La economía ucraniana continúa hundiéndose

Los propios ciudadanos ucranianos sienten que lo prometido por las entonces nuevas autoridades a finales de febrero de 2014 no se está cumpliendo, o se hace muy despacio. El sistema de los visados sigue vigente entre Ucrania y la Unión Europea (UE) y su abolición era una de las reivindicaciones principales del Maidán.

La economía tampoco ha despegado. Es más, ha disminuido cerca de un 20% en estos dos últimos años, con la devaluación de la grivna, que ha pasado de cambiarse 11 a 1 respecto al euro al comienzo de 2014, a prácticamente 30 a 1 actualmente. Con ello los ucranianos han pasado a ser, según las estadísticas, los más pobres de todo el continente europeo, con un poder adquisitivo menor que países como Moldavia o Albania.

Borislav Bereza, líder del partido de la Gente Decidida y miembro de parlamento, opina que “la gente está desilusionada con los que han venido tras el Maidán, pero también hay que decir que el 60-70% siguen siendo los mismos personajes. Las quejas hay que presentarlas a la propia sociedad, ellos los han elegido”. Además, añade que “la sociedad sigue siendo manipulada por los oligarcas”.

En el plano económico, la financiación extranjera mediante los préstamos de organismos internacionales se ha vuelto imprescindible para que Ucrania pueda seguir funcionando y no se declare en bancarrota. Un préstamo para ir pagando el anterior. Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI), el financiador principal de Kiev, se muestra cada vez más preocupado por la situación. La directora del FMI, Christine Lagarde, declaró a principios de febrero que si las reformas del aparato administrativo y la lucha contra la corrupción no avanzan, los programas de ayuda pueden parar de manera indefinida.

Parte de estos problemas económicos se deben también al hecho, como señala Vlodimir Ariev, de que un 30% de las empresas exportadoras ucranianas están bajo el poder de los rebeldes del Donbass o han sido destruidas durante los combates Ello golpea las arcas del país cuando las divisas le hacen mucha falta. Además, Ariev opina que las reformas son realmente necesarias, ya que “son claves para atraer al capital extranjero, no sólo al gran inversor, sino al inversor medio y en perspectiva al pequeño. La seguridad jurídica necesaria por ahora no existe y las reformas se frenan por diferentes grupos de interés”.

Parte importante de estos problemas financieros se deben a que Ucrania ha cortado muchos de los lazos económicos que la unían a Rusia. Se han suspendido los vuelos entre los dos países, se han impuesto embargos mutuos. Se está suprimiendo una red económica a la que Ucrania no ha tenido alternativa real hasta ahora. La radical ruptura ha supuesto la renuncia oficial a comprar gas a Rusia en este 2016, aunque se compra el mismo gas ruso en el mercado europeo y a un precio incluso algo superior.

El mismo FMI en un informe reciente señalaba la caída del 80% de las ventas de la fuerte industria de defensa, heredada de los tiempos soviéticos y de las pocas que se había mantenido competitiva. Muestra todo ello del colapso progresivo del sistema económico ligado a Rusia, pero sin sustitución a la vista. A pesar de que la UE europea empezó a dar trato preferente a los productos producidos en Ucrania ya en 2015, las exportaciones ucranianas hacia la UE disminuyeron el año pasado cerca de un 30% y la tendencia a la baja continúa.

Finalmente está el que hace meses era el principal tema de la agenda política ucraniana, al menos de la exterior: la situación en el Donbass. Ahora ha quedado en segundo plano. Los combates a gran escala han parado desde el otoño del pasado año, y la situación prácticamente se ha congelado desde entonces.

Ni los rebeldes de Lugansk y Donetsk ni las autoridades de Kiev han dado pasos reales hacia el cumplimiento efectivo de los acuerdos de Minsk 2. Ambos bandos han retirado del frente el armamento pesado. Eso a grandes rasgos es todo lo que se ha hecho de Minsk 2. Ni entrega de las fronteras por parte de los rebeldes, ni reforma constitucional por parte de Kiev, ni intercambio de prisioneros, ni celebración normal de elecciones en esos territorios.

