¿Melilla caso aislado? Si comprar y vender votos es propio de su «democracia»

Lo ocurrido en Melilla con los votos por correos comprados, pone sobre el tapete una realidad generalizada, y no solo en la ciudad del norte de África. Los partidos políticos al servicio de la clase dominante, llevan decenios comprando voluntades para que se les vote, es más, soltando dinero público para colectivos y organizaciones que, cuando llegan las elecciones, saben qué papeleta hay que coger para depositar en las urnas. Por ejemplo, los dos sindicatos mayoritarios reciben de los Presupuestos Generales del Estado cientos de miles de euros para financiar a sus liberados dado que con la afiliación escasa de los trabajadores no podrían sobrevivir.

Luego acuden en masa a votar al pagador. Lo mismito que cientos de miles de personas que acuden raudos a las urnas a mantener gobiernos (y, sobre todo, sistema) que le permiten cobrar cada mes. Es un voto del miedo, de agradecimiento al quien tiene el dinero para seguir comprando las manos y/o la cabeza de los trabajadores. Es oferta y demanda, el Mercado, el compra y venta actuando en las urnas. Por eso, rasgarse las vestiduras por lo que ocurre en Melilla es hipócrita.

Para constatarlo solo hace falta ver en las Redes Sociales los debates sobre si por 100 ó 150 euros «venderíamos» el voto al primero que pasase por ahí. Miles parecen dispuestos. Para hacerlo, es necesario un desinterés político que el sistema practica en sus súbditos con especial éxito, necesidades básicas como impedir que te corten la luz y el agua, convencimiento que dentro de este marco no hay soluciones y, sobre todo, ausencia de conciencia de clase, cualidad de la que no andamos muy sobrados en este país.

Fuente: Diario Octubre.

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