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Mar
17
Mar
Día Nacional de Irlanda
Mar 17 todo el día
Cada 17 de marzo se celebra Día Nacional Irlandés, coincidiendo con el St. Patrick’s Day, el Día de San Patricio, patrón del país. Lo que comenzó como una celebración religiosa para conmemorar la vida de un santo católico, se transformó en una fiesta de orgullo nacional y de resistencia identitaria al imperialismo inglés a partir del S. XVIII, que tras la independencia fue oficializada como fiesta nacional.
Mar
18
Mié
Creación de la Comuna de París
Mar 18 todo el día

La creación de La Comuna tuvo lugar el 18 de marzo, el Comité Central afirmaba que los obreros habían decidido “hacerse dueños de su propio destino tomando el poder”. Marx no dudó en consagrar a la Comuna como “un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a dentro de ella la emancipación del trabajo”. El primer decreto suprime al ejército regular y le contrapone “el pueblo en armas”, era la consagración de un nuevo estado sobre la destrucción del anterior. La Comuna era la antítesis del Imperio y una superación de la representación de la democracia burguesa. Se basaba en la democracia de las masas mediante el voto directo por distritos. Se buscó eliminar la burocracia con la rotación y la revocabilidad, reuniendo las funciones legislativas y ejecutivas en una corporación de trabajo que funcionaba públicamente. Cada cargo público pasó a tener un salario de obrero para eliminar toda casta privilegiada. La democracia obrera ponía un punto final a la democracia burguesa donde las masas sólo podían votar cada cuatro años a sus propios explotadores.

La Comuna abría paso a la gestión de los productores en busca de un cambio social expresado en las medidas progresivas sobre alquileres y deudas, la prohibición del trabajo nocturno y la reducción de la jornada de trabajo, y fomentando cooperativas y gestión obrera. Una revolución social requería la expropiación de las grandes fábricas y la confiscación del Banco de Francia donde estaban las arcas de la burguesía. Sin embargo al gobierno obrero le faltó tiempo en el poder y no se pudo consolidar. Sobre todo, porque al no avanzar sobre Versalles no pudo desarticular el estado nacional y extender su poder. Los levantamientos comuneros en las principales ciudades son derrotados y tampoco se desarrolla la lucha de clases en el campo bajo la forma de ‘guerra campesina’ de las capas oprimidas contra los terratenientes. El 20 de mayo la contrarrevolución organizada por Versalles, apoyada por toda la reacción europea y por Bismarck que liberó 170 mil prisioneros, ingresó en París. La lucha dejó un campo tendido de más de 10.000 muertos. El 28 de mayo de 1871, tras meses de lucha, los últimos restos de resistencia obrera de la Comuna de París fueron finalmente derrotados por el Ejército.

A pesar de esta terrible derrota, la lección duradera y profunda de la Comuna es que el proletariado no puede sólo tomar el aparato del estado tal cual es para sí, sino que debe romper esa máquina infernal, destruirla. Con la Comuna la pregunta de por qué tipo de poder podía ser reemplazado el Estado burgués era resuelta. La burguesía inglesa –así lo entendió el London Times– describió la Comuna como “predominio del proletariado sobre las clases pudientes, del artesano sobre el oficial, del Trabajo sobre el Capital”.

Para Marx era ”la forma política al fin descubierta”, la resolución secreta del enigma del poder obrero. Es que desarticular el poder centralizado del estado burgués y contraponerle otros organismos de poder es una precondición para una verdadera revolución que despliegue la iniciativa de las masas. La Comuna fue la primera forma del gobierno obrero, treinta y cuatro años después, con la revolución rusa de 1905, se desarrollaron los consejos o soviets que adoptaron formas similares y heredaron sus enseñanzas. El proletariado en el siglo XX adquirió un desarrollo social superior, que le permitió ya no sólo el uso de la democracia territorial sino articular desde las mismas unidades productivas la hegemonía obrera. Los soviets posibilitaron elevar a la clase obrera al triunfo de la revolución proletaria y construir la dictadura del proletariado como puente de la transición al socialismo.

