Grecia: A 10 años del asesinato de Alexis, la chispa que puso en pie a toda una generación, salen al grito de “policías, cerdos asesinos”

Se cumplen 10 años de la muerte de Alexandros Grigoropoulos, por un disparo en el corazón que salió del arma de un policía. El episodio marcó a una generación y cada año es conmemorado por miles de personas que salen a la calle al omnipresente grito de “policias, cerdos asesinos”. En esta fecha se producen siempre refriegas y choques entre antidisturbios y manifestantes.

La principal manifestación por la muerte de Alexis en Atenas reunió a unas 2.000 personas, según la policía. Los ya clásicos disturbios posteriores se saldaron con al menos 35 detenidos en la capital, así como varios heridos. Ciudades como Salónica y Chania acogieron también significativas protestas. Se tiene constancia de, al menos, cuatro heridos en Atenas, dos de ellos policías.

La marcha programada por la mañana, convocada por estudiantes reunió a en torno a 800 personas, según cifras oficiales, y vivió algunos momentos de tensión cuando la policía antidisturbios cargó en la calle Stadiou como respuesta al lanzamiento de piedras por parte de algunos manifestantes. La carga obligó al cortejo a interrumpir por unos 30 minutos su procesión hacia la plaza Sintagma, que después transcurrió sin incidentes.

Los manifestantes pusieron el acento en culpar a la policía y a los medios de comunicación de complicidad a la hora de justificar su gestión. La pancarta que abría la marcha principal estaba dedicada al caso de Zakarias Kostopoulos, activista LGTBI recientemente asesinado de una paliza. El tratamiento de este crimen por parte de la policía y los medios ha sido fuertemente criticado desde algunos sectores.

En la pancarta de cabecera podía leerse “desde Alexi hasta Zak, los crímenes políticos son estatales”. La misma crítica se realizó en su momento al supuesto contubernio entre policía y medios de comunicación a la hora de tratar la muerte de Grigoropoulos hace 10 años. Otros jóvenes de 15 años muertos por la policía fueron también recordados como Michalis Kaltezas o el turco Berkin Elvan.

Al menos una veintena de organizaciones políticas y sociales acudieron a la cita como Diktio Metanaston, Adarxia, Taxidi Antipizesi, AΠO, Rocinante, ORMA, OKDE, EEK, LAE o Anametris entre otras. Cuando la manifestación acabó, el escenario se desplazó al barrio de Echarjia, donde una multitud se afanaba en levantar barricadas ante la inminente llegada de los antidisturbios, dentro de un guión que se repite cada año.

Dicho vecindario fue otro año más el escenario de una batalla campal, un retumbar incesante de petardos, piedras, cócteles molotov y grandes cantidades de gas lacrimógeno y fuego. De hecho las llamas alcanzaron un apartamento en la calle Spiros Trikoupis, donde el fuego es sofocado más tarde.

Los mayores choques tuvieron lugar en las inmediaciones de las calles Tossitsa, Themistokleus, Spiros Trikoupis, Tsamadou y Stournari, donde la policía usó un vehículo blindado equipado con un cañón de agua a presión. Hacia las 10 de la noche la policía irrumpía en la plaza, provocando que la gente, estuviese participando en los disturbios o no, corriese a refugiarse en los portales adyacentes. Una ambulancia hubo de acudir a asistir a un chico que presentaba problemas respiratorios.

Una fecha señalada

El 6 de Diciembre de 2008 marcó un antes y un después. A principios de la década de los 2000 el país heleno se encontraba exultante. Aparentemente, era un periodo para la celebración y la euforia. Acorde con los indicadores macroeconómicos el país disfrutaba del periodo de mayor prosperidad de su historia. El PIB crecía cerca de un 4% anual, tocando techo en el 2008 al mismo tiempo que entraba en el exclusivo club de los cuarenta países más ricos del mundo.

