Endavant: Reflexiones y propuestas en torno a la convocatoria de un referéndum sobre la independencia en Cataluña
El objetivo de la izquierda independentista es el ejercicio del derecho a la autodeterminación en los Países Catalanes . En la perspectiva actual en el Principado de Cataluña, esto ocurre no sólo para convocar el referendo sino sobre todo para realizarlo, ganarlo y aplicar los resultados . Cualquier otro escenario que no contemple estos tres elementos supone o bien una puerta a reeditar un pacto con el estado o bien vía libre a una ofensiva recentralizadora.
La autodeterminación sólo la podemos ejercer desde la desobediencia y la ruptura con el ordenamiento constitucional. La autodeterminación es un derecho que no puede estar sujeto a la voluntad de la otra parte. El Estado español es un estado fundado sobre los principios renovados del nacionalismo español y del franquismo, donde entre otros se consagra la unidad del estado como un bien superior a cualquier principio democrático. Supeditar el derecho a la autodeterminación a un acuerdo con el Estado español es actuar contra el ejercicio de este derecho, porque es imposible un acuerdo con el Estado para ejercer la autodeterminación . Es por ello que la desobediencia es una herramienta no sólo legítima sino imprescindible para poder romper con un estado edificado sobre principios que van contra los derechos de los pueblos.
La convocatoria de un referéndum de independencia para el próximo otoño abre la puerta a poder disputar un enfrentamiento democrático contra el Estado ya poner fin al procesismo como modelo de contención de la movilización popular. Lo importante, sin embargo, es el ejercicio del derecho a la autodeterminación y el referéndum sólo es una de las herramientas para poder ejercerlo. Habrá que movilizarnos y organizarnos no sólo para el ejercicio puntual del referendo sino para que se aplique el resultado en caso de victoria del sí y la soberanía se devuelva al pueblo. Asimismo, será necesario organizarnos para que el referéndum actúe favoreciendo la apertura de un proceso de autodeterminación en el conjunto de los Países Catalanes.
El referéndum unilateral es un compromiso arrancado por la izquierda independentista y otros sectores del soberanismo al gobierno de Junts pel Sí. La materialización de este referéndum, sin embargo, será responsabilidad exclusiva del gobierno autonómico. Creemos importante tener presentes estos dos elementos y todas las experiencias políticas acumuladas en los últimos cinco años con el fin de discernir cuáles deben ser nuestras líneas de acción como movimiento.
Las lecciones de las últimas etapas del proceso
La ficha del ejercicio del derecho de autodeterminación vuelve a estar en el mismo punto de partida que en verano de 2014. Lo que ha pasado desde octubre de 2014 hasta el día de hoy tiene poco que ver con la idea de acumular fuerzas y superar fases hacia el ejercicio de la autodeterminación y mucho que ver con la disputa sobre cómo utilizar el capital político movilizado entre 2012 y 2014.
El 9 de noviembre de 2014 el gobierno de la Generalitat no desobedeció el estado. El potencial rupturista de la consulta fue desactivado en dos maniobras paralelas. La primera, cuando se logró hacer desistir el mundo soberanista de exigir carácter vinculante al resultado. La segunda, cuando se renunció a hacer un acto de desobediencia contra la prohibición del Tribunal Constitucional y se sustituyó por un acto de astucia.
Un acto de astucia no es un acto de desobediencia. El primero es simplemente engañar al adversario para intereses personales. El segundo es impugnar abiertamente el orden legal vigente porque se considera que tiene un carácter ilegítimo y antidemocrático. Del acto de astucia sólo se derivó una única consecuencia real: Artur Mas y CDC pudieron hacer creer a amplias capas de la población que habían cumplido su palabra en convocar la consulta. Esto les permitió jugar con mucha ventaja la partida que se abrió entre noviembre de 2014 y julio de 2015 para la disputa del capital electoral del soberanismo y la supervivencia del proyecto político de CDC. Pero aparte de esto no se derivó ningún otro efecto político. Un acto de desobediencia, en cambio, hubiera supuesto un punto de no retorno que hubiera agrietado profundamente el ordenamiento constitucional, facilitando así el ejercicio del derecho de autodeterminación.
La movilización popular del 9N, sin embargo, demostró que había un grueso social que exigía avanzar decididamente hacia la independencia. Como afirmábamos en un comunicado pocos días antes, «hay que promover el único escenario que puede cerrar o dificultar el desarrollo de un nuevo pacto entre Estado y Generalitat, es decir, una participación masiva en la consulta del 9-N en forma de votos a favor de la independencia ». La participación masiva es la que cerró cualquier veleidad de regreso a un autonomismo normalizado.
