24 de Marzo: 18º aniversario de los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia

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Un día como hoy, hace 18 años, en 1999, la maquinaria de guerra de la Alianza Noratlántica (OTAN) iniciaba los bombardeos sobre la República Federal de Yugoslavia, conocidos con el nombre de Operación Fuerza Aliada (Operation Allied Force en inglés), como colofón del desmembramiento de este Estado balcánico.

Estados Unidos y sus aliados del pacto bélico habían encontrado la fórmula para sacar el tema de la intervención militar del Consejo de Seguridad de la ONU y obviar así el seguro veto de Rusia y propinar el golpe final al gobierno de Slobodan Milosevic.

La operación, presentada al mundo como Conversaciones de Rambouillet, en Francia, (6 al 17 de febrero de 1999) para poner fin a los enfrentamientos armados en Kosovo, no fueron tales porque nunca estuvieron frente a frente en una mesa las delegaciones de Yugoslavia y los albano-kosovares. Pero no solo eso resultó una farsa, sino también la propuesta de acuerdo de paz redactada por Washington.

Unido a la separación de Kosovo, esa fórmula obligaba a Belgrado a permitir tropas no solo en ese territorio, sino en todo el país, desplazamiento libre por aire, mar y tierra y, además, pagar los gastos de todo ese despliegue, una formulación inaceptable para cualquier Estado. La entonces Yugoslavia firmó los documentos generales del tratado, menos los artículos que comprendían esos aspectos violatorios de la soberanía.

El 22 de marzo de 1999 llegó a la capital yugoslava el negociador impuesto por Estados Unidos, Richard Holbrooke, para entregar a Milosevic un ultimátum: “acepta el paquete completo o la OTAN bombardea el país”. El día 23 el parlamento federal rechazó el despliegue de las tropas de la OTAN, la señal que esperaba el secretario general del pacto, Javier Solana, para dar curso al ataque, que comenzó en la madrugada del 24.

Desde ese momento y hasta el 10 de junio fueron 78 días de incursiones aéreas de la OTAN con el empleo de más de mil aviones modernos, de acuerdo con fuentes de la Alianza. Se realizaron 38 mil misiones para descargar bombas y cohetes que causaron la muerte de entre dos mil 500 y tres mil civiles.

Sin la autorización del Consejo de Seguridad fue desatada una guerra sobre un país miembro de la ONU, con el objetivo de ‘disuadir’ a sus autoridades a aceptar una virtual capitulación, la cual estuvo acompañada de una campaña sicológica para amedrentar a la población.

Los blancos militares destruidos, el argumento esgrimido para detener las acciones del ejército y la policía yugoslavos contra la población albanokosovar, fueron insignificantes, pero el barrido de puentes, fábricas, acueductos, refinerías, escuelas y hospitales sumieron al país en una profunda crisis económica. De acuerdo con las autoridades de Belgrado, el daño causado se elevó a unos 100 mil millones de dólares y sus ciudadanos pasaron a ser los más pobres de Europa, según estudios británicos.

El fin justifica los medios, una sentencia atribuida a Napoleón Bonaparte, se aplicó a rajatabla por Estados Unidos y la OTAN: Yugoslavia sucumbió y después fracasó la alianza de Serbia y Montenegro en 2006.

Kosovo proclamó unilateralmente la independencia en febrero de 2008, y en noviembre de 2009 el presidente William Clinton inauguró en Prístina su propia estatua dorada y de tres metros de altura. Fue un culto al artífice de aquellos bombardeos, que juristas internacionales se atreven a calificar de crimen, aunque nunca juzgado y mucho menos castigado.

(Fuente: Prensa Latina / Autor: Roberto Molina Hernández)

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Recordando: 78 días de la barbarie asesina de la OTAN en Yugoslavia

Durante la operación denominada Fuerza Aliada (Operation Allied Force), que tuvo lugar durante la Guerra de Kosovo y duró hasta el 10 junio de 1999, fueron lanzados más de 2.300 misiles de crucero y 14.000 bombas sobre el territorio de Yugoslavia, 212 de ellas solo en Belgrado.