Todos estos factores se entremezclan y frenan cualquier avance. Así al no cumplirse Minsk 2, las opciones de financiación son limitadas, ya que los organismos internacionales no suelen apostar por países en conflicto. Al seguir empeorando la situación económica, crece el descontento en la sociedad ucraniana, que no ve que se cumplan las promesas de los dirigentes. Estos a su vez se agarran con más fuerza a sus puestos, y tienen que llevar a cabo políticas reformistas cada vez más impopulares ya que de lo contrario no obtienen financiación para que el país pueda seguir pagando sus facturas.

La subida de las tarifas de gas y electricidad, el retraso de la edad de jubilación, los recortes de los puestos de funcionarios o la privatización de los principales activos estatales son medidas exigidas por el FMI. Para cumplirlas, Ucrania debe apretarse aún más el cinturón y volverse más autoritaria para llevar a cabo las medidas pese al descontento popular. Como señala el diputado Viktor Vovk del partido Radical, “para cumplir las demandas europeas, Ucrania debe volverse menos europea”.

(Fuente: La Marea / Autor: Pablo González)

El deterioro de la situación económica en Ucrania

Los resultados obtenidos en una encuesta de Gallup, presentados a primeros de 2016 por Zach Bikus, reflejan un notable deterioro de la situación económica en Ucrania. Según el autor, se trata de las peores valoraciones económicas que Gallup ha recogido en la historia de sus sondeos en ese país.

De esta forma, en una escala de 0 a 10 en la valoración de la vida actual, en la que 0 equivale a la peor vida posible y 10 a la mejor, la población ucraniana se sitúa en 2015 en el nivel más bajo observado desde 2007, con un nivel medio de 4,0 puntos. La tendencia a un ligero deterioro de la percepción de la situación ya se venía observando desde julio de 2007, con un nivel de 5,3 puntos que en junio de 2012 había caído a 5,0. El deterioro se acelera en julio de 2013, con una caída del nivel hasta 4,7 puntos, en el momento más difícil de la presidencia de Yanukovich. Pero esa caída no se detiene con el derrocamiento de Yanukovich, sino que se acentúa durante la presidencia de Petro Poroshenko. En el último sondeo de Gallup, en julio de 2015, la percepción media de la población ucraniana alcanza un mínimo de 4,0 puntos.

El deterioro de la percepción llega a extenderse a las perspectivas a medio plazo. En la misma escala de valoración, planteada a cinco años vista, la puntuación media se había mantenido entre 5,8 y 6,1 puntos entre 2007 y 2012. Cae a 5,5 puntos en 2013 y a un mínimo de 5,2 puntos en 2015.

Según Bikus, “este panorama depresivo impregna a casi todos los segmentos de la sociedad ucraniana”, con percepciones de la vida actual y esperada a cinco años que disminuyen entre la población “de todas las edades, niveles de educación y géneros”. La única excepción es la que se señala respecto a los ucranianos más ricos. En este caso, sus percepciones de vida futura “han mejorado ligeramente en el último año”.

Bikus vincula esta realidad desalentadora “con la creciente insatisfacción de los ucranianos con su nivel de vida”. Apenas un 17% de la población declara estar satisfecha con este nivel de vida en 2015, en significativo descenso respecto al 27% en 2014. Mientras, aumenta de 62% en 2014 a 79% en 2015 el porcentaje de los ucranianos que definen la situación económica del país como “pobre”.

Las diferencias territoriales en la percepción del nivel de vida resultan igualmente llamativas. Aunque todas las regiones ucranianas caen por debajo del nivel de 5 en la percepción de su nivel de vida actual, esta percepción es muy superior en las regiones del Oeste y del Norte que más apoyo facilitan al régimen de Kiev. Con un 4,6, la zona oeste, en torno a Lviv, es la región con mejor percepción, por encima de los 4,4 puntos de la zona norte. El Este se sitúa en 3,8 puntos, con mínimos de 3,2-3,3 puntos en las zonas centro y sur.

