Sevilla: la otra cara de IKEA. Demandada por cesión ilegal de mano de obra
Dos grupos de cinco trabajadores han interpuesto demandas a Ikea Ibérica por entender que sus despidos, que se hicieron efectivos el pasado 7 de julio, son nulos o subsidiariamente improcedentes. Los trabajadores denuncian que realizaban su trabajo a todos los efectos en la tienda de Ikea de Castilleja de la Cuesta (Sevilla) con material de la empresa y con turnos marcados por Ikea, su empleador real, pero contratados por otra empresa, que era su empleador formal. En consecuencia, y de acuerdo con el artículo 43 del Estatuto de los Trabajadores, estiman que el suyo es un caso de cesión ilegal de mano de obra. Además, consideran sus despidos nulos o subsidiariamente improcedentes.
Representados legalmente por Francisco de Borja Ortas, del despacho Bidón Abogados, los trabajadores han presentado una papeleta de conciliación y están citados el próximo 6 de septiembre con la empresa que los empleaba, con Ikea y con la empresa que Ikea ha contratado para que sus trabajadores realicen las labores de los despedidos, en algunos casos desde hace ocho años. Ésta última está citada para plantear la posibilidad de que asuma a los despedidos.
El abogado explica que, “a todos los efectos, prestaban servicios en Ikea» en lo que considera «una especie de subterfugio para enmascarar su relación laboral”. Es importante, recalca, el hecho de que la empresa que los contrató estaba creada ex profeso para ceder a esos trabajadores a Ikea, que era la que proporcionaba el material de trabajo, organizaba sus labores, su jornada laboral, sus turnos…
De manera que esta empresa “se limitaba a poner la mano de obra a disposición de Ikea, sin estructura organizativa” alguna. Esta situación va más allá de una subcontrata, una posibilidad totalmente legal, recogida en el artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores, y pasa al artículo siguiente, donde se define la cesión ilegal de mano de obra.
Cuando Ikea decidió extinguir el contrato, continúa Francisco de Borja, se limitó a contratar a otra empresa. Pero los trabajadores quedaron en un situación de indefensión absoluta: la empresa es insolvente, y como consecuencia solo queda para los despedidos la esperanza del Fogasa para cobrar finiquitos e indemnizaciones. La empresa CM Auxiliares notificó a los representantes de los trabajadores el inicio de un expediente de regulación de empleo, que afectó a la totalidad de la plantilla. La empresa perdió con la multinacional sueca su única fuente de ingresos y se extinguió.
La papeleta de conciliación explica que “de esta acción de despido deberán responder solidariamente las empresas demandadas”, puesto que “los solicitantes ha venido prestando servicios por cuenta de las dos primeras (CM Auxiliares 2012 SL y Cantón M. Servicios SL), en clara situación de coempleadores del Artículo 1.2 del Estatuto de los Trabajadores, y clara cesión ilegal de mano de obra con la mercantil Ikea Ibérica SL”. Además, la papeleta de conciliación expresa que «ha existido una sucesión de empresas (…) pasando a asumir la misma actividad la empresa Seringlobal Servicios SL. En su caso, los trabajadores debieron subrogarse en esta nueva empresa».
Ikea Sevilla aseguró a este periódico que está “al margen de toda relación laboral con los trabajadores de la empresa CM Auxiliares y no puede intervenir en las decisiones de dicha empresa”.
“Estuve dos años trabajando sin vacaciones”
“Yo estuve allí dos años. Me hacían contratos cada mes, el 1 te daban de alta y la baja el 30. Dos años que he estado sin vacaciones”. Es la primera queja de Samuel Guijarro, a sus 22 años el más joven de los 16 trabajadores despedidos por CM Auxiliares, de la que Ikea decidió prescindir, según figura en su documentación. La realidad, explica su abogado, Francisco de Borja Ortas, del bufete Bidón abogados, es otra: “A todos los efectos, prestaban servicios en Ikea” en lo que considera “una especie de subterfugio para enmascarar su relación laboral”.
A la espera de la resolución judicial de la situación, Samuel y otros afectados por el despido narran lo que consideran una retahíla de irregularidades. Samuel lo vio todo raro desde el primer día, pero aguantó dos años: “Las condiciones eran muy malas, pagaban cuatro euros por hora con un contrato de obras y servicios. Trabajábamos todos los sábados 12 horas seguidas. Y estaban las Shopping night, en las que echábamos 16 horas”. “En los meses fuertes, cuando la plantilla tenía vacaciones, echábamos 55 horas. Sin cobrar horas extra”, aclara. Samuel, que estudia un grado superior de Administración y Finanzas, explica que el dinero hacía, y hace, falta en su casa, de ahí que no dejara el trabajo.
La situación de Antonio Andrade y de José Mejías, despedidos los dos, tiene en común un aspecto que sería mejor no compartir: además de ellos, la empresa ha despedido a sus mujeres, Encarnación Lobatón y Marina León, respectivamente.
“Estamos a la espera de la demanda de conciliación”, cuenta Antonio, que echa cuentas con el subsidio de desempleo que cobrarán él y su mujer. Su historia trabajando en el interior de la tienda de Ikea es larga. Comenzó con las mismas labores que ha desempeñado hasta que le llegó el despido, pero en la empresa Servimax. Desde allí le subrogaron el contrato a Cantón M. Servicios, propiedad del mismo empresario que luego creó CM Auxiliares en 2012, en la que acabó con una nueva subrogación, en la que perdió la antigüedad.
Certifica que los sábados, para todos ellos, significaban 12 horas de trabajo, y apunta detalles como que “los que éramos de plantilla cobrábamos con transferencias. Los que eran de fraude de ley, esos cobraban con cheque. Eso también está demandado”.
El relato de Antonio ilustra la dificultad que pasaron cuando ya venía venir el despido, que achacan a la dirección de la tienda de Ikea de Sevilla. Uno de sus altos cargos “me apartó y me dijo: no demandes, que te llamamos en 15 días. Le pedí garantías y no me volvió a hablar. A todos les dijo más o menos lo mismo. Nos coaccionaban y nos hacían un vacío extraño. Entendimos que esto se acababa”. Y demandaron.
También demandó José Mejías, trabajador en Ikea desde 2010. Aclara que sus turnos los decidía Ikea, de ahí las largas jornadas en sábado, vacaciones o días especiales. Sigue extrañado porque “después de tantos años no te digan ni pío. Entiendo que no me quieran, me dijo mi jefe, ¿pero a vosotros? Éramos siete indefinidos, y éramos subrogables. El que menos llevaba cinco años”.
(Fuente: El Correo de Andalucía / Autor: Francisco García Paños)
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