En su cuarenta aniversario Lenin escribió un artículo titulado «En memoria de la Comuna»:

Han pasado cuarenta años desde la proclamación de la Comuna de París. Según la costumbre establecida, el proletariado francés honró con mítines y manifestaciones la memoria de los hombres de la revolución del 18 de marzo de 1871. A finales de mayo volverá a llevar coronas de flores a las tumbas de los communards fusilados, víctimas de la terrible “Semana de Mayo”, y ante ellas volverá a jurar que luchará sin descanso hasta el total triunfo de sus ideas, hasta dar cabal cumplimiento a la obra que ellos le legaron.

          ¿Por qué el proletariado, no sólo francés, sino el de todo el mundo, honra a los hombres de la Comuna de París como a sus predecesores? ¿Cuál es la herencia de la Comuna?

          La Comuna surgió espontáneamente, nadie la preparó de modo consciente y sistemático. La desgraciada guerra con Alemania, las privaciones durante el sitio, la desocupación entre el proletariado y la ruina de la pequeña burguesía, la indignación de las masas contra las clases superiores y las autoridades, que habían demostrado una incapacidad absoluta, la sorda efervescencia en la clase obrera, descontenta de su situación y ansiosa de un nuevo régimen social; la composición reaccionaria de la Asamblea Nacional, que hacía temer por el destino de la República, todo ello y otras muchas causas se combinaron para impulsar a la población de París a la revolución del 18 de marzo, que puso inesperadamente el poder en manos de la Guardia Nacional, en manos de la clase obrera y de la pequeña burguesía, que se había unido a ella.

          Fue un acontecimiento histórico sin precedentes. Hasta entonces, el poder había estado, por regla general, en manos de los terratenientes y de los capitalistas, es decir, de sus apoderados, que constituían el llamado gobierno. Después de la revolución del 18 de marzo, cuando el gobierno del señor Thiers huyó de París con sus tropas, su policía y sus funcionarios, el pueblo quedó dueño de la situación y el poder pasó a manos del proletariado. Pero en la sociedad moderna, el proletariado, avasallado en lo económico por el capital, no puede dominar políticamente si no rompe las cadenas que lo atan al capital. De ahí que el movimiento de la Comuna debiera adquirir inevitablemente un tinte socialista, es decir, debiera tender al derrocamiento del dominio de la burguesía, de la dominación del capital, a la destrucción de las bases mismas del régimen social contemporáneo.

          Al principio se trató de un movimiento muy heterogéneo y confuso. Se adhirieron a él los patriotas, con la esperanza de que la Comuna reanudaría la guerra contra los alemanes, llevándola a un venturoso desenlace. Los apoyaron asimismo los pequeños tenderos, en peligro de ruina si no se aplazaba el pago de las deudas vencidas de los alquileres (aplazamiento que les negaba el gobierno, pero que la Comuna les concedió). Por último, en un comienzo también simpatizaron en cierto grado con él los republicanos burgueses, temerosos de que la reaccionaria Asamblea Nacional (los “rurales”, los salvajes terratenientes) restablecieran la monarquía. Pero el papel fundamental en este movimiento fue desempeñado, naturalmente, por los obreros (sobre todo, los artesanos de París), entre los cuales se había realizado en los últimos años del Segundo Imperio una intensa propaganda socialista, y que inclusive muchos de ellos estaban afiliados a la Internacional.

          Sólo los obreros permanecieron fieles a la Comuna hasta el fin. Los burgueses republicanos y la pequeña burguesía se apartaron bien pronto de ella: unos se asustaron por el carácter socialista revolucionario del movimiento, por su carácter proletario; otros se apartaron de ella al ver que estaba condenada a una derrota inevitable. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno, sin temor ni desmayos, sólo ellos lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para los trabajadores.

          Abandonada por sus aliados de ayer y sin contar con ningún apoyo, la Comuna tenía que ser derrotada inevitablemente. Toda la burguesía de Francia, todos los terratenientes, corredores de bolsa y fabricantes, todos los grandes y pequeños ladrones, todos los explotadores, se unieron contra ella. Con la ayuda de Bismarck (que dejó en libertad a 100.000 soldados franceses prisioneros de los alemanes para aplastar al París revolucionario), esta coalición burguesa logró enfrentar con el proletariado parisiense a los campesinos ignorantes y a la pequeña burguesía de provincias, y rodear la mitad de París con un círculo de hierro (la otra mitad había sido cercada por el ejército alemán). En algunas grandes ciudades de Francia (Marsella, Lyon, Saint-Etienne, Dijon y otras) los obreros también intentaron tomar el poder, proclamar la Comuna y acudir en auxilio de París, pero estos intentos fracasaron rápidamente. Y París, que había sido la primera en enarbolar la bandera de la insurrección proletaria, quedó abandonada a sus propias fuerzas y condenada una muerte cierta.

