En defensa de una Heterodoxia revolucionaria
Por Praxi
A las personas que conformamos Praxi, en nuestra voluntad de repensar y extraer conclusiones ideológicas y políticas, nos asalta una mezcla de cuestiones y preocupaciones alrededor de lo que se está moviendo dentro del espectro de lo qué podríamos denominar diversas corrientes del comunismo actual. Y nos gustaría exponerlas aquí de forma muy sintética.
Para empezar querríamos advertir del peligro que representa por el marxismo -entendido como método para analizar la realidad social- , y por el comunismo -entendido como práctica política por la transformación de la realidad humana- , la nueva corriente de postulados que, amparandose en una supuesta retahíla de agravios contra el empuje revolucionario de la clase trabajadora, incuba una visión oscura, mecánica, idealista, encubridora del imperialismo, misógina, y ciertamente reduccionista respecto a quién o qué es oprimido en un sistema sanguinario como es el capitalismo.
Nos referimos al que últimamente se ha denominado «rojipardismo» o «fusarismo».
En el Estado español últimamente hay cierta convulsión y/o debate con estas representaciones de la reacción lideradas por Armesillas, fiel seguidor del imperialismo español de Gustavo Bueno, Roberto Vaquero, líder de Reconstrucción Comunista, ahora bajo el nombre de Frente Obrero o cualquiera de otra organización pantalla que estos crean. O por Jon Illescas, tú youtuber marxista. Todos ellos continuadores y discípulos de Fusaro.


Teniendo en cuenta que las críticas a menudo apuntan específicamente a Reconstrucción Comunista y su pantalla Frente Obrero.
Sobre R.C. no hablaremos, pues ya hay en internet extensos artículos y compilaciones de todas sus agresiones, amenazas y extorsiones varias. Su matonismo los ha acabado por vetar del trabajo conjunto con cualquier organización o espacio amplio.
Pero a Frente Obrero todavía no se ha acabado de desenmascarar pues se tiene que reconocer que han ido creciendo, y prueba de esto es que actualmente tienen secciones en Valencia y Barcelona.
Pero ¿qué es Frente Obrero? Un supuesto frente que lo conformarían varias organizaciones que se vende como una vuelta a las raíces obreras ante la izquierda postmoderna y parlamentarista.
En la práctica es una pantalla más de Reconstrucción Comunista donde conviven todos los «frentes» que han ido creando en sus años de existencia.
Desgraciadamente y debido a la debilidad ideológica, que no pasa de una retórica obrerista y una supuesta movilización de los sectores más jóvenes de la clase trabajadora tenemos que reconocer que han engañado a una parte de la juventud que no ha encontrado en las organizaciones juveniles existentes actualmente un espacio donde se confronte directamente y sin tapujos a la explotación capitalista. El discurso de Frente Obrero es especialmente peligroso porque sirviéndose de una retórica comunista y anti-postmoderna, pretenden crear un movimiento «patriótico» español que desprecia la problemática nacional dentro del Estado español hasta límites ridículos, como se puede comprobar con esta diarreica redacción:
la nación española es ya una realidad y se muestra así en todo el Estado, aunque bien es cierto que está compuesta por naciones como la catalana o la vasca, que por condiciones materiales han mantenido su identidad, idioma y coherencia en mayor o menor grado, aunque la descomposición es evidente. (…) Es innegable que el proceso de asimilación, violento o no, ha sido un éxito y que en los últimos tiempos ha sido además pacífico(…). 1
insultan y desprecian a las compañeras feministas a la vez que han permitido situaciones de acoso sexual o violencia machista dentro de Reconstrucción Comunista, o pasando la última línea roja, tienen opiniones y tics abiertamente «anti-immigracionistas» bajo el lema «prioridad nacional». Fusarismo, el nuevo fascismo.
No somos los y las primeras que señalan esta expresión del «rojipardismo», ni desgraciadamente seremos las últimas, pero nos vemos en la obligación de levantar nosotros también la voz. Aun así creemos que el análisis y el debate tendría que ser algo más en profundidad.
