
La rebelión se extenderá a lo largo de las sierras, no sólo granadinas, sino almerienses, malagueñas, gaditanas, etc., no pudiendo ser vencida por los ejércitos españoles, viéndose Felipe II obligado a desplazar desde diversas zonas de Europa a varios de sus ejércitos profesionales de élite, los “tercios”, bajo la dirección de Juan de Austria, a los cuales las guerrillas andaluzas, los monfíes, y las milicias populares formadas por campesinos de las diversas localidades insurrectas, lograron resistir durante cerca de tres años. Hasta la primavera de 1571.
En las vísperas del inicio de la rebelión, los representantes de los andaluces resistentes, reunidos en la localidad alpujarreña de Béznar, en el Valle de Lecrín, eligieron como su líder a Fernando de Valor y Córdoba, que reinará con el nombre de Muhammad ibn Umayya (el conocido en los textos castellanos como Aben Humeya).
La izquierda independentista andaluza conmemora esta fecha como día de la lucha popular de liberación andaluza, por simbolizar dicho levantamiento uno de los momentos culmen de la resistencia antiimperialista mantenida por nuestro pueblo contra la invasión y ocupación castellana lo largo de ocho siglos. Los “siglos de guerra” a los que hace referencia nuestro Himno Nacional.
En el 450º aniversario de la sublevación los Centros Andaluces del Pueblo celebraron un homenaje en el lugar donde Aben Humeya fue coronado:
En la imagen adjunta una de las banderas de los insurrectos andaluces de aquella guerra popular, que aún se conserva.






“Rechacemos la representación de un Estado que nos deshonra, sosteniendo regímenes arcaicos y feudales en todos los órdenes de la Administración: en la Hacienda, en la Enseñanza, en la Justicia; Poderes que mantienen Códigos sancionadores de bárbaras costumbres privadas, por los cuales la sociedad salvaje de este territorio ejerce una tiranía espiritual mil veces peor que la económica y que la política, sobre los hombres cultos que se preguntan si este país es una patria o un establo.
Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la libertad; de ese Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los pueblos extranjeros… Hay que romper la secular barrera y hay que romperla ahora o nunca. Ved que, con ser ínfima la cultura y la capacitación del pueblo, es mucho menor la de los hombres representantes de los regímenes que imperan. Rechazad la tiranía del interior, la más degradante de las tiranías”.
(…)
“Andaluces: Andalucía es una nacionalidad porque una común necesidad invita a todos su hijos a luchar juntos por su común redención. Lo es también porque la Naturaleza y la historia hicieron de ella una distinción en el territorio hispánico (en la Península). Lo es también porque, lo mismo en España que en el extranjero, se la señala como un territorio y un pueblo diferente. La degeneración de Andalucía será la de todos vosotros. Un pueblo abyecto y cobarde es un mero compuesto de individuos indignos y cobardes también.
Nosotros, por esto, estamos fundidos con aquella expresión de la Asamblea Regionalista de Ronda que proclamó a Andalucía como una realidad nacional, como una patria (patria es un grupo humano que siente las mismas necesidades y ha de trabajar por satisfacerlas en común), como una patria viva en nuestras conciencias.
Por eso también, queremos hacer efectiva la prescripción del artículo primero de la Constitución Andaluza, votada por la Asamblea Federalista de Antequera de 1883, que aspiró a constituir en Andalucía “una Democracia Soberana y Autónoma”, la cual subvenga exclusivamente a las necesidades desatendidas de este territorio y al progreso particular de sus habitantes”.


Al poco de ocupar la ciudad, el poder castellano-aragonés las incumplirían sistemáticamente. Como consecuencia, miles de granadinos serían perseguidos, torturados y asesinados por su resistencia a convertirse en felah-mengub (campesinos sin tierra) y querer mantener su cultura e identidad. Sus tierras y propiedades les serían arrebatadas mediante la fuerza. Su identidad prohibida mediante el terror de Estado. Resultado de ese proceso es que en el censo de 1797 en los reinos de Córdoba y Jaén el 80% de la población trabajadora eran jornaleros y en el reino de Sevilla cinco de cada seis habitantes, mientras que en Asturias o Vascongadas la figura de la jornalera era prácticamente inexistente.
En lugar de repudiar estos hechos, son celebrado, conmemorados y justificados por el actual régimen español impuesto a través de un ceremonial y una festividad xenóboba, supremacista y proimperialista denominada «la Toma». Puedes encontrar más datos en este informe.
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