La inflación se dispara hasta el 9’8% (supone la pérdida de un sueldo al completo a final de año)

Nuevo récord de inflación en el Estado español. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, el Índice de Precios del Consumo (IPC) asciende ya hasta el 9’8% en el mes de marzo, más de dos puntos por encima de febrero. Desde los años 70 no se registraba una variación tan elevada en solo un mes. La inflación subyacente, que indica los precios de los productos menos volátiles (excluye los precios de los alimentos no elaborados, combustibles y energías) y es mucho menos reversible, asciende también hasta el 3,4%.

Teniendo en cuenta que la subida de los salarios (nominales, que no reales), en el mejor de los casos, apenas llega al 2%, una inflación al 9,8% es equivalente a dejar de cobrar un mes entero de un sueldo anual a doce pagas. Un mes entero. Tal es la pérdida de poder adquisitivo a la que el pueblo se está viendo sometido. Y no hay que olvida que estamos hablando de cifras oficiales; la inflación real seguramente sea mayor.

Todos los componentes que miden la inflación se han disparado, aunque cabe destacar los incrementos de los precios de la electricidad, los carburantes y combustibles y los alimentos o las bebidas no alcohólicas.

Economistas, analistas y voceros de los gobiernos occidentales afirman que, en su mayor parte, la escalada inflacionista se debe a la operación militar rusa en Ucrania. No se puede negar que algo de efecto este puede tener, pero la realidad es que antes de que comenzara esta última fase del conflicto ucraniano, las subidas de precios ya estaban alcanzando cifras no vistas desde hace décadas. La inflación viene de al menos un año atrás, y todas las predicciones que bancos centrales y gobiernos han venido haciendo en los últimos meses han fallado estrepitosamente, una tras otra.

La inflación ha vuelto al corazón de las principales potencias capitalistas, lo ha hecho con fuerza y parece que para quedarse. No podemos saber en qué porcentaje esta es culpa de la guerra, pero no hay dudas de que la actual subida de precios tiene como causa un problema estructural, y tiene que ver con las políticas monetarias que han venido aplicando los grandes bancos centrales (la Reserva Federal y el BCE), con una crisis financiera de 2008 que nunca se superó, y en definitiva, con un occidente en crisis y en decadencia, que ya no puede ejercer su dominio en el sistema-mundo como lo hizo en las últimas décadas.

La inflación es una cruda expresión de la lucha de clases: se trata de una potente herramienta que tiene el capital para someter a los trabajadores a las exigencias de la rentabilidad, que le posibilita bajar de facto el valor de los salarios reales, tal y como hoy está ocurriendo. La situación de indefensión a la que la clase obrera se ha visto empujada en las últimas décadas hace el resto, y no hay más que mirar algunos datos: sólo desde 2008, las cláusulas de revisión salarial en función de los precios han descendido de ocho millones de trabajadores y trabajadoras, que entonces aún mantenían este derecho en sus convenios colectivos, a tan sólo 1,2 millones que lo mantiene hoy.

Decía un gran magnate que la lucha de clases existe (¡vaya que si existe!), y que ellos iban ganando. Hoy, con las calles aún desactivadas, con unas luchas y movilizaciones que siguen en niveles muy bajos, toca pensar en cómo ponerle remedio.

Fuente: Insurgente.

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