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Oligarquía española aprieta el tornillo autoritario del régimen del 78

Uno de los fetiches de la “democracia” burguesa es la división de poderes y la independencia.
En el actual Estado español simplemente no existe según la concepción de Montesquieu.
La deriva autoritaria promovida por su oligarquía para mantener a toda costa la unidad territorial del Estado, ha dinamitado el formalismo democrático que intentaba homologar España a la exterioridad de las “democracias” occidentales.
A la involución en curso del régimen postfranquista ya no le importan las apariencias.
¿Cómo es posible, en la lógica del parlamentarismo burgués, que un juez altere un proceso de investidura de un parlamento deteniendo al candidato a la presidencia? ¿Cómo se puede justificar en la lógica de la “democracia” burguesa que el juez Pablo Llarena dinamite el Pleno del Parlament deteniendo a Jordi Turull?
No me refiero a la Turquía de Erdogan, sino al Reino de España de Felipe VI.
¡Esto es la España de 2018! Gobernada por una casta política cleptocrática y criminal, tutelada por el Ibex 35, donde la decisión de un juez prevalece sobre millones de voluntades expresadas en las urnas.
El franquismo está bien instalado en los poderes del Estado, en la superestructura de un régimen continuador del fascismo impuesto en la victoria militar de 1939.
Nuevamente en la lucidez  analítica del materialismo científico de Karl Marx encontramos explicación: “La historia se repite, la primera vez como tragedia y la segunda como farsa” [Dieciocho Brumario de Louis Bonaparte, 1852].
Las decisiones políticas de M punto Rajói, de Albert Rivera y de Pedro Sánchez están inspiradas en las de José Calvo Sotelo, José Antonio y Gil Robles.
Ante esta situación el dilema no es democracia “avanzada” frente a la involución reaccionaria, tampoco es reinstauración del “Estado de derecho” frente al autoritarismo.
La alternativa al fascismo es la Revolución Socialista.
No nos engañemos, estamos al borde del precipicio, y lo peor de todo no es la clara orientación neofascista de las políticas de la burguesía, lo dramático es el marasmo en el que está instalado el proletariado y la clase obrera, inerme, sin voz ni iniciativa, carente de un partido comunista revolucionario y de herramientas defensivas.
Que nadie se engañe, sin muro de contención ni instrumentos de combate, pereceremos.

Carlos Morais

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Carlos Ríos

Vine al mundo en Granada en 1977. Soy licenciado en Geografía y trabajador en el sector de la enseñanza. Escribí "La identidad andaluza en el Flamenco" (Atrapasueños, 2009) y "La memoria desmontable, tres olvidados de la cultura andaluza" (El Bandolero, 2011) a dos manos. He hecho aportaciones a las obras colectivas "Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos" (Hojas Monfíes, 2017) y "Blas Infante: revolucionario andaluz" (Hojas Monfíes, 2019).

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