Críticas a RC y Frente Obrero se han hecho muchas, destacaremos por la constancia y profundización la qué le dedican desde Bitàcora Marxista-Leninista, que editaron un dossier hace unos días.
Pero a la vez, la crítica que le hacen los compañeros de Bitàcora marxista-leninista también nos parece que «peca» de dogmática y reduccionista. Con todo el respeto, pero desde el disenso político queremos expresar nuestro cansancio de cierto tipo de escritos que parecen encontrar todas las respuestas en escritos y revolucionarios muertos hace años, pero solo en uno. Es una vieja disputa esclerotizada donde individuos y organizaciones se interpela unos a los otros defendiendo una corriente u otra del pensamiento marxista. Titistas, maoístas, hoxhistas, guevaristas, marxistas-leninistas, consejistas, etc. Elige y remueve.
Esta disputa que ya parece eterna, doctrinal, no puede ser superada por el eclecticismo que demuestran muchas organizaciones, cuando cogen todos los lemas del pasado, se inventan nuevos, se romantizan las revoluciones -especialmente las no vencedoras-, para acabar teniendo un corpus ideológico tan diverso que se defiende aquello y lo contrario sin ruborizarse. También rechazamos enérgicamente la postura que amparándose en una cita, UNA , de Friedrich Engels «una onza de acción vale más que una tonelada de teoría» destierra todo estudio y análisis, confiándolo todo a la espontaneidad de las masas.
Por nuestra parte, y conscientes que nos señalarán críticas, defendemos la heterodoxia revolucionaria. El término «heterodoxia» ha estado tan manipulado que todas las personas que tengan un verdadero impulso revolucionario lo leen con recelos, pero tenemos que recordar que Lenin, en el marco de la II Internacional previa a la Gran Guerra era un heterodoxo, y antes de que él, Karl Kausky.
La heterodoxia no tiene que ser eclecticismo postmoderno, y por nosotros el heterodoxia que defendemos es la de coger cualquier experiencia revolucionaria, cualquier teórico revolucionario, y hacer una lectura crítica para poder distinguir errores y aciertos, táctica y estrategia válida, o contradicciones internas que desembocaron en colapsos o quiebras. Por eso hacemos nuestra la voluntad saqueadora, provocadora e iconoclasta de Gramsci en su artículo «La Revolución contra El Capital» donde dice
«(…) La revolución de los bolcheviques está hecha más por la ideología que por hechos. (Por eso, en el fondo importa poco saber más de lo que sabemos). Es la revolución contra El Capital de Karl Marx. El Capital de Marx era, en Rusia, el libro de los burgueses, más que de los proletarios. Era la demostración crítica de la necesidad fatal que en Rusia se formara una burguesía, se iniciara una era capitalista, se instaurara una civilización de tipo occidental antes de que el proletariado pudiera pensar ni siquiera en su emancipación, en sus reivindicaciones de clase, en su revolución. Los hechos han superado las ideologías. Los hechos han hecho estallar los esquemas críticos según los cuales la historia de Rusia habría tenido que desarrollarse según los cánones del materialismo histórico. Los bolcheviques reniegan de Karl Marx; afirman, con el testigo de la acción ejercitada, de las conquistas logradas, que los cánones del materialismo histórico no son tan férreos como se podría pensar y como se ha pensado. Aun así, hay también una fatalidad en estos acontecimientos, y si los bolcheviques reniegan de algunas afirmaciones del Capital, no reniegan de su pensamiento inmanente, vivificador. No son «marxistas», simplemente; no han llenado con las obras del Maestro una doctrina exterior, de afirmaciones dogmáticas e indiscutibles. (…)»2
No intentaremos decir qué compañeras están equivocándose con defensas enconadas de tal o cual corriente o tradición, creemos qué la honestidad con las qué defienden su actividad las hacen merecedoras de nuestro respeto, pero sí que queremos hacer una dura crítica a las qué creen que con ellas ha empezado la lucha. Es casi biológicamente normal por el impulso y un punto de arrogancia propia de la juventud que muchas jóvenes militantes cogen libros, textos o discursos de Lenin o cualquier otro dirigente bolchevique,y maravillados por el recuerdo de la victoria de la revolución rusa, piensan qué esto o aquello es la receta milagrosa. Pero vemos varios problemas; Lenin era profundamente dialéctico, y según el escrito y las particularidades del momento político podía defender variaciones en la táctica. Participar a las elecciones en la Duma, ¿sí o no? Pues dependería de la correlación de fuerzas, el estado anímico de las fuerzas proletarias, y un largo etcétera.
