De la cárcel al frente, según Planeta

Por Manuel Rodríguez Illana.

El jueves 15 de septiembre varios medios escritos y audiovisuales transmitían una breve noticia sobre la guerra OTANRusia en territorio ucraniano ilustrada con imágenes de “un centro penitenciario ruso en las que se ve el reclutamiento a convictos, supuestamente por parte de la empresa privada de mercenarios Wagner, para que participen en la campaña militar rusa en Ucrania”. Por supuesto, entre tales difusiones estuvo la de los informativos de los canales televisivos generalistas de Atresmedia, grupo perteneciente al emporio mediático Planeta; esto es, Antena 3 (Antena3.com, misma fecha) (1), a cuyo programa diario de noticias pertenece el extracto reproducido, y La Sexta (Lasexta.com, ídem) (2).

El conglomerado al que pertenecen Antena 3, La Sexta y La Razón (uno de cuyas muestras mediáticas examinaremos más adelante) fue fundado por “José Manuel Lara (hoy ex marqués de El Pedroso, localidad de la sierra norte de Sevilla, una zona muy castigada por el subdesarrollo en el franquismo), quien se afincó tras la guerra civil (en la que luchó al lado del bando franquista) en Barcelona. No porque fuera un inmigrante andaluz (su padre fue médico) sino porque le pareció conveniente”. Allí “se dedicó a la compra y venta de libros hasta ir creciendo y dejar, a su muerte, en 2003, un emporio mediático muy relevante” que comenzó con la editorial Planeta y se hizo famoso hace décadas por el famoso galardón literario que lleva ese nombre, “un buen ejemplo de fraude consentido y silenciado, solo denunciado por voces aisladas y que sigue “con la bendición hasta de la Casa Real” española “y una prensa sumisa, sometida al dinero y al poder de sus dueños. Delante de las narices de todo el planeta” con minúsculas “y de centenares de novelistas que callan y siguen presentándose al premio por si sonara la flauta” (Reig, 2011: 230-231) (3). Por cierto, el hermano del consejero de Atresmedia y presidente de La Razón, Mauricio Casals, es decir, el fallecido Pedro Casals, fue finalista en dos ocasiones: en 1986 y en 1989 (4). Mauricio está imputado en el llamado «caso Tándem» por haber contratado al famoso excomisario de policía jubilado José Manuel Villarejo para espiar rivales (Luhnoticias.es, mismo enlace) (5).  

Los medios occidentales han blanqueado la imagen de los mercenarios del bando del Estado ucraniano presentados como héroes patriotas que luchan por su independencia (Toscano Segovia, 2022: 56-57) (6) y Planeta no es una excepción en este sentido, en tanto que el uso de ese mismo término, «mercenarios», se emplea muy selectivamente dependiendo de la parte en conflicto a la que se alude. De tal modo, el titular del referido enlace de Antena 3 donde podemos ver el vídeo sobre el reclutamiento reza: “Así recluta un grupo de mercenarios rusos a presos para que participen en la guerra: «Nadie se rinde»”.

Como ejemplo adicional, sin salir de los medios del grupo Planeta, el diario de tendencia altamente reaccionaria La Razón informó en abril de la rendición de más de mil soldados ucranianos en una acería de la ciudad de Mariúpol con un titular en el que los componentes que luchan en el bando ruso son “mercenarios” mientras los nazis del ucraniano son “la resistencia”: “Así liquidan mercenarios chechenos de Kadirov a la resistencia del Batallón Azov en Mariupol”, decía. Ambas denominaciones, la de “mercenarios” y la de “resistencia”, se repiten en el cuerpo de texto, donde se define asépticamente a “el Batallón Azov” como “una fuerza de choque integrada en la Guardia Nacional de Ucrania” cuyo “líder es Andriy Biletsky”, de quien tampoco se ofrecen sus detalles menos presentables. A pesar de que el diario se detiene a narrar que “Los soldados chechenos han adquirido con los años la fama de desplegar una inusitada brutalidad y crueldad en sus intervenciones”, ni una palabra se proporciona sobre el modus operandi y secuelas de las acciones del batallón Azov y afines, como veremos más adelante (Larazon.es, 13/IV/2022) (7).