          Para que una revolución social pueda triunfar, necesita por lo menos dos condiciones: un alto desarrollo de las fuerzas productivas y un proletariado preparado para ella. Pero en 1871 se carecía de ambas condiciones. El capitalismo francés se hallaba aún poco desarrollado, y Francia era entonces, en lo fundamental, un país de pequeña burguesía (artesanos, campesinos, tenderos, etc.). Por otra parte, no existía un partido obrero, y la clase obrera no estaba preparada ni había tenido un largo adiestramiento, y en su mayoría ni siquiera comprendía con claridad cuáles eran sus fines ni cómo podía alcanzarlos. No había una organización política seria del proletariado, ni fuertes sindicatos, ni sociedades cooperativas…

          Pero lo que le faltó a la Comuna fue, principalmente tiempo, posibilidad de darse cuenta de la situación y emprender la realización de su programa. No había tenido tiempo de iniciar la tarea cuando el gobierno, atrincherado en Versalles y apoyado por toda la burguesía, inició las operaciones militares contra París. La Comuna tuvo que pensar ante todo en su propia defensa. Y hasta el final mismo, que sobrevino en la semana del 21 al 28 de mayo, no pudo pensar con seriedad en otra cosa.

          Sin embargo, pese a esas condiciones tan desfavorables y a la brevedad de su existencia, la Comuna adoptó algunas medidas que caracterizan suficientemente su verdadero sentido y sus objetivos. La Comuna sustituyó el ejército regular, instrumento ciego en manos de las clases dominantes, y armó a todo el pueblo; proclamó la separación de la Iglesia del Estado; suprimió la subvención del culto (es decir, el sueldo que el Estado pagaba al clero) y dio un carácter estrictamente laico a la instrucción pública, con lo que asestó un fuerte golpe a los gendarmes de sotana. Poco fue lo que pudo hacer en el terreno puramente social, pero ese poco muestra con suficiente claridad su carácter de gobierno popular, de gobierno obrero: se prohibió el trabajo nocturno en las panaderías; fue abolido el sistema de multas, esa expoliación consagrada por ley de que se hacía víctima a los obreros; por último, se promulgó el famoso decreto en virtud del cual todas las fábricas y todos los talleres abandonados o paralizados por sus dueños eran entregados a las cooperativas obreras, con el fin de reanudar la producción. Y para subrayar, como si dijéramos, su carácter de gobierno auténticamente democrático y proletario, la Comuna dispuso que la remuneración de todos los funcionarios administrativos y del gobierno no fuera superior al salario normal de un obrero, ni pasara en ningún caso de los 6.000 francos al año (menos de 200 rublos mensuales).

          Todas estas medidas mostraban elocuentemente que la Comuna era una amenaza mortal para el viejo mundo, basado en la opresión y la explotación. Esa era la razón de que la sociedad burguesa no pudiera dormir tranquila mientras en el ayuntamiento de París ondeara la bandera roja del proletariado. Y cuando la fuerza organizada del gobierno pudo, por fin, dominar a la fuerza mal organizada de la revolución, los generales bonapartistas, esos generales batidos por los alemanes y valientes ante sus compatriotas vencidos, esos Rénnenkampf y Meller-Zakomielski franceses, hicieron una matanza como París jamás había visto. Cerca de 30.000 parisienses fueron muertos por la soldadesca desenfrenada; unos 45.000 fueron detenidos y muchos de ellos ejecutados posteriormente; miles fueron los desterrados o condenados a trabajar forzados. En total, París perdió cerca de 100.000 de sus hijos, entre ellos a los mejores obreros de todos los oficios.

          La burguesía estaba contenta. “¡Ahora se ha acabado con el socialismo para mucho tiempo!”, decía su jefe, el sanguinario enano Thiers, cuando él y sus generales ahogaron en sangre la sublevación del proletariado de París. Pero esos cuervos burgueses graznaron en vano. Después de seis años de haber sido aplastada la Comuna, cuando muchos de sus luchadores se hallaban aún en presidio o en el exilio, se iniciaba en Francia un nuevo movimiento obrero. La nueva generación socialista, enriquecida con la experiencia de sus predecesores, cuya derrota no la había desanimado en absoluto, recogió la bandera que había caído de las manos de los luchadores de la Comuna y la llevó adelante con firmeza y audacia, al grito de “¡Viva la revolución social, viva la Comuna!” Y tres o cuatro años más tarde, un nuevo partido obrero y la agitación levantada por éste en el país obligaron a las clases dominantes a poner en libertad a los communards que el gobierno aún mantenía presos.