No se conoce exactamente el número de civiles muertos, pero se trata de aproximadamente dos mil víctimas. Aparte de los objetivos militares e industriales, también se bombardeó a la población civil — viviendas, hospitales y escuelas—. Los bombardeos afectaron unas 40 mil casas, más de 300 escuelas y más de 20 hospitales yugoslavos.

En los ataques de la OTAN en Yugoslavia murieron más de 88 niños. La primera pequeña víctima de la operación, Milica Rakic, de tres años, estaba sentada en el sanitario cuando fue alcanzada por un proyectil. “Nadie puede recuperar a mi hija, pero quiero, aunque sé que será difícil, que los culpables sean castigados. Y no me importa cuándo esto suceda”, declaró Zharko Rakic, el padre de Milica, en el tribunal.

Como reconocen los expertos, las bombas de la OTAN no escatimaron ni siquiera a los albaneses kosovares a los que defendían, ya que en mayo de 1999 los aviones de la Alianza bombardearon a los refugiados que regresaban a sus casas.

Se recuerda, además, el ataque con bombas de racimo sobre la ciudad de Nis, cuando los aviones de la OTAN atacaron por error a los civiles en vez de destruir el aeropuerto militar, murieron más de 15 personas, entre ellos Liljana Ilic, una mujer embarazada de 26 años. “Aquel día mi vida se acabó. La OTAN asesinó a mi hija, mi orgullo, y a mi nieto, a quien yo tanto esperaba”, declaró la madre de la mujer, Radmila, 15 años después.

La guerra fue iniciada unilateralmente por la OTAN, sin autorización previa del Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que los bombardeos son considerados una violación a la Carta de las Naciones Unidas. La causa principal de la injerencia de la OTAN fue el conflicto interétnico entre los serbios y los albaneses. Las partes del conflicto no pudieron llegar a un acuerdo, además, las autoridades de Serbia fueron acusadas del envío de tropas a Kosovo y Metohija y de tener una política de limpieza étnica contra la población albanesa.

Los daños que dejaron los bombardeos se estiman en miles de millones de dólares. Aparte de las instalaciones industriales, fueron eliminados decenas de hospitales, guarderías y escuelas. Sobre Yugoslavia fueron lanzados unos 31 mil dispositivos con uranio empobrecido. Según los datos del Instituto de Salud Pública serbio durante los últimos 10, 12 años, la cantidad de los que padecen leucemia o linfoma aumentó un 110 por ciento, mientras que el caso de muertes aumentó un 180. El jefe de la Comunidad Serbia de la lucha contra el Cáncer, el profesor Slobodan Cikaric, destacó que en mayo y junio de 1999, los especialistas internacionales de Grecia y Bulgaria comunicaron que en algunos barrios de sus países, el volumen de la radiación era 30 veces mayor de lo normal.

“Se podía saber por el sonido si un avión llevaba armas a bordo o no. Conocíamos todo tipo de armas, todo tipo de bombas y de aviones. Todos nosotros nos convertimos en expertos”, cuenta la corresponsal de RT Jelena Milincic, quien junto con su familia y sus amigos está entre los que vivieron los horrores de aquellos días de guerra. 15 años después viajó a Serbia junto con su compañera de trabajo, la estadounidense Anissa Naouai, para tratar de desvelar una verdad sobre aquellos sangrientos días que hasta ahora permanece oculta para muchos. Su búsqueda quedó recogida en el documental exclusivo de RT ‘Зашто? ¿Por qué?’.

“Una importante ciudad europea fue sometida a un ataque aéreo y me cuesta mucho imaginar que tan solo unos pocos estadounidenses sabían lo que estaba ocurriendo. Incluso ahora, 15 años después del ataque, no creo que muchos estadounidenses sean capaces de señalar a Serbia en el mapa y explicar por qué bombardearon este país”, comenta Anissa.

Estos dos meses y medio de ataques aéreos incesantes se cobraron la vida de más de 2.000 civiles, 88 niños entre ellos, y dejaron 6.000 heridos. Pero estos datos no son más que frías cifras. Detrás están las tragedias humanas y 15 años después estas heridas abiertas siguen doliendo. “Se suele pensar que con el tiempo todo se hace más leve, un hombre es capaz de olvidarse de muchas cosas insignificantes, pero de esto, no sé… no es lo mismo que cerrar un libro y decir ‘es horrible’. Es imposible olvidarlo”, cuenta Zoran, uno de los testigos de los bombardeos de Belgrado.

