
Discurso de Companys declarando el Estado Catalán:
“Catalanes.
Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden traicionar la República, han logrado su objetivo y han asaltado el Poder.
Los partidos y los hombres que han hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades de nuestra tierra, los núcleos políticos que predican constantemente el odio y la guerra a Cataluña, constituyen hoy el soporte de las actuales instituciones.
Los hechos que se han producido dan a todos los ciudadanos la clara sensación de que la República, en sus fundamentales postulados democráticos, se encuentra en gravísimo peligro.
Todas las fuerzas auténticamente republicanas de España y los sectores socialistas avanzados, sin distinción ni excepción, se han alzado en armas contra la audaz tentativa fascista.
La Cataluña liberal, democrática, republicana, no puede estar ausente de la protesta que triunfa por todo el país, ni puede silenciar su voz de solidaridad con sus hermanos que en tierra hispana luchan hasta morir por la libertad y el derecho. Cataluña enarbola su bandera, llama a todos al cumplimiento del deber y a la obediencia debida al Gobierno de la Generalidad, que desde este momento rompe toda relación con las instituciones falseadas.
En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán en la República Federal Española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el Gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica.
El Gobierno de Cataluña estará en todo momento en contacto con el pueblo. Aspiramos a establecer en Cataluña el reducto indestructible de las esencias de la República. Invito a todos los catalanes a la obediencia al Gobierno y a que nadie desacate sus órdenes, con el entusiasmo y la disciplina del pueblo.
Nos sentimos fuertes e invencibles. Mantendremos a raya a quien sea, pero es preciso que cada uno se contenga sujetándose a la disciplina y a la consigna de los dirigentes. El Gobierno, desde este momento, obrará con energía inexorable para que nadie trate de perturbar ni pueda comprometer los patrióticos objetivos de su actitud.
Catalanes.
La hora es grave y gloriosa. El espíritu del presidente Macià, restaurador de la Generalidad, nos acompaña. ¡Cada uno a su lugar y Cataluña y la República, en el corazón de todos!
¡Viva la República! ¡Viva la libertad!”

Siria conmemora la fecha como un trascendental suceso no sólo en su historia sino en la historia árabe moderna por sus significados, dimensiones y repercusiones en el conflicto con el ocupante sionista denominando esta guerra como «la Guerra de Liberación de Octubre».
En esta contienda, se marcó la toma de una decisión árabe unida para liberar los territorios árabes ocupados; y tras la victoria en esta guerra, los árabes recuperaron la confianza en sí mismos y en su capacidad de destruir el proyecto sionista. También, demostró que la solidaridad y la unidad permiten que los árabes recuperen su destacada posición en la escena regional e internacional como nación que influye en la toma de decisiones internacionales. La victoria de Octubre contribuyó a la creación de una cultura de resistencia en Palestina, Líbano y Siria. Esta resistencia se consolidó y se convirtió en actor decisivo para cambiar la balanza de fuerzas.


El 8 de octubre de 1967 Ernesto Che Guevara será herido en una pierna y hecho prisionero en un combate entre la guerrilla boliviana del ELN que él dirigía y el ejército boliviano en la Quebrada del Churo. Fue trasladado a la localidad de La Higuera donde sería asesinado al día siguiente, el 9 de octubre. El gobierno de Bolivia anunció que el Che había muerto en combate el día anterior.
Así relata su asesino, el militar Mario Terán, la ejecución:
Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ese fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: “Usted ha venido a matarme”. Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: “¿Qué han dicho los otros? (en referencia a los otros guerrilleros capturados)”. Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: “¡Eran unos valientes!”. Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. “¡Póngase sereno, me dijo, y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!”. Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto.






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