          La memoria de los luchadores de la Comuna es honrada no sólo por los obreros franceses, sino también por el proletariado de todo el mundo, pues aquella no luchó por un objetivo local o estrechamente nacional, sino por la emancipación de toda la humanidad trabajadora, de todos los humillados y ofendidos. Como combatiente de vanguardia de la revolución social, la Comuna se ha ganado la simpatía en todos los lugares donde sufre y lucha el proletariado. La epopeya de su vida y de su muerte, el ejemplo de un gobierno obrero que conquistó y retuvo en sus manos durante más de dos meses la Capital del mundo, el espectáculo de la heroica lucha del proletariado y de sus sufrimientos después de la derrota, todo esto ha levantado la moral de millones de obreros, alentado sus esperanzas y ganado sus simpatías para el socialismo. El tronar de los cañones de París ha despertado de su sueño profundo a las capas más atrasadas del proletariado y ha dado en todas partes un impulso a la propaganda socialista revolucionaria. Por eso no ha muerto la causa de la Comuna, por eso sigue viviendo hasta hoy día en cada uno de nosotros.

          La causa de la Comuna es la causa de la revolución social, es la causa de la completa emancipación política y económica de los trabajadores, es la causa del proletariado mundial. Y en este sentido es inmortal.

Primera edición: En Rabóchaia Gazeta, núm.4-5, 15 (28) de abril de 1911.

Guerras del Opio en China
Mar 18 todo el día
El 18 de marzo de 1839 el Imperio Británico le declara la guerra a China ante la prohibición del comercio de opio que hacía estragos en la población pero que conllevaba grandes beneficios para los occidentales, pues en el comercio de la droga no sólo estaba implicada Inglaterra, sino también Francia, Holanda y los EE.UU. Sería la llamada primera guerra del opio.

La segunda se iniciará el 2 de marzo de 1856. Tras la derrota definitiva de China las potencias occidentales logran la legalización del comercio libre del opio a partir de 1860.

Hablar del manejo del negocio de la droga por parte de los estados imperialistas occidentales no forma parte de “teorías de la conspiración”, sino que constituye una realidad que viene de antiguo. Las guerras del opio lo muestran.

Mar
19
Jue
Nacimiento de Túpac Amaru II
Mar 19 todo el día
El 19 de marzo de 1738 nace en Canas, Perú, José Gabriel Condorcanqui Noguera, Túpac Amaru II, líder de la mayor rebelión anticolonialista indigenista y el primer levantamiento independentista que se dio en América durante el siglo XVIII, conocida como “la gran rebelión”, iniciada el 4 de noviembre de 1780 y que lograría mantener la resistencia contra el imperialismo español a lo largo de cerca de tres años. Tras ser derrotado, capturado y ejecutado en mayo de 1781.
Se promulga la Constitución de Cádiz
Mar 19 todo el día
Manifestación reividicando la Constitución Andaluza de 1883 en Granada. Octubre 2017.

Manifestación reividicando la Constitución Andaluza de 1883 en Granada(octubre 2017).