Un taxista capitalino recuerda cómo la guerra entró en su vida: “Vivo en el barrio donde cayó la primera bomba. Mi mujer estaba viendo una serie mexicana y yo estaba en la terraza. De repente, escuché una explosión y vi humo. La alarma aérea empezó a sonar solo 20 minutos más tarde”.

El 12 de abril de 1999 la OTAN bombardeó un tren de pasajeros que pasaba por un puente en las cercanías de la ciudad de Niš. “Sentimos el impacto de la explosión y vimos las llamas y las chispas que salían de las ruedas del tren. Iba a tanta velocidad que se levantó medio metro por encima del suelo. No sé cómo pudimos quedarnos sobre los raíles. Oí el ruido de la explosión y salté del tren. En aquel momento la explosión hizo estallar los cristales. No vi nada más que polvo. Solo quería sobrevivir. Me eché a correr y oí acercarse los aviones de nuevo. Luego una explosión más y gritos y gemidos de la gente que pedía socorro. ¿Qué pasaría si sus civiles sufrieran lo mismo? No lo entiendo y no hay respuesta para esto. No hay excusa”, cuenta uno de los pasajeros.

“Nuestro compañero se tiró del tren conmigo. Tenía mucho miedo. En aquel momento, le cayó encima una bomba y lo hizo volar en pedazos. Es algo que me atormenta: si el primer misil fue un error, ¿por qué se lanzaron otros tres después?”, comenta su amigo. En el ataque fallecieron 15 personas (al menos esas fueron las que los médicos lograron identificar) y otras 44 resultaron heridas. Hasta ahora muchos pasajeros de aquel tren continúan dándose por desaparecidos.

“La televisión serbia forma parte de la máquina de matar de Milosevic igual que los militares”, declaró el entonces portavoz del Pentágono, Kenneth Bacon, y el 23 de abril de 1999 misiles de crucero destrozaron la sede de la cadena RTS en Belgrado, matando a 16 trabajadores del canal, principalmente personal técnico. “Yo estaba a 10 metros de la sala de control donde impactó la bomba. Estábamos en una sala de redacción grande y entonces el marco de la puerta cayó encima de mi mesa y sobre mis piernas. Era terrible. Como si fuera un terremoto. Enseguida empezó a caer polvo por todas partes. Entonces nos dimos cuenta de que era un ataque contra nosotros… Un par de minutos antes, me estaba comiendo un pastel de manzana con un muchacho que murió”, recuerda una de las empleadas de RTS por aquel entonces. La cadena volvió a emitir desde una localización secreta unas 24 horas después del ataque. En honor a las 16 víctimas mortales, frente al edificio están plantados 16 árboles.

Según Anissa, una situación así a finales del siglo XX “es algo inconcebible”. “Trato de imaginar qué sensación produciría llegar al trabajo, entrar en la sala de redacción y convertirse en el objetivo de un ataque. Eso es traspasar el límite entre la guerra de información mediática y la guerra real”, comenta.

Los bombardeos de la OTAN afectaron a unas 40.000 casas residenciales, más de 300 escuelas y más de 20 hospitales, entre ellos el hospital capitalino Dr. Dragiša Mišović–Dedinje. “Vivíamos en la zona de Nuevo Belgrado, en la orilla del río Sava. Cuando empezó el bombardeo, mi mujer estaba embarazada de siete meses. Estaba preparado para todo: si hubieran destruido el puente, la habría llevado en lancha. El día que mi mujer dio a luz a nuestro segundo hijo, yo estaba en el hospital con ella. Salí a la calle y me quedé a la espera de que me dijeran que todo estaba bien. De repente, oí el sonido de la bomba que se acercaba cada vez más y más en dirección al hospital. Al final pude localizarlos: mi mujer estaba llorando. Una enfermera me agarró de la mano, me llevó con ella y me enseñó a unos seis o siete bebés. Me entregó a dos bebés y me dijo: ‘Venga, ayúdame a llevarlos al sótano'”, cuenta un hombre que estuvo aquel día 20 de mayo de 1999 en la clínica. Según él, su segundo hijo, que nació durante aquel bombardeo, asegura que se acuerda de lo que sucedió y que en sus sueños a veces aparece en medio de una batalla.

