



“Rechacemos la representación de un Estado que nos deshonra, sosteniendo regímenes arcaicos y feudales en todos los órdenes de la Administración: en la Hacienda, en la Enseñanza, en la Justicia; Poderes que mantienen Códigos sancionadores de bárbaras costumbres privadas, por los cuales la sociedad salvaje de este territorio ejerce una tiranía espiritual mil veces peor que la económica y que la política, sobre los hombres cultos que se preguntan si este país es una patria o un establo.
Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la libertad; de ese Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los pueblos extranjeros… Hay que romper la secular barrera y hay que romperla ahora o nunca. Ved que, con ser ínfima la cultura y la capacitación del pueblo, es mucho menor la de los hombres representantes de los regímenes que imperan. Rechazad la tiranía del interior, la más degradante de las tiranías”.
(…)
“Andaluces: Andalucía es una nacionalidad porque una común necesidad invita a todos su hijos a luchar juntos por su común redención. Lo es también porque la Naturaleza y la historia hicieron de ella una distinción en el territorio hispánico (en la Península). Lo es también porque, lo mismo en España que en el extranjero, se la señala como un territorio y un pueblo diferente. La degeneración de Andalucía será la de todos vosotros. Un pueblo abyecto y cobarde es un mero compuesto de individuos indignos y cobardes también.
Nosotros, por esto, estamos fundidos con aquella expresión de la Asamblea Regionalista de Ronda que proclamó a Andalucía como una realidad nacional, como una patria (patria es un grupo humano que siente las mismas necesidades y ha de trabajar por satisfacerlas en común), como una patria viva en nuestras conciencias.
Por eso también, queremos hacer efectiva la prescripción del artículo primero de la Constitución Andaluza, votada por la Asamblea Federalista de Antequera de 1883, que aspiró a constituir en Andalucía “una Democracia Soberana y Autónoma”, la cual subvenga exclusivamente a las necesidades desatendidas de este territorio y al progreso particular de sus habitantes”.


Al poco de ocupar la ciudad, el poder castellano-aragonés las incumplirían sistemáticamente. Como consecuencia, miles de granadinos serían perseguidos, torturados y asesinados por su resistencia a convertirse en felah-mengub (campesinos sin tierra) y querer mantener su cultura e identidad. Sus tierras y propiedades les serían arrebatadas mediante la fuerza. Su identidad prohibida mediante el terror de Estado. Resultado de ese proceso es que en el censo de 1797 en los reinos de Córdoba y Jaén el 80% de la población trabajadora eran jornaleros y en el reino de Sevilla cinco de cada seis habitantes, mientras que en Asturias o Vascongadas la figura de la jornalera era prácticamente inexistente.
En lugar de repudiar estos hechos, son celebrado, conmemorados y justificados por el actual régimen español impuesto a través de un ceremonial y una festividad xenóboba, supremacista y proimperialista denominada «la Toma». Puedes encontrar más datos en este informe.



