



En 1924 se casa con doña Ana Cañón Antequera de la que tuvo once hijos: Justo -el mayor fallecido a sus 11 años-, Agustín, Encarnación, Mercedes, José, Ana, Conchita, Manuel -que estuvo vinculado al P.S.A.-, Francisca, Matilde y Aurora.
Es un auxiliar contable en una industria de la madera, con domicilio en la calle Oriente de Sevilla. Ha alcanzado un estatus social, trabajando en el Crédit Lyonnais.
Desde esta posición, él podría haber renunciado a toda su preocupación, o sea, la de una Sevilla empobrecida. Pero como era «amigo de todas las revoluciones» se vincula al movimiento del nacionalismo andaluz al que dedicará sus fuerzas, recursos, estudios y escritos hasta su muerte. La fundación en 1931 de las Juntas Liberalista rompe con el apoliticismo de don José Rodríguez Escobar. Los Liberalistas son invitados a unirse al Partido Republicano Federal, en donde ha ingresado don Blas Infante Pérez de Vargas.
La Junta Liberalista de Andalucía era una institución ínterpartidista (no anti-partidista) con independientes. Venía a ser un pacto indestructible fundado entre miembros de diferentes partidos y de ninguno.
En mayo de 1931, el Gobierno estableció la «Comisión Técnica Agraria para la solución al problema de los latifundios». En dicha Comisión se encontraban Díaz del Moral, Pascual Carrión, Bernardo del Quirós y Blas Infante. El proyecto de la Comisión, según dice Malefakis «posibilitaba arraigar en tres meses un número de familias campesinas no inferior a 60.000».
El jueves 11 de junio de 1931, en el diario El Sol, don Blas Infante hace unas declaraciones donde afirmaba que «todo latifundio andaluz es ilegal en su origen, y tenemos que devolver al campesino andaluz la tierra que le fue arrebatada por derecho de conquista. Mire a Europa: en el siglo XIX, quince naciones monárquicas hicieron la reforma territorial y no sucedió nada». Muchas veces don José escribiría artículos en el diario El Sol.
A través de los Centros Andaluces primero y de las Juntas Liberalista más tarde, José Rodríguez Escobar promociona Andalucía como un pueblo debe ser culto e ingenioso, trata de conseguir su liberación por medio de la fuerza cultural y renovadora. En gran parte de las actividades motivadas desde estas entidades, sus publicaciones, sus charlas y llamadas, se intenta conseguir la deseada concienciación del Pueblo Andaluz.


Texto de la carta:
Año de la Agricultura
Habana
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.
Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios. Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como su hijo: eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento, será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo y que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena; me alegro que así sea. Que no pido nada para ellos, pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.
Hasta la victoria siempre, ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario
Che

La también conocida como “la invasión del Valle de Arán”, mal planificada y peor desarrollada por los dirigentes del PCE, fue un fracaso absoluto, y el 24 de ese mismo mes los últimos restos de las tropas guerrilleras se ven obligados a volver a cruzar los Pirineos y pasar de nuevo a territorio francés.

El 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética lanza y pone en órbita el Sputnik 1 (“Satélite” en ruso), el primer satélite artificial que saló al Espacio y orbitó la Tierra.

La Revolución fue dirigida por la Alianza Obrera, organismo de unidad de acción de la clase obrera u sus organizaciones propugnado por el BOC, de la que en Asturias formaban parte, además del BOC, por CNT, UGT, PCE, IC y PSOE.
En la madrugada del 4 al 5 de octubre la Alianza Obrera convocó la huelga general y se preparó para la defensa ante las fuerzas del gobierno. Comienzan a proliferar comités revolucionarios por toda la región y junto a la defensa frente a guardias civiles y de asalto, comienza la organización política y económica. El avance de los revolucionarios llevó a situaciones como la posibilidad de la proclamación de la República socialista en Oviedo o el comunismo libertario en La Felguera y parte de Gijón.
Tras duros días de enfrentamiento y resistencia, sobre todo en las cuencas mineras, todas las plazas de los revolucionarios fueron tomadas por el ejército, con la utilización de artillería pesada y aviación, a lo que los revolucionarios solo podían oponer unas pocas armas y mucha dinamita procedente de las minas.
Se contabilizaron según las fuentes, entre 2000 y 4.000 muertos, la inmensa mayoría trabajadores y revolucionarios. Solo unos 300 pertenecían a militares y derechistas. Hubo decenas de fusilados. Unas 30.000 personas fueron sometidas a juicios sumarísimos y muchas de ellas encarceladas.
Síguenos en nuestras redes sociales: