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La narrativa mediática del PSOE-A en torno a la historia y la lengua: el caso de Rodríguez Almodóvar (I)

rodriguez almodovar micro

Los mitos de la reconquista y la repoblación son uno de los principales recursos con que cuenta el nacionalcapitalismo españolista para inducir el extrañamiento de la población andaluza respecto a su propia historia. Para ilustrar su presencia en el mensaje mediático tomaremos el texto del artículo que el escritor Antonio Rodríguez Almodóvar redactó para la edición para Andalucía del diario liberal El País, bajo el título ¿Nación Andaluza?, correspondiente al 29 de junio de 2005.1 Comienza con estas palabras de desazón ante el ascenso de una ideología política con la que no simpatiza demasiado:

<< Llevo semanas remojando esta cuestión, para no dispararme. Pensando, con secreta esperanza: ya pasará. Pero no pasa. Incluso gana adeptos. Rebusco entonces en mi ordenador intentos varios de afrontarla: “La Nación Andaluza y otras yerbas metafísicas”, “¿Nación andaluza?, no, gracias”. “¿Nación? Nosotros tampoco”. Incluso títulos más mostrencos guardo por ahí, como “Andalucía, nación y dos huevos duros”. >>

Puede comprobarse aquí que, de acuerdo con los vectores que conforman el nacionalismo de Estado español, este texto considera, de acuerdo con la elección léxica adoptada, la existencia de una nación andaluza como algo metafísico (‘oscuro y difícil de comprender’, según una de las acepciones del DRAE2), planteamiento que tiene otra cara, implícita pero no verbalizada: debe sobreentenderse que la entidad de la nación española es algo natural, que no requiere demostración alguna, puesto que se toma como axioma. El autor, quien expresa su alarma ante el soberanismo, el cual entiende como “locomotora sin freno”, cree haber encontrado un elemento de incoherencia en las personas afines al andalucismo cuando cuenta que

<< Todos los años, el 23 de noviembre, aniversario de la conquista de Sevilla, volvían a quejarse de estar incurriendo en espantosa contradicción, al rendir honores en la catedral a un rey castellano “que había venido a conquistarnos”. Alguno de ellos, como el propio Uruñuela, no reparaba en que su apellido le estaba señalando como descendiente acaso de quién sabe qué esforzado euskaldún, de los muchos que acompañaron a Fernando III en aquella hazaña. Y paro de contarles. >>

Dejando de lado la cuestión del origen “euskaldún” del apellido, si bien Uruñuela es el nombre de una localidad no vasca, sino riojana (no entramos aquí en el debate histórico sobre las causas de esta toponimia eusquérica o cuando se pudo abandonar el uso del euskera en esa zona), lo cierto es que el argumento mediático esgrimido por Rodríguez Almodóvar encuentra eco en la costumbre extendida entre numerosas personas de Andalucía de colgar en las paredes de sus viviendas escudos heráldicos de los apellidos en los que se indican los supuestos orígenes de estos en remotos lugares del centro y norte peninsular, de donde piensan, por tanto, que proceden sus antepasados. Sin embargo, contra el razonamiento del alarmado articulista de El País en favor de la sangre norteña de muchos andaluces/zas, es necesario hacer constar que durante las invasiones de Andalucía por parte de los reinos cristianos se procedió a la práctica de cambiar los apellidos de los individuos de la población conquistada como medio de borrarle a ésta su identidad; procedimiento, por otra parte, habitual en todo proceso de colonización (de ahí que Malcolm “X” sustituyera su apellido original, Little, por este carácter gráfico relacionado con la incógnita para resaltar tal hecho en relación con los esclavos africanos llevados a Estados Unidos) y que, por seguir hablando de la Castilla medieval, este reino llevaría poco después en América durante su etapa de expansión bélica. De hecho, de acuerdo con VV.AA. (2000: 304), los propios apellidos del firmante del artículo están incluidos en esa nómina de apellidos con los que el elemento invasor rebautizó al segmento conquistado, bien directamente, bien por decisión de este último, bajo presiones, en aras de la supervivencia: Rodríguez y Almodóvar fueron ambos apellidos de los que fueron adoptados por los moriscos en el siglo XVI, el primero de origen castellano y el segundo de los que utilizan topónimos. Esto significa que apellidarse Rodríguez no implica ser descendiente de personas castellanas, de la misma manera que, contra lo que argumenta el autor del artículo, apellidarse Uruñuela (que, como hemos dicho, es a día de hoy una localidad riojana castellanoparlante) no implica tener antecedentes vascos, igual que tampoco lo implica, de acuerdo con la citada referencia documental, llevar apellidos de origen vasco como Arana (como es sabido, éste es el que tenía el fundador del PNV), Ariza, Marquina o Zabala, ya estos se encuentran, también, entre los adoptados por moriscos en el siglo XVI (ibíd.). En concreto, la penetración psicológica del mito de la repoblación es tal que, por ejemplo, buen número de habitantes de la zona de la Alpujarra conocida como valle del Poqueira, donde aparte de este, existen topónimos como Pampaneira o Capileira, creen, debido a la semejanza fonética del final de tales palabras, en la veracidad de la leyenda según la cual dichas referencias geográficas tienen su origen en una imaginaria ‘repoblación’ del valle, tras la conquista, con población gallega (aunque “dejando en cada pueblo una familia de moritos para que les explicaran el funcionamiento de las conducciones de riego”, según tuvo oportunidad de escuchar, literalmente, quien escribe estas líneas). Por supuesto, tal teoría es falsa, dado que el final de esos nombres propios proviene de las terminaciones de palabras propias de la lengua romance andalusí (la cual, por otra parte, es llamada “mozárabe” por el oficialismo; denominación de entidad no filológica, sino religiosa, con el propósito subrepticio de dar a entender que solo la hablaba la población cristiana de Al Andalus, supuestamente sojuzgada por el invasor moro): en efecto, “Los dialectos del sur y los occidentales conservaban los diptongos ai, au. La forma primitiva subsistía entre los mozárabes [sic] —febrair, lausa—, aunque no debían faltar los grados ei, ouAlpandeire, Capileira, Lanteira, Poqueira, Perreirola, en la toponimia granadina” (Lapesa, 1981: 181).