El país organizó los Juegos Olímpicos de 2004, sintiendo más que nunca su aceptación en la familia europea y la consecuente superación del estigma orientalista. Los medios de comunicación jugaron un papel importante, alimentando el sentimiento colectivo de orgullo y felicidad. Pese a ello, la familia no demostraría ser tan idílica al fin y al cabo. La llamada Troika sentaría un precedente pocos años después demostrando que permitiría hundirse al país si no se atenía dócilmente al llamado “austericidio”.

La boyante situación económica, basada en parte en el fácil acceso a los mercados financieros internacionales y al consumo interno, adolecía de una endeble base. No todo el mundo estaba invitado a la fiesta y existía un profundo malestar creciente entre los estudiantes y las clases bajas, que empezaban a sentir que no existían las mismas oportunidades para todos, especialmente para los jóvenes. La dinámica, hasta entonces regla, por la cual la nueva generación vivía siempre mejor que la anterior se vio interrumpida, provocando el momento de la ruptura.

Haciéndose eco de esta nueva realidad social el tablero político comenzó a agitarse. Emerge así el grupo de extrema derecha Amanecer Dorado, que aprovecha para canalizar toda esa rabia y frustración contra el hasta entonces incuestionable bipartidismo liderado por los partidos políticos Pasok y Nueva Democracia.

A primeros de Diciembre de 2008, la prima de riesgo griega se encontraba en los 35 puntos básicos. A final de mes alcanzaría los 230 y en Mayo del 2010 los 1.280.

La chispa que prendió la mecha

Gina Tsalician, la madre de Alexandros Grigoropoulos, relató poco después de la muerte de su hijo cómo había mantenido una conversación con él pocos días antes y en relación al futuro del chico. Alexandros aseguraba que desconocía todavía qué haría en un futuro pero que estaba seguro de que sería famoso. Tsalician aseguró ayer en Radio 24/7 que su hijo no estaría de acuerdo con el uso de la violencia que se hace en su nombre.

El joven de 15 años, conocido en el imaginario heleno como Alexis –aunque su madre en los medios se refiere a él como Alexandros– se encontraba a las 9 de la noche con su pandilla en Echarjia, un barrio ateniense de tradición libertaria y popular entre la gente joven. Es entonces cuando dos policías, desoyendo la cadena de mando, les increpan verbalmente, confrontación que termina cuando Epaminondas Korkoneas, de 37 años, abre fuego sobre el grupo de amigos, alcanzando a Grigoropoulos en el corazón. Una hora después cientos de jóvenes protestan ya en las calles.

La información es al principio confusa. El portal de noticias IndyMedia Athens es el primero en dar la noticia de que un chico ha sido herido de gravedad por una bola de goma. A las 11 los principales medios de comunicación dan la noticia. Aseguran que el joven participaba en disturbios y que los policías actuaron en legítima defensa. Además, los chicos les habrían mostrado el dedo corazón.

La respuesta en las calles no se hace esperar. Es visceral y espontánea, lo que supone una novedad respecto a las movilizaciones previas. Esa noche hay poca presencia policial en las calles. El Gobierno, conducido por el partido de derecha, Nueva Democracia, decide mantener un perfil bajo, suponiendo que la revuelta no tardará en enfriarse.

Nada más lejos de la realidad. Esa misma noche cerca de 3.000 personas se congregan en Echarjia. La cita se ha viralizado a través de las redes sociales y otros han acudido espontáneamente. Deciden organizar una manifestación en el centro de la ciudad esa misma noche. Prácticamente todos los escaparates de la comercial calle Ermou, jalonada casi en su totalidad por grandes marcas y tiendas de lujo, amanecen hechos añicos.

Al día siguiente, el domingo, otra manifestación marcha hasta la Estación Central de la Policía, en la avenida Alexandras. La misma noche se producen importantes altercados que terminan con cerca de una veintena de policías heridos. Según testimonios de asistentes, los cuerpos de seguridad no paran de replegarse al verse desbordados en todo momento por una masa de gente, impelida por una creencia firme de tener la justicia y la razón de su parte. La protesta adquiere entonces grandes dimensiones a nivel nacional.

