) por “permitir un cementerio nuclear ilegal” en la pedanía de Palomares, en Cuevas del Almanzora.

El colectivo ecologista exige al CSN que “ordene” al Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) el almacenamiento provisional “inmediato” de todas las tierras contaminadas tras la colisión aérea de un bombardero estadounidense B-52 y un avión nodriza en enero de 1966 que derivó en la caída de cuatro bombas termonucleares.

Ecologistas en Acción ha informado en una nota de que en coincidencia con el 51 aniversario de este accidente, ha presentado un escrito ante el CSN con un resumen de los hechos

En el escrito presentado ante el CNS, la organización ecologista plantea que “Palomares es una instalación nuclear ilegal y un área contaminada, que ni siquiera figura como tal en el registro de áreas contaminadas” y exige al Consejo que ordene al Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) “el almacenamiento provisional inmediato de todas las tierras contaminadas”. El suelo de esta pedanía de Cuevas del Almanzora fue el escenario de la caída de cuatro bombas termonucleares, tras un accidente entre dos aviones del ejército estadounidense.

Ecologistas recuerda que “la Junta de Energía Nuclear, el Ciemat, el CSN y los sucesivos gobiernos de la dictadura y de la democracia sabían perfectamente que los americanos hicieron una limpieza cosmética en Palomares. De los 9 kilos de plutonio que liberaron las dos bombas MK-28, sólo se llevaron a Savannah River 270 gramos, dejando esparcidos por el terreno unos 8 kilos de plutonio”.

El CNS incumple su propio plan

En su escrito argumentan que “el volumen de tierra a limpiar, según el Plan de Rehabilitación de Palomares, (PRP), aprobado por el CSN en mayo de 2010, con informe favorable de la Comisión Europea, es de 50.000 m3. Estos, después de ser tratados, se podrían reducir a 8.000 m3 para los que habría que encontrar un almacen provisional, a la espera de su transporte definitivo a EEUU”.

Según el PRP y el informe favorable de la Comisión Europea, las labores de limpieza y transporte tienen un coste de 30 millones de euros, pero, asegura Ecologistas, “en fechas recientes se ha lanzado la falsa noticia de que el coste de la operación, incluido el almacenaje, es de 600 millones, de esta forma se pretende justificar la inactividad de la Administración”.

Si el CSN no procede a la clausura inmediata “de la instalación nuclear de Palomares”, Ecologistas en Acción pedirá al Juzgado Central de lo Contencioso-Administrativo que obligue al CSN a cumplir el PRP aprobado por él mismo, a limpiar 50.000 m3 de tierra, sin tener en cuenta las presiones de EEUU y a almacenarlo provisionalmente a la espera de encontrar a las tierras contaminadas un almacén definitivo”, concluye.

También señalan en el mismos que la responsabilidad de las diferentes administraciones en que en Palomares no se haya acabado el proceso de descontaminación es, para Ecologistas en Acción, algo indiscutible. Y como muestra un botón.

El comunicado hecho público ayer por el colectivo conservacionista señala que “en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares hay una carta de fecha 13 de agosto de 1968 enviada por el presidente de la Junta de Energía Nuclear, José María Otero Navascués, al entonces ministro de Industria, Gregorio López Bravo, donde tras un viaje a Palomares le dice: “No se ha registrado ninguna anormalidad hasta la fecha, pese a que como Vd. sabe, se quedaron en el terreno unos cuantos kilos de óxido de plutonio”.

