El “America First” de Trump sirve para contrarrestar el declive relativo de Estados Unidos
Inicialmente un eslogan creado durante la Primera Guerra Mundial para justificar la neutralidad, ” América Primero ” se convirtió en el nombre de una doctrina de la extrema derecha estadounidense. El cliché trae consigo un sentimiento chovinista, busca explotar el sentimiento de defensa de la nación, pero al mismo tiempo se consolida en medidas concretas.
Entre las medidas firmadas por Donald Trump hay algunas que explican por qué los multimillonarios tienen un apoyo tan fuerte al nuevo presidente estadounidense. Un fuerte proteccionismo asociado a elementos de guerra económica es la receta para los próximos años.
La fase histórica actual muestra un declive relativo de Estados Unidos. La farsa del proceso democrático estadounidense parece no ser nada más que un proceso burocrático para ver quién puede defender mejor los intereses de las grandes empresas. En este caso, desde Musk hasta Bezos, pasando por Zuckerberg y otros menos conocidos, todos vieron a Trump como la mejor manera de salvaguardar su modelo de acumulación de riqueza y tomar represalias contra una creciente rivalidad.
Aquí es donde entran en juego tres medidas firmadas por Donald Trump tras su investidura: el Acuerdo Fiscal Global de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ; La política comercial de “Estados Unidos primero” ; Directiva política de América Primero al Secretario de Estado.
Estos documentos firmados por el nuevo presidente estadounidense ilustran las sonrisas de cuatro de las cinco personas más ricas del mundo presentes en la ceremonia de investidura, ya que son la representación de una política proteccionista y de una guerra económica.
En relación con el Acuerdo Fiscal Global, el Secretario del Tesoro y el Representante Permanente de los Estados Unidos ante la OCDE deben notificar a esta última que cualquier compromiso asumido por la administración anterior en nombre de los Estados Unidos con respecto al acuerdo en cuestión no tiene fuerza o efecto dentro del país. .
El Global Tax Deal, que cuenta con el apoyo de más de 140 países, pretende reformar las reglas de tributación internacional en línea con la globalización, redistribuyendo los derechos tributarios de las grandes empresas multinacionales para que graven no solo en sus países de origen, sino también en los países donde realicen ventas o generen ingresos, y también busca introducir un tipo impositivo mínimo global del 15% para las empresas con ingresos anuales superiores a 750 millones de euros.
Al suspender este acuerdo fiscal, Trump ordena al Secretario del Tesoro que investigue si algún país extranjero no cumple con algún tratado fiscal con Estados Unidos o tiene alguna norma fiscal vigente, o es probable que establezca normas fiscales que sean extraterritoriales o afectar desproporcionadamente a las empresas estadounidenses. Con esto, Trump busca salvaguardar los intereses de los grandes capitalistas estadounidenses.
La joya de la corona de este paquete de políticas es, de hecho, la medida que sienta las bases para la Política Comercial de “Estados Unidos Primero”. Como se puede leer en el documento, es tarea del Secretario del Tesoro y del Representante Comercial de los Estados Unidos investigar las causas de los grandes y persistentes déficits comerciales anuales de bienes de nuestro país, así como las implicaciones económicas y de seguridad nacional y riesgos que de ello se derivan. Aquí queda clara la necesidad de contrarrestar este declive relativo.
Por ello, la Administración Trump considera necesario identificar las prácticas comerciales de otros países que se consideran injustas y recomendar acciones para remediarlas. En este abanico de medidas a adoptar, el nuevo Presidente quiere revisar y evaluar las políticas y prácticas de los principales socios comerciales de Estados Unidos respecto al tipo de cambio entre sus monedas y el dólar; combatir la presunta manipulación o desajuste monetario que impide ajustes efectivos de la balanza de pagos o proporciona a los socios comerciales una ventaja competitiva injusta en el comercio internacional; o identificar a cualquier país que presuntamente sea manipulador de divisas. Todo ello en un contexto en el que el dólar se está debilitando claramente y los BRICS están cada vez más cerca de tener su propia moneda.
La guerra económica entra en este campo ya que el representante comercial de Estados Unidos tendrá que revisar el Acuerdo Económico y Comercial entre el Gobierno de los Estados Unidos de América y el Gobierno de la República Popular China para determinar si este último está cumpliendo con el acuerdo entre los dos. Los Estados miembros deberán recomendar medidas que se adopten sobre la base de sus conclusiones, incluida la imposición de aranceles u otras medidas.
Además, el representante comercial tendrá que reevaluar el informe del 14 de mayo de 2024, titulado “Revisión de cuatro años de las acciones adoptadas en la investigación de la Sección 301: actos, políticas y prácticas de China relacionadas con la transferencia de tecnología, la propiedad intelectual y la innovación” y considerar posibles modificaciones Además, deberá investigar otros actos, políticas y prácticas de la República de China que “puedan ser irrazonables o discriminatorias y que puedan gravar o restringir el comercio estadounidense, y hará recomendaciones sobre acciones de respuesta apropiadas”.
Finalmente, Donald Trump firmó la directiva America First Policy para el Secretario de Estado, en la que define que defenderá los intereses estadounidenses esenciales y pondrá siempre a Estados Unidos y a los ciudadanos estadounidenses primero, es decir, a los grandes señores del dinero. El secretario de Estado Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos que siempre ha presentado un perfil extremadamente reaccionario, será ahora el encargado de emitir directrices que alineen las políticas, programas, personal y operaciones del Departamento de Estado con una política exterior de “Estados Unidos Primero“.
Este paquete de medidas es uno que los medios de comunicación apenas han cubierto. Trump ha respaldado astutamente distracciones para alimentar titulares y supuestas guerras culturales. Su misión es cada vez más clara: satisfacer aún más los deseos del gran capital estadounidense, sus objetivos de clase, sea cual sea el coste para el pueblo y los trabajadores.
Fuente: Abril Abril.
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