La abstención, el voto que más les duele
Por Izquierda Castellana.


Todos los sondeos electorales, excepto los de Tezanos, actual responsable del CIS, dan una abultada ventaja al PP sobre el PSOE de Pedro Sánchez, tanto en votos como en escaños. El actual Presidente del Gobierno, con su soberbia habitual, dice que sus informaciones le dan como ganador a él, eso sí, sin mayoría absoluta (cuánta modestia).
Los resultados electorales son en lo esencial la consecuencia de cómo la sociedad valora la gestión que han hecho los partidos políticos en el periodo anterior a estas. Es, de alguna manera, un examen de cuya nota depende la configuración de las futuras políticas institucionales para la siguiente etapa. No parece extraño que el PP y en general el bloque de la derecha del Régimen gane las próximas elecciones, lo extraño sería que las ganaran las fuerzas políticas que se sitúan en el ala izquierda del Régimen. Y esto, simplemente, porque lo han hecho francamente mal.
En primer lugar, no han cumplido ninguno de sus compromisos electorales, comenzando por la derogación de la “Ley mordaza”, herramienta principal para el control y represión del movimiento popular, tan utilizada por el Gobierno de Mariano Rajoy, pero aún más por el llamado “gobierno de progreso PSOE-UP”, especialmente durante la pandemia.


En segundo lugar, han aprobado leyes que en lo fundamental no sólo no han servido para resolver problemas, sino que los han empeorado, como la llamada Ley del «solo sí es sí» o a la Ley trans. En otras cuestiones, como la Reforma Laboral, han realizado pequeños cambios cosméticos que no afectan a ninguna de las cuestiones de fondo. Mención aparte se merece la traición relativa al cambio de posición con respecto al Sáhara, al que pretenden entregar de nuevo, aunque no lo conseguirán, al Reino de Marruecos.
Pero lo peor de todo es que el Gobierno de coalición PSOE-UP ha basado toda su gestión en la manipulación y la mentira sistemática al conjunto de la población, todo ello con el objetivo de alienar a la sociedad, intentando despojarla de los recursos útiles que pudieran generar un clima de crítica social basado en la racionalidad; como ejemplo, está todo lo relacionado con la pandemia, sobre la que fueron cambiando de criterio en giros copernicanos sin dar explicación alguna. En las primeras semanas de enero de 2020, cuando los portavoces del Gobierno decían que aquí no llegaría la pandemia y que de hacerlo no sería más que a través de unos cuantos casos aislados, cuando era evidente desde cualquier planteamiento medianamente científico que aquello era una aberración absoluta.
Paralelamente pusieron en marcha herramientas para impulsar todo tipo de sectarismos en el seno del pueblo trabajador, con el afán de fraccionarlo e intentar impedir la construcción de un proyecto cohesionado de resistencia. Aunque no lo consiguieron, hay que reconocer que hicieron daño, pero este es reversible y ya se esta revirtiendo, con cierta rapidez.
La continuidad de un Gobierno de Coalición como el actual, además con el incremento del protagonismo de un personaje tan nefasto como Yolanda Díaz, es lo peor que le podría pasar al pueblo trabajador castellano. Por eso, echar del Gobierno a la escoria política, intelectual y moral que actualmente lo ocupa será una muy buena noticia. Sabemos muy bien que el Gobierno que vendrá a sustituir al actual, compuesto por los partidos de la derecha del Régimen, no llevará adelante un programa mejor que el actual, sino todo lo contrario. Sin embargo, esa no es la cuestión en estas elecciones. Lo que está en cuestión es dar una lección a todos los partidos del Régimen monárquico actual; y la mejor manera de hacerlo es logrando la mayor abstención posible como expresión de ello. Como dato, recordemos que en las últimas elecciones generales griegas hubo un 48% de abstención. Ello demostrará la cada vez mayor desafección hacia el Régimen del 78 y los principales partidos que lo ocupan para su exclusivo beneficio. Esta es nuestra posición para nuestra tierra, Castilla, incluyendo por supuesto Madrid.


Parece ser que en Cataluña la ANC está valorando allí una posición similar, como elemento de rechazo a la política de incoherencias seguida por las fuerzas independentistas. Nos alegramos de esa posibilidad.
El portavoz de la OTAN en el Gobierno español, actual presidente de esa estructura, ha anunciado a bombo y platillo (se imaginará que le va a beneficiar electoralmente) que su primera actividad como presidente de turno de la UE va a ser la de hacer un viaje de pleitesía a Zelenski, en el que además está prevista una intervención en el Parlamento ucraniano, o lo que queda de él después de la ilegalización de la mayoría de las fuerzas políticas de la oposición. Expresará en ésta el compromiso renovado de su gobierno con la continuidad de esa guerra cada vez más peligrosa. Sánchez espera a través de esa actitud que el imperialismo y sus medios se vuelquen en apoyar su reelección. El imperialismo es criminal, pero no es tonto del todo, al menos de momento, y por ahora no necesitan a un nuevo Zelenski en la Península ibérica.
La industria occidental de armas, especialmente la americana, está obteniendo beneficios históricos. Lockheed Martin ha tenido una subida de más del 21% en sus acciones en lo que va de año, y el Nasdaq 100 ha tenido el mejor trimestre de su historia. Para esto, junto con otras muchas desgracias, es para lo que está sirviendo la guerra de la OTAN en Ucrania.
Echar al Gobierno de Pedro Sánchez y poner fin a la guerra son dos objetivos claros para el pueblo trabajador castellano. No más sangre y muertes para engrosar las ganancias de las multinacionales del armamento.
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