El objetivo del golpe era impedir que Castelar fuera desalojado del gobierno, aunque como este tras el golpe no aceptó seguir en el poder por medios antidemocráticos, el general Pavía tuvo que reunir a los partidos contrarios a la república federal (que a pesar de su denominación comportaba un modelo de repúblicas asociadas en una república confederal) que decidieron poner al frente del gobierno estatal que promovía Pavía al líder del conservador Partido Constitucional, el general Francisco Serrano.
Así se inició una segunda etapa de la I República que la llevaría a su liquidación denominada «República Unitaria» o «Dictadura de Serrano».
Eran las cinco de la tarde de aquel 9 de julio de 1977. Francisco Rodríguez Ledesma, albañil, currante y vecino en paro del barrio obrero del Cerro del Águila se encontraba en una de las asambleas celebradas ante el expediente de crisis que amenazaba los dos mil puestos de trabajo de la fábrica textil de Hytasa (Sevilla). La instalación había sido inaugurada cuarenta años antes por el general Gonzalo Queipo de Llano.
Aquella tarde unas cien personas al grito de ‘No al cierre de la textil‘ alterarían, tras meses de protesta, al Seat 1500 color crema que llegaba a cada concentración con tres agentes de la Brigada Político Social. La nota del Gobernador Civil relata al día siguiente de aquella revuelta como “supuestamente lanzaron piedras al vehículo los manifestantes” de Hytasa. Más tarde, cayeron disparos. Gritos. Y un solo herido que termina muerto. A Ledesma, de 54 años de edad, le estalló el bazo y tuvo perforación de colon a causa del disparo de uno de los agentes de la BPS a menos de veinte metros de distancia.
Murió el 4 de enero de 1978. Seis meses de lenta agonía y seis operaciones más no le salvaron de “sufrir un agravamiento considerable, con infección abdominal y una afección renal aguda”. Murió el 4 de enero de 1978. Hoy se cumplen cuarenta y cuatro años de su asesinato. Casos como el del albañil Francisco Rodríguez Ledesma confirman como a las puertas de la Transición, y con el dictador muerto hacía dos años, el terror no había pasado. Una de sus modalidades eran los tiros al aire en medio de manifestaciones que costaron la vida a trabajadores a plena luz del día.
El escritor Juan José Téllez relata sobre el caso de este albañil del Cerro del Águila la impunidad que nunca ha salido a la luz. El agente “era un tipo con gafas que bajó de un coche policial. Así describieron a su asesino. Nunca identificado, jamás condenado”.
La explicación oficial llegaría días más tarde en uno de los comunicados lanzado por el entonces gobernador civil José Ruiz de Gordoa.: “Dispersada la concentración, un grupo de unas 100 personas, identificó un coche policial dirigiéndose contra el mismo y arrojándole piedras con propósitos claramente agresivos, viéndose obligados los ocupantes a salir del coche y efectuar disparos al aire. Posteriormente se tuvo conocimiento de que en la Casa de Socorro de Nervión había ingresado un hombre herido de bala y que resultó ser Francisco Rodríguez Ledesma…”. “Se habían buscado la vida en este barrio obrero y en aquella etapa buscaba por las tardes chapuzas que le salieran en la casa de algún vecino”, dice un antiguo vecino
La prensa de la época se hizo también eco de los terribles sucesos. “Las cargas de la Policía Armada sembraron el desconcierto entre los miles de manifestantes. Entre el tumulto, cinco disparos de bala salieron de la pistola de un policía de paisano hiriendo de muerte a Ledesma”.
Los obreros de la textil de Hytasa, una de las fábricas más grandes del sector, llevaban varias semanas de concentraciones. En sus puertas se reunían miles de vecinos de todos los barrios obreros, los Pajaritos, La Candelaria, Polígono Sur, Su Eminencia, Rochelambert y el Cerro.
Cinco disparos al aire
Aquella tarde del 9 de julio, Ledesma llegó a la concentración como un trabajador afiliado a Comisiones Obreras, aunque se encontraba en paro y nunca había sido de la plantilla de la textil. Esa tarde había pasado por la bodeguita donde hablaba con otros albañiles de posibles chapuzas que podían salir en el barrio.Su hermana aún guarda en el cajón de su habitación el carné de afiliado a CCOO, las gafas y las 50 pesetas que llevaba encima.
Sin dar apenas tiempo a los convocados, comenzaron las carreras, las cargas, el humo, todo por unos gritos que alteraron a aquella Policía Armada. Nadie olvida que los agentes de la BPS estaban a tan solo a veinte metros de distancia de los trabajadores de la textil. “De la calle Héroes de Toledo surgió un Seat 1500 color crema. De él se bajó un hombre que rondaba la cincuentena. Parece que algunas de las personas recriminaban a la Policía su enérgica, incontrolada e inconsecuente represión”, aclaraban los periódicos.
El recuerdo de los vecinos
“Nadie olvida aquella tarde. Fue para todos un día muy traumático. La muerte de un compañero que, sin ser trabajador, fue aquella tarde a ayudar a sus vecinos que se veían amenazados a irse a cola del paro” relata a Público Pepe Verdón, vecino del barrio en aquella época. Ledesma había llegado al barrio junto a sus siete hermanos desde Morón de la Frontera. “Se habían buscado la vida en este barrio obrero y en aquella etapa buscaba por las tardes chapuzas que le salieran en la casa de algún vecino. Sin familia y sin trabajo, este albañil intentaba salir adelante como todos”.“No tenía viuda ni hijos pero la familia que tenía sufrimos mucho, sobre todo mi madre, que nunca dejó de recordarlo”, recuerda su hermano.
Miguel Rodríguez Ledesma, hermano de Francisco, recuerda como en aquella etapa su hermano mayor tuvo la peor suerte del mundo. “En aquella época vivía con mi madre. Después de tantos meses en el hospital solo queríamos descansar de un episodio tan difícil”, relata. El mayor de los Ledesma pertenecía como trabajador de la construcción al sindicato de CCOO. Su hermana Rosario aún guarda en el cajón de su habitación el carné de afiliado, las gafas y las 50 pesetas que llevaba encima en el momento que se cometió el asesinato.
“No tenía viuda ni hijos pero la familia que tenía sufrimos mucho, sobre todo mi madre, que nunca dejó de recordarlo”, destaca Miguel. Encarna, su mujer, afirma en conversación telefónica, cómo su suegra luchó largos años en un pleito con el policía que disparó a su hijo, “ganando cinco millones de las antiguas pesetas” como compensación por parte del gobierno ya en democracia.
Mil personas acompañaron al cuerpo de Ledesma
Verdón habla del dolor de una familia que no vio a los culpables sentarse en el banquillo hasta casi tres años después de su muerte. “El día del juicio estaban sentados en el banquillo el jefe de la BPS en Sevilla que aún está vivo y un agente de Cádiz de la Brigada que recalcó que aquel disparo a 15 metros de la espalda de Ledesma se hizo para salvaguardar su seguridad”. Los responsables no cumplieron condena, quedando otro asesinato de la Transición impune. Ledesma murió en el Hospital Virgen del Roció donde ingresó la misma tarde del 9 de julio.
Ledesma murió en el Hospital Virgen del Roció donde ingresó la misma tarde del 9 de julio. Seis meses después con el pulmón infectado, el riñón y los intestinos no se pudo hacer nada por él. Hoy su hermana Rosario ha sido la única que ha mantenido su legado y reivindica la lucha de su familia por conseguir una respuesta a pesar del paso de los años. “El sindicato de Comisiones ayudó a la familia con una ayuda que hacían los trabajadores para la familia de Ledesma, esperando una lenta recuperación que nunca llegaría y que no le permitió a este albañil salir con vida”, afirma Verdón a Público.
Rosario Rodríguez Ledesma no olvida el día de la muerte de su hermano, cuarenta años después. “Cientos de personas quisieron acompañar a la familia desde el hospital al cementerio en una especie de cortejo que no fue finalmente permitido”. Cientos de personas fueron de todas formas y vociferaron delante de la policía pidiendo responsabilidad a “aquellos fascistas en una larga caminata hasta el camposanto”.
Por María Serrano.
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