Sindicato Unitario de Andalucía: “Trabajadores sin derechos”
“¿Porqué los trabajadores que producimos los bienes necesarios para la vida, no podemos adquirir todos los que necesitamos? ¿Porqué los trabajadores que construimos casas no podemos pagarnos una? ¿Por qué, además, los jornaleros inmigrantes ni si quiera pueden alquilar una casa? ¿Porqué los asentamientos de chabolas de los trabajadores agrícolas están en Andalucía?”. Estas son las preguntas con las que inicia una declaración de la Secretaría Federal Colegiada del Sindicato Unitario de Andalucía a propósito del último incendio de un asentamiento de jornaleros en Palos (Huelva).
Reproducimos a continuación la integridad del texto:
De manera histórica y recurrente, calles y plazas de municipios andaluces han ofrecido la visión sombría del jornalero que Blas Infante decía tener clavada en su conciencia desde la infancia “paseando su hambre por las calles del pueblo”. Una imagen que parecía disolverse con la incorporación del Estado español en el proyecto de Unión Europea, puesto en marcha desde la finalización de la II Guerra Mundial y que, según la propaganda, suponía avance, desarrollo y democracia tras el largo periodo de la dictadura franquista. Pero la realidad ha sido muy diferente.El modelo de agricultura andaluza está diseñado desde los centros de poder en España y Europa. El papel que se le asigna a la economía andaluza en la capitalista división internacional del trabajo es la de una economía colonizada. Es decir, dependiente, basada en las industrias extractivas, turísticas, productoras de materias primas básicas mineras, químicas y energéticas, una agricultura intensiva y de escaso o nulo desarrollo de industrias transformadoras de las materias primas que producimos. Son industrias más contaminantes y peligrosas, lesivas para el medio ambiente y la salud de los trabajadores.
Un tipo de economía que requiere una gran parte de su mano de obra al borde de la exclusión, o ya excluida, para soportar la sobre explotación laboral a la que debe ser sometida para mantener la obtención de beneficios. Y de ahí la proliferación del tráfico de personas tanto de forma aparentemente legal con la contratación en origen o la ilegal, con la colaboración de las administraciones españolas y europeas con los traficantes de mano de obra, con la mafia de la trata de personas. De esta forma, en el campo andaluz se van acumulando jornaleros agrícolas inmigrantes en precariedad absoluta, sin derecho a nada porque son considerados ilegales, en el círculo vicioso de la marginalidad. Sus patronos no les proveen alojamiento y como no tienen documentos no pueden alquilar viviendas y acaban sobreviviendo en asentamiento de chabolas que curiosamente salen ardiendo cuando sobra mano de obra en el lugar.
Todo ese sufrimiento y carencias de los y las trabajadoras son fruto de un modelo productivo impuesto por los grandes capitales a Andalucía mediante las leyes de la oligarquía española y su Estado de Derecho. De manera que si no actuamos sobre las causas de ese modelo productivo agrícola capitalista dependiente, tan sólo podremos mejorar las condiciones de vida y trabajo momentáneamente en algún sector o plantilla, pero no erradicaremos el problema, el origen de tanto dolor y sufrimiento humano. No se trata, por lo tanto, de proporcionar casas a algunos trabajadores y trabajadoras inmigrantes ilegales de los asentamientos actuales, porque de esa manera el problema no se soluciona, porque el modelo seguirá demandando, haciendo que vengan y produciendo, más mano de obra en estado de miseria y necesidad para ser sobreexplotados. Y aunque se solucionara temporalmente el problema de vivienda a algunos trabajadores, lo que se haría, objetivamente, es fortalecer y alimentar el modelo de agricultura capitalista dependiente y a sus empresarios agrícolas y a los capitalistas de las multinacionales, para que ellos sigan acumulando capital. Es decir, no hay solución posible dentro del modelo agrícola capitalista dependiente. Es como podar una mala hierba, que al podarla sale con más fuerza. Al final, aún sin pretenderlo, acabaríamos arreglando momentáneamente los problemas del capitalismo para blanquearlo, fortalecerlo y salvarlo en sus momentos de crisis y debilidad.
Y eso no significa que no nos mueva la solidaridad. En Andalucía no hay extranjeros. Pensamos igual que Blas Infante. Todos los miembros de la clase obrera que trabajan, que son explotados y explotadas en Andalucía, somos la clase obrera andaluza, hayamos nacido dónde hayamos nacido. La clase obrera no tenemos patria, tenemos que construir la nuestra, una sin explotación ni opresión, ni a la naturaleza ni a los pueblos ni a los seres humanos. Por eso, el Sindicato Unitario junto a otras organizaciones organizamos y dirigimos en 2001 cinco encierros de inmigrantes sin papeles en Huelva. Lucha que acabó con una regularización extraordinaria de la mano de Rajoy, ministro del interior del gobierno de Aznar de entonces. También nuestro asesoramiento laboral está a disposición de todos los trabajadores y trabajadoras sin recursos y nuestra participación en todas las iniciativas que ayuden o fomenten la mejora constante de las condiciones de vida y trabajo del personal asalariado andaluz. Así lo dicen los estatutos y así debemos actuar desde el Sindicato Unitario de Andalucía.
Pero nuestra vocación es revolucionaria y anticapitalista. Por eso nos proponemos y proponemos a toda persona amante de la Vida el pensar, debatir y aplicar un modelo productivo agrícola alternativo al depredador capitalista. Esto es una necesidad no ya sólo para acabar con los asentamientos sino para salvar nuestro medio natural y para liberarnos de la explotación del capital. Necesitamos que la tierra esté a disposición de quien la trabaja y no en manos de una minoría de terratenientes y latifundistas. Como decía nuestro Blas Infante en Ideal Andaluz, “la propiedad legítima es la que resulta del trabajo”, de manera que la tierra sea de uso comunitario y las trabajadoras y trabajadores sean dueños del fruto de su trabajo y así disponer de recursos para sus necesidades, entre ellos la vivienda. Promover cooperativas agrícolas gestionadas por los trabajadores y trabajadoras o por los sindicatos y con créditos desde los poderes públicos, especialmente los más cercanos municipales, para la compra de todo lo necesario para la producción agrícola; maquinaria, semillas, abonos… Promover cooperativas de consumo y distribución también gestionadas por quienes las trabajen y con créditos públicos, que rompan el monopolio de las multinacionales de la distribución alimentaria. Promover cooperativas industriales gestionadas por trabajadores para la producción de todos los bienes necesarios para la producción agrícola. Para así construir una economía andaluza que se guíe por satisfacer las necesidades humanas, vivienda, alimentación, etc primero de los que producen y luego de los que lo necesitan y no por acumular capital para una minoría de propietarios de tierras y de capitalistas.
A modo de ejemplo, de visualización de posibilidades o para estudiar y extraer enseñanzas, buscando en nuestra historia en Andalucía en la época de Al-Andalus han existido estructuras de propiedad agraria pre-capitalista y comunitaria, las Alquerías, tierras de la comunidad, de todos sus habitantes, que son trabajadas comunitariamente de manera rotativa, que no se pueden comprar, ni vender, ni ceder, solo se podían ocupar cuando pasaban tres años sin que nadie las trabajase.
Finalmente, para llevar adelante una transformación del modelo productivo agrícola capitalista dependiente en el sentido propuesto para la vida, es necesario también una transformación de las instituciones y poderes políticos públicos para que en vez de guiarse por los criterios de la economía capitalista; la acumulación de capital y el bienestar de los propietarios, se guíen por construir una economía, alternativa a la capitalista, destinada a la satisfacción de las necesidades para la vida de las personas y no a la acumulación de capital. Tareas que sólo podemos llevar a cabo la clase obrera y el pueblo andaluz organizado y consciente.
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