Pasemos a La Sexta. En esta cadena la supuesta información fue repetida, además, en la edición número 422 del programa vespertino La Sexta Clave (Atresplayer.com, 16/IX/2022) (8), la misma a la que nos referíamos en otro artículo de Revista La Comuna (9), pero ahora dentro de la sección “La imagen”, con el rótulo “Reclutan presos para la guerra. Más de 400 reos son trasladados a la frontera con Ucrania”. El presentador, Joaquín Castellón, nos relataba, con ambientación musical de thriller policíaco:

Y en estos camiones, los que están viendo, van trasladados los primeros presos rusos de cárceles rusas que se han sumado al ejército de Putin. Se dirigen ahora a la frontera con Ucrania para sumarse al combate. Su recompensa será la libertad si aguantan seis meses en el frente. Si deciden retirarse, les espera la ejecución; que Putin no se anda con tonterías. Esas imágenes se han grabado a unos mil kilómetros de la frontera con Ucrania, en la región de Tambov. En esos vehículos irían más de cuatrocientos presos; pero no cualquier reo. Lo explicó este hombre, el líder del Grupo Wagner, íntimo amigo de Putin. Ahí está, dentro de la cárcel, buscando hombres de entre 22 y 50 años. Los presos más jóvenes también pueden sumarse, pero solo si lo autoriza su familia. La prioridad son presos condenados por asesinato y robo. Y han descartado a narcotraficantes y agresores sexuales. Durante el tiempo que pasen en el frente tienen tres restricciones: prohibido beber alcohol, prohibido drogarse y prohibido tener relaciones sexuales con mujeres locales, con hombres y, textualmente, «con fauna y flora»; hay que ver. Para tomar la decisión, la de alistarse, les dieron cinco minutos y ya han reclutado a mil presos en diecisiete cárceles.

La expresión «ejército de Putin», en lugar de ejército de Rusia, nos remite a la forma en que el relato mediático habitual de los acontecimientos se articula en clave dicotómica dentro de un eje cuyos polos son el bien y el mal absolutos, sin matices. Normalmente el dios estructural o universal es la economía de mercado elevada a institución suprema de la sociedad, mientras todo personaje que se aleje o cuestione esa cosmovisión es relegado a las profundidades del averno (Reig, 2004) (10). En el caso que nos ocupa, y dentro de las coordenadas de la psywar o guerra psicológica concebida por la inteligencia estadounidense (Losurdo, 2015: 95-96) (11), tenemos un satán incuestionable: Vladímir Putin, el taimado dictador liberticida que, cual alumno matón del colegio, practica bullying al pobre pero digno Volodímir Zelensky; una reedición de la historia de David contra Goliat, como sucedió en épocas anteriores con el mandatario Saddam Hussein durante las guerras de Iraq (especialmente la Primera de 1991) o con el presidente Slobodan Milosevic durante las de la antigua Yugoslavia (Reig, 1994) (12), convertidos en diablos mediáticos, procedimiento del que es ahora objeto Putin.

En su clásico estudio sobre la propaganda política, Domenach (1986) (13) establece una serie de reglas y técnicas fundamentales, una de las cuales es la de la simplificación y enemigo único (pp. 52-56), que se aplica a este particular. A este respecto, en todos los campos, la propaganda se esfuerza en primer lugar por lograr la simplicidad. Se trata de dividir la doctrina adversaria y sus argumentos en algunos puntos que serán definidos tan claramente como sea posible. Concentrar en una sola persona el odio que se siente por el campo oponente es, evidentemente, la forma de simplificación más elemental y más beneficiosa. Reducir la lucha política a una rivalidad de personas es sustituir el difícil enfrentamiento de tesis por una suerte de juego. Esto es lo que ha sucedido con la figura de Vladímir Putin. En efecto (op. cit.: 55)

Los hombres prefieren enfrentar a personas visibles más bien que a fuerzas oscuras. Particularmente cuando se los convence de que su verdadero enemigo no es tal partido o tal nación, sino el jefe de ese partido o esa nación, se matan dos pájaros de un tiro: por una parte se tranquiliza a los propios partidarios, seguros de tener enfrente no una masa resuelta como ellos, sino una multitud engañada conducida por un mal pastor que la abandonará cuando se abran sus ojos; por otra parte se puede esperar que se divida el campo contrario y se desprendan algunos elementos. Por lo tanto, se atacará siempre a individuos o pequeñas fracciones, nunca a masas sociales o nacionales en conjunto.