(Fuentes: La Voz de Almería / Diario de Almería)

51 años con 9 kilos de plutonio bajo los pies

La primera y única descontaminación de Palomares fue una tapadera. De los nueve kilogramos de plutonio que cayeron sobre la pedanía de Cuevas del Almanzora, los norteamericanos apenas se llevaron 270 gramos, eso sí, repartidos en un total de 4.810 barriles. De estos, 4.808 fueron enterrados en un cementerio nuclear estadounidense y dos se enviaron a laboratorios de Los Álamos, en Nuevo México, para que se examinada su contenido. Hace exactamente 51 años que un bombardero y un avión nodriza KC-135 (cargado con 110.000 litros de combustible) colisionaron sobre esta franja almeriense. Cuatro bombas nucleares cayeron y aunque por suerte no detonó ninguna de ellas, el plutonio que cargaban se extendió por el suelo de Palomares.

Tras una semana sin que la zona fuera protegida, los norteamericanos fingieron una especie de limpieza con la no llegaron a retirar ni un kilogramo de material radiactivo dejando el resto allí. Varias décadas después llegaron los debates sobre qué zonas podían estar contaminadas y qué otras no, ampliándose incluso el vallado al detectarse, por parte del Ciemat, que la amplitud de la radiación era mayor.

El caso Palomares está aún por descubrirse. Las mentiras y el secretismo se llevan la mayor parte de la información de lo que pudo ser una tragedia de terribles consecuencias, pues, hasta que en la Segunda Guerra Mundial no se hizo uso de armas nucleares en Japón, este había sido el mayor desastre nuclear hasta el momento.

De seis preguntas que se han formulado en el Congreso de los Diputados respecto al asunto, tan solo se ha contestado a una, y en ella nadie accede a dar detalles, pues, dicen, lo sucedido en Palomares sigue siendo un asunto confidencial. La legislación española no permite, al menos en un plazo medio, que ningún secreto de Estado como este sea desclasificado, así que la poca información que se posee proviene de los archivos de Estados Unidos que sí han visto la luz.

José Ignacio Domínguez, piloto de cazas, comandante de la compañía Iberia, miembro de la Unión Militar Democrática, abogado, actualmente coordinador de Ecologistas en Acción para la problemática medioambiental de Palomares, explica que los gobiernos sabían “perfectamente que los americanos no se habían llevado nada.

Nadie avisó a los agricultores que estaban trabajando en medio de polvo radiactivo. No tenían suficiente fuerza para que se actuara. Fue durante la burbuja inmobiliaria, en 2003, cuando se faculta al Ciemat para expropiar las tierras contaminadas”. Domínguez califica de despropósito que desde que en 2010 se anunciara un plan de rehabilitación no se haya dado ningún paso al respecto. Por eso anuncia que Ecologistasque llevará a los juzgados al Consejero de Seguridad Nuclear si no se retira la tierra radiactiva: “Es un área contaminada que ni siquiera está registrada como zona de áreas contamiadas. Es, simplemente, un cementerio ilegal del que no hay papel alguno”.

Rafael Moreno, periodista y profesor de la Universidad Complutense, autor del libro La historia secreta de las bombas de Palomares, subraya que “es falso que los terrenos están igual que antes del accidente, las tierras no están limpias”. Además, narra cómo los Estados Unidos dijeron que no actuarían sobre la zona hasta que España tuviera Gobierno: “Ya lo hay y nadie ha dicho qué va a pasar. Además, se informó de la creación de una Comisión Mixta. Yo he preguntado y ne sé si está”. Moreno hace un llamamiento: “Sólo depende nosotros que la segunda limpieza de Palomares sea la definitiva. Los técnicos ya han hecho todo el trabajo, hay que presionar al Gobierno.

Sin embargo, tras lo visto en los últimos 14 meses no parece que se vaya por el buen camino”. José Herrera es comisario de la exposición y catálogo Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares, Almería, guionista y director del documental Operación Flecha Rota, producido en 2007: “¿Qué tenemos en este 2017? El mismo nivel de secretismo. Cualquier funcionario puede decidir cuándo algo es confidencial de manera impune. No es lógico que solo se haya contestado a una de las seis preguntas que se han formulado parlamentariamente”.

(Fuente: diarios Grupo Joly / Autor: Rafael Espino)

 

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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