La crisis económica Ucrania se está traduciendo, por una parte, en una disminución de la proporción de personas que disfrutan de un bienestar que parece resultar creciente. Gallup incluye en este grupo a los que se sitúan en la escala de percepción de nivel de vida entre 7 y 10 puntos en el momento actual y prevén avanzar al menos hasta 8 puntos en los próximos cinco años. Este grupo tendía a mantenerse entre un 18-22% de la población en 2012. Cae al 11% en 2013 y a un mínimo del 9% en 2015.

El principal cambio se relaciona sin embargo con la proporción de personas que sitúan en una puntuación igual o inferior a los 4 puntos de valoración de su vida actual, un grupo al que podría definirse como luchando, en mayor o menor medida, por cubrir las necesidades básicas. El peso de este grupo fue creciendo desde un 20% en 2007 hasta un 24% en 2012 para llegar a niveles del 29-30% en 2013 y 2014. En este caso, sin embargo, el mayor deterioro histórico se produce entre 2014 y 2015, con un máximo del 36% en este último año. Según Bikus, este porcentaje es “considerablemente mayor” que los “observados en la mayor parte de los estados post-Soviéticos en 2015”.

El reciente sondeo del IRI en Ucrania y en el Donbass controlado por Kiev aporta información complementaria sobre la situación del colectivo más desfavorecido en Ucrania. Los datos revelan que, en 2015, un 49% de la población ucraniana tiene dificultades para hacer frente a las necesidades básicas, un 15% para acceder simplemente a la alimentación requerida. La situación es aún peor en la zona del Donbass bajo el régimen de Kiev, con un 17% de personas con problemas para cubrir las necesidades de alimentación y un 55% las necesidades básicas en general, incluyendo los aspectos relacionados con el acceso al vestido y calzado necesarios.

Aunque no se trata de información planteada en términos exactamente equivalentes, estas cifras reflejan un gran deterioro de la situación en los últimos tiempos. Según la información procedente de TNS Global, recogida en Slavyangrad.es en julio de 2015, entre 2013 y 2015, la proporción de personas que carecían de recursos suficientes para cubrir los gastos de alimentación había aumentado de un 1% en 2013 a 6% en enero de 2015. Gallup sitúa en julio de este año la cifra en el 15% en un indicador comparable. En la misma línea, las carencias básicas que afectan a alimentación, vestido y calzado habían pasado de afectar de un 19% de la población en 2013 a un 33% enero de 2015. La cifra llega al 49% en la encuesta de Gallup. Todo indica que el deterioro de la situación es aún mayor en algunas zonas de Ucrania, en particular en la abandonada zona oriental y la zona de Donbass controlada por Kiev.

Sorprende que a pesar del drama que suponen estas cifras, Alexander Motyl señale en un artículo reciente que Ucrania “ha cambiado enormemente, y en general para mejor, en los últimos dos años” y que está en el camino hacia el éxito. Los datos que afectan a la población no la acreditan en absoluto y nada hace pensar que las medidas propuestas por el Gobierno ucraniano vayan a ser capaces de cambiar la dirección de la economía del país y de su población en los próximos años, en especial si se consolida la tendencia a una desaceleración del crecimiento económico mundial.

No sabemos si Motyl, uno de los intelectuales vinculados a la historia de Prolog, habla en su nombre o, como los que lideraron aquella organización, trasladan la línea ideológica de algunos de los poderes fácticos que definen el rumbo ideológico en el mundo. Ello ayudaría a entender si, con estas declaraciones, trata de volver a engañarnos o si simplemente está engañándose a sí mismo.

(Fuente: Slavyangrad.es)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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