Recordemos, en este sentido, cómo Margrethe Vestager, comisaria de competencia de la Comisión Europea, aconsejó a la población de la UE: “Controlen sus propias duchas y la de sus hijos. Y cuando cierren el agua, digan: «toma esto, Putin»” (Diariopopular.com.ar, 1/IV/2022) (14). Y cómo Borrell, el jefe de la diplomacia europea, se quejaba por las mismas fechas, primeros de abril de 2022, de que la Unión Europea había pagado a Rusia 35.000 millones de euros, a razón de 1.000 millones diarios. Pero en realidad las palabras concretas de Borrell fueron: “Hemos dado a Ucrania 1.000 millones de euros, que pueden parecer mucho, pero es lo que damos cada día a Putin. Desde que empezó la guerra, le hemos dado 35.000 millones de euros; comparadlo con los 1.000 millones de los ucranianos” (Ara.cat, 6/IV/2022) (15). O sea, mil millones de euros no para, por ejemplo, Zelensky, sino para “Ucrania”, para “los ucranianos”; pero, en un magnífico ejemplo de simplificación y enemigo único, treinta y cinco mil millones para “Putin”. Como referencia para el público latinoamericano que pueda leer este artículo, Borrell es quien dijo una vez cuando era ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno español que los Estados Unidos en el momento de su independencia “lo único que habían hecho era matar a cuatro indios” (16), refiriéndose al exterminio masivo de nativos americanos en los siglos XVIII y XIX (Lavanguardia.com, 28/XI/2018)(17).

Hallamos dos textos respectivos, escrito (Abc.es, 27/II/2022) (18) y hablado (Cope.es, 28/II/2011) (19), cuyo contenido es esencialmente el mismo y que permiten hacerse una idea más nítida de cuál es la concepción que un periodista preconiza como defensa común. Es decir, común a quiénes. Del minuto 0:33 del segundo de ellos en adelante, ante los micrófonos de la Cope, un indignado Ángel Expósito introduce sus argumentos con una serie de preguntas retóricas:

¿Sabe la sociedad española dónde están nuestros soldados, y por qué, desplegados por el mundo? ¿Sabe la sociedad española que en Estonia, en Letonia, en Lituania, en Bulgaria, en Rumanía, en Polonia, hay soldados de la OTAN y España tiene carros de combate, soldados de tierra, aviones, cazas del Ejército del Aire, barcos de la Armada? ¿Sabe por qué y para qué están ahí? Evidentemente, no. Ese es el problema. No tenemos ninguna cultura de defensa. Hasta que aparece Putin con sus divisiones acorazadas en la frontera Este de Europa y entonces nos llevamos las manos a la cabeza. «¡Oh, hay que ayudar…!». De boquilla. No tenemos cultura de defensa. […] Y no nos damos cuenta: el Mediterráneo hecho unos zorros; el Sur, en África, una bomba de relojería; Hispanoamérica, llena de populismos; la guerra, en nuestra frontera Este. Y así nos va. 

Por cierto, también para el público latinoamericano, y hablando de una “Hispanoamérica llena de populismos”, como dice Expósito, podemos acudir a Casado (2015: 322-336) (20) a la hora de descubrir cómo ese periodista, cuando era director de ABC, abanderó la manipulación de informaciones en torno a la enfermedad del anterior presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de la que fallecería finalmente en marzo de 2013, por medio de un corresponsal en Washington que publicó gran cantidad de notas especulativas basándose en datos de la CIA (y otras fuentes sin identificar) con orígenes anónimos y difusos, amén de información de dudosa credibilidad, incluyendo la mentira pura y dura, lo que convirtió la información de un presidente enfermo en un circo del morbo sin el más mínimo respeto por los estándares deontológicos del periodismo. Un par de días después del citado fallecimiento, Expósito se refería a “ese ataúd vacío aclamado casi a lo Jomeini” en una columna cuyo título, “Vamos a contar mentiras, tralará…”, bien se ajustaba a la descripción de su propia práctica profesional (21).