Aquello de «el análisis concreto de la situación concreta». Y es, paradójicamente, una cosa que siempre han criticado los anarquistas de Lenin, su capacidad de forzar la táctica dentro de la estrategia. Su idealismo los impide romper con algunas de sus concepciones más antiguas, esclerotizadas han pasado de planteamiento a dogma.
Eso mismo nos podría pasar a las qué nos reclamamos comunistas respecto al papel del y la militante comunista en el sindicato, y en qué sindicato.
Unos nos recordarán a Lenin criticando los comunistas alemanes por su idea de separarse del sindicato mayoritario, socialdemócrata, por qué era allá «donde estaban las masas». Estos refuerzan CC.OO. Con todas las contradicciones del mundo, pero lo harán.
Los otros nos recordarán las críticas al «tradeunionismo» por su reduccionismo de la lucha obrera, convirtiendo la lucha política del proletariado en simple batalla económica. Estos dirán que el sindicalismo es eminentemente reformista y desvía la lucha por la liberación en pura lucha parcial asimilable por el Capital.
Pero, ¿como entendemos los comunistas de los Países Catalanes la situación laboral y sindical actual? ¿Qué relación tiene que haber entre partido y sindicato? ¿Participar de los sindicatos? ¿En qué? ¿Y con qué finalidad? Estos, pensamos, tienen que ser los ejes que guíen el debate sobre el sindicalismo, sin seguir tal o cual escrito como si fuera la verdad velada.
Hace falta una lectura crítica de muchos procesos y movimientos de liberación, empezando por nuestra casa, los Países Catalanes. Y lo hacemos conscientes de todas las dificultades, la primera y principal es que pararse a pensar, reflexionar y debatir en estos tiempos parece imposible, pues siempre hay cosas para decir, siempre hay la voluntad de intervenir en nuestro día a día más próximo. Es como decían los compañeros del Podcast «Café Marx» programa 2, y por irónico que suene; «el chantaje de la praxis» (sí, es muy irónico que digamos esto nosotros…) . También en Euskal Herria se está dando un impulso a la reflexión desde sólidas bases ideológicas por la actuación política, discerniendo un nuevo camino por unas viejas ilusiones. Incluso, y a pesar de seguro nos separan algunas cuestiones, saludamos las compañeras impulsoras de la Línea de Reconstitución.
Por todo esto no nos esconderemos de decir que leemos y leeremos a Rosa Luxemburgo, Lenin, Che Guevara, Aleksandra Kolontái, Fidel Castro, Gramsci, Engels, Mao, Joan Comorera, Trotsky, Pannekoek, Andrew Kliman, Néstor Kohan, Mariàtegui, Argala, Stalin, Ulrike Meinhoff, Nguyen Giap, Frantz Fannon, Andreu Nin, Lukács, Connolly, Eric Howsbawm, David Harvey y un larguísimo etcétera.
1 (De Acero, Revista teórica del Partido Marxista-Leninista (Reconstrucción Comunista), Nº14, 2019)
2 «La revolución contra El Capital», Grasmci, a «Quien quiere el fin, quiere los medios», Editorial Tigre de Papel
Traducción: La Otra Andalucía
Síguenos en nuestras redes sociales: