San J. Biden y un lucifer llamado Putin

Por Narciso Isa Conde.

Este tema tiene que ver con la santificación de la OTAN y el PENTÁGONO y la satanización de RUSIA por la dictadura mediática mundial del sistema imperialista mundial, pautada por las cadenas, agencias y centros estadounidenses; a las que se suman todas las dependencias grandes, medianas y pequeñas de todos los continentes.

RT, TELESUR, Prensa Latina tienen el mérito de no plegarse, pero no tienen el poder para evitar el alto grado de alienación y predominio de la mentira y la captura temporal de las mentes de grandes contingentes humanos. Aquí, en República Dominicana, gran parte de la población luce drogada por una alta dosis de mentiras, falsas noticias y tergiversaciones.

Es muy extraño encontrar comunicadores/as que no estén adocenados/as o influidos por ese patrón comunicacional. En muchas partes la virtualidad manipulada reemplaza la realidad. La imagen sustituye los hechos y la historia real. No cuentan para nada….

Hiroshima y Nagasaki.

La guerra contra Corea, Vietnam, Camboya, Filipinas…

La matanza en Indonesia.

Las invasiones en América Latina y el Caribe.

Las dictaduras fascistas impuestas desde Washington.

Los genocidios del Pentágono, OTAN e Israel en Palestina, Líbano, Yemen, Libia, Siria, Irak y Afganistán.

Las masacres en África.

Las invasiones a la ex Yugoslavia y los exterminios en Kosovo.

Los golpes de Estado sangrientos a nivel planetario.

Los embargos y bloqueos empobrecedores.

Las guerras de diferentes intensidades y generaciones en Centroamérica, en Colombia, contra Venezuela y Cuba; incluidas guerras químicas, bacteriológicas, biológicas…

Las cadenas de bases militares del Pentágono y OTAN en todo el mundo.

Las prácticas colonialistas en Asia, África y América Latina y el Caribe.

Las diferentes modalidades de terrorismo de Estado y paramilitarismo made in Usa.

La gansterización del capitalismo y la narco-corrupción, de la que se nutren sus grandes bancos de negocios y hasta sus partidos.

Nada de eso cuenta. Todo eso supuestamente se hace por la democracia, la libertad, la soberanía y la paz mundial. Es parte de la ayuda humanitaria inspirada por su Dios.

Los adversarios y las víctimas están poseídas por Satanás. Son los invasores, son los terroristas, son los dictadores. Los jefes del capitalismo occidental son los grandes civilizadores. Otras civilizaciones y creencias representan la barbarie y el atraso. La supremacía blanca, la colonialidad y la violencia que de ellas emanan, son designios divinos. La santidad acompaña la conquista brutal y reconquista devastadora del Occidente sobre el Oriente. La única soberanía que merece respeto es la de las superpotencias de Norteamérica y Europa Occidental, pero sobre todo la de EEUU.

• ILUSIONES, FANTASÍAS Y REALIDADES.

El planeta debe ser de su propiedad, aunque esto, a estas alturas, solo sea una ilusión. Pero es que para ellos la verdad es la fantasía junto a la mentira que sus “mass medias” logran imponer periódicamente, hasta que se desvanecen por el peso de la realidad.

La reconquista del poderío perdido es parte de esa ilusión forjada a base de estigmatizar a sus adversarios de diferentes pintas dentro de esa gran competencia por la posesión de áreas geoestratégicas y el control de grandes y valiosas reservas fuera de sus predios.

La debilidad esencial los lleva a incorporar la religión al Estado y a la política, renegando de su origen, aplastando el laicismo, copiando aquellas monarquías fundidas con las iglesias. Todo se vale con tal de dominar y pretender extender su dominio, sin poder hacerlo. De ahí el golpe del 2014 en Ucrania para traspasar el mando a un narco-político pro occidental, fascistoide por demás.

En esa fecha comenzó en Ucrania la guerra desatada por EEUU y la OTAN, que en 7 años ha provocado 14 mil muertos que no se cuentan en la contabilidad de la dictadura mediática occidental, regida por una virtualidad superpuesta al mundo real, que desprecia en demasía la vida de los seres humanos y de la Madre Tierra. Así resulta que la Rusia amenazada en las áreas de influencia propias de las grandes potencias, con sus fronteras militarizadas por sus adversarios, amenazada por un cerco militar tendido por el Pentágono y la OTAN, debía que resignarse a perder, aun teniendo fuerza, condiciones y circunstancias para ganar esa disputa político-militar; disputa librada entre el nacionalismo gran ruso y el contra-ataque de un imperialismo en decadencia, que ilusoriamente también pretende obligar a recular el inmenso poder de China y negarle soberanía a todo el que se quiera auto-determinar.

Entonces acontece que el que resiste el ataque y emprende la contraofensiva, es el gran bandido, el país agresor, el mismo Lucifer; siempre en la lógica del gran provocador, que usa la ideología como droga para capturar mentes temporalmente cautivas y colocar al revés el mundo real. Así se santifican a los Biden y a los Trump, y se satanizan a los Putin y Xi Jinping.

Pero resulta que esta no es una disputa entre santos y diablos, sino entre superpotencias decadentes y superpotencias emergentes, en la que la derrota definitiva de lo que declina, después de 500 años de hegemonía y de numerosos crímenes de lesa humanidad, podría facilitar opciones distintas a los actuales regímenes de China y de Rusia, que definitivamente encarnen la emancipación de la humanidad.

Porque, sin negar sus grandes aportes al derrumbe de la civilización burguesa occidental que se avizora, ni Rusia ni China -tal y como se perfilan hoy sus respectivos modelos- pueden ser consideradas estaciones finales de las rebeldías populares de estos tiempos, ni de la abolición del capitalismo y el predominio del ideal socialista y la felicidad colectiva.

El cielo habrá de ser tomado por asalto por una ruta alterna a todos los capitalismos imperantes. Un cielo sin santos ni demonios, solo con pueblos liberados, libertad plena y bienestar colectivo, como lo soñó el viejo Marx. (4-03-22 // Santo Domingo, RD.)

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