Argelia: Multitudinarias manifestaciones siguen exigiendo un “cambio radical” de régimen y la “salida de todos los símbolos del sistema” (vídeos)

De imponentes calificaron los medios oficiales de Argelia las multitudinarias manifestaciones celebradas ayer viernes con la reivindicación unánime de ”cambio radical” del sistema y la ”salida de todos los símbolos del sistema” (todas las las figuras de  éste), como única solución a la crisis.

Un mar de gente de todos los estratos sociales, profesionales y étnicos tomó las calles por noveno viernes consecutivo desde que comenzó la movilización el 22 de febrero para rechazar la aspiración del entonces presidente Abdelaziz Bouteflika de postularse para un quinto mandato.

“Imponentes marchas por noveno viernes reivindican la salida de los símbolos del sistema”, tituló la agencia estatal APS su reseña de las demostraciones en Argel y en las otras 47 wilayas (provincias) del país.

Reportes de los principales canales de televisión también reflejaron que las demostraciones transcurrieron en un clima pacífico, en ocasiones festivo, y abarcaron casi la totalidad del territorio de esta nación africana.

Personas de todas las edades, incluidos bebés y niños llevados en coches por sus padres, marcharon en Argel por las calles Hassiba Ben Bouali y Didouche Mourad en dirección a la Grande Poste y la plaza Maurice Audin, puntos neurálgicos de las protestas contra la vieja cúpula en el poder.

Según constató Prensa Latina, tras la renuncia hace tres días del presidente del Consejo Constitucional, Tayez Belaiz, las consignas y cánticos de esta jornada se enfocaron en exigir la dimisión del actual mandatario interino, Abdelkader Bensalah, y del primer ministro Noureddine Bedoui.

Con banderas de Argelia y del pueblo bereber (al que se recordó hoy en la explanada de la Grande Poste) convertidas en capas, djellabas (túnicas tradicionales) o bufandas, cientos de miles de jóvenes lucían los colores patrios también maquillados en sus rostros o en ingeniosos gorros.

Sonidos de cornetas, trompetas y el repicar de darbukas (tambores orientales) hicieron danzar a muchos y amenizaron las concentraciones en las que los carteles dejaban claro la voluntad del pueblo argelino de seguir en las calles hasta ‘barrer’ o ‘sacar a la banda del sistema’ (poder).

Entre la variada inventiva expuesta en las pancartas ya se leía poco de Bouteflika, quien renunció el 2 de abril tras 20 años en el cargo y presionado por las movilizaciones callejeras, pero se reiteraba el reclamo de que salgan del escenario político su hermano Said y todos sus allegados.

Algunas de las demandas eran que la justicia “abra expedientes por corrupción y la dilapidación del erario público” contra miembros del anterior gobierno todavía en cargos relevantes, y fue contundente la defensa de la “unidad nacional” y que “la soberanía pertenece exclusivamente al pueblo”.

En la plaza Maurice Audin la fiesta era desbordante, mientras unos cantaban y bailaban -siempre con pancartas y banderas en mano-, otros llamaban a la paz y recordaban que hace una semana hubo allí violentas cargas policiales que dejaron casi medio centenar de heridos y unos 180 detenidos.

La circulación por el conocido como túnel de la facultad o de los estudiantes permaneció cerrada y la policía vigilaba a prudente distancia a la multitud que gritaba que ‘ejército y el pueblo son hermanos’ y ‘el pueblo rechaza a Bensalah, a Bedoui y a todo el sistema’.

En la explanada de la Grande Poste, se vivieron escenas muy similares con exigencias de que “queremos elecciones libres y transparentes tras la retirada del sistema” y “la única guía de Argelia es el pueblo”, en alusión a quién debe decidir cómo conducir el período de transición.

Presencia del pueblo amazigh

Consignas en lengua cabilia y banderas amazigh, probablemente mucho más de lo habitual, marcaron ayer las movilizaciones populares en Argelia para exigir un cambio político radical, con el añadido de rememorar una importante efeméride del pueblo bereber.