Pero lo que constituye ahora el objeto de nuestro interés es cómo el procedimiento de simplificación y enemigo único en la individualización del conflicto opera en el extracto reproducido con la mención de Expósito a “Putin”, quien “aparece” cual espectro fantasmagórico “con sus divisiones acorazadas”, como si fueran de su propiedad, y no unidades rusas. Pero para responder de forma certera a “por qué y para qué están ahí” esos “soldados de la OTAN y España” con sus “carros de combate, soldados de tierra, aviones, cazas del Ejército del Aire, barcos de la Armada”, etcétera, por rescatar las palabras del periodista de la Cope y el ABC, sigamos a Monereo (2022) (22):

Durante años Rusia ha sido demonizada y Putin criminalizado. La razón es que se puso fin a la época de Yeltsin y se reconstruyeron de nuevo las estructuras estatales e institucionales de la Federación Rusa, se recompuso la economía y se fortaleció el aparato militar, tecnológico y de seguridad. Hay que hacer la pregunta: ¿cuál es el objetivo político de la estrategia militar de la OTAN y de Biden? El mismo objetivo que con China; es decir, aniquilar al actual equipo dirigente y poner otro más favorable a los intereses hegemónicos de los EE.UU.

En esa estrategia de desbancamiento de los actuales Ejecutivos declarados como enemigos es fundamental el recurso a lo que desde el bloque liderado por las potencias anglosajonas se suele denominar oposiciones democráticas. Por ejemplo, el arriba referido enlace de la noticia del reclutamiento de presos rusos en Antena 3 cuenta que, difundido por “medios independientes” (valga el oxímoron) rusos, “El vídeo fue publicado por el equipo del encarcelado líder opositor ruso, Alexéi Navalni”, quien afirma que la persona que recluta a los prisioneros es un “empresario […] próximo al Kremlin”. Respecto al citado Navalny, hace años el corresponsal en Moscú del semanario británico propiedad de Rupert Murdoch Sunday Times, señalando la diana, escribió un artículo que llevaba en el título la frase de que “Putin teme acabar como Gadafi”, evocando o invocando la repetición de un crimen, esta vez contra un hombre que llegó a la presidencia en unas elecciones, según reconocía el propio texto, que consideraron válidas los observadores internacionales. El virtual desenlace se hacía eco de las profecías, o deseos, del mentado “bloguero Navalny”, uno de los cabecillas fascistoides a los que la potencia norteamericana, aspirante a imperio planetario, suele convertir en «disidentes»; verbigracia, santos y mártires de la causa de la democracia. En este caso, el que auguraba el linchamiento de un presidente elegido democráticamente era un personaje conocido por sus ideas nacionalistas y su posición dura hacia los inmigrantes (Losurdo, op. cit.: 237), quien al principio “desfiló por las calles de Moscú a la cabeza de decenas de jóvenes entonando cánticos como «Rusia para los rusos» o «Dejemos de alimentar al Cáucaso»” y que más tarde “se granjeó la simpatía de la prensa Occidental, y eso sin renegar en ningún momento de sus declaraciones xenófobas ”, curiosamente “tras pasar por la Universidad de Yale en New Haven” en el país guía del bloque occidental (Richard, 2021) (23).

La crónica del informativo de Antena 3 admite, no obstante, que respecto al reclutamiento ruso “Entre las cosas prohibidas durante el tiempo que dure el contrato se mencionan la deserción, el uso del alcohol o estupefacientes, los saqueos, así como «los contactos sexuales con las mujeres» ucranianas”. La del de La Sexta también lo reconoce y añade que “La prioridad son presos condenados por asesinato y robos” pero “descartando a narcotraficantes y agresores sexuales”. Eso sí, de acuerdo con la dinámica de la selección y omisión de información (Merril, Lee y Friedlander; 1992) (24), ninguno de los medios que prestaron difusión a esa información dieron cuenta de que por parte del bando contrario, y a diferencia del supuesto caso del reclutamiento de presidiarios organizado por Moscú  (Toscano Segovia, op. cit.: 58-59),

