Este 18 de septiembre Victor Jara cumple 90 años
Victor Jara nació un 18 de septiembre de 1932. 40 años después, cuando le faltaban pocos días para cumplir 41 años, el 16 de septiembre de 1973 fue encontrado su cuerpo sin vida con 44 impactos de bala.
Torturado brutalmente y asesinado en el Estadio Chile (estadio que actualmente lleva su nombre), lugar en el que estuvo prisionero junto a otras cientos de personas. El ensañamiento con él sería un trofeo para los militares por lo que Víctor representaba ante la sangrienta dictadura de Pinochet, por ser uno de los mayores referentes del canto de protesta. Pero este, dejaría un legado tremendo en la música, el teatro, y sobre todo por el contenido de sus letras representantes de los sectores campesinos y populares.
Víctor creció con la fuerte influencia musical de su madre, ya que desde niño la acompañaba a fiestas y velorios para tocar la guitarra y animar estos encuentros, desde allí se impregna del canto campesino. Aprende a tocar la guitarra, instrumento que lo posicionaría en un futuro como un gran referente y pionero de nueva canción chilena. La familia de Víctor era muy pobre y su madre saca adelante sola a sus hijos en las labores del campo.
Se trasladan a Santiago, una vez cumplidos los 15 años su madre muere, decide abandonar el colegio e ingresar en el seminario para ser sacerdote, donde pasa 2 años de su vida, abandonando esta vocación por algunos hechos que no considera justos, como la obligación el auto-azotarse por haber cedido a tentaciones. Luego hace el servicio militar obligatorio, y terminando este periodo se une al coro de la Universidad de Chile.
Comienza a relacionarse con actores, directores, cantantes, estos encuentros con el arte lo llevan a ingresar en una compañía de pantomima, y luego a estudiar en la Universidad Chile Teatro y Dirección. Dirige obras teatrales escritas por Alejandro Sieveking, llenando todas las funciones de espectadores que quedaban encantados con la puesta en escena, junto a esta compañía realiza una gira por Latinoamérica.
Con esta fuerte influencia de la música y el teatro, conoce a Violeta Parra, Quilapayún, Patricio Manns, Inti-illimani entre otros, su música traspasa las fronteras generando una gran conexión con el público. Empieza a componer canciones relacionadas al trabajo, la sociedad, el amor, la lucha. Se une al grupo musical Cuncumen con el que realiza una gira por países de Europa y la Unión Soviética, donde aplica la disciplina teatral, (como expresan algunos de sus integrantes muchos años después)
Crece con fuerza el concepto de hermandad en Latinoamérica producto de la Revolución Cubana, y por otro lado el influjo de la segunda guerra mundial, y el movimiento musical que nace en EEUU y Europa como protesta, a Víctor le parece muy acertado la combinación de melodías pacifistas en canciones que contienen mensajes criticando y denunciando a esa sociedad que los ha llevado como él expresa a una ruina moral.
El cantautor ya había demostrado el compromiso que tenía con los sectores oprimidos, pero ocurre un hecho en particular en el año 1969 durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva que llevó a Víctor a darle un vuelvo de confrontación política a sus canciones, esta fue la Masacre de Puerto Montt o también conocida como Matanza de Pampa Irigoin, donde fuerzas policiales desalojan alrededor de 90 familias que se habían instalado en un sitio eriazo buscando un lugar donde vivir, dando muerte a 9 pobladores, un bebe que falleció por los gases lacrimógenos y más de 70 personas heridas, entonces Víctor compone la canción Preguntas Por Puerto Montt.
“…Murió sin saber por qué Le acribillaban el pecho Luchando por el derecho De un suelo para vivir, Hay que ser más infeliz El que mandó disparar Sabiendo cómo evitar Una matanza de vil…”
La nueva canción chilena se ubica en el centro de una sociedad que se sentía completamente representada por el contenido de sus letras, según las palabras del mismo Víctor Jara “Fue una canción que surgió de la necesidad total del movimiento social en Chile, no fue una canción aparte de eso, Violeta marcó el camino y por ahí seguimos”.
Fundó junto a otros exponentes musicales La Peña de los Parra, es aquí en varias de sus jornadas, donde Víctor comienza a relacionarse con Salvador Allende, que terminadas las veladas se quedaba a darles clases de marxismo, tal como cuenta Patricio Manns en una entrevista dada tiempo después.
Víctor decide apoyar la campaña de Allende a la presidencia, y desde este momento asume una postura definida a la militancia y participación política. Durante el periodo de campaña lanza su disco «La Población» evidenciando la realidad que se vive en las poblaciones marginales del país, participa activamente en trabajos voluntarios en la resistencia de algunas huelgas. Una vez que Allende gana las elecciones, Víctor es nombrado embajador cultural del gobierno, donde desempeña varias labores.
Víctor fue una figura clave del Partido Comunista, como tal tuvo una militancia y una participación dentro del Comité Central de dicha organización, la cual durante la década de los 60 y los 70 era abiertamente estalinista o pro Unión soviética como estado obrero burocratizado, cuya dirección el PC Ruso contribuyó a impedir revoluciones en Europa y el resto del mundo.
Hay que destacar el rol político de Víctor Jara, quien en vida y mediante el Partido Comunista jugaron un rol regresivo en la UP, por ejemplo, impulsando los gabinetes con militares, los Estados de excepción (con la excusa de combatir a los empresarios camioneros, cuando en realidad reprimieron al pueblo y los trabajadores), el plan Millas (que pretendía devolver empresas tomadas por sus trabajadores en contexto del paro patronal) y la polémica ley de control de armas. Políticas que buscaron desarmar a la vanguardia y ponerla al servicio del Estado y sus instituciones, las cuales se vinieron en contra del proceso y en contra del propio Allende luego en la tragedia del golpe de estado Pinochetista.
No obstante a aquello, el mismo día del fatídico golpe cívico/militar del 11 de septiembre, Víctor debía cantar en la inauguración de una exposición de los horrores de la guerra civil y el fascismo en la Universidad Técnica de Santiago (actual USACH), lugar en el que trabajaba y donde estaría presente Salvador Allende, cuando escucha en la radio que la Moneda estaba siendo bombardeada. Víctor se despide de su esposa Joan y de sus hijas, y decide dirigirse a su lugar de trabajo, cruzando la puerta de su casa para nunca más volver.
Llega a la sede de la Universidad, donde se encuentran estudiantes y profesores, por el mismo toque de queda impuesto por la junta militar, deciden pasar la noche ahí. A primera hora de la mañana del 12 de septiembre llega un bus con militares tomando como prisioneros a todos quienes estuvieran en el establecimiento estudiantil, siendo trasladados al Estadio Chile, llegando allí es donde un oficial reconoce a Víctor Jara, y desde ese momento el trato con él fue cada vez más brutal, le golpean dando culatazos, tirándolo al suelo y aislándolo del resto de los prisioneros. Un grupo de sus compañeros de trabajo se percatan que el militar encargado de vigilar a Víctor abandona su puesto, y entre ellos mismos lo lleva a las graderías para intentar curar sus heridas, darle agua y esconderlo bajo los asientos, cortando sus rizos con un cortaúñas, pensando que con esto no sería reconocido por los militares, pero esto fue inútil, seria nuevamente separado de los demás, para ser torturado, interrogado, y luego asesinado.
El día 16 de septiembre fue encontrado su cuerpo junto al de otras personas cerca del cementerio general, su viuda es avisada y ella decide darle una sepultura en la clandestinidad, sin público, sin lápida.
Joan su esposa recibe la última carta que Víctor logra escribir antes de ser asesinado, donde consiguió en secreto lápiz y papel escribiendo estas líneas.
“…¡Qué espanto causa el rostro del fascismo! Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada. La sangre para ellos son medallas. La matanza es acto de heroísmo. ¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío? ¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo? En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa, que lentamente querrá más la muerte. Pero de pronto me golpea la conciencia y veo esta marea sin latido y veo el pulso de las máquinas y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura. ¿Y México, Cuba y el mundo? ¡Que griten esta ignominia! Somos diez mil manos menos que no producen. ¿Cuántos somos en toda la patria?…”
Fuente: Fundación Victor Jara
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