En el ataque murieron 10 personas, la sección infantil y la de maternidad sufrieron daños. “Lo peor para mí es ver a los niños morir cuando quedan heridos tras un bombardeo. Vi a niños que se quedaron sin brazos, sin piernas, con la cabeza sangrando. Soy un profesional, pero me lo tomo muy a pecho. Es difícil superar esto”, confiesa uno de los médicos que trabajaba en el lugar.

Múrino es un pueblo diminuto en el territorio del actual Montenegro. Un bombardeo de la OTAN se cobró las vidas de seis de sus vecinos, incluidos tres niños. Ocho más resultaron heridos. “La OTAN para mí no es más que la organización terrorista de EE.UU. ¡¿Por qué nos bombardearon?! No éramos un blanco militar, no hicimos nada para provocarles. Era un lugar pequeño y pacífico. Y mataron a nuestros niños”, exclama el padre de Miroslav, uno de los niños muertos.

“Vivíamos en Pristina [la capital de Kosovo]. Lo que me daba más miedo eran los terroristas del Ejército de Liberación de Kosovo que operaban en esta zona. Y fui yo, yo insistí en que fueran las cuatro a Múrino. Por eso estaban allí. Dos hijas mías y dos de mi cuñada. Yo organicé el viaje y las llevé”, explica el hombre, que perdió en el ataque a una de sus hijas y a su sobrina, con lágrimas en los ojos. “Las dos niñas más pequeñas estaban cerca de la escuela y las otras dos corrieron junto a Miroslav que también murió. A eso de las 21 horas, escuché por la radio que habían bombardeado Múrino y que habían muerto seis personas, incluyendo refugiados de Pristina. Y allí fue cuando me enteré. ¡¿Por qué tuvo que pasar?!”, dice.

“No querían dejarme verlo. Me decían que mejor que lo recordara como era antes. Su padre fue a verlo. Pero todo lo que vio fueron pedazos. Le faltaba un trozo de la cabeza. No tenía brazos ni piernas. ¡Malditos! ¡Ni el monstruo más cruel haría tal cosa! Lo pusieron en una bolsa de plástico y la bolsa la pusieron en un ataúd, sin ropa, sin zapatos. Esto es lo que más me duele. Lo enterramos como a un animal”, llora la madre de Miroslav.

“Los medios estaban tergiversándolo todo”, insiste por su parte el padre del joven muerto y muestra un periódico croata de la fecha. “Miren lo distorsionada que está la información. El titular dice: ‘Milošević está perdiendo entre 70 y 100 soldados diarios’. ¡Y esta foto es del funeral de Miroslav! Y escribieron que era el funeral de un soldado. Y era el funeral de nuestro hijo muerto. Pero publican estas mentiras en los periódicos croatas. Les dimos la foto y nunca pensábamos que publicarían algo así”, exclama.

“¡Que el diablo se lleve a todos los de la OTAN! Mataron a tres niños hermosos y dijeron que fue un error. Los tres grandes edificios que destruyeron el 11 de septiembre fueron el castigo de Dios por lo que hicieron. Disfruté de verlo. Lamento mucho que la gente no sepa lo que ocurrió aquí. […] ¡Cuéntenles la verdad! ¡Cuenten lo que vieron! […]. ¡Malditos! ¡Sufrirán huracanes y tsunamis, estoy segura! ¡Ojalá los terroristas consiguiesen atacar la Casa Blanca!”, exclama su esposa y pide que se cuente toda la verdad sobre los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia.

“No entiendo cómo el mundo puede permitir que la OTAN ni siquiera pida perdón por todo esto”, insiste la estadounidense Anissa Naouai y puntualiza que la imagen de la guerra en Yugoslavia que presentaban los medios de EE.UU. era muy diferente del retrato que hacían de ella los medios serbios.

(Fuentes: Sputnik – Mundo / Russia Today – RT)

Francisco Campos

Francisco Campos

Nació en Sevilla en 21 de julio de 1958. Trabaja como administrativo. Es autor del libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" (Hojas Monfíes, 2017).

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