Palestina: Aviones israelíes rocían las tierras agrícolas de la franja de Gaza con herbicidas tóxicos para destruir las cosechas

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Aviones israelíes han rociado sustancias químicas tóxicas y herbicidas peligrosos en tierras de cultivo a través de la sitiada Franja de Gaza a medida que el régimen de Tel Aviv continúa sus actos de agresión contra el empobrecido enclave palestino.

Nizar al-Wahedi, del Ministerio de Agricultura palestino, dijo que los herbicidas se usaron a lo largo de la frontera entre la Franja de Gaza y los territorios palestinos ocupados el domingo.

Afirmó que el ministerio palestino no estaba al tanto de la composición de los químicos israelíes que se rocían en las tierras agrícolas palestinas. “Israel no tiene derecho a rociar herbicidas en tierras palestinas”, dijo Wahedi.

Los campesinos palestinos dicen que las tropas israelíes rocían herbicidas para secar las plantas silvestres alrededor de las cercas de seguridad a fin de tener una visión clara para vigilar el área, pero generalmente rocían docenas de metros alrededor de sus áreas objetivo, matando y dañando los cultivos palestinos.

El continuo bloqueo israelí de la Franja de Gaza está poniendo en peligro las vidas de las personas, lo que afecta en gran medida el sector agrícola del enclave.

Los agricultores luchan por satisfacer las crecientes demandas de 1,8 millones de habitantes de Gaza que viven en las garras del asedio israelí. Se enfrentan a muchos desafíos debido a la escasez de equipos agrícolas y, lo que es más importante, pesticidas aprobados.

Debido a la disminución de la producción y la prohibición de Israel de la entrada de productos básicos, los agricultores de Gaza han recurrido al uso de sustancias químicas prohibidas para maximizar el rendimiento de los cultivos. Esto plantea un grave peligro para la salud de los agricultores y sus consumidores.

Las Naciones Unidas han expresado con frecuencia su preocupación por el uso excesivo de plaguicidas tóxicos por parte de los agricultores de Gaza.

Muchos expertos médicos en Gaza están preocupados por un aumento en el número de pacientes con cáncer de Gazan registrados, especialmente en las áreas agrícolas. Advierten que los niños son más susceptibles a enfermedades como la leucemia que los adultos en esas regiones.

La Franja de Gaza ha estado bajo el bloqueo de Israel desde junio de 2007. El paralizador ha causado una disminución en los niveles de vida, así como niveles sin precedentes de desempleo y pobreza incesante.

Israel lanzó su última guerra contra la Franja de Gaza a principios de julio de 2014. Casi 2.200 palestinos, incluidos 577 niños, fueron asesinados en el ataque de 50 días de Israel. Más de 11.100 personas más, incluidos 3.374 niños, 2.088 mujeres y 410 personas de edad avanzada, también resultaron heridas.

(Fuente: Resumen de Medio Oriente)

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Nota de LOA: La destrucción intencionada, mediantes productos tóxicos, de la agricultura de subsistencia en Gaza no constituye ninguna novedad. Viene produciéndose hace años. Como muestra de ello, os ofrecemos a continuación un artículo al respecto publicado por el diario.es en enero de 2016.

Israel destruye cosechas en Gaza con herbicidas desde hace años

Campesinos de Gaza ven cómo sus cultivos se secan y mueren tras el paso de un avión israelí que roció la zona con productos químicos. eldiario.es habla en Gaza con algunos de los afectados: “Los israelíes me quemaron las plantas con el fumigado”, denuncia Nael, de cuyo trabajo en el campo dependen los siete miembros de su familia.

A finales del mes de diciembre de 2015, un avión agrícola israelí surgió por encima de la Línea Verde, la frontera de facto que separa la Franja de Gaza de Israel. El avión comenzó a expulsar el químico con el que pretendía deshacerse de las malas hierbas en la zona patrullada por soldados israelíes y vigilada por torretas militares mecanizadas con robots y ametralladoras. Tras cumplir con su misión, dio la vuelta y retornó a Israel.

En cuestión de días, los campesinos y agricultores gazatíes vieron cómo sus cultivos se secaban, morían, dejando una estampa amarilla donde el verde debería ser el color prevaleciente en esta época del año.

El fin justifica los medios

Jaled Abu Mandil vive desde hace más de 20 años junto a su tierra, en el este del campo de refugiados de al-Maghazi, centro de la Franja de Gaza. Su casa ha sido destruída en cada guerra y siempre ha vuelto a levantarla, aunque ahora sea más bien una choza construida con varios ladrillos, placas metálicas y ramas secas de palmeras.

En estos días, además, está viendo cómo se echa a perder la mayor parte de su cosecha, la única fuente de ingresos para él y su familia. “Sucedió hace un par de semanas. Apareció una avioneta israelí y comenzó a echar herbicida, -relata Jaled.- Siempre rocían parte de nuestros campos, pero nunca habían llegado a rociar tanto. Solían llegar hasta los 100 metros dentro de la alambrada de la Línea Verde en Gaza, pero esta vez el veneno ha llegado hasta los 500 metros”.