Lo que se vivió desde noviembre de 2014 a enero de 2016 fue una ofensiva total para garantizar la supervivencia del proyecto político de CDC y sus resortes de poder. Con estrategias y propuestas cambiantes que tenían como doble objetivo canalizar todo el apoyo electoral del independentismo hacia una candidatura controlada por CDC y posponer cualquier desobediencia real en el estado. Por ejemplo, la lista única, unas plebiscitarias sin marco de interpretación y aplicación del resultado, la hoja de ruta de los 18 meses y el chantaje contra la CUP para que Invest Artur Mas. Son hechos que en ese momento la presión mediática conseguía presentar como de importancia vital para las opciones de independencia pero que con la perspectiva de casi dos años muestran sus verdaderas intenciones.
En todo este periodo la izquierda independentista hemos cometido aciertos y errores . En nuestra opinión, hemos sido aceleradores del proceso cuando hemos dinamitado parcialmente la estrategia de perpetuación de CDC al poder, cuando nos hemos negado a aprobar los presupuestos de 2016, cuando hemos puesto al descubierto toda la estrategia processista y cuando situamos el referéndum unilateral como única salida a la legislatura.
Por el contrario, creemos que nos hemos equivocado o no hemos tenido suficiente fuerza cuando no hemos sido capaces de poner sobre la mesa una hoja de ruta alternativo al de la mayoría soberanista, cuando nos hemos corresponsabilizar de la acción de gobierno o hemos cedido a algunos chantajes políticos que no han hecho más que dilatar el ejercicio del derecho a la autodeterminación y han puesto en cuestión nuestra autonomía política.
De todo lo que ha pasado entre 2014 y 2017, creemos que podremos extraer lecciones muy útiles para el escenario que ahora se abre:
- Las opciones de “patear la pelota adelante” para evitar afrontar el momento de ruptura siempre están abiertas y a menudo se pueden presentar como el mal menor y no tener ningún coste para quien las realiza, sino todo lo contrario. Hay que ser conscientes de que el actual referéndum no está inmunizado de convertirse en la práctica la legitimación de un nuevo gobierno autonómico formalmente independentista, en un nuevo alargamiento del proceso.
- La izquierda independentista es una herramienta útil cuando actúa desde la autonomía política. En cambio, cuando se ve obligada a actuar desde el seguidismo al gobierno, el contexto político no avanza en clave de ruptura.
- La acumulación de fuerzas en torno a la ruptura se produce cuando esta perspectiva de ruptura se va materializando y avanza . Por el contrario, la acumulación de fuerzas se estanca y da vía libre a la demagogia del españolismo y en las maniobras del procesismo cuando intuye que detrás de las proclamas rupturistas hay una estrategia de caminar en círculo para reforzar la hegemonía política de un espacio determinado.
Reflexiones en torno al referéndum y del contexto político actual
¿El referéndum se hará? Es muy recurrente escuchar esta pregunta en conversaciones de todo tipo. Como movimiento político creemos que no nos corresponde entrar en este tipo de especulaciones, sino exigir que se faciliten las condiciones necesarias para que se realice y movilizarnos para hacerlo realidad . Esto no quiere decir abonar interpretaciones naïfs del momento, sino todo lo contrario, ser conscientes de las enormes dificultades que el objetivo de celebrar el referéndum afronta. El condicionante de apoyo social juega a favor del referéndum, la correlación de fuerzas en las estructuras de poder juega en contra.
La adhesión popular a la idea del referéndum unilateral es consistente, y lo único que la debilita es la duda más que razonado sobre si esta consistencia también existe entre los responsables del gobierno. La dinámica de acumulación de fuerzas para la desobediencia no se puede hacer desde la especulación sobre escenarios que no se han producido todavía. Al contrario, pensamos que se debe hacer desde la práctica de hechos desobedientes que contrapongan la legitimidad del pueblo a la legalidad ilegítima del Estado . Este ha sido el camino que ha intentado abrir la izquierda independentista a la hora de responder los embates judiciales del estado, y creemos que el resultado ha sido enormemente positivo. En primer lugar, por la credibilidad sobre nuestra determinación para afrontar el embate del estado; en segundo lugar, por la capacidad de tensionar el escenario político y demostrar la cara antidemocrática del Estado; y en tercer lugar, por la capacidad de obligar a otros actores soberanistas a subir el listón del discurso sobre la desobediencia.
En cuanto a la correlación de fuerzas en las estructuras de poder, sin embargo, el escenario es bien diferente. Si en el objetivo teórico de celebrar un referéndum de autodeterminación se reúne un amplio espectro de las direcciones de los espacios políticos, este disminuye cuando se plantea convocar unilateralmente sin acuerdo con el Estado. Y son aún menores los dirigentes y cuadros políticos dispuestos a practicar la desobediencia para alcanzar este objetivo, que es el único escenario en que éste se puede hacer realidad.