El 19 de marzo de 1812 se promulga la “Constitución de la Monarquía Española” por las “Cortes Generales” reunidas en Cádiz. La primera y única constitución del Imperio Español. Dado la ciudad en que fue proclamada es conocida popularmente como “Constitución de Cádiz”, y como lo fue un 19 de Marzo, Día de San José, es conocida también como “La Pepa”.
Mar
21
Sáb
Día Nacional del Kurdistán
Mar 21 todo el día
Cada 21 de marzo se celebra en el Kurdistán su Día Nacional. El 21 de marzo, el Nawroz, representa el Año Nuevo Kurdo, según su calendario, que coincide con el inicio del equinoccio de primavera y simboliza el renacer nacional del pueblo kurdo.
Nace la República Soviética de Hungría
Mar 21 todo el día
Tras la Revolución de los Crisantemos de octubre de 1918, en la que las tropas se negaron a disparar contra los manifestantes y trabajadores y la unificación de los socialdemócratas y comunistas húngaros en un solo partido, estos impulsaran el nacimiento de una República Soviética en Hungría, que será proclamada el 21 de marzo de 1919. La intervención de las potencias occidentales , que la aislaron y ahogaron financieramente, así como la invasión de los ejércitos contrarevolucionarios de Chequia y Rumanía que derrotaran al ejército rojo humgaro, acabando con ella el 1 de agosto del mismo año. En la imagen la proclamación de la misma en las escalinatas del parlamento.
Puerto Rico: Masacre de Ponce
Mar 21 todo el día
El 21 de marzo de 1937, la policía colonial estadounidense abrió fuego sobre una manifestación organizada por el Partido Nacionalista de Puerto Rico en Ponce, con un saldo de 19 muertos y 235 heridos. El hecho a pasado a la historia como “la masacre de Ponce”.
Mar
24
Mar
Inicio de la Dictadura en Argentina
Mar 24 todo el día
El 24 de marzo de 1976, en Argentina los mandos de las fuerzas militares dan un golpe de estado y deponen a la presidente Isabel Perón, iniciándose la última dictadura en dicha república, que se prolongaría hasta 1083, durante la que fueron toruradas y asesinadas decenas de miles de personas.
Inicio de los bombardeos sobre Yugoslavia
Mar 24 todo el día
El 24 de marzo de 1999, la OTAN inicia sus bombardeos sobre Yugoslavia con mil aviones, diez de ellos españoles, que causaron cientos de muertos. La guerra fue iniciada unilateralmente por la OTAN, sin autorización previa del Consejo de Seguridad de la ONU,​ por lo que desde diversos medios y colectivos se ha considerado que los bombardeos constituyeron actos de crímenes de guerra.
El hecho, cometido hace 24 años, tuvo como objetivo inicial las ciudades de Belgrado, Pristina, Novi Sad y Podgorica; incluyó, además, instituciones civiles como la Radio Televisión Serbia y determinó la muerte de, al menos, mil 200 personas, aunque las cifras no son concluyentes.

Durante casi tres meses, sobre parte de la república exsocialista arrojaron nueve mil 160 toneladas de bombas, algunas de ellas contenían uranio empobrecido con efectos nocivos inestimables para el medio ambiente y la salud de las personas afectadas.

Durante 78 días fueron lanzados más de 2.300 misiles de crucero y 14.000 bombas sobre el territorio de Yugoslavia, 212 de ellas solo en Belgrado, que causaron varios miles de muertos. La denominada ‘Operation Allied Force’ causó graves daños a la infraestructura y economía yugoslavas.
​En 2009, la exfiscal del Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia Carla del Ponte, en su libro La Caza. Yo y los criminales de guerra también cuestionó la legalidad del ataque. El secretario general de la OTAN entonces, Javier Solana, aún no ha respondido de esos crímenes.

Las justificaciones sobre aquella ofensiva fueron ampliamente cuestionadas, una de ellas, se refería al supuesto freno a una limpieza étnica en la provincia de Kosovo, pues presumiblemente las autoridades militares yugoslavas diseñaron un plan con este propósito.

​“Esta incursión acentuó la fragmentación de nacionalidades y profundización de diferencias religiosas; así como, la destrucción de emblemas culturales y patrimoniales del país.
​Las naciones miembros de la OTAN también refirieron la negativa del ejecutivo yugoslavo a la firma de los acuerdos de Rambouillet, que exigían, entre otras cuestiones, la presencia de 30 mil soldados del bloque en su territorio, con la garantía de permiso de tránsito e inmunidad.
​Ello, consideraron, determinó como única opción la ocurrencia de las agresiones, pues, a su juicio, el político Slobodan Milosevic, presidente desde 1997 hasta el año 2000, “no entendía otro lenguaje que el de la fuerza”.
Algunos autores subrayaron que el plan de la OTAN fue, asimismo, la marginación de Rusia de la competencia económica y política en el orbe y el envío de una señal de advertencia para China. Otros apuntan que, el ataque a Yugoslavia extendía el dominio del grupo militar en la zona, con énfasis en Polonia, Hungría, República Checa, Grecia y Turkía, tras lo cual cumplían dos objetivos: rodear a Moscú y establecer un puente entre los dos continentes.