
Algunas de las primeras medidas adoptadas serán de carácter solidario. Enviar voluntarios en ayuda de los revolucionarios jerezanos que se enfrentaban al ejército y la Guardia Civil para establecer su Cantón, y armamento a los insurrectos gaditanos.
Tras la llegada de las tropas enviadas por el Estado al mando del General Pavía a las puertas de la ciudad, una vez ocupada Córdoba el 26 de julio, las milicias levantarán barricadas y se aprestarían a la defensa, resistiendo durante varios días. El general, pese a contar con miles de soldados profesionales y una potente artillería, frente a unos milicianos inexpertos y mal armados, no lograría ocupar por completo la ciudad hasta el 1 de agosto.
Entre las tropas gubernamentales se contabilizaron 300 bajas, según cifras oficiales. Las de los milicianos no fueron dadas a conocer por las autoridades, pero lógicamente, dado el desequilibrio de fuerzas y armamento, debieron ser muchas más.
Fue en Sevilla donde se centralizo la defensa cantonal y tras la derrota sevillana el resto de ciudades fueron cayendo con facilidad. La última capital andaluza en caer sería Málaga, que no sería ocupada hasta primeros de septiembre.
En la imagen adjunta, una lámina de la época de una de las barricadas sevillanas tras ser tomada por el Ejército, que muestra lo encarnizado de la resistencia popular.



Tras acabar con el Cantón de Sevilla, el 2 de agosto una parte de las tropas del general Manuel Pavía salió en dirección a Jerez de la Frontera y la Bahía de Cádiz. Las milicias realizan una retirada táctica para hacer frente al Ejército conjuntamente en las cercanías de Cádiz, en San Fernando. El Comité de Salud Pública, ante la inminente llegada de las tropas gubernamentales, declara la resistencia a ultranza, pero ésta se mostrará imposible ante la traición de un sector del Ejercito, que había manifestado estar con los cantonalistas pero que en ese momento ocuparon puntos estratégicos de la ciudad y asaltaron el Palacio de la Aduna, sede del Comité, disolviéndolo, al tiempo que barcos de guerra extranjeros les apoyaba desde la Bahía. Descabezados, aislados y rodeados, sin artillería y apenas armamento, la resistencia popular sería fácilmente vencida.

Se había retirado a la vida privada en la hacienda de Canutillo y se dedicaba a las labores del campo. Pero seguía siendo un peligro latente para los intereses de los que en ese tiempo ostentaban el poder. Antes de su muerte concedió entrevistas a periodistas norteamericanos, declaró que de ser necesario se volvería a levantar en armas y esto preocupó a un antiguo enemigo de Villa, Álvaro Obregón y a Plutarco Elías Calles que extraoficialmente fueron los conspiradores de su muerte.
La historia oficial señala como autor intelectual a un diputado de la legislatura estatal del gobierno de Durango de nombre Jesús Salas Barraza y un tal Melitón Lozoya, pero al parecer esto fue una cortina de humo para ocultar a los verdaderos responsables y calmar al pueblo.

La Dama de Baza es una escultura realizada por la tribu ibérico-andaluza de los bastetanos y está datada en el siglo IV a. C. Está labrada en piedra caliza policromada y, como tantas otras piezas patrimoniales arqueológicas y artísticas andaluzas, nos fue arrebatada y se encuentra expuesta en el Museo Arqueológico Nacional español, en Madrid.


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