EE.UU. invade Panamá
La invasión de Panamá por el ejército de Estados Unidos en el año 1989, que representó una de las mayores infamias de las muchas perpetradas por el Imperio en Latinoamérica.
La invasión estadounidense a Panamá bajo el nombre de “Causa Justa”, tuvo como pretexto sacar del poder al Gobierno del general Manuel Antonio Noriega y preservar la vida de los estadounidenses en el país. Significó, según expertos, un ensayo para el modelo de guerra total, sin importar el alcance del experimento. Para muchos panameños la verdadera causa de la intervención fue que este general se había convertido en un “estorbo” para los planes políticos estadounidenses.
El interés estadounidense en Panamá siempre se ha enfocado hacia una cosa: la importancia estratégica del canal. Ha sido crucial para sus operaciones globales, como la penetración capitalista de Latinoamérica y Asia, y su capacidad de desplazar fuerzas militares agresivamente por todas partes del mundo.
Es bien sabido que el Gobierno de Estados Unidos le arrebató Panamá a Colombia en 1903. Colonizó la zona del canal y llenó esa área de bases militares para que nadie, ni siquiera el pueblo panameño, pudiera sacarlo; y después de la Segunda Guerra Mundial instaló SOUTHCOM, el centro de comando de espionaje y contrainsurgencia para toda Latinoamérica.
Ante la derrota en la Guerra de Vietnam y la rivalidad con la Unión Soviética, la clase dominante estadounidense decidió cambiar de un control colonial directo del canal a un control neocolonial, a través del Gobierno panameño. Pero ya no tenía confianza de que Noriega pudiera seguir siendo el capataz. Apenas diez días antes del traspaso del canal (programado para el 1 de enero de 1990), Estados Unidos invadió y lo sacó.
Los estudios muestran que la administración del entonces presidente George H. W. Bush desplegó para la agresión unos 26 000 efectivos de unidades élite, entre ellas la 82 División Aerotransportada. Otros 12 000 hombres se encontraban dislocados en la extensa red de bases que disponía Washington en territorio panameño, a fin de enfrentar a las Fuerzas de Defensa y los llamados Batallones de la Dignidad. Como complemento, Panamá sirvió de laboratorio para el empleo de armamentos sofisticados del tipo del bombardero “invisible” Stealth F-117, helicópteros del tipo Blackhawk, Apache y Cobra, además de misiles, cañones blindados de fuego rápido.
La mal llamada operación “Causa Justa”, con una elevada cuota de víctimas civiles, evidenció que las acciones tuvieron un objetivo más amplio que el de actuar contra Noriega. Varios analistas sospechan que las verdaderas motivaciones del Gobierno estadounidense eran distintas a las proclamadas. Fue manipulada para que apareciera como una gran victoria de la Casa Blanca sobre un peligroso enemigo. Incluso, la analista Jane Cramer consideró que esa acción se concibió y ejecutó por razones de política interna en Estados Unidos.
El Partido Alternativa Popular afirmó que a dos décadas del genocidio: «Se ha caído la máscara de supuesta liberación con que los medios de comunicación al servicio del imperialismo han querido cubrir la salvaje y cruenta agresión militar».
El Gobierno de Estados Unidos podría haber eliminado o secuestrado a Noriega, pero la invasión permitió a Bush (padre): “Estar las 24 horas del día en la televisión para demostrar que él era un hombre fuerte y decidido, que era capaz de tomar decisiones”, y de paso Estados Unidos se presentaba al mundo como la primera potencia tras la caída del Muro de Berlín, ocurrida pocas semanas antes.
Fuente: Ecured
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