La cebada que había plantado Jaled murió al tercer día de ser bañada con el destructible químico israelí. El trigo no aguantó mucho más. En plena temporada de recogida, los guisantes de este campesino sucumbieron también al veneno. Todo está amarillo tal y como muestra a eldiario.es uno de sus hijos pequeños.

“Si los israelíes nos dijeran al menos que van a echar esos productos pues nosotros no plantaríamos”, afirma Jaled con sentimiento de hartazgo. “Plantar todo esto cuesta dinero. Solamente preparar la tierra y sembrarla son 5.000 NIS [1.000€]. Ahora he perdido al menos 2.000 dinares jordanos [más de 2.500€]. ¿Por qué nos hacen esto?”.

El pasado 23 de diciembre, el ministerio de Agricultura en Gaza anunció que miles de dónums habían quedado afectados por un químico herbicida expulsado desde el aire por israelíes en las zonas centro y sur de la Franja de Gaza.

“La fumigación aérea con herbicidas e inhibidores de germinación se realizó en la zona a lo largo de la valla fronteriza la semana pasada con el fin de permitir las operaciones óptimas y continuas de seguridad”, informó un portavoz del Ejército israelí al portal de noticias +972.

De este modo el fin último, aclarar la zona de hierbas para mejor visualización de los militares israelíes, justificó los medios por los cuales los campesinos de las zonas afectadas se han quedado sin cultivos, muchos de ellos arruinados, y el resto de la población de la bloqueada Franja de Gaza, el 80% de la cual depende de la ayuda alimentaria, sin una parte importante de verduras y hortalizas.

A esta acción se le unen las repetitivas “nivelaciones” del terreno, es decir, incursiones terrestres limitadas en las zonas de la Línea Verde con las que excavadoras blindadas allanan el terreno palestino y destruyen todo lo que está a su paso.

Misión de “seguridad” y castigo colectivo

Las tierras de Jaled estaban a 100 metros de la Línea Verde, sin embargo, hay muchos casos en los que los cultivos se encontraban a más de 300 metros, salvaguardando la distancia de las autodenominadas por Israel ‘Áreas de Acceso Restringido’ (ARA, en sus siglas en Israel), un eufemismo que las organizaciones de derechos humanos palestinas critican sin cesar ya que los límites de seguridad los establece unilateralmente Israel y sus fundamentos son de carácter arbitrario e impredecible.

Así, los campos de Nael Hiyyi en la zona de Johr-Eddik a 400 metros de la alambrada israelí no deberían haber sufrido el baño de herbicidas puesto que está a una distancia más que prudencial de la línea divisoria.

“Los israelíes me quemaron las plantas con el fumigado”, expone Nael. “Se me echó a perder más del 80% del calabacín plantado, la mitad de las judías, las espinacas y la col”. Nael tiene 37 años y de sus trabajo en el campo dependen los siete miembros de su familia.

“Estoy endeudado y ahora con la pérdida de esta temporada no sé qué voy a hacer. Yo solo deseo que haya paz y que se ponga fin a los problemas, a los bombardeos y destrucción de nuestras tierras para que mi esfuerzo y mis inversiones vean sus frutos”, lamenta Nael.

Abu Adnan es el mokhtar (el notable) de una de las zonas afectadas. Se queja de que ellos son los que absorben la rabia del Ejército israelí frente a operaciones de las milicias palestinas y asegura que cualquier daño producido por las autoridades israelíes contra la población civil palestina es un castigo colectivo.

“A mí el herbicida israelí me ha dejado sin cultivos. No se salvó nada. A pesar de todo, doy gracias a Dios”, dice el anciano. “En la guerra de 2014, los israelíes vertieron toda su rabia aquí. Había un túnel de la resistencia palestina debajo. Después de destruir nuestros árboles frutales, nadie vino aquí, ni Hamas ni Fatah, ni siquiera el alcalde. Pero aquí seguiré. De aquí sólo me marcharé para ser enterrado en el cementerio”.

Otra de las consecuencias que provocó el avión agrícola israelí cargado de herbicida fue el corte de una de las líneas de electricidad con la que Israel está obligada a proporcionar suministro eléctrico a la Franja de Gaza, según los acuerdos internacionales. “Yo lo vi. Vi cómo la avioneta se ponía de lado”, relata otro de los campesinos, Msalam Abu Mandil. “Rompió el cable de electricidad y lo hizo a propósito”.

Msalam asegura que en sus campos sólo se puede plantar trigo o cebada, ahora secos debido al herbicida israelí, ya que en 2014 las tropas israelíes destruyeron los pozos de agua y no tiene con qué costearse una nueva infraestructura de regadío.

(Fuente: el diario.es / Autora: Isabel Pérez)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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