El gentilicio «andaluz» (indeluciis/induluciis) data de 1150, un siglo antes de lo que se pensaba

Pescadores andalusíes (Miniatura de las Cantigas, Biblioteca de El Escorial).

Hallazgos sitúan un siglo antes de lo que se pensaba -a mediados del siglo XII (1150)- los primeros testimonios escritos en latín que se refieren a Al Ándalus como tal y a sus habitantes como andaluces.

Lo ha puesto de relieve un artículo de la historiadora Hélène Sirantoine titulado “Sobre las primeras fuentes de los términos “andaluz” y “Andalucía”” consultable aquí.

En este trabajo afirma que “conviene tomar en cuenta que la palabra andaluz existía, en latín, aunque poco utilizada, mucho antes de lo que el estado actual de las investigaciones nos dejaba suponer, casi un siglo en el presente caso. Y nada nos impide pensar que se pueden encontrar ocurrencias aún más tempranas”.

Si el relato histórico ha considerado, de manera tradicional, como norma la existencia de un antagonismo existente entre reinos del norte (cristianos) y y Al Ándalus (musulmán) en la península Ibérica este ha encontrado uno de sus fundamentos en la pretendida reticencia que tuvieron éstos primeros a la hora de
denominar al-Andalus como tal y a los andalusíes como sus habitantes. Una carta de Alfonso VII de León el término Anlandaluf “se utiliza como admitido, sin connotación negativa” para nombrar la parte de la península de Al Ándalus. Por lo tanto “cabe matizar la idea de la reticencia cristiana ante la denominación musulmana de al-Andalus”. En otro documento de este rey leonés se encuentra también el término “indeluciis” (andaluces o andalusíes).

La historiadora explica que “las fechas de los documentos de Alfonso VII remiten a menudo a las batallas contra los musulmanes, éstos siendo denominados como sarraceni en general”.

¿Qué conclusiones se pueden sacar de la aparición de este vocablo? La autora establece una hipótesis “¿Sería posible entender nuestra carta como una resonancia de esta distinción, en cuanto a las tropas musulmanas con las cuales Alfonso VII tuvo que enfrentarse en su conquista de Córdoba, entre los elementos exteriores – los invasores almohades, recientemente llegados a la penísula en 1147 – y los internos, los musulmanes que viven desde ya mucho tiempo en España, los cuales por entonces son reconocidos como andaluces? ¿La reticencia cristiana a utilizar el vocablo andaluz en fuentes historiográficas, y por lo tanto ideológicas, podría borrarse frente a las razones políticas, que hacían que en 1150 el soberano de Castilla y León tenía interés en reconocer al-Andalus como entidad propia para esperar incorporarla en su dominio, y titularse con derecho imperator Hispanie?”

Sirantoine concluye en que “se debería así matizar las afirmaciones tantas veces repetidas por los historiadores” según las cuales el discurso de las autoridades de los reinos del norte de la Península cristianos “rechazan totalmente las realidades político-sociales de al-Andalus“.

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