Las plazas Primero de Mayo y Maurice Audin, que junto a la Grande Poste se han convertido en tribunas de cientos de miles de manifestantes en el centro de Argel, quedaron abarrotadas desde primeras horas de este viernes, el noveno consecutivo de protestas contra lo que aquí llaman “le systame”, el sistema.

“Es nuestro país, hacemos lo que queremos” y “no perdonamos, no perdonamos”, fueron dos de las frases más repetidas a coro y entre saltos por jóvenes en el dialecto cabilio, en árabe, en francés, o con la combinación de ambos, como es común aquí, constató Prensa Latina en los tres lugares.

“One, two, three, Vive la´Algerie”, con mezcla de inglés y francés permitió hacer rimar otro mensaje dirigido a la cúpula que mantiene el poder aún después de la renuncia de Abdelaziz Bouteflika, el 2 de abril, y de la designación de su sucesor, Abdelkader Bensalah, una semana después.

Unas mujeres musulmanas acompañadas de niños exigían a coro y en una valla a un lado de la Grande Poste: “urgente, juicio a Said Bouteflika (hermano del expresidente) y a toda la banda, instalación de una comisión de seguimiento independiente para las elecciones, y elección de una Asamblea Constituyente”.

Para Abduli, un exmilitar que abogó por “reconocimiento para los millones de argelinos víctimas del genocidio y crímenes de guerra” cometidos por Francia hasta 1962, la demostración en cualquier rincón de Argelia “tiene que defender la soberanía y decir no a la injerencia extranjera”.

“Han saqueado toda la riqueza de Argelia, lárguense ladrones”, gritaba al unísono una multitud en la plaza Audin, y a acto seguido repetía las demandas más generalizadas de “systame, dégage” (sistema o gobierno, márchense), “hay que limpiar el poder”, “elecciones, pero ahora no” y “viva la democracia”.

Aunque prevaleció el mismo ambiente pacífico, patriótico y festivo de todas las demostraciones realizadas desde el 22 de febrero -cuando el pueblo impugnó la intención de Bouteflika de postularse a un quinto mandato-, la de este 19 de abril tuvo mezcla de sentimientos.

“Divorcio consumado entre el pueblo y el poder, sin ninguna solución, la legitimidad retorna al pueblo para la defensa de la muy querida Argelia”, se leía en un cartel que enarbolaban cinco hombres de distintas etnias, pero con elocuente tributo a la identidad nacional argelina y bereber.

Una valla con fondo rojo pedía “homenaje a los mártires de la primavera negra 2001, gloria a nuestros mártires”, junto a lo cual mostraba impresos innumerables retratos de los fallecidos durante la represión gubernamental contra activistas bereberes que pretendían manifestarse en abril de 2001.

Consultado sobre ese triste episodio, Momoh Ouargli, un cabil de unos 45 años, recordó los sucesos desatados el 10 de marzo de 1980 en la Universidad de Tizi Ouzou que se extendieron hasta el 20 de abril, y pasaron a la historia de este país como “Primavera Bereber”, luego ‘Primavera Negra’.

Entonces, la decisión del gobierno argelino de cancelar una conferencia del poeta cabilio (bereber) Mouloud Mammaeri en dicha casa de estudios provocó que estudiantes y profesores levantaron barricadas allí en rechazo a lo que consideraron represión y vejámenes a sus derechos.

La protesta se propagó en aquella región y en la capital del país con marchas, huelgas y concentraciones para exigir se reconociera la lengua amazigh o cabilia, y la irrupción de la policía para desalojar la universidad el 19 y 20 de abril generó la violencia con balance de heridos y detenidos.

Según recogen textos históricos, a partir de aquellos hechos diversos sectores de esta nación maghrebí conmemoraron cada 20 de abril la llamada Primavera Bereber, y en 2001, al coincidir con el aniversario 21, un estudiante murió en Tizi Ouzou mientras estaba detenido por la policía.

Aquel suceso desató otra ola de protestas y reyertas callejeras entre pobladores y fuerzas policiales con saldo de unos 120 manifestantes muertos, de acuerdo con distintos testimonios, de ahí que este viernes el rechazo a la vieja guardia devino exaltación de las víctimas de la “Primavera Negra”.

(Fuente: Prensa Latina)

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Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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