Lo que sí está fuera de toda duda es que la secuencia de apellidos “Rodríguez Almodóvar” y sus derivados familiares están muy presentes en la órbita de la administración del régimen político del posfranquismo vigente en Andalucía: la Diputación Provincial de Sevilla, la empresa pública Sevilla Siglo XXI, la gerencia del área sanitaria de Osuna, la Dirección de Salud Pública y Participación Ciudadana de la Consejería de Salud, la participación en numerosos tribunales de oposiciones para examinar al nuevo personal funcionario y laboral o el consejo de administración de Unicaja, entidad que ha servido como soporte financiero en muchos de los proyectos literarios del autor del artículo, el cual se presentó como candidato a alcalde de Sevilla encabezando la lista de la candidatura del PSOE al Ayuntamiento de esa ciudad en 1979 (Libertaddigital.com, 11/VII/2010)3. Fue precisamente la persona a la que menciona en tono crítico, en el artículo que hemos extractado, su competidor electoral y que se convertiría en primer edil: Luis Uruñuela Martínez, político y abogado, fundador del entonces denominado Partido Socialista de Andalucía (PSA). Hay que decir que Antonio Rodríguez Almodóvar, además de sus artículos en El País, gran medio perteneciente al grupo de comunicación Prisa, vinculado tradicionalmente a los intereses y estrategias del PSOE (Cacho, 1999), también ha sido colaborador habitual de otro diario próximo a dicho partido, El Correo de Andalucía, perteneciente (de manera directa hasta 2007, dos años después de escribir esta columna) también a Prisa4. Por ende, el literato fue elegido en diciembre de 2015 como académico de la Real Academia Española (RAE)5, institución que, como veremos en un próximo artículo, no se ha distinguido precisamente por manifestarse con frecuencia en pro de la valoración y reconocimiento del andaluz, particularmente de su uso en los medios de comunicación. Tras este rescate de un texto del literato pesoísta relacionado con la historia de Andalucía, analizaremos en breve la alienación lingüística de nuestro pueblo valiéndonos de otra de sus columnas.

Manuel Rodríguez Illana

REFERENCIAS

CACHO, Jesús (1999): El negocio de la libertad. Madrid: Foca.

LAPESA, Rafael (1981): Historia de la lengua española. Madrid: Gredos.

VV.AA. (2000): El legado andalusí. En CANO GARCÍA, Gabriel (Dir.): Conocer Andalucía. Gran enciclopedia andaluza del siglo XXI. Vol. 2: Tartessos, la Bética y Al-Andalus. Sevilla: Tartessos.

2 Acudimos a la definición aportada por este diccionario tan solo por su fácil accesibilidad online, no por consideración alguna a la institución que lo elabora.

Carlos Ríos

Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (2011) a dos manos. He escrito en los libros colectivos "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (2017), "Blas Infante: revolucionario andaluz" (2019) y "Andalucía con Palestina" (2024).

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