El presidente Zelensky dispuso la incorporación de presos ultranacionalistas a las filas del ejército ucraniano para combatir al ejército ruso. Miembros de la Unidad Tornado, acusados de una serie de delitos atroces como violaciones a menores de edad y bebés, torturas, saqueos, han sido liberados para participar en los combates contra las tropas rusas. […] A través de un sinnúmero de vídeos y fotografías difundidos en las redes sociales, se ha podido observar las brutalidades que grupos neonazis y soldados ucranianos han cometido contra civiles y prisioneros de guerra del ejército ruso: personas atadas a postes, gitanos en su mayoría, con cintas colocadas de la cabeza a los pies, pintadas su rostro de verde, algunas golpeadas con palos en sus nalgas desnudas, disparos a las rodillas de soldados rusos que han sido detenidos, la llamada desde el celular de un militar ruso muerto a su madre, realizada por el soldado ucraniano Ivan Zaliznyak para burlarse de ella, el cadáver de una mujer marcada en el vientre con una esvástica nazi, encontrado en el sótano de una escuela en Mariúpol, son solo una muestra de los crímenes que comete el régimen. […] El uso de civiles como escudos humanos, el bombardeo a poblaciones por parte del ejército ucraniano con misiles Tochka-U, ha sido silenciado por los noticieros occidentales que, además, como parte de la guerra psicológica de desinformación que llevan adelante, han culpabilizado de las mismas a los militares rusos. […] La coalición de medios de comunicación al servicio de EEUU, la OTAN y el régimen ucraniano no solo oculta, minimiza o pone en duda estos hechos. También se hacen eco de las informaciones que provienen de los laboratorios de propaganda del imperialismo, sin cuestionar absolutamente nada.

EE.UU. y la OTAN realmente no han salido oficialmente como tales en defensa de Ucrania para liberarla del oso ruso, pero sí le han proporcionado los fondos, material militar, asesoramiento logístico e informativo y también, como indicábamos al principio, eso mismo, mercenarios; provenientes estos de distintos lugares del mundo y que operan con el ejército ucraniano. Es el caso del portugués Mario Machado, a quien el Tribunal de Instrucción Criminal de Lisboa le levantó las medidas que le impuso por posesión ilegal de armas, en una investigación por crímenes de odio, racismo y violencia, para que así pudiera combatir en Ucrania. Machado, junto a otros neonazis provenientes de Canadá, Inglaterra y el Estado español, como el tarraconense Miguel Faro Salmerón, se han sumado al batallón Azov para combatir al ejército ruso. Los mentados medios del bloque occidental no han vacilado, en muchos casos, en blanquear la imagen de estos, a los que han presentado como héroes y a los que EE.UU., Gran Bretaña, Italia y el reino de España abastecen de armas. A los integrantes del Azov poco a poco se les ha ido limpiando de su ideología neonazi y su proceder criminal para transformarlos en patriotas nacionalistas que luchan por la independencia (ibid.: 56-57).

Así tenemos otro grupo de muestras de la clave dicotomía blanco-negro del relato ofrecido por los grandes medios comerciales, dentro de un eje, como señalábamos más arriba, cuyos extremos simbólicos son el bien y el mal sin claroscuros o grises y ante la que, una vez más, la actitud más saludable es mantener una prudente sospecha.

NOTAS:
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  3. REIG, Ramón (2011): Los dueños del periodismo. Claves de la estructura mediática mundial y de España. Barcelona: Gedisa. 
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  6. TOSCANO SEGOVIA, Dax (2022): Ucrania, peón neonazi de la política geoestratégica de los EE.UU. y la OTAN contra Rusia. Quito, Ecuador. Pinche AQUÍ para enlace web. 
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  8. Minuto 7:45. Pinche AQUÍ para enlace web. 
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  10. REIG, Ramón (2004): Dioses y diablos mediáticos. Cómo manipula el Poder a través de los medios de comunicación. Barcelona: Urano.
  11. LOSURDO, Domenico (2015): La izquierda ausente. Crisis, sociedad del espectáculo, guerra. Barcelona: El Viejo Topo.
  12. REIG, Ramón (1994): La información binaria (emotividad y simplicidad en el periodismo). Sevilla: Gallo de Vidrio.
  13. DOMENACH, Jean-Marie (1986): La propaganda política. Buenos Aires: Eudeba.
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  19. Minuto 1:06. Pinche AQUÍ para enlace web. 
  20. CASADO, Fernando (2015): Antiperiodistas. Confesiones de las agresiones mediáticas contra Venezuela. Madrid: Akal.
  21. Pinche AQUÍ para enlace web. 
  22. MONEREO, Manuel (2022): “Rusia toma la iniciativa: Tucídides ya llegó”. Pinche AQUÍ para enlace web. 
  23. RICHARD, Hélène (2021): “Alexéi Navalny, ¿profeta en su tierra?”, Le Monde Diplomatique en español, marzo 2021. Pinche AQUÍ para enlace web. 
  24. MERRIL, John C.; LEE, John y FRIEDLANDER, Edward Jay (1992): Medios de comunicación social. Teoría y práctica en Estados Unidos y en el mundo. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

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