Actualmente estamos asistiendo a una reconfiguración de determinados espacios políticos -la refundación de CDC, la OPA de los comunes en el espacio socialista, la reconfiguración de ERC como el gran partido centrista- desde una lógica de continuidad autonomista que enfría mucho las expectativas sobre una ruptura real en otoño. De manera más explícita, podemos observar como la dirección de los «comunes» ha abandonado la defensa de la autodeterminación para consagrarse a la refundación de un espacio político equivalente y heredero del maragallismo. También se puede observar como las resistencias de la dirección de la antigua CDC a cualquier escenario desobediente dejan al descubierto su estrategia procesista de usar la movilización independentista para forzar un escenario negociador con el Estado.
El escenario de un pacto -nominalmente para un referéndum pactado- ha sido tan o más presente en el debate político que el escenario unilateral en los últimos meses. Hay que recordar que en paralelo con el compromiso de hacer un referéndum en septiembre, el gobierno de JxS reabrió la búsqueda de un pacto con el Estado para ejercer este referéndum. La creación del Pacto Nacional por el Referéndum y la campaña de recogida de firmas responde a esta lógica.
El doble juego protagonizado por el gobierno de JxS alrededor de la vía pactada o unilateral ha ayudado a desdibujar el horizonte rupturista y ha servido para que la lógica autonomista volviera a penetrar en el centro de la escena política. La reinstalación de un marco tendente a lamentar la falta de una «oferta alternativa» del estado sitúa la autodeterminación no como un derecho inalienable, sino como una moneda de cambio, como una amenaza desesperada del autonomismo para frenar la recentralización. Porque «la oferta alternativa del Estado» no puede ser otra que una reconfiguración del sistema autonómico.
Asimismo, observamos con preocupación el empleo de los principales órganos de dirección del proceso por parte de dirigentes autonomistas que fueron responsables directos de la negociación-rebaja del estatuto de 2006- y que son claros representantes de los intereses de unas élites económicas radicalmente contrarias a la idea del ejercicio real de la autodeterminación.
El anuncio de fecha y pregunta no neutraliza por sí solo los peligros de no realización del referéndum o de reconducción del choque contra el estado a una nueva pantalla. Pero el anuncio de fecha y pregunta abre la oportunidad de desbordar los límites del ordenamiento constitucional y del autonomismo. Y la izquierda independentista debe apostar inequívocamente por esta oportunidad.
Propuestas al conjunto del movimiento
Para afrontar los próximos meses, lanzamos un conjunto de propuestas y reflexiones al resto de organizaciones de la izquierda independentista. Pensamos que hay que:
- Iniciar y extender una campaña política en favor de la desobediencia como única vía para ejercer el derecho de autodeterminación y como herramienta para hacer frente al poder político y económico que mercadea con nuestras vidas y nuestros derechos.
- Impulsar y participar en todos aquellos espacios de defensa de la autodeterminación que se puedan crear a nivel local o sectorial que sirvan para impulsar el debate en la calle y para evitar cualquier maniobra que reconduzca el referéndum de un ejercicio de autodeterminación en un ejercicio de propaganda política. En consecuencia, creemos que no debemos validar espacios subordinados al gobierno de JxS o a la estrategia del pacto con el Estado.
- Mantener la autonomía política del movimiento. La izquierda independentista no debe plegarse a ningún nuevo chantaje político ni se debe corresponsabilizar de las decisiones del gobierno autonómico. Desde el minuto cero, el gobierno ha obtenido de la izquierda independentista el compromiso con todo lo necesario para ejercer la autodeterminación. Pero desde el minuto cero el gobierno ha chantajeado a la izquierda independentista con cuestiones que o bien no tienen ninguna relación con el ejercicio de la autodeterminación o bien eran obstáculos directos para construir la mayoría social. Asimismo, la responsabilidad de ir hasta el final con el referéndum es exclusivamente del gobierno, y la izquierda independentista, lejos de rebajar la presión al gobierno, lo que tiene que hacer es aumentarla.
- Denunciar firmemente todos los intentos de aguar o desviar el referéndum hacia otros objetivos como unas nuevas plebiscitarias o el intento de apertura de espacios negociadores con el Estado en el contexto europeo. El mantra de la unidad se convierte en enemigo de la independencia cuando por lo que sirve es para encubrir otros intereses que nada tienen que ver con la autodeterminación.
- Defender un proyecto nacional. Creemos que no podemos olvidar en ningún momento que nuestro proyecto político es nacional, y que toda nuestra acción en relación al proceso independentista del Principado se ha de entender y debe encajar tácticamente con nuestra apuesta de construcción de unos Países Catalanes independientes, socialistas y feministas.
En los próximos meses tenemos la oportunidad de abrir una grieta importante en la Constitución de 1978 y abrir el camino hacia la autodeterminación de los Países Catalanes. Por el contrario, también corremos el riesgo de ser fagocitados como proyecto político autónomo y ver cómo se abre la vía del pacto con el estado. Sólo desde la autonomía política de la izquierda independentista, la voluntad de trabajo desde la calle y la movilización, y hablando claro podremos ser una herramienta útil para empujar hacia la ruptura con España.
Países Catalanes, 9 de junio de 2017
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