Entre los manifestantes se encuentran por ejemplo padres y madres que invitan a las fuerzas de seguridad a preguntarse qué hubiera ocurrido si el chico muerto hubiera sido su hijo. Los padres de Alexis aluden a su condición de estudiantes que participaron en la revuelta de la Politécnica de Atenas más de 30 años antes. El grito de rabia identifica principalmente a los jóvenes pero a la vez tiene un fuerte componente transversal que permea en gran parte de la sociedad.

“Merry christmas and happy new fear”

El ritmo de acontecimientos comienza a precipitarse: el viceprimer ministro pone su dimisión sobre la mesa, pero esta no es aceptada por el primer ministro, Kostas Karamanlis. Los tres sindicatos de profesores de primaria y secundaria se declaran en huelga y el lunes cerca de 5.000 estudiantes de secundaria se concentran de nuevo frente a la estación de policía central.

El martes tiene lugar el funeral. Unas 35.000 personas, según medios locales de televisión, despiden un pequeño ataúd blanco. En los subsiguientes disturbios la policía realiza tiros al aire y la situación empieza a acaparar atención de los medios internacionales. Las protestas generan réplicas a nivel internacional. En Madrid y Barcelona se atacan algunas estaciones de policía produciéndose 11 detenciones. En París arden coches.

La movilización no cesa y el miércoles se convoca una huelga general. Cerca de 100 colegios son ocupados por los propios alumnos y el personal docente. Este número crecerá en los días siguientes hasta sumar cerca de 400 centros educativos.

El mismo día se prende fuego al gigantesco árbol de navidad de la plaza Sintagma, imagen icónica de la revuelta y que protagoniza una inusual pero popular postal navideña con el sugerente “Merry Christmas and Happy New Fear” (Feliz Navidad y Feliz Nuevo Miedo). El Ejército se despliega en las calles por primera vez desde la caída de la Dictadura en 1974.

El viernes una multitud acude a un acto en el lugar del asesinato, donde la calle es rebautizada con el nombre de Alexandros Grigoropoulos. No obstante ese cambio no se ha producido a día de hoy de forma oficial y en el callejero mantiene el nombre de Tzabella. Sí existe un pequeño monumento conmemorativo en el lugar.

Antes de empezar a perder intensidad, la ola de protestas todavía genera un hecho insólito. El día 16, varios platós de televisión son ocupados mientras están en el aire. Durante algunos minutos, algunos activistas despliegan una pancarta que reza “apaga la tele y ven con nosotros a la calle”. La acción como es de prever suscita un gran impacto mediático.

La espiral creciente continúa. El viernes de la segunda semana queda en libertad Athanasios Melista, quien en 1985 había protagonizado una acción parecida matando de un disparo a Michalis Katsevas, de 15 años, durante los tradicionales disturbios en la conmemoración de la Politécnica de Atenas. Tras quedar libre, un grupo de gente ataca su casa y prende fuego a su coche.

Después de unos conciertos masivos en la zona de Panepistimio, la movilización empieza a decaer a la tercera semana. La protesta frena su inercia de manera natural y también su apoyo se resiente como consecuencia de episodios oportunistas de saqueo. A su vez tienen lugar tres tiroteos, rodeados de muchas incógnitas y de autoría desconocida, en los que se dispara con kalasnikov contra la policía.

No obstante, todavía hay espacio para una expresión cultural y artística de la protesta. La Opera Nacional, tradicionalmente relacionada con personas acaudaladas, es ocupada durante dos meses y medio, acogiendo representaciones artísticas por parte de diversos colectivos.

En 2010, Korkoneas es condenado a cadena perpetua después de que su defensa intentara mantener una versión que incluía una rocambolesca trayectoria del mortal proyectil. El compañero que le acompañaba, Vassilis Saraliotis, condenado a 10 años de prisión, obtuvo el tercer grado el pasado año 2012.

(Fuente: El Salto / Autor: Miguel Carvajal Saiz)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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