El hambre extrema se duplica en los 10 países más afectados por el cambio climático

Somalia, Haití, Yibuti, Kenia, Níger, Afganistán, Guatemala, Madagascar, Burkina Faso y Zimbabue. Es curioso cómo, también cuando se trata del cambio climático, son los que menos tienen los que más sufren: los países que, a escala mundial, producen poca contaminación son los que se enfrentan, en primera línea, a los más brutales consecuencias

En conjunto, estos diez países, hogar de decenas de millones de personas, son responsables de solo el 0,13 % de las emisiones globales totales de carbono.

La la brutalidad de las catástrofes climáticas supera, en muchos casos, la capacidad de respuesta de los pobres, empujándolos cada vez mas al hambre severa, alerta un comunicado de Oxfam, una de las mayores ONGs de lucha contra la pobreza en el mundo.

“El cambio climático ya no es solo una bomba de relojería, está explotando ante nuestros ojos. Está haciendo que fenómenos meteorológicos extremos como sequías, ciclones e inundaciones, que se han quintuplicado en los últimos 50 años, sean más frecuentes y mortales”, advierte Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.

Solo en esos diez países, 48 ​​millones de personas padecen hambre aguda, que se caracteriza por la falta de acceso inmediato a los alimentos, frente a los 21 millones de 2016, cifra que se ha duplicado en seis años. 18 millones de personas están al borde del hambre en 2022.

Somalia se enfrenta actualmente a la peor sequía de su historia; en Kenia, la sequía ha matado a casi 2,5 millones de cabezas de ganado este año, empujando a 2,4 millones a la inanición; en Níger, 2,6 millones de personas se enfrentan al hambre aguda (un aumento asombroso del 767 % en comparación con 2016), siendo la caída del 40 % en la producción de cereales este año un factor clave. La severa situación de sequía que afecta a Guatemala ha contribuido a la pérdida de alrededor del 80% de la cosecha de maíz, devastando cafetales; 

Burkina Faso ha experimentado un asombroso aumento del hambre del 1350 % desde 2016, con más de 3,4 millones de personas experimentando hambre extrema desde junio de 2022, debido al conflicto armado y al empeoramiento de la desertificación de las tierras cultivadas y de pastoreo.

“No podemos solucionar la crisis climática sin abordar las desigualdades sistémicas en nuestros sistemas alimentarios y energéticos”, argumenta Bucher. El aumento de los impuestos a los supercontaminadores podría cubrir fácilmente el costo de estos cambios estructurales: “solo el 1 % de las ganancias anuales promedio de las empresas de combustibles fósiles generaría US$10 000 millones, suficiente para cubrir la mayor parte del déficit de financiación del llamamiento de ayuda humanitaria para seguridad alimentaria’.

Oxfam hace un llamamiento a las naciones ricas, también en contaminación, para que “inyecten fondos de inmediato para salvar estas vidas”. Para detener la próxima crisis climática, las grandes empresas deben “reducir drásticamente sus emisiones, garantizar una financiación climática adecuada para ayudar a los pobres a adaptarse y, sobre todo, compensar a los países de bajos ingresos afectados injustamente por la crisis climática”.

El sacrificio de unos es la ganancia de otros. Las naciones industrializadas y los contaminantes como el G20, que controlan el 80 % de la economía mundial, son colectivamente responsables de más del 75 % de todas las emisiones contaminantes de carbono del mundo.

Fuente: Abril Abril.

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